Comunicado de la Casa
General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X respecto a la beatificación del
Papa Pablo VI
17-10-2014
Tras la clausura del
Sínodo extraordinario sobre la familia, el Papa Francisco llevará a cabo el
domingo el 19 de octubre de 2014 la beatificación del Papa Pablo VI. La
Fraternidad Sacerdotal San Pío X quiere expresar sus más serias reservas sobre
las beatificaciones y canonizaciones de los últimos Papas, cuyos abreviados
procesos infringen la sabiduría de las reglas seculares de la Iglesia
Pablo VI es, por
cierto, el Papa de la Encíclica Humanae Vitae[1], que aportó luz y reconfortó a
las familias católicas cuando los principios fundamentales del matrimonio eran
fuertemente atacados, igual que lo han sido — de manera escandalosa — por
algunos miembros del Sínodo que está por acabar.
Pablo VI, empero, es
también el Papa que condujo a término el Concilio Vaticano II, introduciendo en
la Iglesia un liberalismo doctrinal expresado a través de errores como la
libertad religiosa, la colegialidad y el ecumenismo. De aquí se siguió una gran
trastorno, que él mismo reconoció el 7 de diciembre de 1968: “La Iglesia se encuentra
en un momento de inquietud, de autocrítica, incluso se diría que de
autodestrucción. Es como si la Iglesia se dañara a sí misma”. Al año siguiente
reconocía: “En muchos aspectos, el Concilio no nos ha dado hasta ahora
tranquilidad, más bien ha suscitado trastornos y problemas nada útiles para
reafirmar el Reino de Dios en la Iglesia y en las almas”. Llegó a esta
expresión de alarma el 29 de junio de 1972: “El humo de Satanás ha entrado por
alguna grieta en el templo de Dios: la duda, la incertidumbre, la problemática,
la inquietud, la insatisfacción, el enfrentamiento están a la orden del día…”.
No hizo más que una comprobación, sin tomar las medidas necesarias para detener
esta autodestrución.
Pablo VI es el Papa
que, con una finalidad ecumenista, impuso la reforma litúrgica de la Misa y de
todos los ritos de los sacramentos. Los cardenales Ottaviani y Bacci
denunciaron esta nueva misa por alejarse “de forma impresionante, en el
conjunto como en el detalle, de la teología católica de la Santa Misa, tal como
fue formulada en la XXIIª sesión del Concilio de Trento” [2]. Sobre estos
pasos, Monseñor Lefebvre declaró que la nueva misa está “impregnada de espíritu
protestante”, vehiculizando en sí misma “un veneno perjudicial para la fe”[3].
Durante su pontificado
numerosos sacerdotes fueron perseguidos, e incluso condenados, por su fidelidad
a la misa tridentina. La Fraternidad Sacerdotal San Pío X recuerda con dolor la
condena infligida en 1976 a Monseñor Lefebvre, declarándolo suspendido a
divinis por su apego a esta misa y por su categórico rechazo de las reformas.
Solamente en 2007, por un Motu Proprio de Benedicto XVI, se reconoció el hecho
de que la Misa tridentina nunca había sido abrogada.
Siguiendo los pasos de
su fundador, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X renueva su adhesión a la
Tradición bimilenaria de la Iglesia, persuadida de que esta fidelidad, lejos de
ser una crispación pasajera, aporta el remedio saludable a la autodestrucción
de la Iglesia.
Menzingen, 17 de
octubre de 2014
[1] 25 de julio de
1968.
[2] En Breve examen
crítico de la nueva misa, carta-prólogo de los cardenales Ottaviani et Bacci, 3
setiembre de 1969, § 1.
[3] Carta abierta a los
católicos perplejos, Albin Michel, 1985, pág. 43