Nos sentimos honrados en publicar este nuevo
artículo por el clérigo muy sabio, muy informado y muy
influyente, que escribe bajo el seudónimo de don Pio Pace.
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Por medio de una decisión del 13 de marzo de 2015 de la Secretaría de Culto de Argentina, la FSSPX fue
reconocida en ese país como persona legal, como una asociación de la Iglesia Católica “de acuerdo a lo que está establecido” por el Derecho Canónico, y fue registrada en el Registro de los Institutos de Vida
Consagrada. Hay que saber que las relaciones entre el Estado y la Iglesia en
Argentina son muy fuertes. El Estado otorga todo tipo de ventajas a las
actividades de culto, siempre y cuando las organizaciones que las provean estén registradas por éste, sea como Católicas o no-Católicas; pero que pertenezcan a una confesión reconocida. Esto presupone un
reconocimiento administrativo, sin el cual ellas son ilegales y deben ser disueltas:
para ser legal y jurídicamente capaz de firmar contratos, tener activos, defenderse en los
tribunales, etc. ellos deben estar registrados en el Registro apropiado.
La FSSPX, que está establecida en Argentina desde hace mucho tiempo, ha sido beneficiada
por un status quo de tolerancia como una asociación cultural. Pero ya que sus actividades eran
confesionales, estaba de hecho en una situación ilegal, lo que podría traer graves consecuencias para sus obras
(iglesias, capillas, prioratos, el seminario de La Reja, escuelas), así como para la residencia de los sacerdotes de la Fraternidad
extranjeros en territorio argentina, cuyas visas, debido a tal ilegalidad,
siempre pudieron ser cuestionadas (esto es lo que sucedió con la visa de Mons. Williamson, antiguo miembro de la Fraternidad y
entonces superior del seminario de La Reja, la cual fue revocada después de las declaraciones que todos conocemos).
Toda la dificultad para la FSSPX ha sido
que, para ser reconocida por el Estado Argentino como Asociación Católica y poder tener culto público, apostolado y actividades relacionadas, debía ser presentada como tal por la jerarquía de la Iglesia, a cuyas declaraciones el
Estado Argentino siempre da credibilidad (como todas las autoridades en otros
países en
condiciones similares, lo que es considerado “Católico” por los Estados es lo que la jerarquía católica reconoce como tal).
El P. Christian Bouchacourt, superior actual
del Distrito de Francia de la FSSPX, empezó las pláticas para obtener este espacio administrativo-religioso cuando él era superior en Argentina. Él fue ayudado, respecto a las visas de sus
sacerdotes, por el Cardenal Jorge Bergoglio quien, contradiciendo al Nuncio
Apostólico, atestiguó que la FSSPX era de hecho católica. Desde entonces, él siempre mantuvo esta posición, sin duda porque él cree que esta comunidad es lo
suficientemente “periférica” y porque no dificulta la vida cotidiana de las diócesis, pero también porque a él le gusta, más que nada, confundir las interpretaciones
de cómo él es considerado.
Por lo tanto, la FSSPX continuó sus negociaciones, y el sucesor del Cardenal Bergoglio, el Cardenal
Poli -de quien se
dice ampliamente que es solamente el “coadjutor” de Buenos Aires, pidiendo constantemente el consejo del Papa para la
administración de su diócesis- dio su necesaria confirmación a las autoridades Argentinas para que la
Fraternidad fuera a partir de ahora reconocida como persona jurídica “dentro de la Iglesia Católica”.
Reconocimiento “estilo China”
Lo más interesante, de hecho, es evidentemente la confirmación del Cardenal Poli: como consta en el preámbulo del decreto de reconocimiento, él pidió que la Fraternidad sea tenida como una Asociación de Derecho Diocesano, de acuerdo al Canon
298 del Código de Derecho
Canónico, en la
expectativa de que ésta se convertirá (in fieri de ser) una Sociedad de Vida Apostólica sin votos (una antigua categoría del Código de 1917, bajo la cual la FSSPX fue
reconocida por el Obispo de Friburgo, Suiza, el 1° de noviembre de 1970, antes de su disolución), un estatus que la Fraternidad reclama de
acuerdo con sus estatutos, aprobados por la autoridad eclesiástica.
Esto es, no solo el Cardenal-Arzobispo de Buenos Aires concede una
certificación pública de catolicidad a la FSSPX, sino que le
confiere un estatus jurídico similar a la de una asociación diocesana. Las asociaciones diocesanas
llamadas “asociaciones de
fieles cristianos” (las comunidades religiosas en formación, entre otras, hacen uso de este marco) “buscan fomentar una vida más perfecta, promover el culto público, o la doctrina cristiana, o realizar
otras actividades de apostolado, a saber, iniciativas para la evangelización, el ejercicio de obras de piedad o de
caridad y la animación con espíritu cristiano del orden temporal”. (Canon 298, § 1)
Es absolutamente posible, en términos legales, considerar que el Cardenal
Poli procedió de este modo a hacer algo que es equivalente a una
especie de “erección” de una asociación diocesana para la FSSPX:
-
Primero: porque
él le reconoce,
públicamente, el
carácter de católica, el cual brota por lo general de la
erección prevista por
el Canon 312;
-
Segundo: porque
aclara que es “Diocesana”:
- Tercero: y
porque esta asociación propone enseñar la doctrina cristiana en nombre de la Iglesia y promueve el culto público, lo cual solo puede ser para el caso de las
asociaciones erigidas por la autoridad eclesiástica.
Pero suponiendo que esto no signifique nada, por lo menos se mantendría que el cardenal Poli considera a la FSSPX
como una asociación católica constituida por un acuerdo privado (canon 299), a la cual le otorgó, excepcionalmente, derechos específicos.
Es un notable paso jurídico. En el lenguaje de los canonistas que están preocupados con el destino institucional
de la FSSPX, la estrategia “China” es frecuentemente evocada. La palabra se refiere al hecho de que,
después de la caída de la cortina de hierro soviética, y a pesar de la permanencia de la
brutal tiranía en China, la
Santa Sede intentó una operación “rodeo”, basado en el deseo de una gran porción de los miembros de la “iglesia patriótica” que deseaban regresar a Roma. Podríamos resumir el intento de Roma de este
modo: un creciente número de los obispos nombrados por la “iglesia patriótica” recibieron secretamente (pero es un secreto abierto) “poderes” otorgados por Roma, es decir, investidura papal (ver, por ejemplo, este reporte por Sandro Magister).
Analógicamente, lo
que sucede hoy con la FSSPX es que, en ciertas diócesis, los
poderes de confesión, incluso los permanentes, y las delegaciones canónicas para recibir el consentimiento matrimonial, incluso permanentes,
son a veces otorgados a ciertos sacerdotes de la Fraternidad. En casos
particulares, la incardinación canónica de los
sacerdotes de la FSSPX por las autoridades diocesanas fue incluso contemplada con tales sacerdotes permaneciendo miembros de esta comunidad y
ejerciendo su apostolado dentro de ella.
En la perspectiva de un reconocimiento canónico gradual, tal vez podríamos imaginar también que serán otorgados
provisionalmente “poderes” a los obispos de la FSSPX, lo cual quizá ya ha sucedido
ocasionalmente. Naturalmente, el reconocimiento canónico-administrativo en Buenos Aires -establecido, absolutamente sin ninguna duda,
por el mismo Papa- podría crear un precedente y ser repetido en tal o cual diócesis para los grupos de la FSSPX, o
comunidades amigas de religiosos o religiosas, escuelas, etc.
¿Menzingen aterrado?
Tan pronto como se conoció esta intervención del cardenal de Buenos Aires por el público, la Casa General de la FSSPX
inmediatamente limitó su alcance. De acuerdo a un comunicado publicado por su agencia DICI,
el 13 de abril de 2015, principalmente para fines internos, Menzingen (la Casa
General) afirma que “el documento del Cardenal Poli no tiene incidencia canónica”, y que todo eso “se trata sólo de un requisito que habilita una decisión administrativa del Estado Argentino”. ¡Que nadie piense, sobre todo, que pudiera
haber un puntual y parcial reconocimiento canónico!
Una evidencia adicional de que, en este punto de la historia, Mons.
Fellay, el Superior General, tiene en su mano todas las cartas para una
completa regularización canónica, y que algunos que lo rodean (¿tal vez del profesorado del
seminario de Econe?) permanecen hostiles a cualquier regularización. ¿Es la oposición interna la que está previniendo acciones adicionales?