Por
Amicus Romanus
Menzingen
lo declaró solemnemente: la consagración episcopal de Mons. Faure, el 19 de
marzo de 2015, no se parece en nada a la de 1988. La declaración sorprendió por su extremismo. Así que Menzingen encargó a su propagandista de choque –el P. Alain
Lorans- y al teólogo de la casa –el
P. Jean-Michel Gleize– justificarla
en DICI [3 de abril de 2015].
¿Como
en 1988?
En
1988, un periódico francés ilustró su artículo sobre las consagraciones
episcopales con una fotografía inesperada: los fieles comían salchichas después
de la ceremonia, cerca del seminario de Econe. Bajo la foto, en caracteres
resaltados, se ostentaba el título: “el cisma y las salchichas han sido consumadas”.
En
la misma época, feroces militantes
anti-consagraciones, cercanos a la Fraternidad San Pedro, sólo retuvieron, entre todas, dos frases
de Mons. Lefebvre: aquella donde él justificaba la consagración de los 4
obispos por la posibilidad de una invasión
soviética de Europa; y esa en donde mencionó la aparición de Quito (en Ecuador). Para estos partidarios del
acuerdo con la Roma conciliar, el caso estaba juzgado: Mons. Lefebvre solo consagraba por motivos humanos,
sensacionalistas o aparicionistas.
Considerando
poco los medios, DICI se coloca, de entrada, al mismo nivel.
La
prestidigitación
Un
informador digno de ese nombre hubiera expuesto honestamente los motivos
invocados por Mons. Williamson (consagrante), Mons. Faure (consagrado) y el
Padre Tomás de Aquino (anfitrión de la ceremonia), para enseguida discutirlas. DICI prefiere focalizarse en los detalles
que podrán ser presentados bajo un ángulo grotesco. A la manera de un informativo
del Canal +.
Algunas
declaraciones de Mons. Williamson también fueron seleccionadas de esta forma.
Generalmente, las explicaciones anecdóticas respecto a las circunstancias de la
ceremonia. Pero DICI es un gran mago:
ellas se convirtieron, para sus lectores, en los motivos esenciales de la
consagración. Y el valiente prestidigitador en jefe, sin duda aliviado de
llegar hasta el fondo de su delicada misión, concluye gravemente que “estos
motivos contrastan singularmente con la razón de las consagraciones de 1988”.
Contra
las reglas de la suma.
Pasemos por alto la prestidigitación:
Vistas las exigencias de Menzingen, DICI difícilmente podría prescindir de la aritmética, ¡pero ella grita venganza!, pues esta conclusión viola
abiertamente las leyes de la suma. Para que los motivos de Mons. Williamson
pudieran “contrastar singularmente con la razón de las consagraciones de 1988”,
ésta por principio debería ser ajena a aquellas.
Pues
la necesidad que existía en 1988 (para la consagración de 4 obispos) y en
1991 (para la consagración de Mons.
Rangel) todavía existe.
Incluso
si Mons. Williamson no tuviera ningún
motivo adicional, esta necesidad que
perdura es suficiente para justificar una nueva consagración, desde el
momento que Mons. Williamson necesita ser ayudado, asistido o reemplazado en su
tarea episcopal.
Para consagrar a Mons. Faure, Mons. Williamson
invoca primero los motivos de la
necesidad que perdura desde 1988 y 1991, antes de añadir algunas otras. Que éstas últimas le desagraden a
Menzingen y DICI, es muy posible. Pero de todas maneras, estas razones sólo se suman a las precedentes. No las suprimen, no
las reemplazan, no las disminuyen, solo las aumenta. Aunque fuera nulo su
valor, las primeras permanecerían
intactas. Es el principio de la
suma. Un
principio sólido y bien establecido. Hasta hoy, ningún ilusionista ha logrado escamotearlo.
DICI, ¿está verdaderamente seguro de ser capaz de intentar lo imposible?
¿Y
el P. Gleize?
La
atracción principal del espectáculo
es evidentemente ofrecida por el P.
Gleize. Vamos a hacerle justicia pues él se esfuerza por elevar el nivel
(lo que no es muy difícil).
Teólogo
de calidad, tal vez él no aprecie demasiado el ser empleado por Menzingen en
estas atracciones de feria. Él hace todo lo que puede por conservar su dignidad
en medio del circo.
Él
se expresa como si no estuviera completamente
consciente de las circunstancias en la cuales se le involucra, y este
ligero desfase adorna sus declaraciones de cómico
de situación, lo que posiblemente no es completamente involuntario.
Será
para la próxima vez, si Dios quiere.