Protocolo de Acuerdo del 5 de mayo de 1988
I.- DECLARACIÓN DOCTRINAL
Yo,
Marcel Lefebvre, arzobispo-obispo emérito de Tulle, así como los miembros de la
Fraternidad Sacerdotal San Pío X, por mí fundada:
1) Prometemos
ser siempre fieles a la Iglesia Católica y al Romano Pontífice, su Pastor
Supremo, Vicario de Cristo, Sucesor del Bienaventurado Pedro en el primado y la
cabeza del cuerpo de los obispos.
2) Declaramos
aceptar la doctrina contenida en el Nº 25 de la Constitución dogmática Lumen
Gentium del Concilio Vaticano II respecto al Magisterio eclesiástico y la adhesión
que le es debida.
3) En
cuanto a ciertos puntos enseñados por el Concilio Vaticano II o concernientes a
las posteriores reformas de la liturgia y del derecho, y que nos parecen
difícilmente conciliables con la Tradición, nos comprometemos a tener una
actitud positiva de estudio y de comunicación con la Sede Apostólica, evitando
toda polémica.
4) Declaramos,
además, reconocer la validez del Sacrificio de la Misa y de los sacramentos
celebrados con la intención de hacer lo que hace la Iglesia y de acuerdo con
los ritos indicados en las ediciones típicas del misal romano y de los rituales
de los sacramentos promulgada por los Papas Pablo VI y Juan Pablo II.
5) Por
último, prometemos respetar la disciplina común de la Iglesia y las leyes
eclesiásticas, particularmente las contenidas en el Código de Derecho Canónico
promulgado por el Papa Juan Pablo II, quedando a salvo la disciplina especial
concedida a la Fraternidad por una ley particular.
II.- CUESTIONES JURÍDICAS
Teniendo
en cuenta el hecho de que la Fraternidad Sacerdotal San Pío X ha sido concebida
durante 18 años como una sociedad de vida común –y a partir del estudio de las
proposiciones formuladas por S.E. Mons. Lefebvre y de las conclusiones de la
Visita apostólica realizada por Su Eminencia el Cardenal Gagnon–, la figura
canónica más adecuada es la de una Sociedad de vida apostólica.
1. Sociedad de vida apóstolica.
Es
una solución canónicamente posible, con la ventaja de incorporar eventualmente
en la Sociedad clerical de vida apostólica igualmente a laicos (por ejemplo,
Hermanos coadjutores).
De
acuerdo con el Código de Derecho Canónico promulgado en 1983, cánones 731-746,
esta Sociedad tiene plena autonomía, puede formar a sus miembros, puede
incardinar a los clérigos, y asegura la vida común de sus miembros.
En
sus propios estatutos, con la flexibilidad y posibilidad creativa en relación a
los modelos conocidos de estas Sociedades de vida apostólica, se prevé una
cierta exención respecto de los obispos diocesanos (cf. Canon 591) en lo que
concierne al culto público, la cura animarum y otras actividades de apostolado,
teniendo en cuenta los cánones 679-683. En cuanto a la jurisdicción sobre los
fieles que buscan a los sacerdotes de la Fraternidad, ella será conferida, sea
por los Ordinarios del lugar, sea por la Sede Apostólica.
2. Comisión romana.
Será
establecida por la Santa Sede una comisión para coordinar las relaciones entre
los diversos dicasterios y los obispos diocesanos, así como para resolver los
eventuales problemas y contiendas, y proveer las facultades necesarias para el
tratamiento de las cuestiones antes indicadas (por ejemplo, el establecimiento
a petición de los fieles de un lugar de culto en un lugar donde no hay casa de
la Fraternidad, “ad mentem” Canon 383, §2).
Esta
Comisión estará compuesta de un Presidente, de un Vice Presidente, y de cinco
miembros, de los cuales dos serán de la Fraternidad.
Ella
tendrá la función de vigilancia y de apoyo para consolidar la obra de
reconciliación y de regular las cuestiones relativas a las comunidades
religiosas que tienen un vínculo jurídico o moral con la Fraternidad.
3. Condiciones
de las personas vinculadas a la Fraternidad.
3.1
Los miembros de la Sociedad clerical de vida apostólica (sacerdotes y hermanos
coadjutores laicos): se rigen por los estatutos de la Sociedad de derecho
pontificio.
3.2
Los oblatos y las oblatas, con o sin los votos privados, y los miembros de la
Tercera Orden vinculada a la Fraternidad: pertenecen a una asociación de fieles
vinculada a la Fraternidad conforme a los términos del canon 303, y colaborar
con ella.
3.3
Las Hermanas (es decir, la congregación fundada por Mons. Lefebvre) que hacen
votos públicos: constituirán un verdader instituto de vida consagrada, con su
propia estructura y autonomía, aun cuando se puede prever una cierta forma de
vínculo para la unidad de la espiritualidad con el superior de la Fraternidad.
Esta congregación –por lo menos al principio– dependerá de la Comisión romana,
en lugar de la Congregación para los Religiosos.
3.4
Los miembros de las comunidades que viven según la regla de los diversos
institutos religiosos (Carmelitas, Benedictinos, Dominicos, etc) y moralmente
vinculados a la Fraternidad: conviene se les conceda caso por caso un estado en
particular reglamentando sus relaciones con su respectiva Orden.
3.5
Los sacerdotes que, a título individual, están moralmente vinculados con la
Fraternidad recibirán un estatuto personal, teniendo en cuenta sus
aspiraciones, y, al mismo tiempo, las obligaciones resultantes de su incardinación.
Los otros casos particulares de este tipo serán examinados y resueltos por la
comisión romana.
En
lo que respecta laicos que buscan la ayuda pastoral de las comunidades de la
Fraternidad: ellos permanecen bajo la jurisdicción de los obispos diocesanos,
pero –en razón especialmente de los ritos litúrgicos de las comunidades de la
Fraternidad– pueden dirigirse a ella para la administración de los sacramentos
(para los sacramentos del bautismo, la confirmación y el matrimonio, permanecen
necesarias las notificaciones de uso a su propia parroquia, cánones 878, 896,
1122).
NOTA:
cabe considerar la complejidad particular:
1) de
la cuestión de la recepción por parte de los laicos de los sacramentos del
bautismo, confirmación, matrimonio, en las comunidades de la Fraternidad.
2) de
la cuestión de las comunidades que practican -sin pertenecerle- la regla de tal
o tal instituto religioso.
Corresponderá
a la comisión romana resolver estos temas.
4. Ordenaciones.
Para
ordenaciones, es necesario distinguir dos fases:
4.1
En lo inmediato: para las ordenaciones previstas en breve, Mons. Lefebvre
estaría autorizado para conferirlas o, si no pudiese, otro obispo aceptado por
él.
4.2
Una vez establecida la Sociedad de vida apostólica:
4.2.1
Cuando sea posible, y a juicio del superior general, seguir el procedimiento
normal: transferir las Cartas dimisorias a un obispo que acepte ordenar a los
miembros de la Sociedad.
4.2.2
Debido a la situación particular de la Fraternidad (cf. infra) ordenación de un
obispo miembro de la Fraternidad que, entre otras tareas, tendría la de
proceder a las ordenaciones.
5. Problema del obispo.
5.1
En el plano doctrinal (eclesiológico), la garantía de estabilidad y de
mantenimiento de la vida y de la actividad de la Fraternidad es asegurada por
su erección como Sociedad de vida apostólica de derecho pontificio y la
aprobación de sus Estatutos por el Santo Padre.
5.2
Sin embargo, por razones prácticas y psicológicas, parece útil la consagración
de un miembro de obispo de la Fraternidad. Por esta razón, en el contexto de la
solución doctrinal y canónica de la reconciliación, sugerimos al Santo Padre
que nombre un obispo elegido en la Fraternidad, propuesto por Mons. Lefebvre.
Como
una consecuencia del principio indicado anteriormente (5,1), este obispo no es
normalmente superior general de la sociedad. Pero parece oportuno que sea
miembro de la comisión romana.
6. Problema particulares (a resolver por Decreto o Declaración)
6.1
Levantamiento de la “suspensio a divinis” de Mons. Lefebvre y dispensa de las
irregularidades incurridas a causa de las ordenaciones.
6.2
“Sanatio in radice”, al menos “ad cautelam”, de los matrimonios ya celebrados
por los sacerdotes de la Fraternidad sin la delegación requerida.
6.3
Previsión de una “amnistía” y de un acuerdo para las casas y los lugares de
culto de la Fraternidad erigidos –o usados– hasta ahora sin la autorización de
los obispos.
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Protocole d'accord établi entre le Cardinal Ratzinger et
Mgr Lefebvre
I. – DÉCLARATION DOCTRINALE
Moi, Marcel Lefebvre, archevêque-évêque émérite de Tulle,
ainsi que les membres de la Fraternité Sacerdotale Saint-Pie-X par moi fondée
1. Nous
promettons d’être toujours fidèles à l’Église Catholique et au Pontife Romain,
son Pasteur Suprême, Vicaire du Christ, Successeur du Bienheureux Pierre dans
sa primauté et Chef du Corps des Évêques.
2. Nous
déclarons accepter la doctrine contenue dans le numéro 25 de la
Constitution dogmatique Lumen Gentium du Concile Vatican II
sur le Magistère ecclésiastique et l’adhésion qui lui est due.
3. À
propos de certains points enseignés par le Concile Vatican II ou concernant les
réformes postérieures de la liturgie et du droit, et qui nous paraissent
difficilement conciliables avec la Tradition, nous nous engageons à avoir une
attitude positive d’étude et de communication avec le Siège Apostolique, en
évitant toute polémique.
4. Nous
déclarons en outre reconnaître la validité du Sacrifice de la Messe et des
Sacrements célébrés avec l’intention de faire ce que fait l’Église et selon les
rites indiqués dans les éditions typiques du Missel et des Rituels des
Sacrements promulgués par les Papes Paul VI et Jean-Paul II.
5. Enfin,
nous promettons de respecter la discipline commune de l’Église et les lois
ecclésiastiques, spécialement celles contenues dans le Code de Droit
Canonique promulgué par le Pape Jean-Paul II, restant sauve la discipline
spéciale concédée à la Fraternité par une loi particulière.
II. – QUESTIONS JURIDIQUES
Tenant compte du fait que la Fraternité Sacerdotale
Saint-Pie-X a été conçue depuis 18 ans comme une société de vie commune, – et à
partir de l’étude des propositions formulées par S.E. Mgr Marcel Lefebvre et
des conclusions de la Visite Apostolique effectuée par son Éminence le cardinal
Gagnon – la figure canonique la mieux adaptée est celle d’une Société de vie
apostolique.
1. Société de vie apostolique
C’est une solution canoniquement possible, avec
l’avantage d’insérer éventuellement dans la Société cléricale de vie
apostolique également des laïcs (par exemple des Frères coadjuteurs).
Selon le Code de Droit Canonique promulgué en 1983, canons
731-746, cette Société jouit d’une pleine autonomie, peut former ses membres,
peut incardiner les clercs, et assure la vie commune de ses membres.
Dans les Statuts propres, avec flexibilité et possibilité
inventive par rapport aux modèles connus de ces Sociétés de vie apostolique, on
prévoit une certaine exemption par rapport aux évêques diocésains (cf. can. 591) pour ce qui concerne le culte public, la cura
animarum et les autres activités apostoliques, compte tenu des canons
679-683. Quant à la juridiction à l’égard des fidèles qui s’adressent aux
prêtres de la Fraternité, elle sera conférée à ceux-ci soit par les Ordinaires
des lieux soit par le Siège Apostolique.
2. Commission romaine
Une commission pour coordonner les rapports avec les
divers Dicastères et les évêques diocésains, ainsi que pour résoudre les
problèmes éventuels et les contentieux, sera constituée par les soins du
Saint-Siège, et pourvue des facultés nécessaires pour traiter les questions
indiquées ci-dessus (par exemple l’implantation à la demande des fidèles d’un
lieu de culte là où il n’y a pas de maison de la Fraternité, ad menteur can.
383 § 2).
Cette commission serait composée d’un Président, d’un
Vice-président, et de cinq membres, dont deux de la Fraternité.
Elle aurait en outre la fonction de vigilance et d’appui
pour consolider l’œuvre de réconciliation et régler les questions relatives aux
communautés religieuses ayant un lien juridique ou moral avec la Fraternité.
3. Conditions des personnes liées à la Fraternité
3.1. Les
membres de la Société cléricale de vie apostolique (prêtres et frères
coadjuteurs laïcs) : ils sont régis par les Statuts de la Société de droit
pontifical.
3.2. Les
Oblats et les Oblates, avec ou sans vœux privés, et les membres du Tiers-Ordre
liés à la Fraternité : ils appartiennent à une Association de fidèles liée à la
Fraternité aux termes du canon 303, et collaborent avec elle.
3.3. Les
Sœurs (c’est-à-dire la Congrégation fondée par Mgr Lefebvre) qui font des vœux
publics : elles constitueront un véritable Institut de vie consacrée avec sa
structure et son autonomie propres, même si on peut prévoir une certaine forme
de lien pour l’unité de la spiritualité avec le Supérieur de la Fraternité.
Cette Congrégation – au moins au début – dépendrait de la commission romaine,
au lieu de la Congrégation pour les Religieux.
3.4. Les
membres des communautés vivant selon la règle de divers Instituts religieux
(Carmélites, Bénédictins, Dominicains, etc.) et qui sont liés moralement à la
Fraternité : il convient de leur accorder cas par cas un Statut particulier
réglant leurs rapports avec leur Ordre respectif.
3.5. Les
prêtres qui, à titre individuel, sont liés moralement à la Fraternité,
recevront un Statut personnel tenant compte de leurs aspirations et en même
temps des obligations découlant de leur incardination. Les autres cas
particuliers du même genre seront examinés et résolus par la commission
romaine.
En ce qui concerne les laïcs qui demandent l’assistance
pastorale aux communautés de la Fraternité : ils demeurent soumis à la
juridiction de l’évêque diocésain, mais - en raison notamment des rites
liturgiques des communautés de la Fraternité - ils peuvent s’adresser à elles
pour l’administration des sacrements (pour les sacrements de baptême,
confirmation et mariage, demeurent nécessaires les notifications d’usage à leur
propre paroisse ; cf. can. 878, 896, 1122).
Note : Il y a lieu de considérer la complexité particulière
1. de la question de la réception par les laïcs des
sacrements de baptême, confirmation, mariage, dans les communautés de la
Fraternité ;
2. de la question des communautés pratiquant – sans leur
appartenir – la règle de tel ou tel Institut religieux.
Il appartiendra à la commission romaine de résoudre ces
problèmes.
4. Ordinations
Pour les ordinations, il faut distinguer deux phases:
4.1. dans
immédiat. Pour les ordinations prévues à brève échéance, Mgr Lefebvre serait
autorisé à les conférer ou, s’il ne le pouvait, un autre évêque accepté par
lui.
4.2. une
fois érigée la Société de vie apostolique:
4.2.1. Autant que possible, et au jugement du Supérieur
général, suivre la voie normale : remettre des Lettres dimissoriales à un
évêque qui accepte d’ordonner les membres de la Société.
4.2.2. En raison de la situation particulière de la
Fraternité (cf. infra) : ordination d’un évêque de la Fraternité qui, entre
autres tâches, aurait aussi celle de procéder aux ordinations.
5. Problème de l’évêque
5.1. Au
niveau doctrinal (ecclésiologique), la garantie de stabilité et de maintien de
la vie et de l’activité de la Fraternité est assurée par son érection en
Société de vie apostolique de droit pontifical et l’approbation des Statuts par
le Saint-Père.
5.2. Mais,
pour des raisons pratiques et psychologiques, apparaît l’utilité de la
consécration d’un évêque membre de la Fraternité. C’est pourquoi, dans le cadre
de la solution doctrinale et canonique de la réconciliation, nous suggérons au
Saint-Père de nommer un évêque choisi dans la Fraternité, sur présentation de
Mgr Lefebvre. En conséquence du principe indiqué ci-dessus (5.1.), cet évêque
n’est pas normalement Supérieur général de la Fraternité. Mais il paraît
opportun qu’il soit membre de la commission romaine.
6. Problèmes particuliers (à résoudre par décret ou
déclaration)
- Levée de
la suspensio a divinis de Mgr Lefebvre et dispense
des irrégularités encourues du fait des ordinations.
- Prévision
d’une “amnistie” et d’un accord pour les maisons et les lieux de culte de
la Fraternité érigés - ou utilisés jusqu’à maintenant sans autorisation
des évêques.
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Protocol of Agreement, May 5, 1988
I. TEXT OF THE DOCTRINAL DECLARATION
I, Marcel Lefebvre, Archbishop-Bishop Emeritus of
Tulle, as well as the members of the Society of St. Pius X founded by me:
1. Promise always to be faithful to the Catholic Church
and the Roman Pontiff, its Supreme Pastor, Vicar of Christ, Successor of
Blessed Peter in his primacy as head of the body of bishops.
2. We declare our acceptance of the doctrine contained in
§25 of the Dogmatic Constitution Lumen gentium of Vatican Council II on the
ecclesiastical Magisterium and the adherence which is due to it.
3. Reg arding certain points taught by Vatican Council II
or concerning later reforms of the liturgy and law, and which do not appear to
us easily reconcilable with Tradition, we pledge that we will have a positive
attitude of study and communication with the Apostolic See, avoiding all
polemics.
4. Moreover, we declare that we recognize the validity of
the Sacrifice of the Mass and the Sacraments celebrated with the intention of
doing what the Church does, and according to the rites indicated in the typical
editions of the Roman Missal and the Rituals of the Sacraments promulgated by
Popes Paul VI and John Paul II.
5. Finally, we promise to respect the common discipline
of the Church and the ecclesiastical laws, especially those contained in the
Code of Canon Law promulgated by Pope John Paul II, without prejudice to the
special discipline granted to the Society by particular law.
II. JURIDICAL QUESTIONS
Considering the fact that for 18 years now the Society
of St. Pius X has been understood to be a society of common life—and after
studying the proposals formulated by His Excellency Marcel Lefebvre and the
conclusions of the Apostolic Visitation conducted by His Eminence Cardinal
Gagnon—the canonical form most suitable is that of a society of apostolic life.
1.
Society of Apostolic Life
This solution is canonically possible and has the
advantage of possibly incorporating lay people as well (for example, coadjutor
brothers) into the clerical Society of Apostolic Life.
According to the Code of Canon Law promulgated in
1983, Canons 731-746, this Society enjoys full autonomy, can form its members,
can incardinate clerics, and provides for the common life of its members.
In the proper Statutes, with flexibility and room for
creativity in comparison with the known models of such Societies of apostolic
life, some exemption is foreseen with respect to the diocesan bishops (cf.
canon 591) in matters concerning public worship, the cura animarum [pastoral
care of souls], and other apostolic activities, taking into account canons
679-683. As for jurisdiction with regard to the faithful who have recourse to
the priests of the Society, it will be conferred on these priests either by the
local Ordinaries or by the Apostolic See.
2.
Roman Commission
A commission to coordinate relations with the
different dicasteries and diocesan bishops, and also to resolve problems and
disputes that may arise, will be established through the good offices of the
Holy See, and will be endowed with the necessary faculties to deal with the
abovementioned questions (for example, at the request of the faithful, the
establishment of a house of worship where there is no house of the Society, ad
mentem [in keeping with] canon 683, §2).
This commission will be composed of a president, a
vice-president, and five members, two of which shall be from the Society.
Among other things it would have the function of
supervising and offering assistance to consolidate the work of reconciliation,
and to settle questions related to the religious communities having a juridical
or moral bond with the Society.
3.
Condition
of Persons Affiliated with the Society
3.1. The members of the clerical Society of Apostolic
Life (priests and lay coadjutor brothers) are governed by the Statutes of the
Society of Pontifical Right.
3.2. The oblates, both male and female, whether or not
they have taken private vows, and the members of the Third Order affiliated
with the Society, all belong to an association of the faithful affiliated with
the Society according to the terms of canon 303, and collaborate with it.
3.3. The Sisters (i.e. the Congregation founded by
Archbishop Lefebvre) who take public vows constitute a true institute of
consecrated life, with its own structure and proper autonomy, even though a
certain kind of bond with the Superior of the Society may be envisaged for the
unity of its spirituality. This Congregation—at least at the beginning—would be
dependent on the Roman Commission, instead of the Congregation for Religious.
3.4. To members of the communities living according to
the rule of various religious institutes (Carmelites, Benedictines, Dominicans,
etc.) who have a moral bond with the Society, a particular status should be
granted regulating their relations with their respective Order.
3.5. Priests who, individually, are morally connected
with the Society will receive a personal status taking into account their
aspirations and at the same time the obligations resulting from their
incardination. Other particular cases of the same nature will be examined and
resolved by the Roman Commission.
As for the lay people who ask for pastoral assistance
from the communities of the Society: they remain under the jurisdiction of the
diocesan bishop, but—in particular because of the liturgical rites of the
Society’s communities—they can go to them for the administration of the
sacraments (for the sacraments of baptism, confirmation, and matrimony, the
usual notifications must still be given to their proper parish; cf. canons 878,
896, 1122).
Note: There is good reason to consider the particular
complexity:
1. of the question of the reception of the sacraments of
baptism, confirmation, and matrimony by the laity in the communities of the
Society;
2. of the question of communities practicing the rule of
such and such a religious institute, without belonging to it.
The Roman Commission will have the responsibility for
resolving these problems.
4.
Ordinations
As for the ordinations, two phases must be
distinguished:
1. In the immediate future: For the ordinations scheduled
to take place in the immediate future, Archbishop Lefebvre would be authorized
to confer them or, if he were unable, another bishop accepted by him.
2. Once the Society of Apostolic Life is erected:
As far as possible, and in the judgment of the
Superior General, the normal way is to be followed: to send dimissorial letters
to a bishop who agrees to ordain members of the Society.
In view of the particular situation of the Society (see above): the ordination
of a member of the Society as a bishop, who, among other duties, would also be
able to proceed with ordinations.
5.
The Problem of a Bishop
1. At the doctrinal (ecclesiological) level, the
guarantee of stability and maintenance of the life and activity of the Society
is assured by its erection as a Society of Apostolic Life of pontifical right,
and by the approval of its Statutes by the Holy Father.
2. However, for practical and psychological reasons,
the consecration of a member of the Society as a bishop appears useful. This is
why, in the framework of the doctrinal and canonical solution of
reconciliation, we suggest to the Holy Father that he name a bishop chosen from
within the Society, upon the presentation [of a terna of candidates] by
Archbishop Lefebvre. It follows from the above-cited principle (5.1) that this
bishop normally is not the Superior General of the Society, but it appears opportune
that he should be a member of the Roman Commission.
6.
Particular
Problems to be Resolved (by Decree or Declaration)
1. Lifting of the suspensio a divinis on Archbishop
Lefebvre and dispensation from the irregularities incurred by the fact of the ordinations.
2. Sanatio in radice, at least ad cautelam (as a
precaution), of the marriages already celebrated by the priests of the Society
without the required delegation.
3. Provision for an “amnesty” and an agreement for the
houses and places of worship erected—or used—by the Society until now without
the authorization of the [local] bishops.