Léase teniendo en cuenta que la situación se ha
agravado mucho en Roma desde ese entonces.
Lo que sucede desde el concilio, ¿es una verdadera
Revolución?
“En la noche de una larga vida –pues nacido en 1905,
veo el año 1990- puedo decir que esta vida ha sido marcada por acontecimientos
mundiales excepcionales: tres guerras mundiales, las de 1914-1918,
la de 1939-1945 y la del concilio Vaticano II de 1962-1965.
“Los desastres acumulados por estas tres guerras, y
especialmente la última, son incalculables en el dominio de las ruinas
materiales, pero mucho más todavía espirituales. Las dos primeras
prepararon la guerra en el interior de la Iglesia facilitando la ruina de
las instituciones cristianas y el dominio de la masonería,
que se hizo tan poderosa que ella ha penetrado profundamente por su doctrina
liberal y modernista los organismos directores de la Iglesia”.
“Este tiempo de misión estuvo marcado por la
invasión gaullista, pudimos constatar la victoria de la Masonería
contra el orden católico de Pétain. ¡Fue la invasión de los Bárbaros, sin
fe, sin ley!”
“Los liberales
lograron hacer nombrar papas como Juan XXIII y Paulo VI,
haciendo triunfar su doctrina por el concilio, medio maravilloso para obligar a
toda la Iglesia a adoptar sus errores. Habiendo asistido a la justa dramática
entre el Cardenal Bea y el Cardenal Ottaviani, representando el primero el
liberalismo y el otro la doctrina de la Iglesia, está claro que después del
voto de sesenta y seis cardenales, que la ruptura estaba consumada. Y podríamos
pensar sin equivocarnos que el apoyo del Papa iría a los liberales”.
“No hay que tener miedo de afirmar que las
autoridades romanas actuales desde Juan XXIII y Paulo VI se hicieron
colaboradoras activas de la Masonería judía internacional y del socialismo
mundial”.
“Yo escucho decir: “Usted exagera, hay cada
vez más y más buenos obispos que oran, que tienen la fe, que son edificantes…”
Serán santos, siendo que admiten la falsa libertad religiosa y por lo tanto el
Estado laico, el falso ecumenismo y por lo tanto la admisión de varias vías de
salvación, la reforma litúrgica y por lo tanto la negación práctica del
sacrificio de la Misa, los nuevos catecismos con todos los errores y herejías, ellos
contribuyen oficialmente a la revolución en la Iglesia y a su destrucción”.
(Extractos del Prólogo, de al menos 6 páginas, que
hay que leer absolutamente, del Itinerario Espiritual de Mons. Lefebvre,
pues es su testamento en el cual se bosqueja una vista de conjunto
impresionante sobre los acontecimientos de los cuales él fue testigo
privilegiado)
La cuestión de Cristo Rey, ¿es un punto secundario?
“He aquí lo que nos opone, es por eso que no podemos
entendernos. No es por principio la cuestión de la misa, pues la misa es
justamente una de las consecuencias del hecho que quisieron acercarse al
protestantismo y por lo tanto transformar el culto, los sacramentos, el
catecismo, etc. La verdadera oposición fundamental es el Reinado de Nuestro
Señor Jesucristo. Opportet Illum regnare, nos dice san Pablo:
Nuestro Señor vino para reinar. Ellos dicen que no, y nosotros decimos que sí,
junto a todos los papas. Nuestro Señor no vino para estar escondido en el
interior de las casas sin salir de ellas. Es por eso que no podemos entendernos
con ellos, pues nosotros obedecemos a Nuestro Señor diciendo a sus apóstoles:
“Id y anunciad el Evangelio hasta las extremidades de la tierra”.
“Es por eso que no debemos sorprendernos por no
llegar a entendernos con Roma. No es posible mientras que Roma no regrese a la
fe en el reinado de Nuestro Señor Jesucristo, mientras ella de la impresión que
todas las religiones son buenas. Nosotros nos enfrentamos en un punto de la fe
católica, como se enfrentaron el cardenal Bea y el cardenal Ottaviani, y como
se han enfrentado todos los papas con el Liberalismo. Es la misma cosa, la
misma corriente, las mismas ideas y las mismas divisiones en el interior de la
Iglesia” (Sierra, 27 de noviembre de 1988, separata de La Iglesia infiltrada
por el Modernismo, el gusano está en la fruta, capítulo El fundamento de
nuestra posición, pág. 70)
¿Hay una “iglesia conciliar”?
“La “iglesia conciliar”, estando extendida
universalmente, difunde errores contrarios a la fa católica, y en razón de
estos errores, ha corrompido las fuentes de la gracia que son el santo
Sacrificio de la Misa y los sacramentos. Esta falsa iglesia está en ruptura
cada vez más profunda con la Iglesia católica” (Carta a Mons. De Castro
Mayer, 4 de diciembre de 1990)
“Esta es una prueba más que esta nueva iglesia, que
ellos mismos la han calificado de “conciliar”, se destruye a sí misma”
(expresión empleada por el mismo Mons. Benelli en su carta del 25 de junio de
1976). “La iglesia que afirma semejantes errores, es a la vez cismática y
herética. Esta iglesia conciliar no es, por lo tanto, católica. En
la medida en que el papa, los obispos, sacerdotes o fieles se adhieran a esta
nueva iglesia, ellos se separan de la Iglesia católica. La iglesia de hoy no es
la verdadera Iglesia más que en la medida que ella continúe en unidad con la
Iglesia de ayer y de siempre. La norma de la fe católica es la Tradición. El
pedido de Su Excelencia Mons. Benelli es, por lo tanto, esclarecedora: sumisión
a la iglesia del Vaticano II, a la iglesia cismática”. (Algunas
reflexiones respecto de la “suspens a divinis”, 29 de julio de 1976)
“No hacernos ilusiones creyendo que por estos
pequeños frenos que se dan a derecha e izquierda en los excesos de la situación
actual, asistimos a un retorno completo a la Tradición. Esto no es verdad, no
es verdad. Siguen siendo espíritus liberales. Son siempre los liberales quienes
mandan en Roma y ellos permaneces liberales” (Conferencia a los sacerdotes, San
Nicolás de Chardonnet, 13 de diciembre de 1984).
“El cardenal Ratzinger, quien pasa en la
prensa por ser más o menos tradicional, es de hecho un modernista”
(Retiro sacerdotal, Ecône, septiembre de 1986).
“Nosotros nos enfrentamos a personas que no tienen
ninguna noción de la Verdad. Nosotros nos veremos cada vez más obligados a
actuar considerando esta nueva iglesia conciliar como no siendo ya católica”.
(Carta a Jean Madiran, 29 de enero de 1986)
“Roma ha perdido la fe, queridos amigos, Roma
está en la apostasía. No son palabras, no son palabras en el viento lo que
yo les digo. Es la verdad. Roma está en la apostaría. Ya no podemos tener
confianza en esa gente, ellos han abandonado la Iglesia. Ellos han
abandonado la Iglesia. Ellos abandonan la Iglesia. Es seguro, seguro,
seguro”. (Conferencia en el retiro a los sacerdotes, Ecône, 4 de septiembre de
1987).
“Se terminó. Ellos ya no son de nuestra religión. Se
terminó, ellos ya no son católicos…” (Conferencia, Ecône, 28 de octubre de
1985)
“Nosotros ya no tendremos ninguna relación con le
Barroux y advertiremos todos a nuestros fieles de no apoyar una obra que a
partir de ahora está en las manos de nuestros enemigos, enemigos de Nuestro
Señor y de Su Reino universal” (Carta del 18 de agosto de 1988,
Conversación con Mons. Marcel Lefebvre por Dom. Tomás de Aquino, suplemento al
boletín del Monasterio de la Santa Cruz, 2011).
¿No es necesario entrar en “la Iglesia visible”?
“En fechas recientes se nos ha dicho que es
necesario que la Tradición entre en la Iglesia visible. Creo que aquí se
comete un error muy, muy grave. ¿Dónde está la Iglesia visible?
La Iglesia visible se reconoce por las señales que siempre ha dado para su
visibilidad: es una, santa, católica y apostólica. Pregunto: ¿dónde
están las verdaderas notas de la Iglesia? ¿Están más en la Iglesia oficial (no
se trata de la Iglesia visible, se trata de la Iglesia oficial) o en
nosotros, en lo que representamos, lo que somos? Queda claro que somos
nosotros quienes conservamos la unidad de la fe, que desapareció de la Iglesia
oficial. Un obispo cree en esto, el otro no; la fe es distinta, sus
catecismos abominables contienen herejías. ¿Dónde está la unidad de la fe en
Roma?” (Retiro sacerdotal, 9 de septiembre de 1988).
“Ponerse en el interior de la Iglesia, ¿qué
quiere decir? Y por principio, ¿de qué Iglesia hablamos? Si es la iglesia
conciliar sería necesario que nosotros, que hemos luchado contra ella durante
veinte años porque nosotros queremos la Iglesia católica, entráramos en esta
iglesia conciliar para supuestamente volverla católica. Es una ilusión
total. No son los inferiores quienes hacen a los superiores, sino los
superiores quienes hacen los inferiores” (Entrevista, Fideliter nº
70, julio-agosto 1989).
¿No hay riesgo de cisma al permanecer así separados?
“El fantasma del Cisma, una vez evocado
provocará temor a los seminaristas y a las familias y llevará a la decisión de
abandonar la Fraternidad, y mucho más fácilmente cuando los sacerdotes, los
obispos y Roma ofrecen garantías para una cierta tradición. Podemos hacer una
lista bastante grande de aquellos que nos han abandonado por estos motivos”
(Carta a los sacerdotes luego de la salida de algunos seminaristas del
seminario de Argentina, Cor Unum, 16 de julio de 1989)
“La Fraternidad será acusada de exagerar los
errores del Vaticano II, de criticar de manera abusiva los escritos y los actos
del Papa y de los obispos, y de aferrarse de una manera demasiado rígida a los
ritos tradicionales, en definitiva, tener una tendencia al sectarismo,
que un día llevará al cisma! (Carta a los miembros de la FSSPX, julio de
1989, citada en Su Excelencia Mons. Lefebvre, Nuestras relaciones con Roma,
El Combate de la Fe Católica nº 167, pág. 299)
¿Es prioritario obtener un estatus canónico?
“Entonces,
hay quienes estarían dispuestos a sacrificar, yo diría, el combate de la fe
diciendo: ¡Reentremos primero en la
Iglesia! Hagamos todo por entrar en el marco oficial, público, de la
Iglesia. Callemos nuestro problema dogmático. Callemos nuestro combate. […]
Entraremos así en el interior de la Iglesia y, una vez que estemos en el
interior, ustedes van a ver, podremos combatir, podremos hacer esto, podremos
hacer aquello… ¡Es absolutamente falso!
No se entra en un marco, y bajo superiores, diciendo que vamos a sacudir todo
cuando estemos dentro, ¡cuando ellos tienen todo en sus manos para
controlarnos! Ellos tienen toda la autoridad. Lo que nos interesa por
principio, es mantener la fe católica. Ese es nuestro combate. Entonces, la cuestión canónica, puramente
exterior, pública en la Iglesia, es
secundaria”. (Conferencia a los seminaristas de Ecône, 21 de diciembre de
1984).
“Aunque las
mentiras de la Roma conciliar sean tantas veces confirmadas por los hechos, su juego vale la pena pues siempre hay
quien muerda el anzuelo”. (Carta a los sacerdotes luego de la salida de
algunos seminaristas del seminario de Argentina, Cor Unum, 16 de julio de 1989)
¿Hay
que hacer un acuerdo con Roma?
“Nosotros
decimos que no podemos estar sometidos a la autoridad eclesiástica y conservar
la Tradición. Ellos afirman lo contrario. Es engañar a los fieles”.
« Nosotros debemos estar libres de compromiso, tanto respecto a los
sedevacantistas como respecto a aquellos que quieren absoltamente estar sumisos
a la autoridad eclesiástica”. “Cuando se nos plantea la cuestión de saber si
habrá un acuerdo con Roma, mi respuesta es simple: cuando Roma vuelva a coronar
a Nuestro Señor Jesucristo. No podemos estar de acuerdo con los que destronan a
Nuestro Señor. El día en que ellos reconozcan de nuevo a Nuestro Señor como Rey
de los pueblos y de las naciones, no es a nosotros a quienes ellos se unirán,
sino a la Iglesia Católica en la cual permanecemos”. (Monseñor Lefebvre;
conferencia en Flavigny, diciembre 1988; Fideliter
n°68 marzo-abril 1989).
“Se terminó, he comprendido. Nos quieren
embaucar, se terminó, es
el fin, ya no tengo más confianza. Yo tuve razón de no tener confianza, están
jugando con nosotros. He perdido la confianza completamente. Hay una voluntad
por parte de la Santa Sede de querer someternos a sus voluntades y a sus
orientaciones. Es inútil continuar.
Estamos completamente opuestos uno al otro” (Conferencia de prensa en Ecône, 15
de junio de 1988)
“Si hubiéramos aceptado, estaríamos muertos.
No hubiéramos durado un año. Hubiéramos tenido que vivir
en contacto con los conciliares […]. Es
por eso que nosotros salvamos a la Fraternidad y a la Tradición al alejarnos
prudentemente. Nos preguntamos si podíamos continuar este ensayo estando
protegidos: se comprobó que es imposible”. (Recomendaciones de
Mons. Lefebvre antes de las consagraciones, Sel de la terre n° 31)
“Separarse de esta iglesia conciliar es, por
lo tanto, un deber estricto para todo sacerdote que quiera permanecer católico,
hasta que ella reencuentre la tradición del Magisterio de la Iglesia y de la fe
católica” (Itinerario espiritual, 1990,
pág. 29)
“Nuestros
verdaderos fieles, aquellos que han comprendido el problema y que nos han
ayudado a seguir la línea derecha y cerrada de la Tradición y de la fe, temían
las gestiones que yo hacía con Roma. Ellos me dijeron que era muy peligroso
y que perdía mi tiempo. Sí, por supuesto, esperé hasta el último minuto a que
Roma testimoniaría un poco de lealtad. No me pueden reprochar de haber hecho lo
máximo. Así ahora, a aquellos que vienen a decirme: tiene que entenderse con
Roma, yo creo poder responder que yo fui demasiado lejos, incluso que yo no
debí ir”. “Nosotros no hemos terminado de luchar. Cuando yo desaparezca,
mis sucesores deberán seguir combatiendo. Pero el Buen Dios todo lo puede”.
(Entrevista Fideliter n° 79 de
enero-febrero de 1991).
¿Es
aceptable el nuevo Derecho Canónico?
“Entonces,
¿qué debemos pensar de esto? Pues bien, que este derecho canónico es inaceptable”. (COSPEC 99B, 14 marzo 1983)
“Es pues con el fin de ayudar a Su Santidad
que lanzamos este grito de alarma, vuelto más vehemente aún por los errores
del Nuevo Derecho Canónico, por no decir las herejías, y por las ceremonias
y los discursos del quinto centenario del nacimiento de Lutero. Verdaderamente,
la medida está llena.” (Carta de Mons. Lefebvre y Mons. De Castro-Mayer al
papa, 21 de noviembre de 1983).
¿Qué
pensar de la nueva profesión de fe impuesta a todos los superiores reconocidos
canónicamente?
“Los errores
del concilio y sus reformas, siguen siendo la norma oficial consagrada por la profesión
de fe del Cardenal Ratzinger de marzo de 1989” (Mons. Lefebvre, Itinerario espiritual, págs. 10-11)
“La nueva profesión de fe redactada por el
Cardenal Ratzinger contiene explícitamente la aceptación del Concilio y sus
consecuencias. Es el Concilio y sus consecuencias que han destruido la Santa
Misa, que han destruido nuestra Fe, que han destruido los catecismos, que han
destruido el reinado social de Nuestro Señor Jesucristo en las Sociedades
civiles. ¡Cómo podemos aceptarlo! (…) Es necesario conservar la Fe Católica,
protegerla por todos los medios” (Mons. Lefebvre, Le Bourget, 19 de
noviembre de 1989).
“Por ejemplo,
el hecho de la profesión de fe que ahora es reclamado por el cardenal Ratzinger
desde principios del año 1989. Es un hecho muy grave, pues pide a todos los que se han incorporado a Roma o que podrían hacerlo,
hacer una profesión de fe en los documentos del Concilio y en las reformas
posconciliares. Para nosotros es imposible”. “Cuando ellos dicen que no cedieron nada, es falso. Ellos cedieron la
posibilidad de contradecir a Roma. Ellos no pueden decir nada. Ellos deben
callarse dados los favores que les fueron acordados. Ahora les es imposible denunciar los errores de la iglesia conciliar.
Poco a poco, ellos se adhieren, será por la profesión de fe que les es
requerida por el cardenal Ratzinger”. (Entrevista, Fideliter n° 79, enero-febrero 1991)
“Nosotros
permaneceremos fieles al juramento antimodernista, juramento que San Pio X pidió pronunciar. […] Y se
nos recibirá con el juramento en las manos, o entonces permaneceremos como
somos [es decir, sin ser reconocidos]” (Sermón de las ordenaciones, Ecône, 27
de junio de 1989)
¿Cuándo
los obispos consagrados por Mons. Lefebvre o sus sucesores podrán poner su
episcopado en las manos del papa?
“Yo os
conferiré esta gracia, confiando que, sin tardar, la Sede de Pedro será ocupada
por un sucesor de Pedro perfectamente
católico, en cuyas manos vosotros podréis depositar la gracia de vuestro
episcopado para que él la confirme” (Carta a los futuros obispos, 29 de agosto
de 1987).