Les leeré algunos pasajes, todos sacados de los editoriales de Cor Unum, el boletín interno de la Fraternidad y escritos por Monseñor Fellay:
Será un poco largo, pero
verdaderamente creo que el esfuerzo de atención vale la pena:
Marzo de 1995:
Habrá que esperar a lo que Roma intente para
hacernos entrar en la amalgama universalista, donde terminaría por ofrecernos
un lugar “entre los otros”… Podemos pensar que la tentación de entrar en “la
oficialidad” podrá ser grande, en proporción a las ofertas que la Roma
ecumenista podrá hacernos; negándonos a entrar en este juego de confusión,
pasaremos por los villanos malos.
Octubre de 1996:
Huyamos como la peste del
deseo de una prelatura, aliento del mundo que brota del orgullo y de la falta
del espíritu de fe
Marzo de 1997:
La tentación de la oficialidad, es decir, de ser
aprobados por la Iglesia oficial está vivo en ciertos medios cercanos a
nosotros. Si nosotros queremos ser reconocidos un día, no estamos dispuestos a regatear para llegar al reconocimiento. Los
bienes que conservamos son demasiado preciosos para arriesgarnos a tal
tentativa.
Junio de 1999:
En una tentativa
semejante, se busca forzosamente los mínimos comunes denominadores, se subrayan
los puntos en los que estamos de acuerdo, o al contrario, se atenúan los puntos
que podrían ofender… Esto introduce la confusión y el malestar en los fieles que
no comprenden demasiado lo que paso. Entonces la confusión reinante reclama
exposiciones de la doctrina y una actitud práctica tan clara como sea posible.
No al Tradi-ecumenismo en nuestras filas.
Atención a una
falsa caridad, que nosotros condenamos por cierto en la actitud ecuménica.
¡Qué honor poder
servir así a la Iglesia, en la incomprensión general; que inmensa alegría poder
sufrir cualquier cosa y de esta manera, ocultos, por el nombre de Jesús.
Marzo 2000:
Es muy necesario
distinguir, como lo hizo Monseñor Lefebvre en la declaración del 21 de
noviembre de 1974, entre la Roma eterna y la Roma modernista.
…
…
Hay que evitar
toda actitud de compromiso que pueda, aunque sea un poco, disminuir la fuerza y
la exigencia de la fe y de la disciplina católica.
La Fraternidad
San Pedro está dando un lamentable ejemplo de este compromiso típicamente
liberal. Paso a paso, Ecclesia Dei los hace ceder y los empuja más a la
“realidad de la Iglesia” conciliar. La manera con la cual los trata Roma nos
demuestra que no tenemos amigos de la Tradición en Roma. De ella ellos hicieron
un trato que ellos esperan sea definitivo (y nosotros somos los únicos
inoportunos…)
Febrero de 2001:
…El Vaticano se
acercó a nosotros a finales del año pasado en persona del Cardenal Castrillón
Hoyos y nos hizo una proposición de acuerdo.
…Pero si la
intención de nuestros interlocutores romanos juega un papel muy importante en
el examen de la situación, la cuestión de la buena fe o de la buena voluntad al
contrario, no juega prácticamente ninguno. Y
para resolver la cuestión de la oportunidad de las discusiones romanas, el
examen de la intención de nuestros interlocutores tampoco es suficiente; necesitamos ubicarnos en un dominio más
objetivo, el de los hechos.
…Está claro que
el acercamiento de Roma aparece como una trampa.
Junio de 2001:
La situación en
Roma no está madura. Lo que Roma nos propone no es lo que esperamos, el retorno
de Roma a la tradición. El abismo doctrinal es inmenso, las perspectivas
ninguna, la confianza imposible. Para mantener la presión y la atención de la
Iglesia sobre la causa de la tradición, nos queda tratar de llevar a Roma hacia
la discusión doctrinal.
…
Los sacerdotes
de San Pedro nos han comunicado su preocupación respecto a nosotros: ¡que no
nos vayamos a hacer como ellos! Desconfianza muy legítima.
Octubre de 2001:
En este ambiente de guerra y de rumores de guerra,
necesitamos hablar de un peligro que se dibuja en el horizonte. Y este nos
causa tanta pena y preocupación pues se trata de un amigo de larga data:
Campos. Los sacerdotes de la Unión Sacerdotal San Juan María Vianney decidieron
comprometerse en un acuerdo con Roma. ¿Están dispuestos a abandonar el combate?
Es demasiado pronto para decirlo, ellos afirman lo contrario. He aquí
brevemente el desarrollo de los hechos que nos hacen temer por ellos:
…
Le pedí a
Monseñor de Galarreta que fuera inmediatamente con Monseñor Rangel con el fin
de tratar de detener el proceso tan dudoso, oculto, realizado a nuestras
espaldas. Monseñor de Galarreta tendrá dos entrevistas con el Consejo de la
Unión Sacerdotal; ellos están en bloque, tienen respuesta para todo, incluso ya
ni siquiera discuten, se justifican. Monseñor Rangel dirá: “Esa es su opinión,
nosotros tenemos otra. Es una cuestión de prudencia, nosotros tenemos otro
punto de vista” Ellos insisten que ellos continuarán el buen combate y que
siguen siendo nuestros amigos.
Entre los
argumentos utilizados para justificar el camino separado, encontramos de todo,
argumentos que estos sacerdotes no nos tenían acostumbrados. “Hay que recibir
con buen espíritu lo que viene de Roma, es decir, con la voluntad de ver el
bien”.
“Hay que negarnos a ser sedevacantistas no
solamente en el papel; no hay que obedecer solamente de derecho sino de hecho…”
“Rechazar la oferta romana sería cismático”.
Todos los
argumentos basados en los hechos, en las declaraciones y las acciones de Roma
sobre la Fraternidad San Pedro por ejemplo, se topan con un “nosotros somos
diferentes a San Pedro”…
Lo que Roma
propone, por lo que podemos saber: una prelatura personal, un obispo
suplementario, la exclusividad del rito tradicional (1962), pero la obligación
de obtener el permiso del obispo local cuando la misa sea celebrada extra muros
proprios o por la apertura de un nuevo lugar de apostolado.
Continúa...