Por
el responsable de
SPES
1)
No es raro que me pregunten por qué, a pesar del silencio del Padre Calderón en
cuanto a la crisis de la FSSPX y a la Resistencia, sigo elogiando y divulgando
su obra. Vamos por partes en la respuesta.
a)
Antes que todo, no elogio ni, al contrario, critico la postura del Padre en
cuanto a la crisis de la FSSPX, y eso por dos motivos. El primero es que no
sabemos que pasa por su alma en este asunto, por lo que cualquier juicio sería
un juicio temerario. Además, ¿no es cierto que los mejores de la FSSPX solo poco
a poco están despertando ante la gravedad del gobierno entreguista de Monseñor
Fellay? ¿No acaba de dejar la FSSPX un sacerdote austriaco? Y antes de hacerlo
¿sería merecedor de las críticas que se reclaman ahora hacia el Padre Calderón?
Indudablemente me preocupa el largo silencio del Sacerdote argentino; pero me
niego a juzgarlo sin tener datos sólidos para hacerlo. No olvidemos que la
Providencia tiene su tiempo, que no es el de nuestra ansiedad.
b)
Además, una cosa es la postura del Padre en cuanto a este asunto y otra su
obra. Y no puedo dejar de elogiarla y divulgarla, en primer lugar porque se
trata de la mayor obra teológica-filosófica tomista desde hace mucho, mucho
tiempo. Finalmente, ¿no llamaba Santo Tomás al pagano Aristóteles “el Filósofo”, al musulmán Averróis “el Comentador” (aunque después
justamente lo llegó a llamar “el
corruptor”)?, y ¿no profesaba él un grandísimo respeto a los paganos
Anaxágoras, Platón, Cicerón y Plotino, al musulmán Algazel y al judío
Maimónides, etc. (aunque les criticaba los errores siempre que era necesario)? Y
es que el Angélico no los respetaba porque fuesen paganos, judíos o musulmanes,
sino porque contribuyeron en mayor o menor medida para la verdad. Cuánto más
respeto debemos tener por el Padre Calderón, cuya obra no sólo resolvió
teológicamente (y tomísticamente) todos los problemas centrales que surgen del infausto Vaticano II, sino que comienza (con sus Umbrales de la Filosofía) a rescatar el verdadero fondo filosófico
de Santo Tomás, tan corrompido por la misma escuela tomista.
c)
Además, yo, particularmente, siento una gratitud inmensa a este sacerdote, porque
creo haber aprendido también de Santo Tomás de Aquino que debemos estar
agradecidos con todos aquellos que nos enseñen algo verdadero. Porque el Padre Calderón no
solamente me enseñó algo verdadero y también inmenso, sino que hizo mucho más: ordenó
mi intelecto según los auténticos principios de la Teología (y de la Filosofía)
de Santo Tomás de Aquino, esa obra que, según Pio XI, es como el cielo visto desde
la tierra. Y en la hora de mi muerte, si me fueren dadas las condiciones para
hacerlo, le dedicaré al Padre Calderón, en mi corazón y mi alma, un homenaje de
gratitud.
(Debo decir, antes de que se manifieste
cualquier sospecha: no tengo actualmente, y desde hace muchos años, el menor
contacto personal con el Reverendo Padre.)
2)
Cierto sacerdote milenarista, de los más sectarios, instó al Padre Calderón a
no convertirse en un nuevo “Judas” manteniéndose en contra del milenarismo,
“una ilusión judaizante”, en las palabras del gran teólogo. Basta tal instancia
para darnos cuenta del tamaño del delirio mesiánico de aquel hombre, que, desgraciadamente,
algunos tienen por teólogo; si el Padre Calderón es un Judas por esta razón,
también lo serían, entre otros innumerables, nada menos que San Agustín, Santo
Tomás de Aquino, el Santo Oficio al condenar el milenarismo defendido por aquel
“científico sacro”… y el Papa Pio XII. que probó magisterialmente tal
condenación (cfr. “O sistema do Milenarismo mitigado não pode
ser ensinado sem perigo”) ¿Qué
tipo de ceguera todavía lleva a algunos a escuchar a un hombre así? Sin
embargo, siempre hay tiempo para enmendarse (como decía el Obispo de Hipona en
sus Retractaciones, "mientras
hay vida, no hay que desesperarse"), y no es otra cosa lo que deseo para
el autor de tales enormidades.
En tiempo:
Por razones ajenas a mi voluntad, me despido por un tiempo de la
responsabilidad de este blog, pero continuará en la misma línea que siempre ha
tenido. Espero volver lo más pronto posible para hacerme cargo de él. Y hago
público ya un proyecto para mi regreso: la redacción de una cuestión disputada en
seis o siete artículos sobre el milenarismo. Que Dios los bendiga a todos.