[ACTUALIZACIÓN 23-6-18: HOY LA PORTE LATINE PUBLICA EL MENSAJE DE MONS. FELLAY]
Ayer 14 de junio el sitio La Porte Latine publicó un mensaje de Mons. Fellay, el que, no obstante, fue suprimido el mismo día, con esta explicación (ver acá):
Ayer 14 de junio el sitio La Porte Latine publicó un mensaje de Mons. Fellay, el que, no obstante, fue suprimido el mismo día, con esta explicación (ver acá):
Nota para los lectores de La Porte Latine:
El texto "Mensaje de Mons. Fellay" se
publicará en unos días. Un problema técnico del sitio de la Casa General, un
"fallo", adelantó, lamentablemente, su publicación.
Gracias por vuestra comprensión.
La Porte Latine, 14 de junio de 2018
El Sitio Medias-catholique.info, sin embargo, lo pudo copiar y publicar antes
de ser borrado. De ahí lo toma Non Possumus.
Explicación del contexto: como él mismo expresa al inicio de su mensaje, Mons. Fellay participará, en Roma
el día 23 de junio, en la jornada "Antiguo y nuevo modernismo: las raíces de la crisis en la Iglesia". Por
cierto, este encuentro es organizado por liberales moderados que pretenden dar continuidad
a la iniciativa de la Correctio Filialis, documento que fue suscrito por Mons. Fellay, pero que por fundarse, en parte, en documentos
modernistas, no era lícito suscribir.
Ver acá un anuncio ese congreso. Es de notar que Mons. Fellay no aparece en
la lista de participantes. Suponemos que los organizadores intentan mantener en
reserva la presencia del Superior General de la FSSPX hasta última hora, a fin
de que la participación de la máxima autoridad “lefebvrista” no tenga el efecto de disuadir a algunos
de participar. Por lo mismo, el mensaje de Mons. Fellay debía ser publicado por la Porte Latine en
algunos días más, y no ayer.
Dos observaciones:
1.- Participando en esa jornada, Mons. Fellay insiste en aliarse ilícitamente con liberales moderados
en el combate contra los liberales extremos.
2.- Hacia el final de su
carta (lo que hemos destacado con negrita), Mons. Fellay vuelve promover la idea de que
Roma apóstata debe dejar que la FSSPX “haga el experimento de la Tradición”,
planteamiento definitivamente desechado por Mons. Lefebvre desde mayo de 1988.
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La crisis en
la Iglesia: ¿cuáles son sus raíces, cuáles son sus remedios?, por Mons Fellay -
14 de junio de 2018
Mensaje de Mons. Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad San
Pío X, para la jornada de estudio sobre "las raíces de la crisis en la
Iglesia", Roma, 23 de junio de 2018.
Esta jornada de estudio es muy útil, porque hoy es más que necesario remontarse a las raíces de la crisis en la Iglesia. El pasado mes de septiembre, con motivo de la publicación de la Correctio filialis que firmé, esperaba que "el debate sobre estas cuestiones tan capitales se intensifique, a fin de que la verdad se restablezca y el error sea condenado", es decir, me adhiero plenamente al objetivo que se han propuesto: "El rechazo de estos errores y el retorno, con la ayuda de Dios, a la verdad católica plena, creída y vivida, que es la condición necesaria para el renacimiento de la Iglesia". (23 de junio de 2018, Presentación de la Conferencia)
Correspondencia entre el Cardenal Ottaviani y Mons. Lefebvre
Su enfoque está en línea con un intercambio de correspondencia poco conocido entre el Cardenal Ottaviani y Mons. Lefebvre, que puede proporcionarnos valiosos esclarecimientos. Este intercambio tuvo lugar un año después del final del Concilio, en 1966.
En efecto, el 24 de julio de 1966, el Cardenal Alfredo Ottaviani, entonces Pro-Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, envió una carta a los obispos en la que hacía una lista de 10 errores que se habían manifestado después del Concilio Vaticano II. Se pueden leer allí estas afirmaciones cuya actualidad, más de 50 años después, permanece intacta:
“Algunos casi no reconocen la verdad objetiva, absoluta, firme e inmutable, y someten todo a cierto relativismo, y esto conforme a esa razón entenebrecida según la cual la verdad sigue necesariamente el ritmo de la evolución de la conciencia y de la historia”. (n° 4)
“Tampoco son menores los errores en el ámbito de la teología moral. No pocos se atreven a rechazar la regla objetiva de la moralidad; otros no aceptan la ley natural, sino que afirman la legitimidad de la denominada moral de situación. Se propagan opiniones perniciosas acerca de la moralidad y la responsabilidad en materia sexual y matrimonial”. (n° 9)
El cuestionamiento de "la verdad objetiva y absoluta" y de "la regla objetiva de la moral", la promoción del "relativismo", la legitimación de "la moral de la situación", son las raíces de la crisis de la Iglesia. [Sin embargo, esas posturas no existen en abstracto, sino que son sostenidas por modernistas y liberales, a los que Mons. Fellay no menciona nunca en este mensaje. Tampoco dice nada de la conspiración e inflitración judeo-masónica en contra de la Iglesia. Con esas omisiones adopta ese lenguaje "políticamente correcto" de sus amigos liberales moderados, que no llega a incomodar demasiado a Roma apóstata y que, por lo mismo, mantiene abiertas las puertas para recibir la gran dádiva romana: la regularización canónica]
El 20 de diciembre de 1966, Mons. Marcel Lefebvre, entonces Superior General de los Padres del Espíritu Santo, respondió al Cardenal Ottaviani con una lista de dudas. Estas dubia no eran suyas, sino de las que veía introducirse en la enseñanza oficial, siguiendo al Concilio: "Se trata:
Esta jornada de estudio es muy útil, porque hoy es más que necesario remontarse a las raíces de la crisis en la Iglesia. El pasado mes de septiembre, con motivo de la publicación de la Correctio filialis que firmé, esperaba que "el debate sobre estas cuestiones tan capitales se intensifique, a fin de que la verdad se restablezca y el error sea condenado", es decir, me adhiero plenamente al objetivo que se han propuesto: "El rechazo de estos errores y el retorno, con la ayuda de Dios, a la verdad católica plena, creída y vivida, que es la condición necesaria para el renacimiento de la Iglesia". (23 de junio de 2018, Presentación de la Conferencia)
Correspondencia entre el Cardenal Ottaviani y Mons. Lefebvre
Su enfoque está en línea con un intercambio de correspondencia poco conocido entre el Cardenal Ottaviani y Mons. Lefebvre, que puede proporcionarnos valiosos esclarecimientos. Este intercambio tuvo lugar un año después del final del Concilio, en 1966.
En efecto, el 24 de julio de 1966, el Cardenal Alfredo Ottaviani, entonces Pro-Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, envió una carta a los obispos en la que hacía una lista de 10 errores que se habían manifestado después del Concilio Vaticano II. Se pueden leer allí estas afirmaciones cuya actualidad, más de 50 años después, permanece intacta:
“Algunos casi no reconocen la verdad objetiva, absoluta, firme e inmutable, y someten todo a cierto relativismo, y esto conforme a esa razón entenebrecida según la cual la verdad sigue necesariamente el ritmo de la evolución de la conciencia y de la historia”. (n° 4)
“Tampoco son menores los errores en el ámbito de la teología moral. No pocos se atreven a rechazar la regla objetiva de la moralidad; otros no aceptan la ley natural, sino que afirman la legitimidad de la denominada moral de situación. Se propagan opiniones perniciosas acerca de la moralidad y la responsabilidad en materia sexual y matrimonial”. (n° 9)
El cuestionamiento de "la verdad objetiva y absoluta" y de "la regla objetiva de la moral", la promoción del "relativismo", la legitimación de "la moral de la situación", son las raíces de la crisis de la Iglesia. [Sin embargo, esas posturas no existen en abstracto, sino que son sostenidas por modernistas y liberales, a los que Mons. Fellay no menciona nunca en este mensaje. Tampoco dice nada de la conspiración e inflitración judeo-masónica en contra de la Iglesia. Con esas omisiones adopta ese lenguaje "políticamente correcto" de sus amigos liberales moderados, que no llega a incomodar demasiado a Roma apóstata y que, por lo mismo, mantiene abiertas las puertas para recibir la gran dádiva romana: la regularización canónica]
El 20 de diciembre de 1966, Mons. Marcel Lefebvre, entonces Superior General de los Padres del Espíritu Santo, respondió al Cardenal Ottaviani con una lista de dudas. Estas dubia no eran suyas, sino de las que veía introducirse en la enseñanza oficial, siguiendo al Concilio: "Se trata:
- de la transmisión de la
jurisdicción de los obispos,
- de las dos fuentes de la Revelación,
- de la inspiración de las Sagradas
Escrituras,
- de la necesidad de la gracia para
la justificación,
- de la necesidad del bautismo
católico,
- de la vida de la gracia entre
herejes, cismáticos y paganos,
- de los fines del matrimonio,
- de la libertad religiosa,
- de los fines últimos, etc.
Sobre estos puntos fundamentales, la doctrina tradicional era clara y se enseñaba unánimemente en las universidades católicas. Sin embargo, numerosos textos del Concilio sobre estas verdades nos permiten ahora dudar de ellas”.
Respecto a esta claridad de la doctrina tradicional, enturbiada desde el Concilio, la admisión -24 años más tarde- del P. Peter Henrici S.J., en su artículo “la maduración del Concilio” (en Communio no. 92, Nov.-Dic. 1990, p. 85 y ss.), confirma lo bien fundada de la preocupación de Mons. Lefebvre. De hecho, el teólogo suizo no duda en ver en el Concilio "la confrontación de dos tradiciones diferentes de doctrina teológica, que no podían, en el fondo, comprenderse mutuamente”.
Consecuencias prácticas de las dudas y errores
Pero Mons. Lefebvre no se contentaba con afirmar y denunciar las nuevas dudas que habían surgido, añadiendo inmediatamente al Cardenal Ottaviani: "Las consecuencias fueron rápidamente extraídas y aplicadas en la vida de la Iglesia". Luego siguen, bajo la pluma de Mons. Lefebvre, las consecuencias prácticas y pastorales de estas dudas:
-Las dudas sobre la necesidad de la Iglesia y de los sacramentos llevan a la desaparición de las vocaciones sacerdotales.
-Las dudas sobre la necesidad y la
naturaleza de la "conversión" de cada alma llevan a la desaparición
de las vocaciones religiosas, a la ruina de la espiritualidad tradicional en
los noviciados, a la inutilidad de las misiones.
-Las dudas sobre la legitimidad de
la autoridad y la exigencia de obediencia provocadas por la exaltación de la
dignidad humana, de la autonomía de conciencia, de la libertad, sacuden a todas
las sociedades, empezando por la Iglesia, las sociedades religiosas, las
diócesis, la sociedad civil, la familia. (…)
-Las dudas sobre la necesidad de la
gracia para salvarse provocan la subestimación del bautismo ahora aplazado, el
abandono del sacramento de la penitencia. (…)
-Las dudas sobre la necesidad de la
Iglesia única fuente de salvación, sobre la Iglesia Católica única religión
verdadera, derivadas de las declaraciones sobre el ecumenismo y la libertad
religiosa, destruyen la autoridad del Magisterio de la Iglesia. En efecto, Roma
ya no es la única y necesaria "Magistra Veritatis".
Propuesta de remedios concretos
Frente a estos males, Mons. Lefebvre propone respetuosamente remedios concretos al Santo Padre: "Que el Santo Padre (...) se digne, a través de documentos importantes, proclamar la verdad, perseguir el error, sin temor a las contradicciones, sin temor a los cismas, sin temor a poner en tela de juicio las disposiciones pastorales del Concilio".
Pide al Papa que apoye eficazmente a los obispos fieles: "Que se digne el Santo Padre:
- animar a los obispos a rectificar la fe y la moral individualmente, cada uno en su diócesis, según sea apropiado para cada buen pastor;
- apoyar a los obispos valientes, animarles a reformar sus seminarios, y restaurar allí los estudios según Santo Tomás;
- animar a los superiores generales a mantener en los noviciados y comunidades los principios fundamentales de toda ascesis cristiana, especialmente la obediencia;
-fomentar el desarrollo de escuelas católicas,
-la prensa de sana doctrina,
-Asociaciones de familias cristianas;
-finalmente, reprender a los fautores de errores y reducirlos al silencio”.
A su humilde nivel, en la Fraternidad San Pío X, que él mismo fundó en 1970, Mons. Lefebvre trató de poner en práctica estos remedios: la enseñanza del tomismo en los seminarios, la ascesis cristiana y la obediencia inculcada en los seminaristas; y en torno a los prioratos: las escuelas católicas, la prensa católica, las asociaciones de familias cristianas.
Esta puesta en práctica fue esencial para el fundador de la Fraternidad: hacer lo que es posible a su nivel, con las gracias de su estado, pero sin olvidar nunca -como escribió al Cardenal Ottaviani- que "el Sucesor de Pedro y sólo él puede salvar la Iglesia".
De lo excluyente a lo inclusivo.... y vice-versa
Hay que añadir aquí que, en opinión de Mons. Lefebvre, esta aplicación práctica es un remedio eficaz contra el relativismo. Quiere responder en el plano doctrinal, pero también en el plano pastoral, porque es consciente de la dimensión ideológica de las novedades posconciliares. Pues no se puede responder de manera puramente especulativa a una ideología, porque se verá en esta respuesta sólo la ideología contraria y no lo contrario de una ideología. Tal es el razonamiento detrás de este relativismo subjetivo que diluye la "verdad objetiva y absoluta" y la "regla objetiva de la moral".
De hecho, las "dudas" enunciadas anteriormente tienen como consecuencia el poner en peligro lo esencial, a saber, la misión salvífica de la Iglesia, por la promoción de este "cristianismo secundario" tan bien analizado por Romano Amerio. Esta pérdida de vista de lo esencial difumina la enseñanza doctrinal y moral hasta entonces clara. Cuando la misión salvífica de la Iglesia ya no es central, ya no es prioritaria, nada se jerarquiza ni se estructura armoniosamente, y se tiende a justificar contradicciones, incoherencias, ¡que son mucho más que "dudas"!
Desde entonces, nos aseguraremos de que lo que en boca de Nuestro Señor era excluyente: o lo uno o lo otro ("Nadie puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se aferrará a uno y despreciará al otro." Mt 6,24), se hace reconciliable o inclusivo, como decimos hoy.
Lo uno o lo otro será reemplazado por la fórmula lo uno y lo otro "que combina el cielo y el mundo en un compuesto, cuya parte dominante, la que confiere al compuesto su carácter, es el mundo" (Romano Amerio, Iota unum, estudio sobre las variaciones de la Iglesia Católica en el siglo XX, Nouvelles Editions Latines, 1987, p. 417). Esto en el nombre de la "misericordia pastoral", que abarca la inmigración, los derechos humanos y la ecología...
Por eso, Mons. Lefebvre insistió tanto en que la Fraternidad San Pío X tuviera plena libertad para "hacer la experiencia de la Tradición". Ante la ideología relativista y sus consecuencias esterilizantes para la Iglesia (disminución de las vocaciones, disminución constante de la práctica religiosa...), sabía que era necesario experimentalmente oponer los frutos de la Tradición bimilenaria.
Deseaba que este retorno a la Tradición permitiera algún día a la Iglesia reapropiarse de ella. Volver a las raíces de la crisis es, al mismo tiempo, volver a la Tradición: de los efectos a las causas, de los frutos al árbol, como el Señor nos invita a hacer. Y no hay ideología que se sostenga, porque los hechos y las cifras no son "tradicionalistas", y menos aún "lefebvristas", son buenos o malos, como el árbol que las produce.
Que a partir de esta modesta pero irrefutable experiencia, la Iglesia pueda reapropiarse de su Tradición, tal es el objetivo de Mons. Lefebvre y de su obra. Y no podemos sino hacer nuestra la conclusión de su carta al Cardenal Ottaviani:
"¡Probablemente sea temerario expresarlo de esta manera! Pero es con un amor ardiente que escribo estas líneas, amor a la gloria de Dios, amor a Jesús, amor a María, a su Iglesia, al Sucesor de Pedro, Obispo de Roma, Vicario de Jesucristo".
Mons. Bernard Fellay