viernes, 8 de junio de 2018

EL P. LE ROUX REVELA LA PROFUNDIDAD DE LA CRISIS EN LA QUE LAS AUTORIDADES ACUERDISTAS HAN SUMIDO A LA FRATERNIDAD



No lo decimos nosotros, lo dice el Director del seminario de USA de la FSSPX: 
“A juzgar por la ola de pánico que se ha apoderado de algunos de nosotros durante estos últimos meses, parecería que algunos hemos perdido el dominio de nuestra razón y equilibrio en la víspera del próximo Capítulo General electivo de nuestra Fraternidad. Todo mundo opina, insiste en lo que "debe" hacerse, pronostica, critica a diestra y siniestra y va por ahí anunciando a gritos lo terrible que está todo. ¿No sería éste el momento perfecto para recuperar un poco de la cordura perdida?(...) Recemos por los sacerdotes, para que sepan mantener su lugar, viviendo en obediencia, sin asumir poderes que no les pertenecen, especialmente el de emitir juicios generales sobre todas las cosas.

Carta del P. le Roux, rector del seminario Sto. Tomás de Aquino sobre el Capítulo

En la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, junio 7, 2018. [sic]
Queridos amigos y benefactores,
Mi Padre y su Padre, en otras palabras, Nuestro Señor Jesucristo nos revela la naturaleza íntima de Dios y de nuestra adopción divina.
Sin embargo, esta revelación no significa que el hombre esté libre de las leyes que gobiernan la naturaleza humana y dictan el equilibrio que debe mantener. El hombre debe respetar y someterse a la ley de la Encarnación, por la cual Dios mismo asumió la naturaleza humana sin perder absolutamente nada de su dignidad, para que el hombre pudiera participar en la vida íntima de Dios - pero de acuerdo con los límites de la naturaleza humana.
Es fundamental que se nos recuerde nuestra condición humana, porque desde el pecado original el hombre es constantemente atraído por el exceso. Aunque Dios, por su naturaleza infinita, está más allá de toda medida, el hombre, creatura finita, no puede exceder la medida debida sin desviarse de su propia naturaleza.
Esta desviación está particularmente presente en los períodos de crisis, cuando los puntos de referencia no están claros y los cimientos vacilan. Poco a poco, cegado y desorientado por el torbellino de los errores que lo rodean, el hombre juzga y actúa únicamente como respuesta a la crisis. Pero debido a que la crisis sólo es la negación y destrucción del orden, no puede constituir la base para un juicio y acción correctos; por tanto, primero es necesario regresar al orden. Este regreso al orden se vuelve más apremiante cuando la crisis no sólo afecta a un individuo, sino que cuestiona los cimientos de toda una sociedad.
La historia de la Iglesia nos muestra que todas las órdenes religiosas se originaron de alguna crisis. Pero la crisis no puede constituir la esencia de la vida consagrada: únicamente se trata de una ocasión providencial para su florecimiento. La esencia del orden es de una naturaleza muy diferente. Por tanto, así como la orden de Santo Domingo no puede definirse únicamente por su lucha contra la herejía cátara, la Fraternidad San Pío X no puede reducirse a su lucha necesaria contra los errores actuales. Si, por desgracia, la crisis se convirtiera en la única razón de su existencia, la Fraternidad San Pío X desaparecería muy pronto, sin haber trabajado por el establecimiento del Reinado de Cristo a través de la santidad de los sacerdotes. Ésta es la esencia de la vida de esta Fraternidad Sacerdotal: la inmolación de sus sacerdotes para la gloria de Dios Padre sobre el altar de la Santa Misa. Regnavit a ligno Deo, "Dios reina por la Cruz", como se afirma en el himno Vexilla Regis.
Mientras más se intensifique la crisis de la Iglesia, más se estremecerán sus bases doctrinales y Satanás trabajará más fuertemente para desorientar a los hombres mediante trastornos inimaginables en la Iglesia. Por tanto, la Fraternidad debe permanecer tanto más fiel a la vocación que recibió de su fundador, Monseñor Marcel Lefebvre: preservar la santidad del sacerdote, del hombre de la Misa, y por tanto, del Calvario. Sería un grave y desastroso error afirmar que, por haber nacido en la crisis progresista, los juicios y acciones de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X deben determinarse según el desarrollo de esta crisis.
A juzgar por la ola de pánico que se ha apoderado de algunos de nosotros durante estos últimos meses, parecería que algunos hemos perdido el dominio de nuestra razón y equilibrio en la víspera del próximo Capítulo General electivo de nuestra Fraternidad. Todo mundo opina, insiste en lo que "debe" hacerse, pronostica, critica a diestra y siniestra y va por ahí anunciando a gritos lo terrible que está todo. ¿No sería éste el momento perfecto para recuperar un poco de la cordura perdida?
Estos extremos tienen la marca satánica del espíritu igualitario de la Revolución, mediante el cual todo mundo se establece a sí mismo como una autoridad soberana. Esta crisis de autoridad no es otra cosa que el rechazo frenético de cualquier tipo de paternidad y, especialmente, de la paternidad divina. También es la negación de la naturaleza del hombre: un ser dependiente, sujeto a Dios.
Es necesario que no nos dejemos llevar por este desequilibrio y que mantengamos nuestro curso durante la tormenta. Basta con enfrentar la realidad: en un momento en que la Iglesia y el mundo están atravesando por una crisis profunda y duradera, nuestra joven Fraternidad religiosa todavía no cumple ni cincuenta años. Para una orden religiosa, esto sería el equivalente a la adolescencia; una edad particularmente frágil, cuando el crecimiento puede ocurrir en formas desequilibradas y extrañas. Por tanto, no deberíamos sorprendernos por ciertas desarmonías, sino luchar por remediarlas.  [Así que la actual crisis de la FSSPX sería una etapa más en el desarrollo normal de una congregación, una "crisis de adolescencia", y no algo causado por los esfuerzos de sus autoridades en cuanto a lograr un acuerdo traidor y suicida con la Roma apóstata, liberal y modernista... N de NP] Y no existe otro remedio más que volver a las fuentes del espíritu que guiaron la fundación de nuestra obra.
Cuando la crisis actual amenaza con engullirnos en su torbellino, es necesario combatir de manera ordenada, recurriendo a los principios y, particularmente, respetando la regla suprema de la paternidad, que es la piedra angular de cualquier sociedad. Al vivir como hijos, enraizados en la paternidad divina, todos - tanto sacerdotes como fieles, cada uno en su lugar - trabajaremos por la fidelidad de la Fraternidad San Pío X a su vocación.
Recemos por los sacerdotes, para que sepan mantener su lugar, viviendo en obediencia, sin asumir poderes que no les pertenecen, especialmente el de emitir juicios generales sobre todas las cosas. Pidamos para que, al contrario, puedan desarrollar una intensa vida sacerdotal que consista en la fidelidad a la oración, la renuncia y la dedicación al servicio de las almas.
Esperamos que, por su parte, los fieles fortalezcan su vida de oración y que no dejen de hacer una oración diaria por el próximo Capítulo. Esperamos que escuchen el mensaje de Nuestra Señora de Fátima respecto a la necesidad de la penitencia mediante la fidelidad al propio deber de estado. Recemos para que ellos también desarrollen un espíritu de devoción hacia sus sacerdotes y parroquias.
Un Capítulo electivo en una fraternidad religiosa es un momento importante que no puede ser tratado como una carrera de caballos abierta a las apuestas. Este evento es una ocasión solemne para cualquier fraternidad religiosa porque es un momento particular de gracia durante el cual la fidelidad a los Estatutos debe renovarse. Permite también una mayor unidad de los miembros que dependen de la jerarquía, así como una reorganización para las nuevas batallas.
Pidamos la gracia necesaria para evitar el desequilibrio del que hemos hablado, para evitar los abusos e insultos, para evitar un juicio imprudente de las intenciones y la formación de bandos. En pocas palabras, pidamos la gracia de permanecer fieles a nuestra Regla.
Es una cuestión de comprometernos resueltamente, para que el Reinado Social de Cristo pueda establecerse mediante el Reinado Sacerdotal de Cristo.
Confiamos a su habitual benevolencia y, particularmente, a sus oraciones, a nuestra Fraternidad, a la que amamos con un corazón filial, para que pueda dedicarse completamente al servicio del Reinado de Cristo en la Iglesia, en el mundo y en las familias, y para que sea custodiada por su fundador, nuestro padre en la fe, nuestro venerado Monseñor Lefebvre.
In Christo Sacerdote et Maria,

Padre Yves le Roux, Rector del seminario Santo Tomás de Aquino
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Gracias, P. le Roux, por desmentir a los que nos acusan de exagerar y a los ciegos voluntarios que afirman que nada ha cambiado en la FSSPX.