INDIGNA DIGNIDAD
Una lectora presentó argumentos a favor de la enseñanza del
Vaticano II sobre la libertad religiosa. Aún cuando el tema ha sido varias
veces enfocado en los “Comentarios Eleison”, sus razones merecen seguramente
ser consideradas porque es vital para los católicos de hoy asir exhaustivamente
la falsedad de esta enseñanza. Lo que el Concilio enseñó en el párrafo 2 de su
Declaración sobre la Libertad Religiosa (Dignitatis Humanae) es que todos los
hombres, cuando se trata de actuar en privado o en público según sus creencias,
deben estar libres de toda coacción ejercida por cualesquiera otros hombres o
grupos de hombres. Mas aún todo Estado humano debe hacer de este derecho humano
un derecho constitucional o civil.
Por el contrario, a lo largo de toda la historia de la
Iglesia antes del Concilio Vaticano II, la Iglesia católica ha enseñado
sistemáticamente que todo Estado, en tanto que él encarna la autoridad civil de
Dios sobre las criaturas humanas de Dios, está obligado como tal de utilizar
esta autoridad para proteger y favorecer la única verdadera Iglesia de Dios, la
Iglesia católica del Dios Encarnado, Nuestro Señor Jesucristo. Evidentemente,
los Estados no-católicos serán condenados más por su falta de Fe que por no
haber dado protección civil a esta Fe. Igualmente los Estados católicos pueden
abstenerse de prohibir la práctica pública de las falsas religiones ahí donde
tal prohibición provocaría mas daño que bien para la salvación eterna de los
ciudadanos. Sin embargo el principio permanece intacto: los Estados de Dios
deben proteger la verd adera religión de Dios.
De hecho, la enseñanza Conciliar implica o bien que los
Estados no son de Dios, o bien que no existe una verdadera religión de Dios. En
los dos casos, esta enseñanza al Estado le libera implícitamente de Dios y por
este mismo hecho coloca la libertad del hombre por encima de los derechos de
Dios o, más simplemente, al hombre por encima de Dios. Es la razón por la cual
Mons. Lefebvre decía que la enseñanza Conciliar constituye una blasfemia. Y no
nos digan que los otros párrafos de DH contienen una buena enseñanza católica.
Una sola rajadura provocada por el témpano fue suficiente para hacer zozobrar
al Titanic. DH #2 por sí solo basta para hacer zozobrar la doctrina católica.
Pero veamos los argumentos que pretenden defender la enseñanza del Concilio.
1 DH es parte del Magisterio Ordinario, el cual debe ser
tomado muy en serio.
DH proviene de los que tienen el deber de enseñar dentro de
la Iglesia, es cierto, pero no proviene del Magisterio ordinario infalible, ya
que DH contradice la enseñanza tradicional de la Iglesia, como acabamos de
demostrarlo arriba.
2 DH no hace más que manifestar derechos humanos que están
garantizados por la ley natural.
La ley natural coloca los derechos del hombre abajo y no por
encima, de los derechos de Dios.
3 DH no reniega del modelo católico en las relaciones
Iglesia-Estado.
¡Pero por supuesto que sí lo hace! El párrafo #2 libera al
Estado de su obligación esencial para con la única verdadera Iglesia.
4 DH está escrita en el contexto del mundo moderno donde
todo el mundo cree en los derechos del hombre.
Y, ¿desde cuando la Iglesia debe adaptarse al mundo y no el
mundo a la Iglesia?
5 DH no enseña que el hombre tiene un derecho al error.
Si el Estado de Dios debe garantizar un derecho civil a
practicar en público religiones falsas, entonces se deduce que uno obliga a
Dios a otorgar un derecho al error.
6 DH es una llamada a los gobiernos modernos para que
garanticen la mitad de una rebanada de pan, lo que es mejor que nada de pan.
La verdadera doctrina católica es tan lógica y tan coherente
que al abandonar una parte, se la abandona enteramente. Y, ¿qué oveja se salvó
ofreciéndose ella misma al lobo?
7 Los católicos no deben retirarse del mundo moderno
encerrándose en un ghetto doctrinal.
Los católicos deben hacer lo que tienen que hacer, ir a
cualquier lugar donde deben ir, para que no abandonen los derechos de Dios ni
comprometan Su honor. Si esto significa el martirio, ¡que así sea!
Kyrie eleison.