domingo, 10 de marzo de 2013

BREVE REFLEXION SOBRE EL TEXTO DEL PREÁMBULO DOCTRINAL DEL 15 DE ABRIL DE 2012




Por un sacerdote de la FSSPX.

Se me pidió mi primera impresión sobre el texto publicado hoy en La Sapinière y otros buenos sitios de la Resistencia al acuerdo. Espero que alguien más calificado que yo tendrá el tiempo de estudiar todas las sutilezas de este preámbulo, pero ciertos puntos problemáticos son desde ahora fácilmente identificables. He aquí, como se me pidió, algunas reflexiones a quemarropa.

Como Monseñor Fellay lo dijo en mayo o junio de 2012, la reacción respecto a este texto dependerá de la disposición de espíritu del lector (anteojos rosas o negros…). En efecto, luego de algunos párrafos que reafirman la adhesión al Papa y a la doctrina tradicional, encontramos afirmaciones escandalosas. Esta mezcla de verdadero y falso recuerda el proceder de los modernistas tal como lo denunció en Pascendi el Papa San Pio X. Esto significa entonces qe se trata de un texto ambiguo, lo que de por sí es una falta grave, porque no podemos desear reconstruir la Iglesia fundándonos en un malentendido. Esto no es honesto, ni en relación a Roma, ni en relación a la Tradición. El Consejo General, en la práctica, nos muestra que cree que el fin justifica los medios. Ellos tienen por lo menos un poco de vergüenza porque tuvo que ser la Resistencia quien publicara este texto. En breve, estos son los puntos problemáticos, por decir lo menos.

1.- Encontramos en este texto, sin sorpresa, lo que sabíamos ya desde hace largo tiempo porque fue revelado por el Padre Pfluger el 5 de junio de 2012 en San Joseph des Carmes, y que es en sí mismo una abominación (cf. párrafo III.4 del Preámbulo). Al decir que el Vaticano II explica “ciertos elementos” contenidos implícitamente en la completa Tradición de la Iglesia, coloca a este concilio “pastoral” (que además fue corrompido y pirateado por los masones y los modernistas) en el mismo nivel que los concilios legítimos y doctrinales. Cuando se piensa en ello, el Vaticano II se parece más a un conciliábulo que a un verdadero concilio, incluso si fue realizado bajo la presidencia y la aprobación de dos Papas, ya que estos Papas se sirvieron de eso de manera ilegítima, es decir, para hacer una revolución en la Iglesia. Es por eso que yo hablo de conciliábulo. La primera cosa que un Papa Católico hará, será declarar este concilio como ilegítimo y sin efectos, como fue el caso de algunos concilios orientales en los comienzos de la Iglesia.

2.- La segunda falta grave de esta parte del texto es el no mencionar cuáles elementos de la Tradición hubieran sido supuestamente explicados o aclarados por el Vaticano II. ¿Se trata de la libertad religiosa? ¿de la colegialidad? ¿del « subsistit in » ? ¿del ecumenismo ? ¿Del permiso de tener lecturas en la Misa en lengua vernácula? ¿Del permiso de portar el alzacuello en lugar de la sotana?

3.- La tercera cosa que observo, es que en lugar de decir que hay textos erróneos que de ninguna manera pueden ser bien interpretados, se dice que se pondrían los medios para discutirlos para llegar a una buena interpretación (cf párrafo III.5). Ya no se dice que el concilio Vaticano II enseña doctrinas condenadas anteriormente por los Papas tradicionales. Y esto va en contra de nuestra posición de siempre, que dice que hay tres tipos de documentos en el Vaticano II: Los “buenos”, los que se deben interpretar en el sentido Tradicional, y los que se deben descartar absolutamente (Ver el Catecismo del padre Gaudron, número 29).

4.- En su conjunto, este Preámbulo dice que queremos permanecer fieles a la Tradición, pero estamos listos a dejar de lado la cuestión doctrinal. Estamos listos para firmar un acuerdo, y una comisión de estudio se encargará, en el futuro, de dilucidar los puntos del Vaticano II que parecen ir contra la Tradición (cf. párrafo III.6). Se trata entonces de la formulación del principio por el cual estamos listos a firmar un acuerdo puramente práctico sin la corrección previa de los errores del Vaticano II.

5.- En lugar de una declaración en contra de la nueva misa, que  atenta gravemente contra la majestad de Dios y que por lo tanto es un pecado grave contra el primer mandamiento, se contentan con reconocer su validez bajo ciertas condiciones (cf. párrafo III.7). Se coloca bajo el celemín el hecho de que el Novus Ordo Missae ataca directamente el más grande tesoro de la Iglesia, la fuente de vida sobrenatural que es el Sacrificio del Jefe de la Iglesia, Nuestro Señor Jesucristo.

6.- También está el reconocimiento del Derecho Canónico de 1983, bajo el cual aceptan colocarse. Monseñor Lefebvre dijo que él detestaba ese código emponzoñado con las teorías del Vaticano II. Recordemos el canon 844 que permite la “communicatio in sacris”, compartir los sacramentos entre Católicos y no-Católicos (Cf. párrafo II.8)

En conclusión, este Preámbulo doctrinal nos muestra hasta qué profundidad el Consejo General se ha hundido en el abismo.  Nos confirma la advertencia del Catecismo del Padre Gaudron, que nos previno del grave peligro de la contaminación que implica la frecuentación de las autoridades romanas. (Ver páginas 291 y 294 de la edición de mayo de 2008) . ¡Utinam! Que el cielo hubiera querido que el Consejo General hubiera tenido al Catecismo del padre Gaudron como su lectura de cabecera. ¡No estaríamos aquí!