Sobre el comunicado del P. Bouchacourt publicado:
-en el sitio La Porte Latine el 1° de julio de 2015;
-luego en Fideliter n.º 227 de septiembre-octubre de 2015, págs. 62-63.
1. Leemos en el comunicado: “Por medio de conferencias, en las publicaciones y en su sitio de internet, ellos [los dominicos de Avrillé] acusan a los superiores de la FSSPX de abandonar el buen combate de la fe para conducirla hacia un acuerdo a cualquier precio con las autoridades romanas”. Esto es inexacto. Nuestro desacuerdo con el superior general de la Fraternidad San Pio X viene de que éste último está dispuesto a un acuerdo práctico con las autoridades que aún profesan los errores conciliares. De 1988 a 2012, la Fraternidad mantuvo este sabio principio: “No al acuerdo práctico con Roma sin previo acuerdo doctrinal”. Este principio fue todavía claramente afirmado por el capítulo de 2006: Los contactos que la Fraternidad mantiene episódicamente con las autoridades romanas, tienen como único objeto ayudarlas a recuperar la Tradición que la Iglesia no puede renegar sin perder su identidad, y no la búsqueda de una ventaja para ella misma, o de llegar a un imposible “acuerdo” puramente práctico. En marzo de 2012, Mons. Fellay anunció que él abandonaba este principio (afirmando: “no se trata de un principio, sino de una línea de conducta”). Este abandono ha sido avalado por el capítulo de julio de 2012. Desde entonces, a pesar de numerosas peticiones, Mons. Fellay se negó a regresar al antiguo principio. El 31 de mayo de 2015, escribimos al P. Bouchacourt: “Es porque queremos conservar este principio -que es el testamento de Mons. Lefebvre- que usted se dispone a condenarnos. O más bien que Mons. Fellay se dispone a condenarnos de nuevo por su boca”.
Leemos
en el comunicado: “Los
dominicos de Avrillé son incapaces de demostrar cuáles son los
actos planteados por el Superior General que manifieste que
“Menzingen
está traicionando el combate de la fe”. Las
palabras entre comillas nos han sido erróneamente atribuidas:
nosotros no somos los autores (ver Le
Sel de la terre 92,
pág. 141). Lo que decimos nosotros, y es evidente de acuerdo al n°1,
es que Menzingen ha cambiado de línea de conducta en sus relaciones
con Roma, lo que ha causado la pérdida de confianza de una gran
parte de los tradicionalistas.
2.
El
comunicado nos acusa de haber publicado una “correspondencia
confidencial con Mons. Fellay” en Le
Sel de la terre 89,
págs. 215-220. Basta con consultar el texto publicado para ver
que no
hay confidencialidad en estas cartas.
Monseñor Fellay nos prohibió toda colaboración con la FSSPX,
privándonos de las ordenaciones y de los óleos santos. Es normal
que nosotros hiciéramos saber las razones sobre las cuales pretendió
apoyarse y también que la ruptura venía de su parte y no de la
nuestra.
3.
Leemos
en el comunicado: “la
única razón invocada para justificar este acto [la
consagración episcopal de Mons. Faure] reposa
sobre la acusación sin prueba que la FSSPX habría abandonado el
combate de la fe”. Esto
es inexacto. Nosotros
expusimos varias razones objetivas graves que justifican la
consagración episcopal de Mons. Faure (ver Le
Sel de la terre 92,
págs. 139-170, y 93, págs. 200-208), y notablemente el hecho que
Mons. Fellay niega las ordenaciones e incluso los santos óleos
(necesarios para varios sacramentos, en particular la extrema unción)
a nuestra comunidad y a algunas otras que no comparten la nueva
política establecida en 2012.
4.
El
comunicado se apoya en las declaraciones de Monseñor Lefebvre
durante una reunión en Ecône el 4 de julio de 1988: “Nunca
quisimos una organización de la Tradición ni una presidencia de tal
asociación; pero es
un hecho que
la Fraternidad es la columna vertebral de la Tradición, su
instrumento providencial, sobre el cual deben apoyarse todas las
iniciativas de Tradición”.
Como lo dijo Mons. Lefebvre, se
trataba de un hecho (de
facto)
y no de un derecho. Este hecho hubiera podido perdurar todavía mucho
tiempo, si Mons. Fellay no hubiera tomado la iniciativa de romper la
unidad de la Tradición al cambiar la línea de conducta respecto a
Roma y excluyendo a Mons. Williamson del capítulo de 2012,
expulsándolo luego de la Fraternidad porque él no aprobaba este
cambio de línea de conducta.
5.
Leemos
también: “Este comunicado quiere restablecer la verdad”. Al
mismo tiempo nos acusa de “propagar y mantener la desconfianza
respecto a las autoridades”, de “denigrar la autoridad del
sucesor de Mons. Lefebvre”, de “crear una dialéctica entre los
miembros de la Fraternidad y sus superiores”, de “maniobras
subversivas”, de ser “los cómplices de una obra nefasta”, de
“causar un perjuicio grave al bien común de la Tradición”, esto
por las “tomas de posición repetidas”, de instalar “la
desconfianza, la división, el espíritu de partido y de
denigración”, “de acusaciones mentirosas”, “de sembrar la
duda y la división en las filas de la Tradición y de debilitar sus
fuerzas” por “maniobras subversivas”. Casi nada…
La
verdad es la adecuación con la realidad. Así,
ante “tantas
acusaciones mentirosas”, nosotros
nos conformamos con decir a los lectores del comunicado: “Vengan
y vean” “Lean nuestras
publicaciones (Le Sel de la terre, La Carta de los Dominicos de
Avrillé) y
vean si
lo que allí se encuentra es conforme a la descripción melodramática
del comunicado. La
realidad es
que, a pesar de la divergencia con el superior general por el hecho
de su nueva política romana, nosotros
seguimos siendo amigos de la Fraternidad, en tanto dependa de
nosotros, y deseamos que ella logre superar la crisis que
atraviesa desde el 2012.