lunes, 23 de marzo de 2015

BREVE RESPUESTA DE DOM TOMÁS DE AQUINO OSB AL COMUNICADO DE MENZINGEN DEL 19 DE MARZO DE 2015.-



Menzingen denuncia la consagración de Monseñor Jean Michel FAURE como no teniendo nada en común con las consagraciones de 1988. Para hacerlo, la casa general de la FSSPX hace un cierto número de consideraciones. Examinemos cuatro de entre ellas:
1) Monseñor Williamson y Monseñor Faure han sido expulsados de la Fraternidad porque estaban contra toda relación con Roma.
Esto es falso. Ellos están contra la manera que lo hacen Mons. Fellay y sus asistentes, e incluso el capítulo general de 2012, que buscan un acuerdo práctico sin conversión de Roma.
2) Monseñor Williamson y Monseñor Faure no reconocen las autoridades de Roma.
Esto es igualmente falso. Ni uno ni otro son sedevacantistas.
3) Menzingen insinúa que la publicidad del acontecimiento fue insuficiente y la compara a la gran publicidad de 1988.
Comparada a la de 1988, la del 2015 fue pequeña, pero considerada en ella misma, no es una cuestión menor. Si contamos a todos los que participaron en la ceremonia, vemos representantes de los siguientes países: Inglaterra, Francia, Estados Unidos, México, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Colombia y Brasil. Una centena de fieles asistieron a la ceremonia. Los medios de comunicación o bien telefonearon o bien acudieron.
4)La cuarta cuestión se refiere al estado de necesidad.
Digamos que nos parece ver allí la punta del iceberg bastante conocido: el estado de necesidad de 1988 ya no sería el del 2015. Roma ya no es tan agresiva contra la Tradición como en 1988. Esta es una vieja canción: ¡Roma cambia! ¡Sí! Roma cambia… ¡para peor! Y esto, desde Benedicto XVI.
Conclusión: Menzingen desaprobó la consagración de Monseñor Faure; más que eso, la ataca. Es normal. En tanto que Menzingen no comprenda que está en el mal camino, atacará toda resistencia a su política de acercamiento con Roma.
En el fondo, lo que está en juego, es lo que Monseñor Lefebvre dijo durante su sermón histórico de Lille en agosto de 1976:
Yo quiero que a la hora de mi muerte, cuando Nuestro Señor me pregunte: “¿Qué has hecho con tu gracia episcopal y sacerdotal?” Yo no tenga que escuchar de la boca del Señor: “Tú has contribuido a destruir la Iglesia con los otros”.
Nosotros tampoco. Es por eso que nosotros continuamos el combate, y para eso, necesitamos obispos. Esta es la razón de la consagración del 19 de marzo. No hay que buscarla en otra parte.