¡Suban
la Escalera! – III
Como las palomas, los
romanos conciliares parecen gorjear,
Pero como los halcones, las presas despedazarán.
Pero como los halcones, las presas despedazarán.
Los
dos últimos números de estos “Comentarios”, # 668 y # 669 del 2 y 9 de mayo
respectivamente, buscaban defender la aparente dureza del consejo de despedida
de Monseñor Lefebvre en 1990 a los sacerdotes de la Fraternidad que fundó
cuando les dijo que no debían tener nada más que ver con los oficiales
conciliares de la Iglesia en Roma. El número 668 subrayó la gravedad del
subjetivismo denunciado por el Arzobispo como subyacente a todos los documentos
principales del Concilio. El número 669 reconoció que el respeto y la caridad
se deben a los más altos oficiales de la verdadera Iglesia de Nuestro Señor,
pero repitió una vez más que su subjetivismo es tan grave para la Fe de la
Iglesia que el debido respeto y la caridad deben ser medidos por la Fe y no al
revés. Sin embargo, la “aparente dureza” puede necesitar más defensa, y esos
“Comentarios” alguna explicación.
En
primer lugar, un breve recordatorio de la historia de la Fraternidad en esos
años cruciales entre 1988 y 2012. En 1988 el Arzobispo, al final de una larga y
destacada carrera al servicio de la Iglesia, aparentemente le hizo un grave
perjuicio a la Iglesia al consagrar cuatro obispos en contra de la voluntad
expresa del Papa Juan Pablo II para defender la Fe y la Iglesia de los estragos
de la nueva religión conciliar promovida por el Papa en todo el mundo. Por
supuesto el Papa no entendió su acción, y se comportó como un cerdo
comparando cuando Nuestro Señor nos advirtió que no tiráramos perlas delante de
los cerdos porque pisotearían las perlas y luego volviéndose, nos
despedazarían. De hecho, hasta el año 2000 Juan Pablo II pisoteó la Tradición
de la Iglesia, tal como la defendía el Arzobispo, e hizo lo posible por
“despedazar” la Fraternidad.
Sin
embargo, en todo el mundo había católicos serios y creyentes que entendían y
apoyaban plenamente al Arzobispo, y que se unieron tanto en su apoyo que la
Fraternidad podría decirse que disfrutó de sus años dorados en la defensa de la
Fe entre 1988 y 2000. Como resultado, no sólo no tuvo éxito el pisoteo de Roma
y el Papa sobre la Fraternidad, sino que fue incluso contraproducente,
atrayendo más y más clientes a comprar las verdaderas perlas de la Tradición de
la Iglesia, gracias al Arzobispo y su Fraternidad. El fracaso de la Iglesia
oficial en pisar esas perlas en el barro se hizo absolutamente claro con el
éxito de la Peregrinación del Año Jubilar que hizo la Fraternidad a Roma en la
primavera de 2000. Fue entonces cuando los “cerdos” de Roma cambiaron su
estrategia del palo a la zanahoria, y comenzaron a gorjear como palomas para
atraer a la Fraternidad a descender desde su fortaleza inexpugnable de doctrina
hasta las arenas movedizas de la diplomacia. Y habiendo muerto el Arzobispo en
1991, su carisma y sabiduría ya no estaban ahí para evitar que sus
relativamente jóvenes sucesores fueran seducidos por el gorjeo de las aparentes
palomas.
Y
así las líneas de batalla en la lucha por la Fe parecen haber sido redibujadas,
con la Fraternidad oficial yendo hacia el enemigo, de modo que ahora está más
enfadada con la ligera “Resistencia” que con la pesada Roma Conciliar. Para ser
justos, sin embargo, los actuales líderes de la Fraternidad aún no han firmado el
contrato, y un buen número de sacerdotes de la Fraternidad se oponen a que su
contrato sea firmado. Pero todo católico debe desear que la Fraternidad nunca
deje de defender lo que el Arzobispo defendió.
¿Y
su “dureza”? Pachamama es sólo un ejemplo muy claro de cuánta razón tenía para
dar la alarma y actuar a raíz del Vaticano II. Los mismos “cerdos” que más
tarde gorjeaban como palomas incluso en el Concilio (1962–1965) para engañar a
un gran número de ovejas y pastores católicos de la época, de ningún modo
despertaron más tarde o en los siguientes 55 años hasta la fecha. Pero el
Arzobispo había aprendido a valorar la buena filosofía que se le había dado en
el seminario para fortalecer su sentido común, y así juzgó todo a la luz de los
verdaderos principios y la Fe. A la luz de esto, el mundo moderno y su
desdichado Concilio son un asunto lamentable, dejando sólo una apariencia de
cristianismo mientras que la sustancia se está convirtiendo en algo
completamente diferente. Decir, “ve a las colinas y no mires atrás”, es lo que
Dios mismo le dijo a Lot. Es un buen consejo, aunque sea difícil de aplicar
ahora, para un mundo que está confinado en la locura.
Kyrie
eleison.