Hoy vi un nuevo artículo, en el cada día más
animoso y combatiente sitio web Adelante la Fe, acerca de la tremenda blasfemia
contra la Encarnación, delante de las narices del mismísimo y complaciente
Francisco, en las JMJ de Panamá (https://adelantelafe.com/la-encarnacion-del-senor-profanada/).
¿Cómo un católico, un hijo de María, puede
permanecer impasible ante semejante afrenta a su Madre?
Desde la realización de esta ofensa gravísima, de
esta blasfemia terrible, de este espectáculo bochornoso, de este acto incalificable,
verdaderamente diabólico, han pasado ya quince días. Se pudo ver en sitios de
internet el día 28 de enero, Non Possumus
lo dio a conocer ya el 29 de enero. Pues bien, habiendo pasado todo ese tiempo,
y aunque ha sido reflejado en numerosísimos sitios y blogs católicos
tradicionalistas o conservadores de internet, hasta el día de la fecha en
ninguno de los sitios oficiales ni blogs oficiosos de la (Neo) FSSPX se
menciona el tema. No existe. No pasó. O se sabe que pasó pero es considerado
algo insignificante y por lo tanto no merecedor de ser reseñado (la Fraternidad
tiene sitios especializados en noticias, por lo tanto es imposible que tales hechos
no los hayan conocido o advertido). Ninguno de sus medios de comunicación se ha
preocupado o interesado por informarlo y, sobre todo, por desagraviar a Nuestra
Señora. Y eso que el sitio oficial de España había publicado recientemente un artículo
(del P. Lombaerde) titulado "Nunca se habla demasiado de la Virgen
María", aparentemente con la intención de corregir estas deficiencias.
Pues al parecer, la (Neo) FSSPX –que “predica pero no practica”- está tan
preocupada mirándose a sí misma al espejo, para reflejar sus bondades
intrínsecas, siempre con una apoteósica sonrisa (ver nomás las fotos que
publica) que no le da tiempo ni ganas de mirar a lo que pasa afuera. GRAVE, MUY
GRAVE. Y doloroso.
Por cierto, tampoco han dicho nada sobre la
declaración conjunta de Francisco con los musulmanes, en Arabia Saudita... y se
demoraron 26 días en decir algo sobre el asunto Viganó.
Se me ocurre pensar que si no hay celo por el
honor de Dios y la Sma. Virgen, qué celo puede haber verdaderamente por el
prójimo, por el más insignificante de nuestros hermanos, por los fieles que con
sus atribuladas almas recurren a los sacerdotes donde pretenden ver a otros
Cristos sobre la tierra…
Esto se llama, a mi parecer, fariseísmo.
Quizás una respuesta haya que buscarla en el hecho
de que la Fraternidad ya no sufre, la Fraternidad ya no es perseguida, la
Fraternidad ya no es pobre…como Cristo. Entonces, uno se pregunta, ¿para qué son las ordenaciones –siempre
destacadas estadísticamente en sus medios de comunicación-, para qué las
vocaciones religiosas, sino para glorificar a Dios, para honrarlo, defender su
Santo Nombre, para combatir por Él? ¿Para qué?
Dice Santa Teresita en una carta a su hermana
Celina:
“Leí esta mañana un pasaje del Evangelio que
dice «No he venido a traer la paz sino la espada»…Sólo nos queda combatir; si no tenemos
fuerzas, será Jesús quien combatirá por nosotros…Pongamos todos el hacha
al pie del árbol.”
Creo que esa sonrisa que aparece tanto en las
fotos de la FSSPX, no es la sonrisa de gente que es feliz en el dolor, sino de
gente que es infeliz en la ilusión.
Me quedo con quienes sostienen la espada, y
cuando deben alzan su voz.
“Sonriendo
desafío la metralla
Y en
tus brazos Divino Esposo mío
Cantando
moriré en el campo de batalla
Con las
armas en la mano…”
(Santa Teresita del Niño Jesús)
(Carta firmada)