En
Torno al Matrimonio
Elías
obligó a los Israelitas a elegir.
Concilio o Dios – ¿a cuál voy a resistir?
Concilio o Dios – ¿a cuál voy a resistir?
Dado
el pecado original, mantener unidos en matrimonio a un hombre y una mujer hasta
que la muerte los separe no es cosa fácil, pero ese fue el designio original de
Dios para los seres humanos desde el principio de la Creación, y así permanece.
Sin embargo, por el tiempo en que Él instituyó a través de Moisés la Ley del
Antiguo Testamento, se tuvo que hacer alguna concesión para el divorcio, “a
causa de la dureza del corazón del hombre” (Mat. XIX, 7–8). Pero no era así
como Dios quería que fuera el matrimonio, y por eso cuando Nuestro Divino Señor
instituyó el Nuevo Testamento, por un lado abolió el divorcio mientras que por
otro lado Él hizo del Matrimonio uno de los siete canales especiales de gracia
santificante, uno de los Sacramentos sobrenaturales, para que todas las almas
que entraran a Su Iglesia tuvieran acceso a una ayuda sobrenatural especial
para mantener unidos sus matrimonios.
Tampoco
están involucrados en su matrimonio solamente el hombre y la mujer. La
educación apropiada de los hijos requiere tanto de su padre (biológico) como de
su madre (biológica), y normalmente esto requiere que ambos permanezcan juntos
para proveer un hogar completo y estable. Además, la salud de la sociedad en su
conjunto requiere que los niños sean capaces de crecer y convertirse en adultos
sanos. Así que si la Cristiandad alguna vez alcanzó una altura sin precedentes
de civilización, se debió en gran medida, si uno piensa en ello, a la fortaleza
del matrimonio católico. De allí se sigue que el Diablo constantemente está atacando
el matrimonio natural y católico como un medio principal para desmoronar la
cristiandad y enviar todas las almas al infierno.
En
nuestro tiempo, el derrumbamiento de la cristiandad por medio del
debilitamiento de la Iglesia dio un paso enorme hacia adelante con el Vaticano
II (1962–1965). Antes de este Concilio, las anulaciones de matrimonios
católicos estaban reguladas estrictamente. No había divorcios, porque debía
probarse frente a los oficiales de la Iglesia que por una razón seria el
matrimonio contraído había sido inválido desde el principio, por lo que un
matrimonio válido nunca tuvo lugar. Pero desde el Concilio, esta rigurosidad ha
dado paso al laxismo, de modo que las anulaciones excepcionales ahora se han
convertido en la regla en algunos países, esto es, el “divorcio católico”. Por
lo tanto, cuando Monseñor Lefebvre fundó su Fraternidad San Pío X para resistir
la decadencia desatada por el Vaticano II, naturalmente que su Fraternidad
evitó las anulaciones fáciles e hizo todo lo posible para ayudar a las parejas
católicas, en la sociedad disolvente de hoy, a forjar un matrimonio que se
mantuviera unido.
Desgraciadamente,
los sucesores del Arzobispo a la cabeza de su Fraternidad han trabajado desde
hace 20 años en forma disfrazada pero tenaz para unirse a la Iglesia Conciliar,
abandonando su resistencia al Concilio Vaticano II. Esto significa que hace
tres meses, cuando el Papa Conciliar autorizó a los obispos Conciliares a
delegar a sus sacerdotes Conciliares para tomar parte activa en los matrimonios
celebrados dentro de la Fraternidad, entonces por un lado el Cuartel General de
la Neofraternidad celebró la decisión como una gran dádiva de Roma y anunció
que esta decisión papal cambiaría la práctica de los matrimonios de la
Fraternidad, mientras que por el otro lado, siete sacerdotes mayores del
Distrito francés de la Fraternidad protestaron públicamente en contra de la
interferencia conciliar de Roma en la práctica católica. El Cuartel General
degradó sin tardanza a los siete que protestaron y también despidió al autor de
la protesta.
Así,
la guerra entre el liberalismo y el catolicismo se enardece. Se informa que
tres de los siete mantienen su posición. En resumen, como uno de ellos
escribió, cualquier obispo conciliar puede ahora enviar un
sacerdote a una boda de la Fraternidad –y ¿cómo puede ser enviado de vuelta
este sacerdote, después de haber sido tan bienvenido por el Cuartel General? O
el obispo puede negar un sacerdote –pero este es solo un
accidente afortunado, dejando intacto el principio peligroso de interferencia
conciliar. O al obispo se le permite delegar a un sacerdote de
la Fraternidad –pero esto es susceptible de suscitar en cualquier Priorato de
la Fraternidad matrimonios tanto Conciliares como no Conciliares, con
relaciones falsificadas, por no decir enfrentadas, entre los dos. Conciliarismo
y catolicismo no pueden mezclarse ni reconciliarse entre sí.
Kyrie
eleison.