jueves, 28 de julio de 2016

MONS. POZZO: “MONS. FELLAY HA ACEPTADO LA PROPOSICIÓN DE UNA PRELATURA PERSONAL”



FUENTE (hemos destacado ciertos pasajes con negrita)


"Sed Obedientes - ¡Gracias!"

Francisco quiere traer a la FSSPX de vuelta al seno de la iglesia. ¿Puede funcionar? Una conversación con Guido Pozzo, el Arzobispo competente del Vaticano, sobre la unidad y la verdadera doctrina. (…)

C&W: ¿Por qué la unión de la FSSPX a la Iglesia católica es tan importante?
Guido Pozzo: La Iglesia sufre de falta de unidad. La FSSPX se compone de 600 sacerdotes, 200 seminaristas, y otros miembros de la familia representada en 70 países. Ante tan gran realidad, no podemos simplemente cerrar los ojos.

C & W: Recientemente ha habido una aceleración en las relaciones, ¿por qué?
Pozzo: Yo no hablo de una aceleración, sino de un paciente proceso de acercamiento. El Vaticano ya no pone ningún ultimátum, en su lugar nosotros proyectamos en común ciertos pasos para llegar a la reconciliación plena. Ya con las etapas preestablecidas, el camino es más fácil de recorrer. Todavía se deben aclarar ciertas cuestiones doctrinales y canónicas. Es muy importante promover un clima de conocimiento y comprensión mutua. A este respecto, ya hay mucho progreso.

C & W: ¿Qué ha cambiado en la posición del Vaticano desde el inicio de este pontificado?
Pozzo: Se integraron nuevas perspectivas. De 2009 a 2012, un debate teológico estaba en primer plano. Había dificultades doctrinales que impidieron el reconocimiento canónico de la Fraternidad. Sin embargo, sabemos que la vida es más que la doctrina. Los tres años pasados, a la discusión teológica se añadió el deseo de conocer más concretamente la realidad de la fraternidad y entenderla.

C & W: ¿Qué se ha conseguido?
Pozzo: Antes las discusiones se llevaban a cabo en una sala de conferencias, ahora en una atmósfera fraternal confortable, incluso si la conversación es la misma. Por orden del Vaticano, los seminarios y las casas de la Fraternidad fueron visitadas por un cardenal y cuatro obispos, para hacerse una imagen más fiel. Esto no sucedía antes, y ha ayudado al acercamiento.

C & W La Fraternidad tuvo durante mucho tiempo miembros extremistas en sus filas, como Mons. Williamson que negó el holocausto. ¿Esto obstaculizó las conversaciones?
Pozzo: Mons. Richard Williamson y otros elementos extremistas y anti romanos fueron excluidos de la Fraternidad o se separaron. Esto favoreció mucho el acercamiento.

C & W: ¿Qué instrucciones le dio Francisco para las negociaciones?
Pozzo: Cuando el Papa me nombró de nuevo como Secretario de la Comisión Ecclesia Dei, me instó a dialogar con paciencia, determinación y sin prisa. Insistió particularmente en mantener relaciones personales para crear un clima de confianza.

C & W: Bergoglio conoció a la Fraternidad en Argentina. ¿Cuán crucial es este contacto personal para el Papa?
Pozzo: Ciertamente que esto es un elemento importante. Cuando él todavía era arzobispo de Buenos Aires, Francisco tuvo contactos con la Fraternidad. Él vio hasta qué punto ellos se involucran en la evangelización y el trabajo caritativo. La Fraternidad no tiene, como se pretende frecuentemente, solo un valor en cuanto a la liturgia tradicional, sino también en sustancia.

C & W: Francisco siempre ha insistido en el aspecto pastoral. ¿Es esto también la clave para un entendimiento con la Fraternidad?
Pozzo: Lo pastoral y la teología dogmática son inseparables. El estilo y la disposición concreta de Francisco ayudan a lograr la unidad entre las personas no sólo para pensar, sino también para aprender. Por supuesto, algunos gestos son importantes. Él ha permitido a los sacerdotes de la Fraternidad el escuchar las confesiones de los creyentes, recibió al Superior General de la Fraternidad, Monseñor Bernard Fellay, en audiencia privada. Sin embargo, este acercamiento no pudo haber tenido lugar sin el levantamiento de las excomuniones por Benedicto XVI en 2009 y la reanudación de las conversaciones.

C & W: ¿Por qué se ha propuesto a la FSSPX una Prelatura Personal?
Pozzo: Esta parece ser la forma canónica apropiada. Mons. Fellay ha aceptado esta proposición, aunque durante los siguientes meses hay todavía detalles que aclarar. Solamente el Opus Dei tiene esta estructura canónica, lo cual es un gran voto de confianza hacia la FSSPX. Está claro que la solución canónica implica la solución de las cuestiones doctrinales.

C & W: ¿De cuáles cuestiones de doctrina se trata?
Pozzo: Como el Papa Benedicto XVI explicó en su libro “la luz del mundo”, los obispos de la FSSPX merecieron la excomunión porque Mons. Lefebvre consagró en 1988 los obispos sin la autorización del Papa. Después de que Mons. Fellay reconociera el primado, en 2009, en nombre de los otros obispos, la excomunión fue levantada. El papa Benedicto XVI dijo categóricamente que la excomunión no tenía nada que ver con el concilio Vaticano II, sino con una violación hacia el primado.

C & W: ¿Por qué la Fraternidad todavía está en una situación canónica irregular?
Pozzo: El levantamiento de la excomunión no es lo mismo que reconocimiento canónico. Esto sólo puede tener lugar con la solución de los problemas doctrinales. Hasta que esto suceda, los sacerdotes de la Fraternidad ejercen un oficio ilegítimo.

C & W: Entonces ¿qué es lo que falta?
El núcleo de la discusión es la cuestión de en qué medida los textos del Vaticano II están en continuidad con el Magisterio constante de la Iglesia. Nosotros estamos de acuerdo con la Fraternidad en el principio de que el concilio sólo puede ser comprendido con exactitud en el contexto de la totalidad de la Tradición y del Magisterio perenne. El concilio no es un súper dogma pastoral, sino parte de la totalidad de la Tradición y el magisterio constante.

C & W: ¿Qué significa esto?
Pozzo: Esto significa que la Tradición de la Iglesia ciertamente se desarrolla, pero nunca con el propósito de innovación, que represente un contraste con lo anterior, sino como un entendimiento más profundo del depositum fidei, de la fe auténtica. Todos los documentos de la Iglesia deben ser entendidos en este sentido, incluso los del concilio. Estas condiciones, así como la obligación de la profesión de fe, el reconocimiento de los sacramentos y la primacía del papa son la base de la declaración doctrinal que se sometió a la firma de la Fraternidad. Estas son las condiciones para un católico para estar en plena comunión con la Iglesia católica.

C & W: ¿No se espera que la FSSPX reconozca todas las declaraciones del concilio, incluyendo los textos sobre el ecumenismo y diálogo interreligioso?
Pozzo: La Fraternidad profesa los dogmas definidos y las verdades católicas que fueron confirmadas en los documentos del concilio. Sin embargo, éstas deben ser aceptadas de acuerdo al grado de aceptación requerido. Las enseñanzas de la Iglesia Católica que fueron presentadas por el concilio Vaticano II y deben ser aceptadas internamente por los fieles con decisión, son por ejemplo, la doctrina de la naturaleza sacramental del ministerio episcopal o la doctrina del primado del Papa y el Colegio de los Obispos, junto con su cabeza tal como fue expuesta por la constitución dogmática Lumen Gentium y como fue interpretada por la más alta autoridad en la Nota explicativa previa.
La Fraternidad tiene dificultades con algunos aspectos del decreto Nostra Aetate sobre el diálogo interreligioso, el decreto Unitatis Redintegratio sobre el ecumenismo y la Declaración Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa o con cuestiones respecto a las relaciones de la Cristiandad con la modernidad. Sin embargo, estos no son dogmas o declaraciones definitivas, sino instrucciones o guía para la práctica pastoral. Acerca de estos aspectos pastorales, se puede discutir después del reconocimiento canónico, con el propósito de clarificar.

C & W: ¿Entonces el Vaticano ha bajado el nivel de exigencias?
Pozzo: No. Hemos aclarado en los años recientes, cuáles cuestiones son esenciales y qué problemas pueden abordarse más adelante. Anteriormente, se trataba de llegar a un consenso en todas las cuestiones de una sola vez, desafortunadamente sin éxito. Ahora nos preguntamos: ¿Cuáles son realmente los requisitos esenciales para ser católico? Consultando al papa, los requisitos arriba mencionados están especificados en la declaración doctrinal que se entregó a la Fraternidad.

C & W: ¿Cómo llegó el Vaticano a la idea de que los documentos del concilio deberían tener diferente peso doctrinal?
Pozzo: Ciertamente que esta no es ninguna conclusión de nuestra parte, sino que ya estaba claramente al momento del concilio. El Secretario General del Concilio, el cardenal Pericle Felici, declaró el 16 de noviembre de 1964: “el Santo Sínodo sólo establece verdades de Fe y Moral de aceptación obligatoria por la Iglesia, cuando el propio Sínodo claramente así lo determine”. Sólo cuando los padres conciliares explícitamente los clasifiquen como obligatorios, deben aceptarse como tales. El Vaticano no lo inventó, está en los archivos.

(Acá no fue posible traducir de manera segura una respuesta larga de Mons. Pozzo sobre Nostra aetate)

C & W: ¿No calificarían algunos las concesiones del Vaticano respecto a las reservas de la Fraternidad como una capitulación?
Pozzo : Discutir del ecumenismo, del diálogo interreligioso, de la relación de la Iglesia y el Estado, la libertad religiosa, no significa negar el valor de los documentos correspondientes. Es muy interesante lo que dijo Mons. Fellay en una entrevista: “Existen puntos ambiguos en este Concilio, y no nos corresponde a nosotros aclararlos. Podemos señalar el problema, pero quien tiene la autoridad para aclararlo es Roma.” Se trata de discutir la hermenéutica de estos documentos ante el fondo decisivo de la Tradición continua. La Tradición ciertamente no es ningún fósil inanimado, pero no significa que se adapte a cualquier cultura del presente.

C & W: ¿Quién garantiza que las cuestiones en disputa, después del reconocimiento canónico, no sean desechadas?
Pozzo: La Fraternidad se ha comprometido a la discusión. La continuación de esta discusión no debe dar a nadie temor, pues sólo puede ser enriquecedora para toda la Iglesia. En mis conversaciones con los representantes de la Fraternidad me he encontrado con muchos oídos abiertos, aunque al mismo tiempo hay posiciones más rígidas y escépticas.

C & W: Las negociaciones con la Fraternidad giran alrededor del correcto entendimiento del concilio Vaticano II. ¿Por qué en la Iglesia, después de 50 años, aún no hay unidad?
Pozzo: Frecuentemente es por el llamado espíritu del concilio. Éste ha cubierto hasta hoy la enseñanza propia del concilio. Éste ha causado confusión e inseguridad en la Iglesia. Numerosas declaraciones de la CDF durante los últimos 40 años muestran cuán importante es poner en evidencia el significado del concilio y su enseñanza auténtica con el fin de evitar los malentendidos y difundir errores teológicos. Una vez Benedicto XVI dijo respecto a las diferentes interpretaciones de que no hubo reconciliación o unidad incluso antes del concilio de Nicea, “sino una situación realmente caótica en la cual todos argumentaban contra todos”. Por lo tanto, no es sorprendente que se discuta hoy en día.

C &W: En el Vaticano hay críticas por la línea dogmática poco clara en este pontificado. Al mismo tiempo el reconocimiento de una Fraternidad tradicionalista es inminente. ¿No es esto contradictorio?
Pozzo: Hoy en día hay grupos ideológicos de todas clases que instrumentalizan las declaraciones del papa. Frecuentemente deforman o recortan los mensajes dirigidos a la Iglesia. En el marco de la Fraternidad hablan de discordia por el reconocimiento del concilio. En este contexto, conviene notar que una Iglesia preconciliar y una Iglesia posconciliar nunca ha existido. Son deformaciones realizadas por el espíritu de la época que no tienen nada que ver con la Tradición de la Iglesia. En un momento tan difícil de confusión y desorientación como el de hoy, la tarea de los que desean permanecer fieles a la Tradición de la Iglesia es el promover el resurgimiento de la fe cristiana y las misiones. Yo deseo que la FSSPX, cuando esté completamente integrada en la Iglesia, pueda contribuir con su apostolado misionero a reforzar la fe católica en nuestra sociedad y nuestro mundo. 
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