“El Crucifijo es
un objeto de horror para los judíos. Es por eso que la cuestión judía es
religiosa, pues el misterio de la ceguera de la sinagoga es un fenómeno
religioso”.
Este tema es
de una constante actualidad, y ya que las confusiones más numerosas se dan
cuando se toca el problema del judaísmo, nos parece necesario tocar el
tema de en qué consiste el antijudaísmo
católico.
Es en 1890,
en agosto, que el periódico La Croix, fundado por los Asuncionistas se
proclamará “el periódico católico más antijudío de Francia, el que porta a
Cristo, signo de horror para los judíos”. Pero para el catolicismo, y esto lo
distingue claramente del antisemitismo biológico, el problema judío es un
problema esencialmente religioso y no racial. Los redactores de La Croix en el
siglo XIX lo decían: “Nosotros creemos
que la cuestión es completamente religiosa, pues el misterio de la conservación
de la raza judía en medio del mundo es un fenómeno religioso. (…) La cuestión
de Cristo y del pueblo deicida domina desde lo más alto todo este asunto”.
La actitud dañina del judaísmo
sinagogal, ya había
sido notada, con gran agudeza, por Joseph de Maistre. Él, que entre los autores
contrarrevolucionarios fue el primero en expresarse sobre el asunto, declaró
con una cierta severidad: “Los judíos merecen una atención particular por parte
de todos los gobiernos, no hay que sorprenderse si el gran enemigo de Europa
los favorece de una manera tan visible. Todo lleva a creer que su dinero, su
odio y su talento, están al servicio de las grandes conspiraciones. El talento
más grande y más funesto de esta secta maldita, que se sirve de todo para
llegar a sus fines, ha sido, desde su
origen, el de servirse de los mismos príncipes para perderlos” (Cuatro
capítulos inéditos sobre Rusia, Cap. IV, Vaton, 1859)
Concepción católica de la cuestión judía.
El enemigo de la cristiandad, la sinagoga, está, según Joseph de Maistre,
ligado al espíritu satánico de la Revolución que enrola a todos aquellos que se
oponen a la Iglesia y al reinado social de Jesucristo. La cuestión que se le
plantea a la cristiandad por el judaísmo, es de naturaleza estrictamente
espiritual, el fondo esencial del problema es completamente religioso,
únicamente religioso.
Pierre
Sorlin, en su obra muy documentada La
Cruz y los judíos, expone la concepción católica del problema judío con
claridad: “Esta afirmación es una de las más constantes en La Croix. Durante veinte años, la Buena Prensa no dejó de recordar
que existe un problema porque Israel es el pueblo deicida”. Toda la
argumentación de los Padres asuncionistas estuvo entonces centrada sobre este
aspecto religioso de la cuestión judía, lo que se puede expresar como un
antijudaísmo teológico y no, como
algunos escriben, como un “antisemitismo”:
« El
pueblo deicida se separó. El deicido es la marca de ruptura. Dios había escogido
un pueblo para difundir su Nombre y dar nacimiento al Salvador. Le dio a este
pueblo cualidades particulares, y especialmente una gran fuerza de resistencia
ante la adversidad. Para permitirle sobrevivir, les dio un código destinado a
protegerlos. (…) Decepcionados por la pobreza de Cristo, los judíos lo mataron
y concibieron contra sus discípulos un odio inexpiable” (La Croix,
9 de septiembre 1896)
Dios ha repudiado a los que renegaron de su Hijo único y
consubstancial, “Dios verdadero de Dios verdadero”, y rompió su Alianza con
ellos. Por consecuencia, Él constató así la esterilidad del judaísmo farisaico
y rabínico, que se enseña actualmente en las sinagogas, judaísmo que mató a su
Hijo, y lo condena, lo desaprueba y lo maldice. Por este hecho, no hay
absolutamente ninguna fidelidad de los descendientes de Abraham respecto a
Dios, solamente aquellos judíos que respondieron al Mesías, los Apóstoles y los
convertidos a la Iglesia. A los judíos convertidos en cristianos no se les
puede reprochar nada, son perfectos cristianos, miembros de la Iglesia,
miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Esta
es la gran diferencia con el antisemitismo racista y biológico que se opone a
los judíos por su origen étnico, lo que es absolutamente inaceptable para la
doctrina católica que no distingue en Jesucristo ni judíos ni paganos, sino
solamente las almas consagradas por el agua, la sal y el Espíritu, todas
llamadas por la gracia, a la vida divina sin distinción mundana de ninguna
clase.
Israel se
convertirá.-
El
antijudaísmo católico, que no escatima sus violentas críticas respecto al judío
talmudista entenebrecido por las nieblas de la sinagoga, está convencido que el
regreso a la Verdad de los hijos de Israel es una bendición salvadora para él y
para la Iglesia. Así, durante la Parusía –señala La Croix- “Las naciones
infieles aclamarán al Salvador, y los más ardientes serán los judíos” (La
Croix, 29 de enero de 1892). Esta convicción está profundamente inscrita en los
principios católicos: “Los judíos son los restos del pueblo elegido que debe
convertirse en los últimos días, el gran conflicto universal solo terminará con
el mundo, por la conversión de Israel dispersa” (La Croix, 28 de febrero de
1890).
-Los cristianos tienen el deber de tratar
de convertir a los judíos. Esto es precisamente lo que hizo La Croix, pidiendo expresamente al
pueblo deicida que se convirtiera, invitando a los católicos a hacer un
esfuerzo particular para lograrlo:
« Se
debe rezar por la conversión de los judíos; esa es la obra por excelencia. La
conversión prometida de los judíos será la única solución definitiva a la
cuestión judía” (29 de septiembre de 1897)
“Que el israelita renuncie a la fe judía, que
se vuelva cristiano, borra inmediatamente el signo de maldición de su alma y de
su frente. Solo la conversión puede borrar la maldición. Los judíos convertidos
que se alinean sinceramente bajo la bandera de Cristo, vuelven a pertenecer a
la nación escogida” (6 de noviembre de 1894-2 de enero de 1897)
El
anticristo.-
Sin embargo, debemos tener en cuenta un punto –conforme a la Escritura,
antes de convertirse, los judíos establecerán el reinado del anticristo: “Los
judíos proclamarán un día un falso Cristo que ellos reconocerán después de
haber rechazado al verdadero Cristo, y este será el anticristo, que dominará al
mundo y reinará en Jerusalén. Toda la historia se desarrolla para preparar este
gran drama histórico del cual somos los actores, y en este drama del mundo, el
judío tendrá un papel principal hasta el fin del mundo. La conversión de los
judíos, es decir, el final de la lucha, será la señal del fin del mundo” (La
Croix, 12 de dic. de 1883)
Dios confió a Israel una labor magnífica y Satanás le dio una misión
abominable. Todo el problema judío, la única cuestión judía se resume en estos
dos mandatos totalmente contradictorios que no pueden tratarse, ni pensar en
arreglarse, sino de un modo exclusivamente religioso.
"Ordenamos a los obispos
escribir sabias y útiles disposiciones (…) para preservar completamente la vida
católica de sus rebaños de la contaminación por la perfidia judía." BENEDICTO
XIV.
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TOMADO DE LA QUESTION