Causas
De La Ruina
Entonces digamos y
amemos la Verdad hasta el final,
Y humildemente bajo su yugo estiremos nuestros cuellos.
Hace
dos semanas, en estos “Comentarios”, un veterano Tradicionalista hizo algunos
comentarios interesantes sobre el tema de los infiltrados, conscientes o
inconscientes, que destrozan la Iglesia Católica desde dentro. Los lectores
recordarán cómo él se esforzó en vano por restaurar la Tradición Católica
dentro de la estructura conciliar. Descubrió que no era posible hacerlo. Cuando
se le preguntó además: “¿Pero cómo pudieron los mismos eclesiásticos cometer el
suicidio de la Iglesia? Eso no tiene sentido”, tuvo otras cosas interesantes
que decir–
Creo
que todo esto se reduce al amor a la Verdad o a la falta de la misma. En mi
opinión, aquellos que realmente aman la Verdad la encontrarán, o lucharán hasta
encontrarla, y entonces actuarán en consecuencia. Creo que la fe se derrumbó en
los años 60 y 70 porque los católicos se habían vuelto muy débiles. En la misa
de mediodía de mi parroquia en los años 50, prácticamente nadie comulgaba. Los
sacerdotes vienen del pueblo, y el pueblo se había vuelto blando. Cuando
llegaron los cambios, una mitad de esa gente aceptó de buen grado esos cambios,
ya que hacían el vivir la “Fe” mucho más fácil, porque los no católicos ya no
eran hostiles, una fe era tan buena como la otra, ahora podíamos sonreírnos
todos, ¡y el clero siempre guiaba el camino! La mayoría de la otra mitad se
unió a las sectas protestantes o simplemente abandonó la religión. Unas pocas
almas valientes, una pequeña minoría que aún poseía ese amor por la fe,
formaron sus propias capillas. Su mayor inspiración fue Monseñor Lefebvre, que
fue el único que tuvo la fe de comprender que la jerarquía estaba en un estado
de apostasía sin remedio.
Sólo
Dios puede juzgar los corazones de los hombres, pero en mi opinión no hay
excusa para los que abandonaron la Fe. Quizás casi todos los que lo hicieron
pagarán con sus almas. Mi generación es la peor porque nacimos y crecimos en la
Fe y la abandonamos porque pensamos que nos haría la vida mucho menos difícil.
Las generaciones siguientes, aunque un poco menos culpables porque se les negó
su herencia católica, siguen teniendo poca excusa, ya que todos tienen el deber
de vivir la Verdad. Donde la fe es blanda, los católicos son cobardes, sobre
todo cuando se trata del aborto. Los obispos ni siquiera se pronuncian en
contra, por miedo a perder su estatus fiscal o a ofender a alguien. El senador
Timothy Kaine, que vive en nuestra ciudad, es lo más pro-abortista y
pro-perversión que se puede ser y a la vez asegura que la fe católica es lo más
importante en su vida. Lo dijo todo cuando afirmó: “Soy un católico tipo
Francisco”. Que yo sepa, el obispo de Richmond nunca le ha cuestionado sobre el
aborto, y mucho menos le ha negado lo que pasa por la Santa Comunión, cuando
debería haberle excomulgado hace tiempo.
El
veterano de arriba está sondeando el colapso general de los católicos después
del Vaticano II. Otro lector de estos “Comentarios” se refiere aquí abajo la
causa del deslizamiento particular de la Fraternidad San Pío X, que había sido
suscitada por Dios para resistir ese colapso general –
Creo
que es el fariseísmo. Es el mismo fariseísmo que mató a Nuestro Señor el que
ahora está matando a la Iglesia y a la Fraternidad. Se ha perdido la verdadera
humildad y caridad. El fariseísmo, como el de los “sepulcros blanqueados” en el
Evangelio, lleva a la ceguera espiritual – “Haced ciego a este pueblo, para que
viendo no vea, oyendo no oiga” . . . . Los fariseos tenían
un perfecto conocimiento de las Escrituras y de la Ley, y aun así mataron a su
Mesías. Hoy están matando a la Iglesia, y simplemente no pueden verlo, están
ciegos . . .
En
la Fraternidad creo que hubo por lo menos sacerdotes subversivos, y en la
cúpula algunos líderes que sufrían de completa ceguera, pero éstos no habrían
logrado nada si la Fraternidad no hubiera caído en el fariseísmo. Si hubieran
seguido humildemente a su santo Fundador, no habrían creído saber más que él,
ni habrían hecho a un lado las peticiones de Nuestra Señora de los Rosarios
para la Consagración de Rusia, pensando que sabían más que Dios mismo. Tal
insulto no podía quedar impune por Él. El castigo fue la ceguera espiritual
como la de los fariseos, ¡un castigo espantoso! ¡Dios, ten piedad de nosotros!
Kyrie
eleison.