Segundo
Diluvio
Del primer Diluvio
surgió una edad de oro.
Del segundo surgirá un gran triunfo de la Iglesia.
Repito,
el actor principal en el drama mundial de Covid que se desarrolla a nuestro
alrededor es Dios Todopoderoso, nada menos. Por supuesto que Él no juega ningún
papel en los multitudinarios pecados involucrados, como pecados, pero es Él
quien creó el universo y quien sostiene en existencia lo que Él creó por cada
momento que existe, sin lo cual se colapsaría de nuevo en la nada. ¿Y para qué
lo creó? Para poblar su cielo con criaturas racionales, angélicas o humanas,
que habrán hecho uso de la existencia y el libre albedrío que Dios les ha dado
para elegir, según las condiciones de Dios, de aceptar su oferta de felicidad eterna
con Él en su cielo. Y con una sabiduría divina muy por encima de todo
entendimiento humano, Él gestiona de tal manera toda la vida aquí en la tierra
que cada alma humana que llega a la edad de la razón no sólo tiene las pruebas
suficientes para asegurarse de que Le ama lo suficiente como para merecer el
cielo, sino también la gracia actual suficiente para asegurarse de que puede
llegar al cielo si lo desea.
Por
lo tanto, es Dios quien dirige en última instancia lo que podemos llamar este
colapso de Occidente, al igual que dirigió el Diluvio en tiempos de Noé, para
castigar a la humanidad pecadora y evitar que poblara el infierno en lugar del
cielo. En realidad, el castigo fue también una gran misericordia, porque toda
la humanidad había “corrompido sus caminos” (Génesis VI, 11–12), de modo que
sin duda una gran multitud de hombres iba camino de la condenación eterna y
lograba – como hoy – llevarse consigo prácticamente a todo el mundo. Tal había
sido el efecto del pecado original, durante los aproximadamente mil años
transcurridos desde Adán y Eva. Pero como los hombres se dieron cuenta
progresivamente de que las aguas crecientes del Diluvio no les iban a dejar
escapar, una minoría de ellos habrá aprovechado la lenta subida de las aguas
para hacer un acto de contrición suficiente para salvar sus almas para la
eternidad. ¡Pregunten a cualquiera de esas almas, ahora en el cielo, si el
Diluvio no fue un enorme acto de misericordia de Dios!
Del
mismo modo, hoy en día. La humanidad ha corrompido sus caminos, en toda la
tierra, con el materialismo occidental, y peor que en tiempos de Noé, porque
esta vez ha tenido lugar la Encarnación, y después de beneficiarse de ella
durante un tiempo, esta vez los hombres han despreciado no sólo a Dios, sino
incluso al Dios encarnado, visiblemente crucificado por ellos, para dotarles de
una Iglesia que les ayude a salvar sus almas. Sin embargo, esta vez incluso sus
propios eclesiásticos Lo han despreciado prácticamente, desde el Vaticano II.
Han pasado 56 años desde el final del Vaticano II, y la corrupción sigue
avanzando muy rapido. Ahora bien, ¿puede alguien acusar a Dios de haberse
apresurado a golpear, como lo hizo en 2020? Difícilmente. ¿O puede alguien
decir que empezó a golpear con mano dura? Difícilmente, cuando uno piensa en
las desgracias como el colapso económico total o las guerras civiles o las
hambrunas anunciadas para los próximos años. Y si éstas llegan, por la malicia
de los hombres (y sólo con el permiso de Dios), ¿quién podrá decir que no
fueron merecidas?
Sin
embargo, Dios es paciente con cada uno de nosotros, y su misericordia es
eterna, sólo que debe golpear y seguir golpeando con fuerza hasta que
aprendamos la lección, y hasta que comencemos a pensar de nuevo en llegar al
cielo. Porque para muchos de nosotros la lección, por dura que sea, llegará
demasiado tarde, y sólo dará lugar a maldiciones, contra Él, contra nuestros
semejantes, contra la vida, contra los políticos, contra cualquiera, excepto la
única persona verdaderamente responsable de mi propia angustia, y ésta será: yo
mismo.
Por
eso, en todo lo que viene veré la mano (sin pecado) de Dios, y me
pondré de rodillas para rogarle que se apiade de nosotros, pobres
pecadores. Los hombres ya no pueden limpiar su propio desorden, sólo pueden
empeorarlo. Con la gracia de Dios tendré compasión de todos ellos, y haré lo
que pueda hacer, para ayudarles a salvar sus almas, pero sólo de Dios esperaré
verdaderas soluciones. Y Él al menos tendrá la sabiduría y el poder de dirigir
todo para lo mejor, eso lo sé de antemano.
Kyrie
eleison.