El Padre Wegner con Monseñor Fellay y el P. Rosica, importante colaborador de Francisco.
"Entiendo que en estos tiempos de
confusión y crisis, existe la tentación de buscar respuestas fáciles para
explicar la corrupción en la Iglesia. Pero hay que tener cuidado. Si bien no
podemos descartar el efecto adverso del Concilio Vaticano II y las consecuencias
que ha tenido en el Cuerpo Místico de Cristo, temo que las raíces de la crisis
de abusos sexuales son mucho más profundas."
¿Cuáles son esas raíces
más profundas de la crisis de abusos (homo)sexuales en el clero? ¿El
liberalismo? Ciertamente que es una de las causas de la invasión
homosexual del clero católico y el P. Wegner habría hecho bien en mencionarla.
¿El modernismo? Idem. Y hay otras causas de este desastre terrible, que el
superior del distrito de EE.UU podría haber mencionado, como la infiltración de
los seminarios, planificada por comunistas y masones, o como la entronización de Satanás en la Iglesia hecha el 29 de junio de 1963. Pero estas concausas son como afluentes que confluyeron
en el río de aguas envenenadas que es el concilio Vaticano II. El P. Wegner pudo decir
algo de esto, pero, en cambio, se limitó a atenuar el papel
primordial que en este desastre sin precedentes jugó el último concilio; de
modo que para los fieles que leen la carta del superior de EE.UU., queda
clara una sola cosa en cuanto al origen de la infestación sodomita del clero
católico: que se debe exculpar al Vaticano II de la acusación de ser la causa
principal de esa gran calamidad.
A la hora de hablar claro
sobre este sórdido asunto, ante todo, es preciso reconocer que, actualmente, en
la Jerarquía católica existe una verdadera y propia infestación sodomita,
una plaga de enormes proporciones; y -segunda cosa- que se puede
hablar de una real invasión o infestación sodomita del clero sólo desde el
concilio, pues aunque es verdad que antes del concilio hubo homosexuales entre
las almas consagradas (siempre hay cizaña entre el trigo), jamás en toda
la historia de la Iglesia, la presencia de estos elementos alcanzó las pavorosas
proporciones de hoy. Si antes del fatídico concilio siempre hubo uno
que otro tumor sodomita entre el clero, a partir de él se observa que el cáncer sodomita se ha hecho metastásico,
se ha propagado por todo el cuerpo de la Iglesia, desde el Vaticano hasta la
última parroquia, seminario o convento. Por tanto, hay que estar ciegos para no ver que algo ha sucedido en el concilio Vaticano
II, que ha hecho posible la conquista del clero por los sodomitas.
San Pablo nos aporta las claves para comprender lo que sucedió. En efecto, cuando leemos, en el primer capítulo de la Epístola de San Pablo a los Romanos, la explicación del origen de la sodomía en el mundo, se comprende el rol principal que tuvo el Vaticano II en la epidemia homosexual sin precedentes que devasta a la Jerarquía de la Iglesia:
18 Pues la ira de Dios se revela desde el cielo
contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que injustamente cohíben la
verdad (traducción de Straubinger).
La culpable opresión de la verdad, es algo que no
queda sin castigo. El Apóstol nos dice que tal coerción de la verdad se ejecuta
por medio de la impiedad y de la injusticia. Por impiedad debe
entenderse el pecado contra el culto debido a Dios. La palabra injusticia se
refiere al pecado en contra del hombre. Cita de Santo Tomás de Aquino en su
comentario sobre Romanos: "Así como se dice que la piedad es el culto que
se ofrece a Dios como a Sumo Padre, así también se dice que la impiedad es el
pecado contra el culto divino. Luego habla de la culpa que se comete contra el
hombre, diciendo: e injusticia." Ahora bien, ¿qué
hizo esencialmente el Vaticano II, sino cohibir
o aprisionar la verdad, al
falsear la religión verdadera, pecando gravísimamente
contra el culto de Dios, y darla así, falseada, a los fieles, pecando gravísimamente contra
los hombres? Notoriamente, entonces, el Vaticano II cometió ambos
pecados, traicionando a Dios y a las almas.
Prosigamos citando la
Epístola de los Romanos:
21 Pues aunque conocían a Dios, no le honraron
como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus
razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido.
...“por haber sido oscurecido,
su corazón se hizo insensato, privado de la luz de la sabiduría, por la cual
conoce el hombre verdaderamente a Dios. En efecto, así como el que desvía los
ojos corporales del sol material cae en la oscuridad material, así también
aquel que se aparta de Dios, apoyándose en sí mismo y no en Dios, se oscurece
espiritualmente.” (S. Tomás, op. cit).
22 Alardeando de sabios, se volvieron necios, 23
y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por la semejanza de la imagen del
hombre corruptible...
En el Vaticano II se
inicia el culto del hombre en la Iglesia, se inaugura la herética
nueva religión humanista o “religión conciliar”, opuesta a la religión católica
y destinada por el infierno a sustituirla, intento que fracasará
inexorablemente en virtud de la promesa de Cristo sobre la invencibilidad de su
Iglesia. Nunca, sin embargo, la Iglesia se encontró en mayor peligro que en
este momento de la historia, en el que todos los fieles católicos han sido convertidos súbitamente en herejes al menos materiales
por aquél concilio maldito. "Su delito consistió en que, en cuanto de
ellos mismos dependía, transfirieron el honor divino a otro ser,
según aquello de Jeremías (II,2): Mi pueblo ha transferido su Gloria a un ídolo",
cometa Santo Tomás.
24 Por eso Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus
corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos;
La actual infestación sodomita en el clero católico es, pues, un castigo por el engaño y traición sin precedentes del concilio Vaticano II. “No se quiere decir que Dios entregue
directamente a los hombres a la inmundicia inclinando el apetito del hombre al
mal -aclara Santo Tomás-, porque todo lo ordena Dios para Sí mismo, y el pecado
es algo que se obra por aversión a Él. Pero indirectamente lleva a los hombres
al pecado en cuanto justamente substrae la gracia por la cual los hombres se
contenían para no pecar, así como si alguien le retira a alguien su
sustentáculo, se dice que causa su caída.”
25 porque trocaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y
sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos.
Amén.
Comenta Santo Tomás: ...“al decir trocaron,
etc., indica el delito de impiedad que cometieron contra la verdad de la divina
naturaleza (…) en cuanto es la razón de lo que se debe conocer, como verdad
primera, y respecto de esto dice el Apóstol que trocaron la verdad de Dios en
mentira (...) porque el verdadero conocimiento que recibieran de Dios con
perversa razón lo trocaron en dogmas falsos” como la libertad religiosa,
el ecumenismo, la colegialidad y otros errores del Vaticano II que son como los
dogmas de la religión conciliar. “Han avezado sus lenguas a hablar con
mentira (Jer 9,5). De otro modo también trocaron la verdad de Dios en mentira,
porque la naturaleza de la divinidad, que es la verdad misma, la atribuyeron al
ídolo, que es mentira por cuanto no es Dios”: el culto del hombre inaugurado en el concilio.
26 Por esta razón Dios los entregó a pasiones ignominiosas; porque
sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra la naturaleza;
..."por haber trocado la verdad de
Dios en mentira, los entregó Dios, no ciertamente empujándolos al mal, sino
abandonándolos a pasiones ignominiosas, o sea, a pecados contra natura (...) Y
se les llama pasiones ignominiosas porque no son dignas de mencionarse según
aquello de Efesios 5,12: da vergüenza hasta el nombrar las cosas que ellos
hacen en secreto. En efecto, si los pecados de la carne comúnmente se censuran
porque por ellos se rebaja el hombre a lo que es bestial en él, con mucha mayor
razón por el pecado contra natura, por el cual el hombre cae aun por debajo de
la naturaleza bestial. Trocaré su gloria en ignominia (Os 4,7)." (S. Tomás, op. cit).
27 y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso
natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo
acciones torpes hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo
correspondiente a su extravío. 28 Y como ellos no procuraron conocer a Dios,
Dios los entregó a su réprobo sentir, para que cometieran actos indecentes; 29
estando llenos de toda injusticia, maldad, avaricia y malicia; colmados de
envidia, homicidios, pleitos, engaños y malignidad; son chismosos, 30
detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores
de lo malo, desobedientes a los padres, 31 insensatos, desleales, hombres sin
amor y despiadados; 32 los cuales, aunque conocen el decreto de Dios que los
que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que
también aprueban a los que las practican.