La carta de Monseñor A. Di
Noia a los sacerdotes de la FSSPX está en la prensa. ¡Ahora está publicada en
el sitio del Vaticano! El prelado recomienda en la misma carta no dirigirse a
los medios para tratar las relaciones entre la Fraternidad y Roma.
Felizmente esta
publicación nos permitirá analizar los métodos de Monseñor Di Noia. A primera
vista este prelado no tiene nada de iceberg. Su aspecto es más bien afable, es
sin embargo un americano conductista que utiliza los métodos de los psicólogos
y sociólogos americanos para llevar a cabo las negociaciones y las discusiones
difíciles.
¿Qué es un conductista? Esta
importante corriente agrupa psico-sociólogos, ya sean universitarios o no (Elton
Mayo, Blake et Mouton, Mc Gregor, Herzberg, etc.) que han desmenuzado los
fenómenos de las relaciones en diversas organizaciones. Muy en boga en los
medios militares y en las empresas, actualmente ocupa un lugar ineludible. Su
característica es la de tomar en cuenta el comportamiento externo de
los individuos independientemente del contenido de las relaciones entre los
hombres y de considerar este comportamiento como esencial. Pueden
tratar la relación humana sin detenerse en la razón de ser de la relación. La
especificidad está situada en el rango de las variables accidentales.
Un espíritu Tomista, ve
inmediatamente la inversión que consiste en tomar lo accidental, lo accesorio,
es decir, el comportamiento, como objeto de estudio, relegando lo esencial, es
decir, el verdadero contenido de la relación, como una variable. Por ejemplo,
se habla con Roma sin abordar las cuestiones doctrinales. Estas teorías
preconizan así métodos para mantener las relaciones interpersonales o de grupo,
en grupos “eficaces y productivos”
Ciertamente no todo es
malo en estos métodos cuyo enfoque positivista demuestra algunas veces una
cierta utilidad. Pero ellos son insoportables cuando el contexto y la vocación
de los grupos ordenan buscar una verdad más alta que la utilidad y vivirla.
Puede utilizarse este método en una reunión de producción en una empresa
agroalimentaria o en una industria textil. Pero el lector estará de acuerdo con
nosotros que no podría proponerse cuando abordamos las cuestiones espirituales
y la cuestión sobrenatural de la salvación eterna.
Uno de los
esquemas emblemáticos del conductismo es el que ha propuesto la escuela de Palo
Alto fundada por Gregory Bateson (1904-1980). Allí se dice, entre otras cosas,
que, en caso de dificultades que bloqueen la comunicación, conviene mostrarlo a
un nivel superior, al nivel de la “meta-comunicación” que consiste en comunicar
sobre la comunicación. Si se rechaza la “meta-comunicación”, se corre el riesgo
de entrar en conflicto. Este método pide poner el énfasis en la
importancia de un acuerdo, en la importancia de las actitudes y de los
procedimientos en detrimento del contenido, en detrimento de la razón de ser de
la relación entre dos personas.
Sea lo que sea, Monseñor
di Noia parece ser un apasionado de los métodos conductistas, apegándose al
exterior y vaciando la relación de su contenido substancial. Sin duda usa el
enfoque “Palo-Altista” para analizar las negociaciones entre el Vaticano y la
FSSPX.
Él menciona
cuidadosamente los siguientes hechos:
1.- A pesar del deseo de
unidad de ambas partes, las relaciones no han sido buenas, siendo el obstáculo
el Vaticano II
2.- El prelado sube a un
nivel superior y comunica sobre la comunicación.
3.- En este nivel,
conviene examinar el por qué de los bloqueos y proponer medios de superarlos
con el fin de iniciar de nuevo.
Estos son los pasajes de
la carta romana que corresponden a estas tres etapas:
1.) Primera etapa: el
deseo de unidad:
Nuestra reciente
declaración (28 de octubre de 2012) afirmó de manera pública y autorizada que
las relaciones de la Santa Sede con la Fraternidad Sacerdotal San Pio X
permanecían abiertas y plenas de esperanza”.
Y más abajo:
“Con estas palabras, el
Apóstol Pablo nos amonesta a mantener la unidad de la Iglesia, la unidad que es
dada por el Espíritu y la cual nos une al único Dios “que está sobre todos,
actúa por todos y está en todos” (Efesios, 4, 6). La verdadera unidad es un don
del Espíritu, no es algo de nuestra propia creación. Sin embargo, a través de
nuestras acciones y decisiones nosotros somos capaces de cooperar en la unidad
del Espíritu, o de actuar en contra de las inspiraciones del Espíritu”.
Pero en esta etapa, se
constatan también bloqueos. De manera insinuante, el prelado anota primero:
“Hasta
ahora, aparte de sus pronunciamientos oficiales, la Santa Sede, por varias
razones, se ha abstenido de corregir ciertas afirmaciones inexactas acerca de
su conducta y su competencia en estas interacciones. Sin embargo se acerca el
tiempo en que, en interés de la verdad, la Santa Sede estará obligada a abordar
algunas de estas inexactitudes”.
Más abajo, son Monseñor
Fellay y sus principales colaboradores en las negociaciones secretas con Roma a
quienes se dirige. ¿Sorprendente? No, porque hay que actuar sobre los
protagonistas. Es inútil hablar de otras personas, de aquellas que no tienen
voz en el capítulo y que no tienen ninguna utilidad.
“Recientes aseveraciones
de personas que ocupan posiciones significativas de autoridad en la Fraternidad
no pueden sino causar preocupación acerca de posibilidad efectiva de una
reconciliación. Pensamos en particular en las entrevistas dadas por el Superior
del Distrito de Alemania, antiguo Superior General de la Fraternidad (18 de
septiembre de 2012) y por el Primer Asistente de la Fraternidad (16 de octubre
de 2012), y un sermón reciente del Superior General (1° de Noviembre de 2012)”.
Esto tiene por objeto
poner a los futuros interlocutores en estado de inferioridad infringiéndoles
públicamente una afrenta, mientras que la prensa, casi unánimemente, canta “la
mano tendida” que el Papa ofrece una vez más a Monseñor Fellay.
2.) Segunda etapa:
Monseñor di Noia propone subir al nivel de la « meta-comunicación”.
“En estas
circunstancias, mientras que la esperanza sigue fuerte, está claro que algo
nuevo debe ser inyectado en nuestras conversaciones si no queremos aparecer
ante la Iglesia, ante el público en general y ante nosotros mismos, como
comprometidos en un intercambio cortés pero sin final y sin fruto. Algunas
nuevas consideraciones de naturaleza mas espiritual y teológica son necesarias,
consideraciones que trascienden los desacuerdos importantes pero aparentemente
insuperable sobre la autoridad e interpretación del Concilio Vaticano II que
ahora nos divide, consideraciones que se enfocan más en nuestro deber de
preservar y apreciar la divinamente querida unidad y paz en la Iglesia”.
3.) Tercera etapa: Falta
saber cuáles son estas nuevas consideraciones, susceptibles de superar el
obstáculo.
Ellas son de dos suertes:
La primera consiste en practicar las virtudes, las cuales son explicadas,
desarrolladas y repetidas hasta el cansancio a lo largo de toda la carta. Para
darles todo el peso requerido y hacerlo una plataforma intangible, san Pablo,
santo Tomás, el Espíritu Santo y Dios mismo son convocados para apoyar la
propuesta del prelado romano.
« San Pablo nos dice: « Tened mucha
humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor. (Efesios 4,2)
Para Monseñor de Noia,
está claro que las cuatro virtudes incitan a dejar caer las críticas. Pero si
la necesidad de criticar persiste a pesar de todo, “debe ser hecha con caridad, en el momento adecuado y en el lugar
apropiado”. Las consideraciones nuevas estarían incompletas si se quedara
la crítica, incluso cortés. Hay que asfixiar la crítica, es decir, vaciar la
relación entre la Fraternidad y Roma de su contenido, de su razón de ser. ¿Cómo
habrá que hacerlo?
Primeramente, respetando
el primer punto que expone las condiciones nuevas, a saber: humildad, mansedumbre, paciencia, amor.
Si usted critica, ¿da prueba de humildad? ¿Da prueba de paciencia? ¿No podría
usted esperar un poco? ¿Cómo podemos creer en su amor si usted critica?
En segundo lugar, si se
trata de puntos que parecen difíciles de conciliar con la enseñanza del
magisterio, “estas cuestiones teológicas
no deben constituir el centro de su predicación o de su formación”. Por lo
tanto ya no se deberá explicar a los fieles las razones por las cuales ellos
están en las capillas, por qué las Iglesias les son negadas, por qué sus peregrinaciones no son apoyadas mas que por
la Tradición, por qué las iglesias están desiertas, por qué los seminarios
están vacíos, por qué las vocaciones religiosas están en caída libre. No, sobre
las causas del desastre, silencio. Igualmente, los seminaristas no serán
instruidos en las razones de la fundación del seminario de Ecône, mientras que
los otros seminarios diocesanos están vacíos. No, no se debe decir nada.
Si se trata del
magisterio actual del Vaticano II, la FSSPX ha sido advertida que es muy « complicado ».
“Ha
sido un error tomar cada punto difícil de la interpretación teológica del
Vaticano II como una cuestión de controversia pública, tratando de de influir
en aquellos que no son teológicamente sofisticados a adoptar el propio punto de
vista acerca de sutiles cuestiones teológicas”.
Y también:
El teólogo no debe “presentar
sus propias opiniones o hipótesis divergentes como si fueran conclusiones no
discutibles. Respeto a la verdad tanto como al pueblo de Dios requiere esta
discreción (cf. Rom. 14:1-15, 1 Cor. 8, 10:23-33). Por las mismas razones, el
teólogo se abstendrán de dar expresión pública prematura a ellos "(§ 27).
Por lo tanto, la
situación es clara. No a la crítica, solamente mucha humildad, mansedumbre,
paciencia y amor: por la unidad. ¿Unidad
en torno a qué? ¿En torno a cuál fe? ¿En torno a la libertad religiosa ?
¿En torno de las JMJ ? ¿En torno al espíritu de Asís ? ¡Ah! He
aquí cuestiones inconvenientes, furtivas e injuriosas, que hieren el Corazón de
Cristo, al Espíritu Santo, a la Iglesia y a los fieles. ¡Vergüenza a aquellos
que osen plantearlas!
Conclusion :
En el plano de la
comunicación, Monseñor Fellay ha cometido varios errores. En primer lugar,
aceptando o proponiendo el secreto. Porque se ha aislado por lo mismo de los
sacerdotes de la Fraternidad. Ahora bien, el hombre necesita información.
Contrariamente a algunos psicólogos, sostenemos que el hombre está mucho más
orientado hacia el futuro que dominado por pretendidas represiones de su
pasado. De allí su importante necesidad de información. Sin duda habría que
hacer aquí ciertas distinciones, pero ese no es nuestro tema. Contentémonos con
decir: Una “buena” información es vital. El secreto engendra la duda, las
disfunciones. Por lo tanto este fue su primer error. Surcar luego el planeta
para intentar reparar (?) las causas de la falta de información es causa
perdida.
El segundo error es el
de exponerse a ser desposeído de su rol de Superior dejándose manejar por
Monseñor di Noia quien se dirige directamente a todos los sacerdotes. Es un
corto circuito magistral, mostrando que Monseñor di Noia sabe lo que hace. El
corto-circuito sería tolerable si fortaleciera a Monseñor Fellay. Al contrario,
le da una paliza quejándose de su comportamiento. ¿Por qué la carta está
destinada a los sacerdotes y no únicamente al superior si no es para tambalear
la posición de Menzingen? ¿No es cierto también, que esto es así porque el
prelado romano está seguro que Monseñor Fellay ya no puede echarse para atrás?
¿De dónde viene esta inquietante seguridad? ¿Tiene Monseñor Fellay la forma de
retirarse de este avispero? El tiempo lo dirá. En todos los casos, la nocividad
de Roma conciliar será demostrada por los rastros dejados en el cuerpo de la
FSSPX.
Si ustedes todavía no se
convencen del hecho de que el conductismo es sin fe ni ley, no tiene mas que
esperar los acontecimientos próximos… usted verá el espíritu de Palo Alto
transformar a la Santa Sede en Santa Trampa.
Hugo