Os he dicho estas cosas para que no os
escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas, y viene la hora en que
cualquiera que os mate pensará que sirve a Dios. Y os harán esto porque no
conocieron al Padre ni a Mí. San Juan Crisóstomo comenta que Nuestro Señor intenta consolar a los
Apóstoles con estas palabras, como si dijera: basta para vuestro consuelo el
saber que padecéis esto por Mí y por mi Padre. Nos dice Cristo: Me persiguieron a Mí y os perseguirán
también a vosotros. La persecución es para nosotros católicos el pan nuestro de
cada día; esta es la señal de que somos discípulos verdaderos de Jesucristo (P. B. Martín
Sánchez en “El Reino de los Cielos Padece Violencia"). Así que la
verdadera señal o marca de los auténticos discípulos de Cristo es sufrir
persecuciones.
Os he dicho estas cosas para que no os
escandalicéis, es decir,
no tropecéis y seáis vencidos al ver
que la persecución viene a veces de donde menos podía esperarse: de los
buenos, de los más cercanos, de los amigos, de los superiores, de los compañeros
de combate. Jesús nos previene para que
no incurramos en el escándalo de que habla Mt 13, 21 (Mons. Straubinger): lo sembrado en pedregales es el que oye la
palabra y la recibe con gozo, pero no tiene raíz en sí mismo sino por un
tiempo, y cuando viene la tribulación o la persecución por la palabra, pronto
se escandaliza.
Os expulsarán de las sinagogas -o de la
Iglesia mediante excomuniones, como en 1988; o de una determinada congregación- y
viene la hora en que cualquiera que os mate pensará que sirve a Dios. Y os
harán esto porque no conocieron al Padre ni a Mí. Dice Mons.
Straubinger: Rara vez habrá quien haga el
mal por el mal mismo, y de ahí que la especialidad de Satanás, habilísimo
engañador, sea llevarnos al mal con apariencia de bien. Así Caifás condenó a
Jesús, diciendo piadosamente que estaba escandalizado de oírlo blasfemar, y
todos estuvieron de acuerdo con Caifás.
“Todos
los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecución”, dice San
Pablo (2 Tim 3. 12). No hay duda de que
todos los que quieren vivir conforme a la doctrina de Cristo serán perseguidos
por envidia y malicia. Serán perseguidos por los demonios... por el mundo
corrompido... Se les llenará de injurias, de burlas, de afrentas, de desprecio,
siempre por envidia, ceguedad, injusticia y crueldad. Serán perseguidos en odio
a la verdad, de los buenos ejemplos, del Evangelio, de la religión, del orden,
de la sana doctrina, de la moral (…)...
Serán perseguidos por sí mismos, por la concupiscencia, por el hombre viejo,
que afrentan, que encadenan a pesar suyo, y que someten al espíritu.
No es cosa nueva que las almas piadosas sean perseguidas; esto se verifica desde el principio del mundo. Así Caín persiguió al piadoso Abel, su hermano, y le mató. (…) Abraham fue perseguido por los cananeos. Lot por los sodomitas. Isaac por Ismael. Jacob por Esaú, José por sus hermanos, Moisés por el faraón. Los hebreos primero por los egipcios y más tarde por los filisteos y otras naciones. Saúl persiguió a David; Absalón persiguió a su padre David; Manasés persiguió a Isaías; los judíos persiguieron a Jeremías, a Amós, a Ezequiel y a los demás profetas. Nabucodonosor persigue a Daniel (...) Herodes (el Grande) persigue a los santos Inocentes y (Herodes Antipas) hace decapitar a San Juan Bautista; Jesucristo es perseguido hasta su muerte... Los apóstoles son perseguidos de mil maneras, y se les sentencia muerte por ser discípulos de Jesucristo... ¡Cuántos millares de mártires!... Todos los santos han sido más o menos perseguidos... (P. B. Martín S., ibíd.). Pensemos en los Cristeros perseguidos por los masones, en México, en el siglo pasado. En los católicos perseguidos por los comunistas en España, por la misma época, y en el resto del mundo durante la mayor parte del siglo XX. Pensemos en los millones y millones de niños asesinados en el vientre de sus madres, perseguidos por éstas y por médicos criminales…
Estimados hermanos: somos perseguidos
porque queremos mantenernos enteramente católicos. Tengamos, entonces, siempre
presentes las palabras eternas de Cristo: Mirad
que yo os envío como ovejas en medio de lobos... por mi causa seréis conducidos
ante los gobernadores y los reyes para dar testimonio de mí ante ellos y ante
las naciones (Mt 10 16-18). En el
mundo tendréis grandes tribulaciones, pero tened confianza: yo he vencido al
mundo (Jn 16 33). Sabed que yo estaré
siempre con vosotros, hasta el fin del mundo (Mt 28, 20). Felices los que padecen persecución por la
justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 10). Felices seréis cuando os insulten y os persigan,
y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí. Alegraos y
regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa (Mt 10 11).
El que pierda su vida por mi amor, la
salvará (Lc 9, 24).