Castigo de Sodoma y Gomorra
En muchos medios católicos modernistas y hasta en
los llamados “conservadores”, se predica mucho que Dios no castiga, que los que
se van al infierno es por su propia mala voluntad y no porque haya un castigo
positivo de Dios.
Como dice el dominico Padre Calmet: “Muchos no saben
más reconocer al Señor cuando el visita, por los flagelos de la justicia, una
ciudad o un pueblo que han prevaricado; muchos no creen más en las
intervenciones de la justicia de Dios. Bajo pretexto de que el Evangelio
anuncia la salvación y la misericordia, ellos encuentran inadmisible hablar de
castigos celestes; esta noción sería anticuada y retrógrada. La verdad es
diferente. Es cierto que el tiempo de la Redención es un tiempo de misericordia
y de salvación, pero es igualmente cierto que los golpes de la justicia son muy
frecuentemente necesarios para encaminar a los criminales hacia las dulzuras de
la misericordia. Recordémonos aquí del buen ladrón y que su ejemplo nos
esclarezca. Es muy probable que él no habría obtenido el perdón y que él no
habría probado los efectos de la misericordia de Jesús si él no hubiese sido
castigado y si él no hubiese acabado por reconocer la mano de Dios en esta
misma punición.” (En “Théologie de
l´histoire”; página 108 – Editions Dominique Martin Morin – Octubre 1984 –
Prologado por Mons. Lefebvre)
Por otro lado, la Sagrada Escritura tiene varios
pasajes en los que se revela que Dios castiga positivamente el mal
–temporalmente para que nos convirtamos si andamos por mal camino; o eternamente
si morimos en pecado mortal-.
Transcribiremos algunas de ellas.
“¡Ay de la
nación que se levante contra mi pueblo! porque el Señor Todopoderoso tomará de
ella venganza, la visitará en el día del juicio; pues enviará fuego y gusanos
sobre sus carnes, para que se abrasen y sufran eternamente.” (Judit 16, 20-21) “Humilla cuanto puedas tu espíritu; porque
el fuego y el gusano castigarán la carne del impío.” (Eclesiástico 7, 19)
Y Jesús citando a Judit y al Eclesiástico enseña: “Y si tu ojo te escandaliza, sácalo; más
te vale entrar en el reino de Dios teniendo un solo ojo que con tus dos ojos
ser arrojado a la gehena (al infierno), donde ´el gusano de ellos no muere y el fuego no se apaga´. Porque cada uno ha de ser salado por el
fuego.” (Mc. 9, 47-49ª)
“Entonces dirá también a los de su izquierda:
“Alejaos de Mí, malditos, al fuego eterno; preparado para el diablo y sus
ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me diste
de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo y no me vestisteis;
enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.” Entonces responderán ellos
también: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo,
enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” Y Él les responderá: “En verdad, os
digo: en cuanto habéis dejado de hacerlo a uno de éstos, los más pequeños,
también a Mí lo hicisteis.” Y éstos irán al suplicio eterno, mas
los justos a la eterna vida.” (Mt.
25, 41-46)
“Aun no
habéis resistido hasta la sangre, luchando contra el pecado, y os habéis
olvidado de la consolación que a vosotros como a hijos se dirige: “Hijo mío, no
tengas en poco la corrección del Señor, ni caigas de ánimo cuando eres
reprendido por Él; porque el Señor corrige a quien ama, y a todo el que
recibe por hijo, le azota.” Soportad, pues, la corrección. Dios os
trata como a hijos. ¿Hay hijo a quien su padre no corrija? Si quedáis fuera de
la corrección, de la cual han participado todos, en realidad sois bastardos y
no hijos. Más aún, nosotros hemos tenido nuestros padres según la carne que nos
corregían, y los respetábamos. ¿No nos hemos de someter mucho más al Padre de
los espíritus, para vivir? Y a la verdad, aquéllos castigaban para unos
pocos días, según su arbitrio, mas Éste lo hace en nuestro provecho, para que
participemos de su santidad. Ninguna corrección parece por el momento
cosa de gozo, sino de tristeza; pero más tarde da a los ejercitados por ella el
aplacible fruto de justicia. Por lo cual “enderezad las manos caídas y las
rodillas flojas, y haced derechas las sendas para vuestros pies”, a fin de que
no se descamine lo que es cojo, antes bien sea sanado.” (Heb. 12, 4-13)
“Porque si
a los ángeles que pecaron no los perdonó Dios, sino que los precipitó en el
tártaro, entregándolos a prisiones de tinieblas, reservados para el juicio, y
si al viejo mundo tampoco perdonó, echando el diluvio sobre el mundo de los
impíos y salvando con otros siete a Noé como predicador de la justicia; y si condenó a la destrucción
las ciudades de Sodoma y Gomorra, tornándolas en cenizas y dejando para los
impíos una figura de las cosas futuras, mientras que libraba al justo Lot,
afligido a causa de la vida lasciva de aquellos malvados –pues este justo, que
habitaba entre ellos, afligía día por día su alma justa al ver y oír las obras
inicuas de ellos- bien sabe entonces el Señor librar de la tentación a
los piadosos y reserva a los injustos
para el día del juicio que los castigará, sobre todo a los que en deseos
impuros andan en pos de la carne y desprecian el Señorío.” (2 Pedro 2, 4-10a )
“Yo
reprendo y castigo a todos los que amo. Ten, pues, ardor y
conviértete.” (Ap.
3, 19)
“Cuando se
hayan cumplido los mil años Satanás será soltado de su prisión, y se irá a
seducir a los pueblos que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y
Magog a fin de juntarlos para la guerra, el número de los cuales es como la
arena del mar. Subieron a la superficie de la tierra y cercaron el campamento
de los santos y la ciudad amada; mas del cielo bajó fuego [de parte de Dios] y
los devoró. Y el Diablo, que los seducía, fue precipitado en el lago de fuego y
azufre, donde están también la bestia y el falso profeta; y serán atormentados
día y noche por los siglos de los siglos.” (Ap. 20, 7-10)
***
Y también castigó Dios Uni-Trino
a Dios Hijo encarnado para satisfacer a la Justicia Divina vicaria o
sustitutivamente –por los pecados de los hombres-. “Cristo padeció, no por propia
culpa, sino para restituir al Padre, en beneficio nuestro, el honor que le
habíamos robado nosotros.” (Biblia de Straunbinger a Isaías 53, 4 s.) ¿Y cuándo
le robamos el honor a Dios? En el pecado original-originante de Adán en el
Paraíso al comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Porque
–como dice San Pablo- todos pecamos en Adán. Y la ofensa y/o desobediencia
hecha a Dios por Adán fue de carácter infinito por haber sido
realizada contra el Ser infinito que es Dios. Esa deuda de carácter infinito no
podía pagarla Adán y toda su descendencia por ser seres humanos finitos y de
merecimientos finitos. Por eso tuvo que
pagarla Dios Hijo encarnado, hecho pasible –con necesidad no absoluta sino
hipotética o de suposición, es decir, supuesto el pecado de Adán-. Pues Jesús
pudo pagar esa deuda de carácter infinito por ser su Persona Divina, infinita.
Tuvo que haber –y hubo- una Víctima Divina, Hostia Inmaculada de la Justicia
Divina. Y la deuda de carácter infinito, la pagó por nosotros siendo castigado
–sin merecerlo- muriendo en la Cruz. La Justicia Divina con su Muerte, con su
Sacrificio de la Cruz se vio satisfecha y causó nuestra paz en relación a Ella.
El Castigo al Verbo Encarnado en su Pasión y Muerte en la Cruz fue el Castigo
por Antonomasia[1] a
quien Dios ama.
“Él, en
verdad, ha tomado sobre sí nuestras dolencias, ha cargado con nuestros dolores,
y nosotros le reputamos como castigado, como herido por Dios y humillado. Fue
traspasado por nuestros pecados, quebrantado por nuestras culpas; el castigo, causa de nuestra paz, cayó
sobre él, y a través de sus llagas hemos sido curados. Éramos todos
como ovejas errantes, seguimos cada cual nuestro propio camino; y Yahvé cargó
sobre él la iniquidad de todos nosotros. Fue maltratado, y se humilló, sin
decir palabra; como cordero que es llevado al matadero; como oveja que calla
ante sus esquiladores, así él no abre la boca. Fue arrebatado por un juicio
injusto, sin que nadie pensara en su generación. Fue cortado de la tierra de
los vivientes y herido por el crimen de mi pueblo.”
(Isaías 53, 4-8)
Sobre todo este capítulo 53 de Isaías, dice
Straunbinger en su Biblia: “Este capítulo, llamado el “Pasional de oro”, es
como un resumen de la Pasión de Cristo según los Evangelios, escrito ocho
siglos antes.”
Nota bene: Si bien la Justicia Divina y su
correspondiente castigo existen – como lo hemos demostrado-; la omnipotencia de
Dios se manifiesta sobre todo por su Misericordia y su correspondiente perdón,
como lo reza la oración Colecta del Domingo X después de Pentecostés, según el
misal tridentino: “Oh Dios, que principalmente manifiestas tu omnipotencia perdonando y usando de
clemencia, multiplica sobre nosotros tu misericordia; para que, corriendo tras
de tus promesas, nos hagas participar de los bienes celestiales.” O como revela
el Salmo 144, 9: “El Señor es suave en
todas sus cosas: y su compasión (conmiseración, piedad) está sobre todas sus
obras.”
Y esto debe ser así porque opinamos que después del
pecado, Dios debía –por causa de la Caridad que Él es- perdonar y salvar a sus
elegidos desde toda la eternidad pues, en un solo y mismo acto eterno Dios
predestinó a Cristo y a los predestinados; más allá o más acá del pecado.
(Conferir Suma Teológica de Santo Tomás P. III; q. 24; a. 3 y 4)
Hilario Atanasio
Montevideo
Uruguay
2018
[1] Por antonomasia: Denota que a una persona o cosa le conviene el nombre
apelativo con que se la
designa, por ser, entre todas las de su
clase, la más importante, conocida o característica.