¿LIBERALES INOCENTES?
Hace cuatro semanas los “Comentarios Eleison” contestaron
afirmativamente a la pregunta sobre si el liberalismo es tan horrible como se
supone que es: implícitamente el liberalismo es la guerra contra Dios. Quedaba
la pregunta sobre si los muchos liberales que niegan ser liberales están en lo
cierto cuando lo niegan. La respuesta es seguramente que todos nosotros hoy
estamos tan inmersos en el liberalismo que pocos de nosotros nos damos cuenta
hasta que punto lo somos.
El liberalismo en su sentido más amplio es el hombre que se
libera a sí mismo de la ley de Dios, lo que un hombre hace cada vez que comete
un pecado. Luego en este sentido más amplio todo pecador es un liberal y así
quienquiera admite que él es un pecador debe admitir que es un liberal en este
sentido amplio. Sin embargo, una cosa es romper la ley de Dios mientras uno
sigue admitiendo que Dios es Dios y que su ley es su ley. Tal pecador es
solamente un liberal práctico. Es cosa muy diferente romper la ley de Dios a la
par que uno va negando que Dios sea Dios o que su ley sea su ley. Tal liberal
en principio encarna el liberalismo de los tiempos modernos.
Entra en escena con la Revolución Francesa de 1789. La carta
magna de esa Revolución, la Declaración de los Derechos Humanos, fue efectivamente
una declaración de la independencia del hombre frente a Dios. De ahora en más,
aún cuando cualquier hombre obedeciese a la ley de Dios, lo haría sólo en
virtud de su propia elección y no en virtud de la obediencia a cualquier
mandato o mandamiento de Dios. En esa aparente obediencia él no estaría
comportándose como un liberal en la práctica, pero en el fondo, en todo lo que
él haría, sería un liberal en principio. Este es el liberalismo moderno del
cual los Católicos de hoy acusan a menudo a sus adversarios. ¿Acaso estos
adversarios tienen razón como para negar casi en todos los casos ser liberales?
Subjetivamente, si. Objetivamente, no.
Subjetivamente, sí, porque desde 1789 los hombres han sido
impregnados cada vez más profundamente de los falsos principios de la
Revolución, al punto de que si se les acusa de liberarse de la ley de Dios,
ellos pueden sinceramente replicar, “¿Que ley? ¿Qué Dios? ¿De que me está Usted
hablando?” Hasta este extremo han sido aparentemente borrados de las mentes,
Dios y su ley. Pero, objetivamente, no, porque Dios y su ley ciertamente no han
dejado de existir, y profundamente en su interior aún los hombres modernos lo
saben. Es “inexcusable” decir que El no existe (Rom.I,20), y Su ley está
escrita en el corazón de todos los hombres (Rom.II,15), no importa lo que
puedan decir con la boca para afuera. El “sinceramente” que se acaba de
mencionar necesita las comillas – no vale mas que lo que vale frente al
tribunal de Dios.
Entonces, ¿pueden estos líderes de la Fraternidad San Pío X
que están actualmente tratando de mezclar la Fraternidad con la Iglesia
Conciliar, negar que son liberales? Subjetivamente no hay duda de que están
persuadidos que están haciendo lo mejor que pueden para la Iglesia, pero,
objetivamente, están buscando sin arrepentimiento poner la obra
contra-Revolucionaria de Mons. Lefebvre bajo el control del intento de los
dirigentes de la Iglesia que se esfuerzan en hacer triunfar la Revolución
liberal de una vez por todas. Estos líderes dicen que debemos reunirnos con la
Iglesia visible porque ella es la Iglesia católica, pero no es la visibilidad
lo que la hace católica, sino el hecho de tener la Fe apostólica. Así, la
“iglesia” Anglicana también es visible en todo el territorio inglés, pero eso
no la hace católica. Y los líderes actuales no puede n ignorar hasta que punto
falsifican y suprimen las palabras del Arzobispo pretendiendo hacerlas
corresponder a su propia visión de la Iglesia, fingiendo así que esa era la
posición del Arzobispo.
La triste verdad es que estos liberales nunca entendieron
cual era realmente el combate del Arzobispo. Mientras él estaba con vida, ellos
estaban fascinados, como tantos de nosotros, por su carisma católico, pero
nunca entendieron la Fe del Arzobispo, Fe que era para su carisma lo que la
raíz es para el fruto. Ellos amaron el fruto – démosles el crédito por eso a
ellos – pero a pocos años de su partida, el fruto sin la raíz empezó a
marchitarse y morir. Era inevitable que, a menos de haber entendido la fe del
Arzobispo, ellos iban a convertir la Fraternidad del Arzobispo en la suya
propia que haría de los enemigos de la fe “nuestros nuevos amigos en Roma”. Eso
es lo que hemos visto y que estamos viendo. ¡Que el Cielo venga en nuestra
ayuda!
Kyrie eleison.