El Padre Jean Michel Faure,
gran guerrero de la Fe, acaba de agregarse a las filas de la Resistencia. No
quiero dejar pasar la ocasión para darle las gracias y remarcar la gran
importancia que tiene este hecho para los fieles de Latinoamérica.
El Padre Faure fue de los
primeros sacerdotes en ser ordenados por Monseñor Lefebvre. Era tanta la
confianza que el Arzobispo le profesaba, que lo envió, como punta de lanza, a
América Latina, específicamente a la Argentina, para comenzar la Obra de la
Tradición; siendo designado el primer Superior de Distrito de América. El padre
llegó con sed de almas a la Argentina. Pronto se dieron cuenta de la necesidad de
construir un Seminario para las vocaciones de habla hispana y durante dos años,
buscó incansablemente para encontrar el terreno adecuado para este propósito.
Trabajó en la construcción con la ayuda y consejos de Monseñor Lefebvre. En
1980 llegaron los primeros seminaristas y el Jueves Santo de 1981, el Padre
Faure celebró la primera Misa en el nuevo Seminario.
Monseñor Lefebvre, en una
visita a la Argentina en agosto de 1980, dijo en su sermón: “Construiremos un Seminario capaz de
albergar a 120 seminaristas que vendrán de todos los países hispanoparlantes
para continuar el sacerdocio católico, para mantener la Fe Católica en estas
tierras”. Y esto fue logrado gracias a nuestro querido Padre Faure. Después
de haber sido Superior de Distrito y Director del Seminario de la Reja,
cumpliendo en Sudamérica su gran misión, el Padre Faure llegó a tierras
mexicanas como Superior de Distrito. De un pequeño priorato en la ciudad de
Zapotiltic, Jalisco, el Padre extendió el apostolado de la Tradición a muchas
otras ciudades de México. Fue tan fructífero su apostolado que todos los
mexicanos que tuvimos la gracia de conocerlo, sabemos que, cual verdadero
Cristero, y como si fuera verdadero mexicano, luchó incansablemente por la Fe en nuestro país.
Muy querido Padre Faure: Usted fue
el gran Apóstol que nos trajo la Tradición a nuestra tierra. Le agradecemos a
Dios Nuestro Señor y a Monseñor Lefebvre que nos enviaron a este gran Sacerdote
para que emprendiera la gran obra de la conservación de la Fe en tierras
Latinoamericanas. Y ahora la Divina Providencia nos otorga la gracia de
contarlo en las filas de la Resistencia. Pocos como usted comprendieron verdaderamente
a Monseñor Lefebvre y la razón de nuestro combate. El combate por la fe y el combate por el Reinado Social de Cristo. Al tenerlo en nuestras
filas, estamos seguros que pronto muchos de sus hijos espirituales, tanto
sacerdotes como laicos, seguirán su ejemplo. Que Dios le retribuya todo el
trabajo que ha realizado por las almas y también ahora su adhesión a la
Resistencia. Nosotros sus hijos le pedimos a Nuestro Señor y a María Inmaculada
de Guadalupe que lo asistan en esta gran batalla que apenas comienza.
Quisiera dedicarle a usted
estas palabras del Santo Cura de Ars:
Un buen pastor, un pastor según
el corazón de Dios, es el más grande tesoro que el buen Dios pueda conceder a
una parroquia y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina.