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Por Pierre de Bellerive el 15 de feb. 2013 @ 1:08
Monseñor Fellay es el superior de la FSSPX fundada por Monseñor Lefebvre. El vuelve a Nouvelles de France para hablar sobre las tentativas de acercamiento de la FSSPX con Roma que han marcado el pontificado de Benedicto XVI.
« Nouvelles de France » se reivindica a sí misma como de tendencia « liberal conservadora»
Monseñor, apreciaría usted el
hecho de que el último gran acto del pontificado de Benedicto XVI pudiera ser
la reintegración de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X?
Por un breve instante, pensé que, anunciando su
dimisión, Benedicto XVI tendría un último gesto hacia nosotros como Papa. No
obstante, veo muy difícil que esto pueda ser posible. Habrá que esperar
probablemente al próximo Papa. Incluso le diré, a riesgo de sorprenderlo, que
hay problemas más importantes para la Iglesia que el de la FSSPX, y de cierta
manera, al arreglarse, el problema de la Fraternidad se arreglará.
Nótese que Monseñor Fellay no rechaza
los términos “apreciaría” y “reintegración” y no excluye un gesto de Benedicto
XVI en este sentido, incluso si encuentra difícil que este gesto suceda. El
gesto hacia la “reintegración” tendrá que esperar probablemente hasta el
siguiente Papa para que suceda. Es implícito que Monseñor Fellay “apreciaría”
tal gesto.
¿Cuál fue el quid de la advertencia de Monseñor Lefebvre en 1989?
“Lo que puede parecer una concesión no es en
realidad sino una maniobra para alejar de nosotros el mayor número de fieles.
Con esta perspectiva es con la que parecen conceder, cada vez un poco más e ir
más lejos. Pero hay que convencer absolutamente a los fieles de que
se trata de una maniobra, que es un peligro ponerse en manos de los obispos
conciliares y de la Roma modernista. Es el mayor peligro que les amenaza. Si
hemos luchado durante 20 años para evitar los errores conciliares, no es para
ponernos ahora en manos de quienes los profesan”.
¿O de su deseo de no querer tener
nada que ver con la iglesia conciliar?:
Somos “suspendidos a divinis” por la Iglesia Conciliar y desde la Iglesia conciliar, de la cual no queremos formar parte. (Julio 29 de 1976, Reflexiónes sobre la
Suspensión a divinis) “…Nosotros no
pertenecemos a esta religión. Nosotros pertenecemos a la religión antigua, la
religión Católica, no a esta religión universal como es llamada hora. Ya no es
la religión Católica…” (Sermón del 29 de Junio de 1976).
“Estaría
muy feliz de ser excomulgado de esta Iglesia Conciliar… Es una Iglesia que yo no reconozco. Yo pertenezco a la Iglesia Católica”.
(Minute 30 julio de 1976)
La cual fue también la posición de la
FSSPX en su conjunto:
“Nosotros nunca quisimos pertenecer a este
sistema que se califica a sí mismo de la Iglesia Conciliar. Ser excomulgados por un decreto de Vuestra
Eminencia… no sería más que la prueba irrefutable de que no lo somos. No
pedimos nada mejor que el ser declarados ex- communione… excluidos de la
comunión impía con los infieles”. (Carta abierta al
Cardenal Gantin, 6 de julio de 1988)
Monseñor Fellay entonces considera
que la FSSPX es “un problema para la Iglesia”. El repite la nueva tendencia
oficial de la FSSPX de no distinguir la Iglesia conciliar de la Iglesia de
Cristo.
Algunos dicen que usted desea que Roma reconozca el rito ordinario como ilícito ¿podría aclararnos este punto?
Estamos muy consientes que es muy difícil
pedirles a las autoridades una condenación de la nueva misa. En realidad, si lo
que deba ser corregido lo fuera, sería un gran paso.
“El Novus Ordo Missae, incluso cuando se dice
con piedad y respeto por las reglas litúrgicas… está impregnado con el espíritu
del Protestantismo. Lleva en sí un veneno peligroso para la fe”. Carta Abierta a los Católicos Perplejos, Monseñor
Lefebvre.
¿Cómo puede ser corregido algo que es
intrínsecamente ponzoñoso? Hace menos de dos meses, Monseñor Fellay calificó la
Misa del Novus Ordo como “mala”. ¿Debemos cohabitar con el mal? ¿Es moral
hacerlo?
¿Cómo es eso?
Esto puede ser realizado por una instrucción de la
Congregación por el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. A fin de
cuentas no es tan complicado. Yo pienso que hay cambios importantes a efectuar
a causa de las graves y peligrosas deficiencias que hacen a este rito
condenable. La Iglesia puede efectuar muy bien estas importantes correcciones
sin quedar mal o perder su autoridad. Pero actualmente noto la oposición de una
parte de los obispos a las legítimas demandas del papa de corregir, en el canon
de la misa, la traducción de “pro multis” por “por muchos” y no “por todos”,
traducción falsa que encontramos en muchos idiomas.
“…el nuevo Ordo Missae –si se consideran los elementos nuevos susceptibles de apreciaciones muy diversas, que aparecen en él sobreentendidas o implícitas– se aleja de modo impresionante, tanto en conjunto como en detalle, de la teología católica de la Santa Misa tal como fue formulada por la 20ª sesión del Concilio de Trento…
Es evidente que el
nuevo Ordo Missae renuncia de hecho a ser la expresión de la doctrina que definió el
Concilio de Trento como de fe divina y católica, aunque la conciencia católica
permanece vinculada para siempre a esta doctrina.
Haría falta un trabajo más amplio para establecer
una evaluación completa de los obstáculos, peligros y elementos destructores,
tanto espiritual como psicológicamente, que contiene el nuevo rito.
(CARDENAL OTTAVIANI, BREVE EXAMEN
CRÍTICO DEL N.O.M.)
¿Cómo es que los Cardenales Ottaviani
y Bacci hicieron eco a Monseñor Lefebvre y De Castro Mayer, al hablar de la
nueva misa como “un alejamiento impresionante de la teología católica” y que incluso
una “evaluación”
de sus errores necesitaría un “trabajo más amplio”, pero para
Monseñor Fellay “a fin de cuentas no es tan complicado” el corregir esa misa?
¿Desea volver sobre el Concilio Vaticano II ?
En lo que concierne al Vaticano II, como en la
misa, nosotros estimamos que es necesario clarificar y corregir un cierto
número de puntos que son, ya sea erróneos o que conducen al error. No obstante,
no esperamos que Roma condene al Vaticano II en poco tiempo. Ella puede
recordar la Verdad, corregir
discretamente los errores salvaguardando su autoridad. Sin embargo, nosotros
pensamos que la Fraternidad aporta su piedra al edificio del Señor denunciando
ciertos puntos litigiosos.
“Creemos poder afirmar, ateniéndonos a la crítica
interna y externa del Concilio Vaticano II, es decir, analizando los textos y
estudiando los resultados de este Concilio, que es, al darle la espalda a la
Tradición y al romper con la Iglesia del pasado, un Concilio cismático”. (Le
Figaro, Agosto 4 de 1976).
“La Iglesia
que afirma tales errores es tanto
cismática como herética. Esta
Iglesia Conciliar por lo tanto, no es Católica” (Julio 29 de 1976, Reflexiones sobre la Suspensión
a Divinis)
Habiendo
esta Reforma nacido del liberalismo, del modernismo, está totalmente
envenenada; sale de la herejía y desemboca en la herejía, incluso si todos sus
actos no son formalmente heréticos. Es pues imposible a todo católico
consciente y fiel adoptar esta Reforma y someterse a ella de cualquier manera
que sea. La única actitud de fidelidad a la Iglesia y a la doctrina católica,
para nuestra salvación, es el rechazo categórico a aceptar la Reforma.
(Declaración del 21 de noviembre de 1974)
¿Por lo tanto, Monseñor Fellay ve
solamente “un cierto número de puntos que son, ya sea erróneos o que conducen al
error”, y cree que pueden ser
corregidos “discretamente”?
Concretamente, usted sabe bien que sus reivindicaciones no serán satisfechas de un día para otro.
Ciertamente, pero
progresivamente lo serán, yo pienso. Llegará un momento donde la situación será
aceptable y podremos estar de acuerdo, aún cuando hoy mismo no parece ser el
caso.
La única base para un acuerdo es
esta:
“Plantearía la
cuestión a nivel doctrinal: “¿Están de acuerdo con las grandes encíclicas de
todos los papas que los precedieron? ¿Están de acuerdo con Quanta Cura de Pío
IX, Immortale Dei, Libertas de León XIII, Pascendi de Pío X, Quas Primas de Pío
XI, Humani Generis de Pío XII? ¿Están en plena comunión con estos papas y con
sus afirmaciones? ¿Aceptan aún el juramento antimodernista? ¿Están a favor del
reinado social de Nuestro Señor Jesucristo?”
Si no aceptan la doctrina de sus antecesores, es
inútil hablar. Mientras no hayan aceptado reformar el Concilio considerando la
doctrina de estos papas que los precedieron, no hay diálogo posible. Es inútil”.
(Fideliter n° 66, nov. dic. De 1988, págs. 12-13).
¿Usted
todavía está de acuerdo con esta declaración, Su Excelencia Monseñor
Fellay?
Usted se ha entrevistado con Benedicto XVI en sus primeros meses de su
pontificado, ¿puede decirnos cuál fue su sentimiento hacia él en ese momento?
Puedo decir que me encontré con un Papa que tenía
un deseo sincero de realizar la unidad de la Iglesia, incluso si no llegamos a
ponernos de acuerdo. Pero créame que pido por él todos los días.
¿Cuál unidad? La única unidad meritoria
es la unidad en la fe. Benedicto XVI nunca ha dejado de expresar su fe y su
deseo de que la Iglesia abrace el espíritu del Concilio que “sale de la herejía
y desemboca en la herejía”. ¿Debemos aplaudir este “deseo sincero” o debemos
huirle?
¿Cuál fue, para usted, el acto más importante de su
pontificado?
Yo pienso que sin lugar a
dudas, el acto más importante fue la publicación del Motu Proprio Summorum
Pontificum que acuerda a los sacerdotes del mundo entero la libertad de
celebrar la misa tradicional. Lo hizo, hay que decirlo, con valor porque tenía
oposiciones. Yo pienso que este acto traerá frutos muy positivos a largo plazo.
Art. 1.— El Misal Romano
promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la Lex orandi (Ley de la
oración), de la Iglesia católica de rito latino. No obstante el Misal Romano
promulgado por San Pío V y nuevamente por el beato Juan XXIII debe considerarse
como expresión extraordinaria de la misma Lex orandi y gozar del respeto debido
por su uso venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la Lex orandi de la
Iglesia no llevarán de forma alguna a una división de la Lex credendi (Ley de
la fe) de la Iglesia; son, de hecho, dos
usos del único rito romano.
SummorumPontificum
¿Cómo pueden salir frutos positivos de un acto
pontifical que oficialmente mezcla el rito Tridentino de la Santa Misa con el
venenoso Novus Ordo? Cualesquiera que sean las apariencias de Tradición en
cualquiera de sus frutos, ¿no estarán siempre presentes los peligros de una
intoxicación peligrosa?
¿No es peligroso y subversivo alabar
incondicionalmente al Papa por publicar tal acto sin subrayar el veneno que
contiene?
Igualmente, Monseñor Fellay expresa su gratitud al
mismo Papa por suprimir los efectos
de las sanciones canónicas aplicadas a sus obispos después de las
consagraciones de 1988. (Comunicado de Menzingen, 11 de febrero de 2013). (Erróneamente
traducido al inglés, ya que el texto original en francés dice: supprimer les effets des sanctions
canoniques portées contre ses évêques, à la suite des sacres de 1988, y la
traducción en inglés: to
do away with the canonical sanctions that had been imposed on its bishops following
their consecration in 1988). ¿No se creyó siempre que
estas sanciones son inválidas y por lo tanto se requiere una anulación y no un
mero levantamiento de sus efectos?