viernes, 18 de septiembre de 2015

LA IGLESIA APARENTE – P. ROGER-THOMAS CALMEL O.P. (1914-1975)


Desde Paulo VI ya no hay una sola Iglesia sino dos. Obedezca a la Iglesia, obedezca a Roma, nos gritan las jerarquías y los silenciosos[i].
Ellos pueden gritar hasta cansarse, ellos ya no nos impresionan pues nosotros sabemos ahora que hay dos Romas, así como hay dos Iglesias. Obedecer a Roma, obedecer a la Iglesia es todo lo que queremos; y estamos seguros que no hacemos otra cosa. Pero justamente, Roma, la única Roma, la Roma que todavía está en Roma, es aquella de los doscientos sesenta y dos pontífices y que no se contradice con la Roma anterior a Paulo VI, la de antes del concilio.
La Iglesia, la única Iglesia es la que no opone una misa moderna a la de quince siglos de Misas; que no sustituye hipócritamente el catecismo de Batavia al catecismo de Trento; que transmite la Sagrada Escritura integral en lugar de traficarla; que conserva lo que permanece todavía intacto de la vida religiosa contemplativa o activa en lugar de desintegrarla y disolverla en nombre de la obediencia. Nosotros obedecemos a la Iglesia Una, la que supera el mundo moderno y la pretendida civilización técnica. Nosotros no obedecemos a una iglesia modernista, una iglesia aparente que está irremediablemente comprometida en el engranaje de un mundo que pretendió desposar.
Esta seudo-iglesia puede ensañarse a reducir a la esclavitud a la única Iglesia, no somos tontos. Nosotros no somos de la Roma que ya no está en Roma; no somos de la iglesia aparente y polivalente. Nosotros somos de la Iglesia de siempre, de la Roma de siempre. Esta es el alma de nuestra resistencia.
Itinéraires 190, Reclamación al Santo Padre, págs. 9-10.
Es necesario tener el valor de ver lo que es : por un proceso insensible una iglesia aparente está sustituyendo a la verdadera Iglesia. Nosotros sabemos que no podrá lograrlo; pero la confusión y la corrupción pueden llegar muy lejos, hasta seducir, si se pudiera, a los mismos elegidos. Es sobre todo, me parece, mediante la extensión de la iglesia aparente que se incrementa la apostasía.
(Itinéraires 106, Teología de la historia, Anexo VII: Seudo-iglesia,  pág. 179.)
¿Cómo hemos descendido hasta este punto y con esta rapidez? Me parece que sería una explicación insuficiente tener en cuenta únicamente a los teólogos heterodoxos o incluso el saber-hacer y la audacia de los novadores fanáticos. Fue necesaria, al mismo tiempo, la acción ininterrumpida de estos organismos ocultos que son expertos en el temible arte de orquestar las palabras ambiguas (o francamente heréticas), que las imponen poco a poco a los laicos o a los eclesiásticos, que hacen sufrir, sin parecerlo, una presión abrumadora sobre las autoridades oficiales.
-Así, tengamos cuidado de no olvidar a las masonerías de toda especie y su metódico funcionamiento cuando busquemos una explicación suficiente de esta novedad apocalíptica de los tiempos actuales: una iglesia aparente que se infiltra en la verdadera Iglesia y trata de suplantarla. Nosotros hablamos de infiltración. Se trata en efecto, en nuestros días, de una penetración poco visible bajo una mirada superficial, poco aparente, insidiosa, más que una persecución abierta. Siguiendo las sugerencias de Roca y de Saint-Ives d’Alveydre, las masonerías se preocupan menos de combatir la Iglesia violentamente que de remover poco a poco y bajo anestesia previa, lo que la constituye: la vida sobrenatural y la estructura jerárquica con la primacía pontifical.
Itinéraires 105, Sociedades secretas y victoria de Jesucristo, pág. 9-10.



[i] Los silenciosos: alusión al movimiento de los Silenciosos de la Iglesia, lanzado por Pierre Debray, y que quería reagrupar a los católicos conservadores… ¡en la perfecta obediencia al Papa! (NDLR)