FUENTE (extracto)
Un libro interesante sobre Bergoglio.
Un libro entrevista escrito por Sergio Rubin y
Francesca Ambrogetti titulado Papa Francisco: conversaciones con Jorge
Bergoglio, da a conocer la personalidad de Francisco I y ayuda a comprender
lo que sucede con el mundo “tradicionalista”, de manera ya casi descubierta a
partir del 1° de septiembre de 2015.
El prefacio del Rabino Skorka
El Prefacio del libro fue escrito por el Gran Rabino
de Buenos Aires Abraham Skorka. En éste se lee: “La obsesión de Bergoglio puede
ser resumida en dos palabras: encuentro y unidad” (pág. 7). De hecho, en la
entrevista concedida a los dos periodistas, Bergoglio se autodefine como el
teórico “de la cultura del encuentro” (pág. 107). Según él se le debe dar
"prioridad al encuentro entre las personas, para caminar juntos. Al
hacerlo, entonces será más fácil abandonar las diferencias "(p. 76).
También de acuerdo a Bergoglio es bueno "no perderse en reflexiones
teológicas vacías" (Pág. 39).
“Encontrarse con todos y caminar juntos”
El diálogo y el encuentro personal se aplican a todos,
hebreos, musulmanes y hasta para los “tradicionalistas” si están listos para
“encontrarse y caminar juntos”, el resto vendrá solo, las diversidades poco a
poco se suavizarán. Bergoglio suele repetir: “Es el tiempo que hace madurar. Es
necesario dejar que el tiempo modele y amalgame nuestra vida” (pág. 65).
No pienso, por lo tanto, que el papa Francisco I le
cerrará la puerta en la cara a esa parte del mundo que ahora es
“post-tradicionalista”, que está en una búsqueda indigna de una regularización
canónica, y listos, desde el 2001, a reconocer la “bondad” del Vaticano II en
un 95%, y a hacer el “Jubileo”, es decir, alegrarse por su 50° aniversario
desde el 1 de septiembre de 2015.
“Es el tiempo que hace madurar”
Muy probablemente, con el acuerdo implícito de
silencio público respecto al Vaticano II, del 1° de septiembre de 2015 (que
corresponde a la negación implícita de la Fe y a la aceptación práctica de los
errores modernistas contenidos en los 16 documentos del Vaticano II), en un
máximo de dos años se llegará al acuerdo explícito.
De hecho -según la táctica de la “teología del
encuentro” bergogliana, que concede el primado a la praxis sobre la doctrina-
finalmente ese pequeño 5% de discordancia sobre el Vaticano II desaparecerá con
un "trasbordo ideológico inadvertido" no sólo verbal e implícito (1°
de septiembre 2015), sino real, explícito y doloroso. El tiempo “arregla” todo…
“Haciendo así [junto a Bergoglio, el teórico de la cultura del encuentro] será
más fácil abandonar las diferencias sin perderse en reflexiones teológicas
vacías” (J. Bergoglio). El desprecio por la disputa teológica que ha invadido
también la mente de los post-tradicionalistas, ha ocupado la cumbre del
Vaticano desde el 10 de octubre de 1958.
“Dialogo, dialogo, dialogo”
El lema del Papa Bergoglio es: "cualquier forma
de falta de encuentro es para mí una fuente de profundo dolor" (p 110.),
Así que cuando "me piden orientación, mi respuesta es siempre la misma: el
diálogo, el diálogo, el diálogo... "(. p 111).
Des-ideologizar y convertir a través de la acción
común, evitando las discusiones doctrinales: Bergoglio como Bloch
El programa propuesto por Francisco I es el
des-ideologizar, encontrarse, construir puentes, romper barreras, evitar
disputas doctrinales estériles, llevando adelante el "diálogo, el diálogo,
el diálogo...", actuar juntos y luego pensar inadvertidamente de la misma
manera (“cogitare sequitur esse”). Así el modernismo, que ha ocupado el ápice
del entorno católico y eclesial, les pide a los católicos fieles a la Tradición
actuar unidos para vencer el materialismo, el ateísmo. Algunos católicos
fieles, de buena fe, se dejan convencer y, actuando junto a los modernistas,
acaban siendo comidos por ellos, como "el pez más pequeño es devorado por
el más grande."
Táctica análoga del comunismo y el modernismo:
encontrarse no sobre el plano de la doctrina, sino sobre el de la acción y los
hechos contingentes
¡Atención! Las trampas de la "secta secreta
modernista " (San Pío X, motu proprio Sacrorum Antistitum 1 de septiembre
1910) son muy similares a la mano extendida de la "secta
cato/comunista". Los comunistas como los modernistas, en efecto, no
desdeñan la colaboración de los católicos. Más bien, la solicitan, (v. Antonio
Gramsci, Ernest Bloch y Palmiro Togliatti), también la provocan, poniendo en
evidencia la miseria e injusticia que puedan suscitar la indignación y la
reacción de los espíritus rectos. Y, desgraciadamente, a menudo consiguen la
colaboración deseada. Acostumbrados a actuar de buena fe, los católicos tienden
muchas veces a juzgar imposible que, detrás de las consideraciones
humanitarias, alguien pueda esconder un objetivo perverso. Terminan así
participando, no en el movimiento comunista, sino en la lucha a favor de los
infelices, de los oprimidos y de los sufrientes. Y trabajando unidos, católicos
y comunistas, los primeros deseando sinceramente curar la sociedad de las
llagas que la infectan; pero los segundos aprovechando la agitación humanitaria
que les ofrecerá el entorno ideal para la extensión de su poder. Sin embargo,
trabajando juntos terminan pensando del mismo modo, es decir, los católicos se
dejan encantar por la sirena marxista perdiendo su identidad. La modalidad para
introducir el comunismo en una salsa que seduce incluso a los católicos es la
siguiente: reunirlos no en el plano de la doctrina, sino en el frente de la
acción y de los hechos contingentes (la paz, el hambre en el tercer mundo, las
injusticias sociales…). Solo así se podrá convertir a los cristianos al
comunismo, primero práctico y luego también teórico. Los “creyentes”
progresistas deben ser puestos junto al comunismo y luego convertidos
mediante la acción común (véase. E. Bloch, Ateismo en el cristianismo, tr. es.,
Milán, Feltrinelli, 1976).
Bloch ha echado un puente entre el Cristianismo y el
comunismo y ha derribado los bastiones que defendieron el primero de las
insidias del segundo, pero el puente ha sido recorrido en un único sentido, o
sea sólo del Cristianismo hacia el marxismo práctico. Palmiro Togliatti en
Bergamo, el 20 de marzo 1963 dio un discurso en el que, refiriéndose a Antonio
Gramsci, propuso la desideologización, instando a los católicos y comunistas a
no chocar en asuntos de doctrina, sino a actuar juntos por la paz en el mundo,
evitando por completo las "discusiones doctrinales estériles" (L.
Grupos, Antología del compromiso histórico, Roma, Editori Riuniti, 1977 P.
Togliatti, el destino del hombre, pp. 244 y ss.).
Como se ve, la táctica utilizada por Bergoglio contra
los tradicionalistas es similar a la de los comunistas contra los cristianos.
¿Continuará la política de distensión y de mano
extendida?
Ahora tenemos que esperar y ver el próximo movimiento
de Francisco I respecto al mundo de la Tradición, pero su personalidad parece
indicar que la política de distensión y de mano extendida continuará.
Francisco I no está por la Teología de la Liberación,
a pesar de que -para él- no es totalmente reprobable y tiene sus "lados
positivos" (p 78.). Siempre hay un "pero" o un
"aunque" en su pensamiento. Nada es claro, preciso, definido y
nítido, sino que todo es fluido, confuso, contradictorio y en constante
evolución.
Conclusión
La situación actual de la Iglesia es un verdadero
tormento y no debe llevarnos a despreciar la figura del Papa como tal o el
Papado, y hay que defenderlos cuando son atacados por aquellos que los odian en
cuanto tales, no obstante la edulcoración y dilución que hayas llevado a cabo
para hacerse simpáticos al hombre contemporáneo (“cuando la sal pierde su
sabor, es tirada y pisada”). En estos tiempos es lícito mostrar con respeto las
divergencias entre la Tradición constante de la Iglesia y la enseñanza pastoral
objetivamente innovadora, sin pretender con esto poder salvar la Iglesia. Dios
nos ayude a mantener la fe verdadera y pura, sin desviarnos por exceso o por
defecto.
d. Curzio Nitoglia
23/09 /2015