Ahora se acepta un regalo envenenado que deberá ser pagado con el silencio público (“la boca ungida no dice más nada”, reza el proverbio) sobre los problemas de la comunión a los divorciados que cohabitan, de los homosexuales, con la estratagema (para salvar las apariencias pero no el honor y -Dios no lo quiera- tampoco el alma) de discutir estas cuestiones entre los teólogos vaticanos y teólogos tradicionalistas (políticamente correctos) en privado, en Santa Marta.
“El mal pastor huye no sólo corriendo, sino también callando” (San Juan Crisóstomo)
FUENTE
MONSEÑOR DE CASTRO MAYER: ¿ACUERDO O RESISTENCIA? “SI VOSOTROS CALLAIS, GRITARÁN LAS PIEDRAS” – LA ENSEÑANZA DEL INSIGNE TEÓLOGO Y OBISPO DE CAMPOS.
“El mal pastor huye no sólo corriendo, sino también callando” (San Juan Crisóstomo)
FUENTE
MONSEÑOR DE CASTRO MAYER: ¿ACUERDO O RESISTENCIA? “SI VOSOTROS CALLAIS, GRITARÁN LAS PIEDRAS” – LA ENSEÑANZA DEL INSIGNE TEÓLOGO Y OBISPO DE CAMPOS.
El 29 de septiembre de
1989, un periódico brasileño entrevistó a Mons. Antonio de Castro Mayer y le
preguntó: “¿Considera usted posible una reconciliación con Roma?”
El Obispo de Campos respondió: “No hay ninguna oposición entre nosotros y la Roma de los Apóstoles. Bastaría con que las autoridades de la Iglesia se reconcilien con la Tradición infalible de Roma, que condenen las desviaciones del Concilio Vaticano II y las locuras del así llamado 'espíritu del Concilio', y la reconciliación será automática, ipso facto. […] Pedir perdón significaría ir contra el deber de conciencia, sería condenar todo lo que he hecho por el bien de la Iglesia y la salvación de las almas, sería abandonar la causa por la que he luchado, la causa de la Tradición apostólica. […] La excomunión que me golpeó en 1988, aunque no es válida, me entristece porque muestra el estado deplorable en que se encuentra el elemento humano de la Iglesia, la intensidad de la aversión que los miembros de la jerarquía tienen hacia lo que la Iglesia siempre ha hecho".
“Es necesario
profesar públicamente la Fe cuando ésta está en peligro” (Santo Tomás de
Aquino)
El 30 de junio de 1988, Mons. De Castro Mayer expresó
lo que significaba para él el “deber de conciencia” al que nos referimos
arriba.
Él dijo: "Santo Tomás de Aquino enseña que cuando la fe está en peligro es obligatorio y urgente hacer profesión pública de la Fe, aún a riesgo de la propia vida. Ahora la situación en la que nos encontramos es la siguiente: estamos viviendo una crisis sin precedentes en la historia de la Iglesia, crisis que concierne lo que hay de esencial en Ley, el santo Sacrificio de la Misa y el Sacerdocio católico. […] Es doloroso constatar cuántos obispos no quieren ver la crisis actual y el estado de necesidad en que nos encontramos, mientras es necesario resistir al modernismo reinante para ser fieles a la misión que Dios nos ha conferido […] no hacerlo sería un pecado mortal” (ibídem, p. 47 e 48).
La situación actual
Contrariamente a la enseñanza del gran Obispo y fino teólogo,
muchos de los que intentan todavía resistir al neo-modernismo, (que ha moldeado
la teología pastoral y la Misa del Concilio Vaticano II), buscan
paradójicamente -justo hoy, bajo el pontificado ultra-modernista de Francisco I-
solucionar la cuestión a la luz del
pragmatismo, la conveniencia jurídica del propio Instituto, la liberalización
de la experiencia religiosa del rito tradicional y no con base en la objetiva
correspondencia o discrepancia entre el Vaticano II/Misa del Vaticano II y
Tradición apostólica/Misa de la Tradición apostólica (llamada de San Pio V), como
ha hecho monseñor de Castro Mayer.
El
peligro del pragmatismo
Ahora bien, el pragmatismo, más que una doctrina
especulativa, es una tendencia o un "estado de espíritu", que
considera todo desde el punto de vista práctico, es decir, a través de la conveniencia,
la acción y la experiencia. Este es irreconciliable con la recta razón, la
filosofía perenne y la doctrina católica. De hecho, fue condenada por el
Magisterio de la Iglesia.
Según los pragmáticos, el criterio para discernir la
verdad ya no es aquella realidad de Aristóteles y Santo Tomás de la adecuación
del pensamiento a la realidad objetiva (“veritas est adaequatio rei et intellectus”),
sino la subjetiva conveniencia de la acción a las mismas necesidades
prácticas y jurídicas (“veritas est adaequatio vitaes et intellectus").
Se parte de la devaluación irenística de la polémica
teológica para llegar
1°) a la sobrevaloración de la disposición jurídica
respecto a la fe y a la moral, que asegure la propia legalidad jurídica aunque
al costo de la ilicitud ética y dogmática frente a Dios, y
2°) a la sobrevaloración de la sensibilidad litúrgica
tradicional o de la experiencia religiosa del rito tridentino, cosa buena en
sí, pero que debe estar subordinada al intelecto o a la Verdad y a la voluntad
o al Bien, como el cuerpo debe estar sometido al alma.
Por ejemplo, la situación canónicamente legal, la
agenda de San Pio X, el birrete y el capelo romano son reputados más
importantes que la discrepancia de los 16 Decretos del concilio Vaticano II con
la Tradición apostólica.
El
horror por la disputa teológica y la primacía concedida al acuerdo práctico sin
ningún fundamento sobre el dogma
Por tanto, las disputas filosófico/teológicas sobre el
Vaticano II, sobre el Novus Ordo Missae y sobre el post-concilio serían inútiles
y dañinas y deberían ser dejadas a un lado; lo importante sería poder hacer
libremente y con el imprimátur eclesiástico "la experiencia de la
tradición." En efecto, según el pragmatismo, "las disputas filosófico/teológicas
son inútiles y dañinas y deben ser dejadas a un lado como un legado de la edad
media."
La ilusión sobre la gravedad de la situación actual en
el ambiente eclesial, producto del Vaticano II
El problema principal y esencial sería, según los
tradicionalistas/pragmatistas, el de la liberalización de la Liturgia
tradicional y la normalización de su estatus jurídico, conseguido el cual, todo
se arreglaría automáticamente, como si de 1958 hasta hoy no hubiera habido una revolución
desatada (litúrgica, dogmática, moral, espiritual, filosófica, canónica,
política, social y disciplinaria), que está ahora en lo alto del ambiente
eclesial y que ha alcanzado un nivel paroxístico con Francisco I. El Vaticano
II no ha sido "una crisis de desarrollo" sino una terrible tragedia “peor
que la segunda guerra mundial" (monseñor Marcel Lefebvre).
Ahora bien, la
nueva misa de Paulo VI ha nacido de la teología del Concilio Vaticano II y está
en ruptura con la Misa romana de Tradición apostólica, hecha obligatoria en la
Iglesia universal por S. Pio V. Luego no se puede solucionar el problema
litúrgico sin haber solucionado primero el problema doctrinal y teológico del
Vaticano II, cuyos 16 Documentos están en ruptura objetiva con la Tradición
apostólica, como lo ha demostrado el teólogo monseñor Brunero Gherardini.
¿Dónde están los Macabeos?
Cuando Antíoco Epífanes quiso corromper la Revelación
y el Culto divinos en el Antiguo Testamento, los siete hermanos Macabeos tomaron
las armas y lucharon por la Fe, no hicieron compromisos, sino que prefirieron
el martirio a ceder.
Desafortunadamente hoy, pragmáticamente, de manera negligente
y chapucera, según algunos tradicionalistas (que son de facto los anti-Macabeos),
se puede aceptar una disposición jurídica o normalización canónica, que asegure
la "tolerancia" de la Misa tradicional, sin tener que preocuparse
demasiado de los problemas impuestos a la conciencia católica sobre los Decretos
del Vaticano II, la enseñanza pastoral postconciliar (de Paulo VI hasta a
Francisco I), y de la Misa de Paulo VI.
Parvus
error in principio fit magnus in fine
No hay que asombrarse, por lo tanto, de la teoría
(afirmada pero no probada) por parte de algún jefe del Tradicionalismo católico que ha llegado a afirmar que “el 95% del concilio es aceptable”. Esto no es una
extravagancia, sino un error, más bien un horror que está en conformidad con la
teoría del pragmatismo y del experimentalismo tradicional. “Nemo repente fit
pessimus / nadie se vuelve malo de repente”: se comienza cediendo un poco cada
vez hasta llegar a la ruina final.
Un misterio de iniquidad: ¿Nunca como ahora?
El actual pontificado de Francisco I hace de veras
difícil esperar, (excepto para quien quiera enceguecerse) que se deja realmente
a la Tradición una verdadera libertad de experimentación; inicialmente ella
podrá disfrutar de un gueto, de una tolerancia, de una reserva india y luego
será objeto de una persecución, (por la ley de la inducción) como la que han
sufrido (2012/2013) los Frailes Franciscanos de lo Inmaculada, los cuales se
atrevieron sólo a cuestionar en términos exactos bajo la dirección de un
conocido eclesiólogo del Lateranense, y, en el 2013/2014, los varios Institutos
Ecclesia Dei (Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote, Instituto del Buen Pastor
y Hermandad San Pedro).
Parafraseando a San Agustín, se debe concluir: “Quod
isti et iste cur et non ego? / Lo que ha pasado a ellos, ¿por qué no a mí?”.
Y San Pablo nos advierte: “Qui reputat se stare timeat ne cadat / quien
presume de estar de pie, cuide de no caer”. De hecho, como enseña el
Evangelio: “Dios resiste al soberbio y da Su Gracia al humilde”. Caveamus! Timeo danaos et dona ferentes [Cuidado! Temo a los griegos y sus regalos] , dijo Laocoonte frente al “caballo de
Troya”, pero ninguno quiso escucharlo…
Para poner algunos ejemplos tierra-tierra, una
albóndiga envenenada que un ladrón ofrece a un perro parece ser buena, pero en
realidad es veneno; un préstamo ofrecido por un usurero parece una amabilidad,
pero en realidad es una usura que "ahoga" y de la que uno no se libra
más; un beso dado en la mano de un "padrino" parece una oferta de
protección, pero significa entrar en una sociedad de la que no se puede salir
más. Una concesión ofrecida por un súper-modernista que querría también abrogar
los 10 Mandamientos, es una trampa, todos los simples fieles de buena fe lo
entienden, sólo algunos curas no quieren entenderlo y “no hay peor sordo que
quien no quiere oír."
“No se discute
con el diablo” (San Ignacio de Loyola)
Hacer pactos con Francisco I y pensar que la Tradición
será salvaguardada me parece auto-lesionismo por su odio a la Tradición, a las
dogmas, a la moral objetiva, que ha gritado desde los tejados desde el primer
día de su pontificado y ha enseñado claramente con sus gestos que valen más
que 1000 discursos, tal y como Juan XXIII, Paulo VI y Juan Pablo II, aunque de
manera menos explícita. El cordero no puede hacer pactos con el lobo esperando que
serán respetados. Esta actitud contradice la naturaleza de las cosas. "No
se pone la oveja en la boca del lobo" dice el refrán. "El que camina
sobre brasas no puede no quemarse" enseña la Sagrada Escritura. Sin
embargo, algunos sacerdotes tradicionalistas (¡hoy!) lo consideran factible, al
contrario de lo que les enseña el
sentido común, la Sagrada Escritura, la historia, y también Monseñor de Castro
Mayer. Si esto se hace de buena fe (por ignorancia invencible y por lo tanto no
culpable) o de mala fe (por traición, en acuerdo tácito con el enemigo), sólo
Dios lo sabe. Lo que se puede ver humanamente y objetivamente es lo absurdo y
lo contradictorio de este comportamiento.
Lo verdadero, lo que es real, no es lo que nos gusta.
No es una cuestión de simpatía o antipatía ni un
problema de personas más o menos carismáticas, sino que es una cuestión de
verdad objetiva. Estos problemas no se pueden solucionar con argumentos de
autoridad humana o con la idea que nosotros nos hacemos de ellos: tal obispo,
superior general, teólogo, profesor o doctor piensa esto o aquello;
"Yo" me he hecho tal idea de la Misa o del Vaticano II. Luego hace
falta seguir lo que piensa el obispo Fulano, el superior Zutano, el teólogo
Cajo o el profesor Sempronio o la idea que “yo” me he hecho de los problemas
actuales.
Do ut des: si te hacen un favor debes retribuir
Siguiendo este camino se perpetúa el error de cuando se pidió a Juan Pablo II solo la “libertad de la experiencia de la
Tradición” en 1978, y luego en 1984 la petición del indulto para la Misa tradicional
a condición de aceptar, a cambio, el concilio Vaticano II y la nueva misa de
Paulo VI de 1969. Ahora se acepta un regalo envenenado que deberá ser pagado con el silencio público (“la boca ungida no dice más nada”, reza el proverbio)
sobre los problemas de la comunión a los divorciados que cohabitan, de los
homosexuales, con la estratagema (para salvar las apariencias pero no el honor
y -Dios no lo quiera- tampoco el alma) de discutir estas cuestiones entre los
teólogos vaticanos y teólogos tradicionalistas (políticamente correctos) en
privado, en Santa Marta.
«Veritas liberabit vos» et «veritas est conformitas rei
et intellectus»
Desde la óptica -filosófica- realista de la verdad
entendida como conformidad del intelecto a la realidad objetiva, hace falta estudiar los Documentos y la misa del
Vaticano II para ver si están en continuidad real y no solo verbal con la
Tradición apostólica. Además -desde el punto de vista de la Fe- Jesús nos enseñó:
“la Verdad os hará libres del pecado, del error y del servilismo", no el
compromiso, no la adulación hipócrita.
Si los documentos conciliares son conformes con la
Tradición, entonces hay que aceptarlos aunque no nos guste (no siempre la
verdad es agradable y no todo lo que nos gusta es ipso facto verdadero); pero si se encuentra una discontinuidad objetiva con la Tradición, por el principio
de no-contradicción, no podemos alejarnos de la integridad de la Fe para
obtener la libertad o peor, la tolerancia de la experiencia de la Tradición y
la normalización canónica legal pero ilícita, las cuales sin la Fe recto no
sirven para nada: “Sin la Fe es imposible agradar a Dios) (Hebreos, XI, 6).
Conclusión
En una situación como lo actual todo habría aconsejado
prudencia, paciencia, saber esperar, analizar, examinar; en cambio se han
guiado por la prisa que es una "pésima consejera."
Para todos llega un momento en que se debe tomar
partido por el bien contra el mal, por la verdad contra el error, por la
Tradición contra el modernismo. La neutralidad en este caso no está permitida; por
el contrario, sería inmoral porque supondría de facto avalar el error. “El
mal pastor huye no sólo corriendo, sino también callando” (San Juan
Crisóstomo). La Sagrada Escritura enseña que “Hay un tiempo para hablar y otro
para callar, uno para hacer la paz y uno para hacer la guerra”. Hoy, frente al
dilema que se presentó a las conciencias de los católicos hace 50 años con
relación al Vaticano II y a la nueva misa "estamos puestos en una trágica
necesidad de elegir" (cardenales Ottaviani y Bacci).
Hay que tener cuidado de evitar dos extremos:
- 1°) la Iglesia jerárquica terminó
- 2°) obedecer las órdenes incluso ilícitas del Pastor.
En breve, en este momento hay que esperar sin ceder y sin romper como si la Iglesia ya no existiera más.
“Bastaría con que
las autoridades de la Iglesia se reconcilien con la Tradición infalible de
Roma, que condenen las desviaciones del Concilio Vaticano II y las locuras del así
llamado 'espíritu del Concilio' y la reconciliación será automática, ipso
facto.
Pedir perdón significaría ir contra el deber de
conciencia, sería condenar todo lo que he hecho por el bien de la Iglesia y la
salvación de las almas, sería abandonar la causa por la que he luchado, la
causa de la Tradición apostólica.
Santo Tomás de Aquino
enseña que cuando la fe está en peligro es obligatoria y urgente de hacer una
profesión pública de la Fe, aún a riesgo de la propia vida.
Ahora la situación en la
que nos encontramos es la siguiente: estamos viviendo una crisis sin
precedentes en la historia de la Iglesia, crisis que concierne lo que hay de
esencial en Ley, el santo Sacrificio de la Misa y el Sacerdocio católico.
Es doloroso constatar
cuántos obispos no quieren ver la crisis actual y el estado de necesidad en que
nos encontramos, mientras es necesario resistir al modernismo reinante para ser
fieles a la misión que Dios nos ha conferido, no hacerlo sería un pecado
mortal” (Mons. De Castro Mayer).
Que Dios nos ayude en esta hora del poder de las
tinieblas...
P.
Curzio Nitoglia
3/9/2015