Nota de France Fidèle : Jacques Régis Du Cray
es el portavoz oficioso de Menzingen en el « forum catholique ». Para
él (y Menzingen), la unión con la Roma conciliar ya es inevitable… y no son los
que él nombra de manera despectiva “el microcosmos de la resistencia” que lo
impedirán.
Jacques Régis du Cray con el P. Gregoire Célier |
Querido primo,
Estoy encantado de leerte sobre estos asuntos. Algunos continúan dando su opinión, o protestando sobre este asunto de la regularización que parece bastante evidente. Los responsables, llámense Karol, Josef o Jorge Mario por un lado, Marcel, Franz o Bernard por el otro, el resultado es inevitable. En poco tiempo ya ni siquiera será permitido elegir. Desde hace treinta años, a medida que las generaciones desaparecen, Roma regulariza progresivamente con condiciones cada vez más ligeras. Recientemente franqueamos una etapa. Mientras que la Fraternidad anteriormente formulaba peticiones, esta vez el Papa ha dado lo que ni siquiera fue solicitado. Algunos verán en esto una trampa. Curiosa trampa que sobre todo le ha otorgado una reputación inestimable a una pequeña Fraternidad que ha ocupado durante décadas una actualidad pontifical inesperada. Son pocas las obras a las cuales los papas han consagrado cartas con párrafos enteros.
Sin duda habrá algunas rupturas entre los fieles franceses apegados a la Fraternidad (la situación es más simple en Estados Unidos donde la lealtad no falta o en Alemania donde el microcosmos resistente es casi-inexistente). Hay que decir que estos últimos años, dos visiones se han opuesto, aunque no sea en proporciones equivalentes. La Fraternidad era vista por sus superiores y la mayoría de sus fieles como una matriz (lo que el cardenal Ranjith llamó un “aguijón” para la Iglesia). Todo anuncio permitiendo a las almas reencontrar aquí o allá el camino de la misa antigua o el sentido del catecismo tradicional era esperado e incluso bienvenido. Es así que la Casa General y el mismo Mons. Lefebvre se alegraron del indulto de 1984. Mons. Fellay no hizo otra cosa en 2007. Esto no les impidió conservar la cabeza fría sobre lo que pasaba en la Iglesia. Cuando hacemos mini-acuerdos prácticos (por ejemplo, durante tres días en Lourdes), la Fraternidad ¿se vende o pierde su latín y sus convicciones?
La oposición ha forjado una visión diametralmente opuesta. Ella tiende a confundir, en una concepción Ecône-céntrica, los límites de la Iglesia con los de la FSSPX. De allí que, toda experiencia tradicional exterior a la Fraternidad, incluso parcial, será percibida como una derrota, como un riesgo de competencia, como una trampa para sofocar las bases establecidas por Mons. Lefebvre. El súmmum de esta concepción es que, suscitando algunas frases del fundador, decidió deshacerse del problema decretando como fuera de la Iglesia (la verdadera) todas estas experiencias así como toda realidad externa a la Fraternidad, que ellos han reunido bajo el término de iglesia conciliar. Es evidente que los superiores, incluso los que han mostrado la mayor firmeza, jamás han negado a los dicasterios romanos su cualidad de órgano jerárquico bajo pretexto que ellos serían una emanación de la falsa iglesia. Igualmente ellos siempre han reconocido a los obispos, por más escandalosos que fueren, como sucesores de los apóstoles, con poder de jurisdicción.
Se ve en esta oposición el orgullo. Hay sobre todo un miedo gigantesco. La crisis de la Iglesia lo hace comprensible. Éste paraliza toda modificación de costumbres, la cual será inevitablemente calificada de presuntuosa y peligrosa. Sin embargo, partiendo para la hostil China, san Francisco Javier hubiera podido decirse orgulloso, igual que los discípulos cuando dejaron cada uno por su parte el Cenáculo el día de Pentecostés, hubieran podido imaginar que serían contaminados por el mundo malo. Ellos no actuaron así.