Día de
gravísimo escándalo, día funesto éste, en el que aquél que antes en cierto modo
justificó la perversión atroz de la sodomía y con las mismas palabras negó al
Vicario de Cristo el derecho de juzgar un pecado que clama al Cielo; ahora,
hundiendo más profundamente a la Iglesia en la confusión y cayendo todavía más
bajo, si es posible, solemnemente ha puesto como ejemplos de la fe y de todas
las virtudes, a dos grandes destructores de la fe y de la Iglesia.
En esta
Misa habrá una intención especial de desagravio a la Majestad Divina por este
increíble escándalo. Dios perdone a Francisco, a Juan XXIII y a Juan Pablo II
por el inmenso mal que han hecho a la Iglesia de Cristo. Es obra de gran
caridad rezar especialmente por éstos dos últimos, pues al estar ahora
supuestamente canonizados, la iglesia conciliar no permitirá que se rece por
ellos.
“¡Ay de los que a lo malo llaman bueno y a lo bueno,
malo; que ponen luz por tinieblas, y tinieblas por luz; que tienen lo amargo
por dulce y lo dulce por amargo!”, dice el Profeta Isaías (5, 20). ¿Y qué dice Dios
ante estas enormes traiciones? Lo leemos en el mismo capítulo de Isaías (5,
1-6): Una viña -la Iglesia- tenía mi amado -Cristo- en un fértil lugar. La cercó, la despedregó
y la plantó de vides escogidas. Edificó una torre en medio de ella y excavó en
ella un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agraces. ¿Qué más se puede
hacer a mi viña, que no se lo haya hecho yo? Yo esperaba que diese uvas. ¿Por
qué ha dado agraces? Ahora, pues, voy a haceros saber, lo que haré yo con mi
viña: quitaré su vallado y será quemada; derribaré su cerca, y será pisoteada.
Haré que quede desierta y que no sea podada ni desmalezada. Crecerán el cardo y
las espinas, y a las nubes prohibiré llover sobre ella. Perfecta
descripción del estado actual de la Iglesia.
Y en este
contexto de espantosa destrucción, Mons. Williamson ha revelado, el Sábado
Santo, en una conferencia dada en Brasil, que el Superior General y demás
autoridades de la FSSPX están dispuestos a someter la Fraternidad al influjo de
los destructores de la Iglesia, quitando la valla que protege la viña, aceptando
un eventual reconocimiento unilateral, supuestamente a cambio de nada, por parte
de Roma apóstata y Anticristo. ¡Cuánta razón tenía Sor Lucía de Fátima cuando nos
hablaba de esa “desorientación diabólica” que comenzó con el Vaticano II,
desorientación que llegó finalmente a la FSSPX: “La Virgen sabía que estos tiempos de desorientación diabólica
llegarían… ¡Es la desorientación diabólica que invade el mundo y engaña a las
almas!”, decía la vidente.
El Superior
General ha hablado de un “reconocimiento
de tolerancia” en una conferencia dada recientemente a los seminaristas en
Alemania; pero se tolera lo malo, no lo bueno y se tolera el error, no la
verdad. Aceptar ser “tolerado” es indigno de un católico. Vemos en la historia
de la Iglesia que los Estados concedieron a veces “reconocimientos de
tolerancia” a los protestantes, mediante los cuales se condescendía con éstos confiriéndoles ciertos derechos civiles. La Fraternidad se pondrá miserablemente al mismo nivel de
esos herejes si acepta un “reconocimiento de tolerancia” por parte de los modernos
herejes que ocupan Roma.
De
aceptar las autoridades de la Fraternidad que ésta sea reconocida como católica
por la secta conciliar, sin duda se cumplirán en ella también las terribles
palabras del Profeta, si es que no están cumpliéndose desde la traición del
2012: “quitaré su vallado y será quemada;
derribaré su cerca, y será pisoteada. Haré que quede desierta y que no sea
podada ni desmalezada. Crecerán el cardo y las espinas, y prohibiré a las nubes
llover sobre ella”. Y las palabras del Salmo 79: “Has derribado sus vallados de modo que la vendimian todos los que
pasan por el camino. La estropea el puerco montés, y la devora la bestia del
campo. Está quemada a fuego y ha sido talada”. Los animales significan los
pecados y el puerco montés es figura, en particular, de la sodomía, crimen en el
que vive posiblemente la mayoría del clero modernista.
Con todo,
“nuestra fe es la victoria que vence al
mundo”, dice la Epístola (1Jn 5, 4). En las guerras hay avances y
retrocesos, y hoy la fe ha sufrido una grave derrota, pues dos de sus grandes
enemigos han sido elevados a los altares. Nos toca ver lo que vieron los
Macabeos: “el santuario desolado, el
altar profanado, las puertas quemadas, las malezas crecidas en los atrios como
en un bosque o en un monte cualquiera, y las salas destruidas” (1Mac 4,
38).
Y
desorientación diabólica por todos lados:
“La solución para la Fraternidad -ha dicho recientemente el P. Nely, según
refiere Mons. Williamson- será un
reconocimiento unilateral de Roma”. Vean ahí cómo la confusión diabólica
está instalada ahora también en las cabezas de los que mandan en la FSSPX. En
lugar de querer vencer al mundo con la fe, esto es, conservando la fe íntegra,
pretenden colaborar con la herejía, aceptando la paz que ofrecen los herejes
modernistas. ¿“Solución para la Fraternidad”? La única solución para la
Fraternidad es expulsar a los traidores liberales que han causado su actual
división y la están destruyendo. Esa es la única solución para la Fraternidad
porque el único problema grave de la Fraternidad es tener unas autoridades
liberales y traidoras.
Estimado
fieles: ¡Ánimo! “Nuestra fe es la
victoria que vence al mundo”. Si nuestros ojos ven lo que vieron los ojos
de los santos Macabeos, que igualmente nuestros corazones sean resueltos y
ardientes como los corazones de esos grandes guerreros de Dios, para lo cual debemos
empuñar el arma invencible que es el santo Rosario. Termino citando nuevamente
a Sor Lucía: “Hay que rezar el Rosario
todos los días. Nuestra Señora repitió esto en todas sus apariciones, como para
armarnos anticipadamente contra estos tiempos de desorientación diabólica, para
que no nos dejáramos engañar.”