Comentario
Eleison CCLXIX
8 de
septiembre de 2012
LA
AMBIGÜEDAD DE ABRIL
Monseñor
Williamson
El 17 de
Abril fue sometido a Roma, por parte de la Fraternidad San Pío X, un documento
confidencial, de naturaleza doctrinal, con respecto del cual se ha afirmado que
contenía unos principios católicos que todas las autoridades de la Fraternidad
San Pío X podrían suscribir. Hacia mediados de Junio, Roma rechazó ese
documento como base de un acuerdo Roma-FSPX. ¡Demos gracias a Dios! En efecto,
el documento contenía una ambigüedad sumamente peligrosa: brevemente, por una
expresión como “El Magisterio continuo”, ¿debe entenderse “hasta 1962” o bien
“hasta 2012”? En este punto es donde reside toda la diferencia entre la
religión de Dios, y la religión de Dios tal como ella ha sido alterada por el
hombre moderno, es decir la religión del hombre. He aquí la ambigüedad, tal
como ha sido resumida el 18 de Abril para aquellas autoridades:
“1/La
Tradición debe ser el criterio y la guía de comprensión de las enseñanzas del
Vaticano II. 2/ Así, las afirmaciones del Vaticano II y del Magisterio
pontifical posterior relativas al ecumenismo y al diálogo interreligioso y a la
libertad religiosa, deben ser entendidas solamente a la luz de la Tradición
entera e ininterrumpida, 3/ de tal manera que sean coherentes con las verdades
enseñadas anteriormente por el Magisterio de la Iglesia, 4/ sin aceptar ninguna
interpretación de estas afirmaciones que pueda implicar una oposición o una
ruptura con la Tradición y este Magisterio”
La
ambigüedad “1962 o 2012” se esconde aquí en las palabras “Tradición” y
“Magisterio”. Estas dos palabras, ¿son ellas utilizadas para excluir las
doctrinas del Concilio (1962-1965) y sus secuelas, o para incluirlas?
Todo fiel de la Tradición interpretará la frase como para excluir de la
Tradición las doctrinas del Concilio, porque bien conoce la diferencia abismal
que existe entre la Iglesia y la Nueva Iglesia. Al contrario, todo adepto del
Vaticano II puede interpretar las mismas líneas en el sentido de que, sí,
realmente existe una continuidad sin fisura entre la Iglesia de antes y la
Iglesia de después del Concilio. Para entenderlo mejor veamos más de cerca
cómo, el Tradicionalista y el Conciliarista, cada uno según su propia
concepción, pueden interpretar las mismas líneas.
En primer
lugar, veamos la lectura tradicional:– “1/ La Tradición preconciliar debe
ser la medida y el juez de las enseñanzas del Concilio (y no al revés). 2/ De
tal manera que la enseñanza Conciliar y postconciliar debe ser completamente
tamizada comparándola con el conjunto de la enseñanza Tradicional anterior
al Concilio, 3/ de tal manera que no se contradiga en ningún punto con lo
que ha enseñado el Magisterio anterior al Concilio, 4/ no aceptando
ninguna interpretación ni texto en ruptura con la Tradición o el
Magisterio preconciliar”.
En segundo
lugar, la lectura Conciliar (que seguramente es la de los Romanos que ocupan
los puestos de autoridad dentro de la Iglesia de hoy):– “1/ La Tradición de
antes y la de después del Concilio (puesto que no hay más que una)
debe ser el juez del Concilio. 2/ De tal manera que la enseñanza del Concilio
sobre temas controvertidos debe ser tamizada comparándola con la única y entera
Tradición pre- y postconciliar (pues sólo ésta constituye la
Tradición “entera e ininterrumpida”), 3/ de manera que no puede haber oposición
entre esta enseñanza del Concilio y el Magisterio de la Iglesia pre- o
postconciliar (ya que no pueden sino enseñar la misma cosa), 4/ no
aceptando ninguna interpretación en ruptura con la Tradición o con el
Magisterio pre- o postconciliar (ya que no existe ninguna
ruptura entre los cuatro)”.
Esta lectura
Conciliar significa que el Concilio será juzgado por el Concilio, lo cual
significa, por supuesto, que será absuelto. Al contrario, por la lectura
Tradicional, el Concilio está absolutamente condenado. La ambigüedad es mortal
para la Fe. Alguien aquí parece estar jugando con nuestros espíritus católicos.
¡Quienquiera que pueda ser, él o ellos, sea anatema!
Kyrie
eleison