THOMAS AUDET, PARA STAGEIRITÈS
¡Gloria y honor a esos valerosos sacerdotes de Nuestro Señor !
¡No!, no han tenido miedo, no se
han desmoralizado ante las presiones, ante las calumnias, ante las amenazas. No
¡El amor de la Verdad, el amor de la Santa Iglesia, el amor de Nuestro Señor
Jesucristo les ha movido!
Ni subversivos ni revolucionarios.
De Menzingen a París, de esta miopía mediática a los otros esbirros de
Monseñor Fellay, el calumnioso insulto de “subversivo” y de “rebelde” no
corresponde a estos 37 sacerdotes bien amados.
¿Subversivos? ¿Pero quién es el subversivo entre los que creen poder
convertir la Roma-enemiga desde su interior o el que pide aclaraciones de las
intrigas de su superior ? ¿Quién es el revolucionario, entre aquél que
desea la verdad o el que hace trampa con ella? ¿Quién entonces es el que se
extravía con el Enemigo, quién es el que manipula todos los medios de la
tradición, quién impone su yugo por la amenaza y la calumnia sin jamás exponer ninguna
justificación para las acusaciones en su contra?
¡Y hay más! « Ellos están sembrando la división »-dicen. ¿Pero
quién jamás dijo que la guerra se hiciera sin dolor? ¿Y quién verdaderamente es promotor de división, el que miente y
el que engaña en secreto, o el que pide la justicia, la verdad y la virtud de la
prudencia? Que ellos recuerden que en griego al que divide se le dice Diablo.
Además: Monseñor Lefebvre, al levantarse en contra de Paulo VI –el papa,
hay que recordarlo- ¿probó su virtud heroica? Desde luego. Desgracia a quien
afirme lo contrario. Pero entonces, ¿por qué tratar de revolucionarios y de
subversivos a los sacerdotes que piden simplemente la más elemental de las
honestidades a su pequeño superior? Porque es pequeño.
El honor ya no parece habitar en él. Ninguna verguenza lo alcanza, ¡incluso
cuando sus intrigas están expuestas claramente a todo el mundo!
¡Un tal escándalo es una aberración! Un insulto hacia los miles de
fieles que dan, desde hace cuarenta años, hasta su sangre para hacer vivir a la
Tradición.
¿Anónimo?
¡Pero, afortunadamente, no todos carecen de la más elemental prudencia! ¡No
estamos todos dispuestos a vendernos atados de pies y manos al enemigo! (quizá
Menzingen quisiera proponer un acuerdo práctico a estos 37 sacerdotes)
Que estos 37 valientes se nombren, y serán amenazados cada uno de ellos,
sometidos a presión, puestos bajo vigilancia, prohibidos de comunicarse y por
fin sancionados. ¡Y ciertamente esto no sucede a la raza de víbora que se
desliza bajo varios nombres en Fecit y La Porte Latina para dar lecciones!
No son mas que los sobre-naturalistas, los voluntaristas y moralistas kantianos
los que creen que obedecer es hacer
objetivamente el bien. ¡A esta hora el deber está en desobedecer las
órdenes terminantes de callarse! El Bien moral se evalúa en la Finalidad,
nosotros somos Tomistas; no como en Menzingen, aparentemente.
¡Valor, se acerca la hora !
¡Levántense sacerdotes del Señor, sacerdotes de YAHVÉ, DIOS DE LOS
EJÉRCITOS! ¡El sol se levanta sobre las campiñas! ¡La hora de la siega se
aproxima! ¡Salgan con el estandarte de Verdad, revístanse de la armadura de su
sacerdocio divino! ¡Ustedes, que tienen cada día entre sus manos a su Dios!
¡Quién los detendrá si Dios combate por ustedes! “Yo soy el Camino, la Verdad y
la Vida”, ¡quien combata por Él, combate con Él!
¡Que todas las oraciones de los católicos del mundo se unan para implorar
de Dios la gracia de llevarlos a la victoria, que todos los sacerdotes que no
osan todavía unirse a esta maravillosa y santa asociación, sobrepasen sus
aprensiones; que todos se unan por el amor de la Verdad, por el amor de la
Santa Iglesia!
Ya viene la hora de la Fe, la hora de Nuestro Señor Jesucristo Rey.
¡De pie combatientes de la luz!