SABADO SANTO
En la vida de Nuestro Señor, el
Sábado Santo fue ese día entre su espantosa muerte en la Cruz y su gloriosa
Resurrección, cuando su cuerpo humano sin vida, ya que separado de su alma
humana, yació en la oscuridad de la tumba oculto al ojo humano. Los enemigos de
Nuestro Señor parecían haberlo vencido tan exitosamente que el Dios Encarnado
se encontraba en un eclipse total, y solamente la Fe de Nuestra Señora en su
Divino Hijo permanecía inquebrantable. Ella tenía que sostener a todos los
otros que lo habían seguido porque aún los más devotos de entre ellos estaban
sumidos en el desánimo y se sentían, como nunca antes, perdidos.
Ahora bien, siendo el Cuerpo
Místico de Cristo, la Iglesia Católica sigue paralelamente el curso de la vida
de Su Cuerpo físico. A lo largo de sus 2000 años de historia, la Iglesia
siempre ha sido perseguida por los enemigos de Cristo y, en muchas partes del
mundo en varios tiempos, ella ha sido virtualmente borrada. Sin embargo, con
seguridad, nunca se encontró en un eclipse completo como lo parece estar hoy
día. Dios diseñó su Iglesia como una monarquía para ser mantenida en la unidad
por el Papa, y ahora vemos un Papa que renuncia, sin duda en parte porque él
mismo, magnetizado por el pensamiento moderno democrático, nunca creyó completamente
en su propio cargo supremo. Quitando de su escudo de armas la tiara papal y
firmando él mismo siempre como “Obispo de Roma”, cualesquiera fueran sus
intenciones cuando renunció en febrero, humanamente hablando él ayudó
seguramente a socavar la divina institución del Papado.
Ciertamente con la renuncia de
Benedicto XVI y con el subsiguiente cónclave, los enemigos de Cristo habrán
hecho todo lo posible de su parte para anular el Papado. Por un justo castigo
de Dios a causa de la apostasía universal de nuestra época, estos enemigos han
recibido de El un gran poder sobre Su Iglesia. Desde hace siglos se esfuerzan
para obtener un dominio completo del Vaticano y ahora están allí atrincherados.
Con ninguna intención de ceder ni un ápice a una pequeña Fraternidad pía, ellos
están, tal como lo vio en una visión hace 200 años Ana Catalina Emmerick,
desmantelando la Iglesia piedra por piedra. Humanamente hablando los seguidores
de hoy día de Nuestro Señor tienen tan poca aparente esperanza como tenían aquellos
del Sábado Santo original.
Pero no más que Nuestro Señor
El mismo, la Iglesia Católica no es simplemente un asunto humano. En 1846
Nuestra Señora de La Salette dijo acerca de nuestro propio tiempo: “Los justos
sufrirán profundamente. Sus oraciones, penitencias y sus lágrimas se elevarán
hasta el Cielo y todo el pueblo de Dios implorará perdón y misericordia y
suplicará mi ayuda e intercesión. Y entonces Jesucristo en un acto de Su
justicia y gran misericordia ordenará a Sus Angeles dar muerte a todos sus
enemigos. Repentinamente los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos
aquellos entregados al pecado, perecerán, y la tierra devendrá como un
desierto. Y entonces vendrá la paz y el hombre se reconciliará con Dios;
Jesucristo será servido, adorado y glorificado. La Caridad florecerá en todas
partes...El Evangelio será predicado en todas partes...y el hombre vivirá en el
temor de Dios”.
En otras palabras, con toda
seguridad Dios resucitará a Su Iglesia de su actual angustia. Si su eclipse deviene
aún más sombrío, como seguramente lo hará, mantengámonos más cerca que nunca de
la Madre de Dios y tomemos ahora la resolución de no entristecerla con nuestra
falta de Fe, como lo hicieron los Apóstoles y discípulos de Nuestro Señor en
aquel primer Sábado Santo. Comprometámonos a regocijar su Inmaculado Corazón
con nuestra inquebrantable Fe en su Divino Hijo y su única verdadera Iglesia.
Kyrie Eleison