Mientras Monseñor Fellay dice una cosa al
Vaticano en su declaración de abril, otros documentos oficiales de la FSSPX
dicen exactamente lo contrario. Si proceder con doblez es absolutamente
inaceptable en los verdaderos católicos, mayormente en un Obispo; quizá todavía
peor sea la ceguera voluntaria de muchos de nuestros colegas Sacerdotes,
puestos por Dios al frente de las ovejas para guiarlas y defenderlas; ceguera
que se traduce en una indebida tolerancia respecto del carácter doble y ambiguo
del nuevo estilo impuesto por el Superior General a la congregación. Parece
increíble que muchos de ellos sigan diciendo, contra la evidencia palmaria: “no
se firmó el acuerdo y por eso nada ha cambiado en la FSSPX. No existe ninguna
crisis interna, como quieren hacernos creer los perversos administradores de
algunos sitios de internet dedicados a la difusión de rumores”.
Dos ejemplos de este doble discurso:
A) DOBLE DISCURSO ACERCA DE LA VALIDEZ DE LA
MISA:
Dice Mons. Fellay
a Roma en su declaración doctrinal de 15 de abril de 2012:
7 Nosotros declaramos reconocer la validez del
sacrificio de la Misa y de los Sacramentos celebrados con la intención de hacer
lo que hace la Iglesia según los ritos indicados en las ediciones típicas del
Misal romano y de los Rituales de los Sacramentos legítimamente promulgados por
los papas Paulo VI y Juan Pablo II.
Dice la FSSPX:
La validez de la Nueva Misa
Siendo esto así, ¿debemos decir que la Nueva Misa es inválida? Esto no
ha sido demostrado, pero puede argüirse lo siguiente: por un lado, la Nueva Misa no está cualificada como rito
católico; por otro, el celebrante debe querer hacer lo que hace la Iglesia;
ahora bien, la Nueva Misa ya no garantiza por sí misma que tiene esa intención,
la cual dependerá de su fe personal (generalmente desconocida para los
presentes, pero más o menos dudosa a medida que avanza la crisis en la
Iglesia). Por tanto, puede presumirse que estas misas son de validez
dudosa, y más aún con el paso del tiempo.
Las palabras de la consagración,
especialmente del vino, han sido falsificadas. ¿Se ha
respetado «la sustancia de los
sacramentos» (…)? Este problema todavía es mayor en las misas
celebradas en lengua vernácula, donde pro multis [por muchos] ha sido
mal traducido como por todos los hombres. Algunos arguyen que éste hecho
tiene tal importancia que invalida estas Misas; muchos lo niegan. Pero esto
acrecienta la duda[1].
B)
DOBLE
DISCURSO ACERCA DEL CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO:
Dice Mons. Fellay
a Roma en su declaración doctrinal de 15 de abril de 2012:
8 Siguiendo los criterios enunciados aquí arriba
(III, 5), así como el canon 21 del Código, nosotros prometemos respetar la
disciplina común de la Iglesia y las leyes eclesiásticas, especialmente
aquellas que están contenidas en el Código de derecho canónico promulgado por
el papa Juan Pablo II (1983) y en el código de derecho canónico de las Iglesias
orientales promulgado por el mismo Pontífice (1990), quedando a salvo la
disciplina que se le conceda a la Fraternidad Sacerdotal San Pio X por una ley
particular.
Dice la FSSPX:
¿DEBEMOS ACEPTAR EL NUEVO CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO?
Un código es una colección de leyes, siendo cada una de ellas una orden
de la autoridad competente: cada canon del Código de 1917 era una ley de
Benedicto XV, y cada canon el Código de 1983 (comúnmente llamado ahora
"nuevo código") es una ley de Juan Pablo II.
Ahora bien, para el Papa Juan Pablo II, la finalidad del nuevo Código es expresar la nueva eclesiología del
Concilio Vaticano II (esto es, la nueva comprensión que tiene la Iglesia sobre
su naturaleza y misión) en lenguaje canónico, y debe entenderse siempre a la
luz de las enseñanzas conciliares. Pero
ese Concilio alteró la enseñanza católica. Por tanto, debemos sospechar que la
nueva legislación codifica los mismos errores, y estar preparados para no
aceptar toda sus "leyes" (…),
sino sólo aquellas que de forma evidente no comprometan la enseñanza católica
sobre fe y moral.
(…)
Todo
lo cual nos lleva a concluir: «la Hermandad de San Pío X manifiesta su
profundo desacuerdo con la letra y el espíritu de este nuevo Código, que
engloba las opiniones conciliares sobre la Iglesia y el mundo».[2]
Un sacerdote
de la FSSPX