Me declaro servidor de Nuestro Señor
Jesucristo, de la Santísima Virgen María de Guadalupe y de nuestro Padre el
Señor San José, deseoso de solo vivir y morir por su amor. Movido con estas
disposiciones escribo esta declaración pública para dejar bien en claro mis
motivos de acción, en los cuales no creo haber estado movido por rebeldía, o
intereses personales o ajenos, sino por amor a la doctrina y a la caridad.
Mi
motor de acción han sido aquellas palabras de Garrigou Lagrange:
“La Iglesia es intolerante en las principios
porque cree; es tolerante en la práctica porque ama. Los enemigos de la Iglesia
son tolerantes en los principios porque no creen y son intolerantes en la
práctica porque no aman”.
Los
principios católicos que hemos recibido de Mons. Lefebvre son el motor, el
corazón, la razón de ser de la FSSPX, y el tesoro más grande que hemos heredado
de él, y a través de lo cual hemos recibido en toda su fuerza e integridad la
religión católica. El amor por esta doctrina me ha llevado a confiar en las
enseñanzas de Mons. Williamson de manera muy especial. Su consejo me guió sabiamente
a continuar en mi querido Monasterio de Silver City y a fomentar una vida
monástica de fidelidad, consciente de que ella es la mejor manera de servir a
la Iglesia en la sublime vocación benedictina. La necesaria intolerancia de los
principios me movió a apoyarme en Mons. Williamson, mientras que la tolerancia
de la caridad me llevó a continuar en mi querido Monasterio.Desgraciadamente
mis superiores decidieron que esta
manera de actuar no era posible. El domingo 24 de Febrero me cerraron las puertas de
mi Monasterio ante mi gran sorpresa. Mi ¿crimen? Seguir a Mons. Williamson. No
quiero atacar a mi Monasterio ni a mi Padre espiritual, Rev. Padre Cipriano;
ellos no son modernistas, tienen la intención de darlo todo por Dios y de ser
santos, su generosidad es incuestionable. El problema radicó más bien en la incomprensión
de lo que significa la grandeza de la doctrina. La prioridad de la doctrina
sobre todo lo demás. Doctrina que se encuentra sólidamente cimentada en Mons.
Williamson, especialmente, aunque no únicamente. Lo cual ha quedado demostrado
por el hecho de que sus enseñanzas y sus comentarios Eleison jamás han sido
refutados. Este amor por la doctrina hizo que la condena de Mons. Williamson
recayera también sobre mí; haber sido su amigo y su hijo,fue mi pecado. Mi
búsqueda de la sabiduría por medio de su dirección espiritual, sin ningún deseo
de abandonar mi monasterio, sino solo de ser confirmado en la fe para poder continuar
mi defensa en la fe como soldado que debemos de ser de Cristo, para poder
ayudar mejor de esta manera a mi Monasterio, fue la causa de mi expulsión.
La
caridad me pide no condenar ni a la FSSPX ni a mi Monasterio de Silver City,
solo Dios puede juzgar, los perdono a todos por la injusticia perpetrada hacia
mí. Al mismo tiempo les suplico a todos a
los que he ofendido, su perdón, especialmente al Reverendo Padre Cipriano, a
quien jamás dejaré de amar y por quien siempre rezaré de manera muy especial,
esperando y pidiendo para que la Divina Providencia nos vuelva a reunir. No me
declaro enemigo de nadie. Solo me declaro intolerante del pecado, y enemigo de
la doctrina liberal, pecado contra elprimer mandamiento,ya que el liberalismo
es una blasfemia en acción que se ha infiltrado,sin ninguna duda,en varias
partes de la FSSPX.
Por
caridad para con mi pobre alma imploro de Dios su infinita misericordia, y a
todos ustedes, mis hermanos en la fe, apelo a su caridad fraternal para que
recen mucho por su servidor.
Con
la ayuda de Dios pronto abriremos un Monasterio y desde ahora les pido su
ayuda. Recibiremos a todos los católicos que sean intolerantes en la doctrina y
tolerantes en la caridad.
Suyo
siempre en nuestro Santo Padre San José.