La circular
Thouvenot del 7 de marzo de 2013
El
7 de marzo de 2013 una carta circular del padre Thouvenot fue enviada a los
Superiores de Distritos, seminarios y Casas Autónomas. Ella fue enviada luego
de descubrir a 3 de los sacerdotes que participaron en la Carta abierta a Monseñor Fellay por 37 sacerdotes del Distrito de
Francia. Esta carta era anónima, lo que le valió muchas críticas como la
del Padre Thouvenot que denuncia este proceder. Pero nosotros podemos objetar
que, en vista de la suerte reservada para los
contestatarios/refractarios/resistentes, el anonimato es necesario. Es la única
manera de protegerse de las persecuciones, las amenazas y otras sanciones
injustas. Además, ya que el debate se ubica, por parte de los padres de la
resistencia, en el plano doctrinal y de las ideas, ¿en qué el anonimato plantea
un problema? Nadie hubiera tenido la audacia de reprochar a los disidentes
rusos, salvo algunos imbéciles y partidarios del régimen comunista, de haber
publicado en la URSS sus obras bajo el anonimato. Siempre es fácil dar
lecciones de valentía cuando se está del lado del poder.
Dudas
legítimas en cuanto a lo bien fundada de la nueva política de adhesión del
Superior general de la FSSPX y de sus asistentes.
Comencemos,
sin lanzarse a acusaciones perentorias y absurdas, por recordar algunos hechos:
después de haber, en vano, durante meses, dado parte internamente a sus
superiores de sus temores en cuanto al acercamiento con la Roma conciliar, los
sacerdotes han terminado por enviar, anónimamente, una carta al superior general de la FSSPX, Monseñor Fellay. En esta carta, ellos denuncian la
responsabilidad de la Casa general en la crisis que sufre desde hace algún
tiempo la Fraternidad, insistiendo particularmente en el doble lenguaje de
Monseñor Fellay y de su falta de sinceridad respecto a los sacerdotes y los
fieles. Estos sacerdotes expresan así su negativa a seguir la nueva política de adhesión de Menzingen, poniendo a Monseñor
Fellay delante de sus propias contradicciones.
Las
inquietudes contenidas en esta Carta de
los 37, no son el fruto de elucubraciones, de delirios sedevacantistas
emanando de espíritus torcidos y rebeldes como ciertos quisieran hacernos
creer. Algunos textos, sermones y entrevistas (el Cor unum de marzo de 2012, la
Declaración doctrinal del 15 de abril de 2012, el sermón de Monseñor Fellay en
Pentecostés, etc) por su evidente contenido sorprendente, plantean en efecto
una duda legítima sobre los principios que animan la acción del Superior
General y de sus asistentes. Las expulsiones, estos últimos meses, de aquellos
que, como Monseñor Williamson, combaten abiertamente este deseo de acordar con
Roma, plantean igualmente inquietudes. ¿No tenemos allí ya los hechos objetivos?
Respecto a
esto, no podemos sorprendernos por ciertas reacciones brutales por la
publicación, el 28 de febrero de 2013, de la famosa Carta de los 37 sacerdotes en el sitio La Sapinière. Y cuando tres de los autores de esta carta, que fue
considerada en un comunicado del Superior de Distrito de Francia como “una fabricación”, fueron finalmente
descubiertos (son los padres Rioult, Salenave y Pinaud), éstos últimos fueron
inmediatamente condenados, juzgados, y expuestos al escarnio público. El 7 de
marzo, la Casa general, por una circular de su secretario, el padre Thouvenot,
actuó en el mismo sentido. Es sobre esta carta circular que deseamos volver
porque es instructiva en muchos dominios.
Una circular
indigna y vergonzosa
En
la forma, esta circular es indigna y vergonzosa. Al leerla nos asombramos por
el tono ácido y despectivo utilizado. El Padre Thouvenot, y atrás de él las
autoridades de la Fraternidad, hablan de sus sacerdotes, sus cofrades en el
sacerdocio, sin el más mínimo respeto como si se tratara de gentuza de la peor
especie. Comprender su consternación, conocer los motivos que los llevaron a
actuar de esta manera, comprender sus inquietudes, nada de esto parece
interesar a Menzingen, que prefiere imponer por el miedo y el chantaje de la
expulsión su nueva línea. Ninguna compasión ni misericordia hacia ellos. Estos sacerdotes ¿serán criminales ? Al
leer al padre Thouvenot, podríamos pensarlo. Sin embargo, Monseñor Fellay y sus
asistentes saben cómo hacer prueba de una asombrosa y bondadosa
indulgencia hacia las autoridades eclesiásticas de la iglesia conciliar
(concerniente a Asís III, la beatificación de Paulo VI, ciertos discursos de
Benedicto XVI que rozan la herejía e inciensan al Vaticano II…) Sin duda el
Superior general se siente más cercano a sus nuevos amigos en Roma que
de Monseñor Williamson y de todos los otros sacerdotes que se niegan a
comprometerse con esta Roma de tendencia neo-modernista y neo-protestante,
según los propios términos de Monseñor Lefebvre.
La circular
lleva además graves acusaciones mentirosas y calumniosas (acusaciones fundadas
en ningún acto preciso) sobre las intenciones de estos sacerdotes los cuales
estarían “decididos a hacer estallar la
Fraternidad”, “pierden de vista las obligaciones de su vocación sacerdotal”.
¿No es esto juzgar su fuero interno? ¿Son éstas, verdaderamente, realmente, las
motivaciones profundas que animan a estos sacerdotes? Una vez más, el Superior
general y sus asistentes, por su nueva política acuerdista, han creado una
división doctrinal en el seno de la Fraternidad. Sus sofismas ¿no son la
primera causa de la confusión que reina hoy en el mundo de la Tradición? A
quiénes quieren agradar con sus declaraciones ambiguas, por la expulsión de los
recalcitrantes, si no es a las autoridades romanas… El secreto en torno a las
discusiones con Roma, ha empañado la confianza de los sacerdotes y de los
fieles hacia la Casa general, ha permitido y permite todavía criticar y
castigar a los oponentes a su política, acusarlos de fundar sus argumentos en
rumores, sospechas, mentiras. Esto es lo que se les reprocha a los padres
Rioult, Salenave y Pinaud en la circular del Padre Thouvenot.
La circular
Thouvenot, ¿una obra maestra de dialéctica comunista?
En
el fondo, el objeto de esto correo interno es sobre todo el justificar el trato
que sufren estos 3 sacerdotes y que les significó estar “relevados de todo ministerio y que deberán irse a prioratos distintos.
Un proceso eclesiástico será instruido en su contra”. No hace falta decir
que esta circular tiene como segundo objetivo, tácito, de advertir a otros
sacerdotes si acaso estuvieran tentados a actuar como estos 3 sacerdotes. A
este respecto, la circular es una obra maestra del método soviético. De hecho
Menzingen, para hacer triunfar su política de adhesión a Roma modernista, se
sirve de procedimientos dignos de un régimen estalinista. Lejos de nosotros,
sin embargo, la idea de asimilar a Monseñor Fellay con Stalin pero no es inútil
mostrar que la política actual de Menzingen tiene algunas similitudes
sorprendentes con el régimen soviético, guardando las proporciones.
a) una obediencia viciada :
Como
Stalin, Monseñor Fellay se niega a cualquier cuestionamiento a su línea, lo que
tiene por consecuencia lógica una deriva autoritarista en la cabeza de la
Fraternidad. También el Superior general ya no está dentro de sus funciones
cuando pide una obediencia ciega y una obediencia sin reserva a su persona y a
su manera de pensar. Tal clase de obediencia se convierte en
vicio. Ella ya no es una sumisión basada en la inteligencia y en la
facultad de discernimiento de la persona que se somete. Ya no es esta virtud
que solo es posible en los hombres libres, es decir, hombres que no sufren
coacciones exteriores. Los sacerdotes y los fieles no son robots que deben
tener confianza ciega en el superior general bajo pretexto que él tiene todas
las cartas en la mano y que tiene la gracia de estado. Es un sobrenaturalismo
el pensar así. En ninguna parte está escrito que el Superior general de la
Fraternidad es infalible, ni que la dicha Fraternidad esté siempre exenta de
error. Este asunto es lo suficientemente grave para que cada uno examine en
conciencia lo que debe hacer. Se trata, en efecto, del combate por la
Tradición, del combate de la Fe, de salvaguardar la sana doctrina, no solamente
para que cada uno de nosotros la conserve intacta sino también para que la
transmitamos, intacta, a los que seguirán. Se trata aquí del bien común de la
Iglesia.
b)
un vocabulario excesivo y acusador
Llevemos un
poco más lejos la comparación con el régimen soviético. Cuando un grupo en el
seno del Partido comunista osaba emitir reservas en cuanto a su política,
Stalin acusaba a sus adversarios de subversión
(sin jamás responder a sus argumentos de fondo), de intrigantes revolucionarios, de sembrar la división, de querer
destruir al partido, etc. Por ejemplo, Trotski fue acusado ¡de ser un
conspirador a sueldo de los imperialistas! El discurso del enemigo interior
sostenido por el exterior (por ejemplo los trotskistas internacionalistas que
fueron expulsados del partido por Stalin), era frecuentemente retomado por los
dirigentes comunistas y los jefes de la KGB; el padre Thouvenot hace lo mismo
cuando afirma que el padre Rioult y sus secuaces llevan a cabo una subversión
interna apoyados por antiguos miembros de la FSSPX (cf. Monseñor Williamson): estamos en presencia de
sacerdotes a sueldo de Monseñor Williamson: “En estrecha colaboración con Monseñor Williamson, el padre Olivier
Rioult es el cerebro de esta empresa de insubordinación, en concierto con el
Padre Nicolás Pinaud y el Padre Matthieu Salenave”. Por lo tanto,
encontramos el mismo procedimiento que consiste en desestabilizar y
desacreditar al adversario por las acusaciones difamatorias y un vocabulario
excesivo (cf. las acusaciones en los diferentes sermones de sedevacantismo, de
espíritu cismático…) y a practicar una forma de lavado de cerebro.
c)
una demonización del adversario : una vieja táctica comunista:
Es
un clásico el desacreditar al enemigo satanizándolo. Y Menzingen emplea esta
estrategia de manipulación; Stalin, también era muy fuerte en este tipo de
ejercicio: el argumento consistía en hacer del oponente un enemigo enmascarado,
pérfido, amenazador de la estabilidad del régimen que quiere la ruina de la
sociedad, acusándolo de toda suerte de malversaciones (pero sin jamás dar
ejemplos concretos y precisos: manteniendo una voluntaria vaguedad). Los medios
empleados consisten en el confinamiento del adversario, a impedir la
formulación de una crítica que pueda parecer legítima a terceros, a prohibir
tener una opinión respetable. Y así, se hacía posible mantener un clima de
terror que permite conservar el poder y el control sobre la población.
La circular
Thouvenot es un buen ejemplo de la manera en que Menzingen emplea estos mismos
medios para logar los mismos objetivos : instalar un clima de miedo y de
sospechas generalizadas (vigilancia e investigación de los sacerdotes
refractarios) y de sumisión ciega a la autoridad en el seno de la Fraternidad.
Podemos hacer aquí también un paralelo con las purgas de Stalin: todos aquellos
que dudaban de su política debían ser eliminados. ¿Monseñor Fellay no está
haciendo lo mismo cuando se deshace de manera arbitraria y escandalosa de sus
oponentes a su política? Podemos igualmente mencionar las delaciones y el
espionaje que existen hoy en día en el seno de la FSSPX; ¿cómo descubrieron a
estos 3 sacerdotes? ¿Quién los denunció? Paralelamente, en el régimen
soviético, cualquier desviación a la línea oficial debía ser perseguida con
simulacros de procesos, expulsiones y sanciones arbitrarias, censuras, etc. Los
3 sacerdotes ¿no han sido informados que “un
proceso eclesiástico” en donde Monseñor Fellay será obligatoriamente juez y
parte será “instruido en su contra”?
¡y si ellos no se someten, serán automáticamente “expulsados de la sociedad”! ¿No se trata de un simulacro de
proceso, ya que a la lectura de esta circular, estos tres sacerdotes aparecen
ya juzgados y condenados? ¡Esta manera de hacer justicia recuerda extrañamente
el Proceso de Moscú, durante las Grandes Purgas de los años 1930!
Igualmente
podríamos comparar el sistema de propaganda que tuvo lugar en la URSS en los
tiempos de Stalin, con la propaganda de la Casa general vía sus sitios de
internet para imponer la propaganda acuerdista de Menzingen (cf. el padre
Rostand y sus aliados) así como una forma de culto de la personalidad: Monseñor
Fellay aquí, Monseñor Fellay allá, ¡Monseñor Fellay por todas partes!
Cuadro sinóptico de
comparación
Hagamos la comparación en un cuadro sinóptico: las
semejanzas son flagrantes…
URSS
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FSSPX
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Línea de
pensamiento única: línea de Lenin y Stalin. Ideología: marxismo-leninismo.
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Línea de
pensamiento única: la línea de Monseñor Fellay (cf. DICI…). Línea salida del
pensamiento innovador de Menzingen favorable a un reconocimiento canónico
incluso si Roma no se convierte.
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Sistema dictatorial y
totalitario: toda oposición a la línea del Partido es severamente reprimida
(ejecuciones, gulag, exilio, etc.) Ningún debate de fondo es posible.
Fuertísimo control sobre la población. Censura muy fuerte.
Las sanciones son injustas.
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Sistema dictatorial y
totalitario : cualquier diferencia con la línea de Monseñor Fellay es
juzgada como una desobediencia grave hacia la autoridad. Ningún debate de
fondo es posible porque Menzingen se niega este debate, lo que explica la
manera en que las declaraciones de los sacerdotes son cuidadosamente
controladas. Sanciones contra todo sacerdote o incluso laico (pensamos entre
otros, en los administradores y moderadores de foros en internet) que
critique el discurso de Monseñor Fellay.
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Las acusaciones de desviaciones
respecto a la línea oficial son borrosas y extremadamente imprecisas… En
realidad, no hay razones pertinentes ni tangibles, de ahí las acusaciones
surrealistas en donde el acusado se ve acusado de toda suerte de crímenes,
consecuencia evidente de su desviación ideológica. Hay una diferencia
evidente entre las acusaciones y la realidad.*
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La circular Thouvenot se
contenta de acusar : no aborda ninguno de los problemas ni de las
objeciones expresadas en la carta de los 37 sacerdotes. Todo es borroso y
extremadamente impreciso en esta circular: ¿cuáles amalgamas, cuales calumnias?
¿Dónde está la subversión por decir la verdad? La acusación del padre
Thouvenot en este caso ¿es verdaderamente objetiva?
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Utilización de una retórica
particular : « Esta red
espantosa de traiciones, todos estos complots, (…) Toda esta turba ensañada
contra el país que había dado un ejemplo subversivo” (Henri Barbarusse, Stalin, 1935)* Los
dirigentes soviéticos tenían la costumbre de denunciar toda suerte de
complotistas subversivos que trabajaran en la sombra para destruir la URSS.
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Utilización de un vocabulario
apropiado que encontramos muy frecuentemente en la retórica soviética: “empresa de insubordinación (…)acciones
subversivas,, agitadores, extraviados, rebeldes…” Menzingen acusa a los 3
sacerdotes de ser complotistas revolucionarios, más preocupados por su
supuesta voluntad de destrucción de la FSSPX que por su vocación sacerdotal.
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Utilización de propaganda con
el objetivo de que la población se adhiera al sistema. Hacerlos permeables a
la doctrina del partido. Reeducación de los desviados así como la
falsificación de la historia. Lavado de cerebro.
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Los sitios oficiales de la
Fraternidad sirven a la propaganda: las opiniones contrarias son
sistemáticamente censuradas. Al contrario, cualquier discurso a favor de un
acuerdo encuentra allí un lugar. Eso no es honesto. Propaganda que se dirige
a reeducar a los sacerdotes y fieles. Objetivo: mostrar que Roma está
cambiando, que un acuerdo es posible, que no hay que denunciar muy firmemente
los errores conciliares.
|
En
conclusión de esta comparación, es fácil darse cuenta que Menzingen, empleando
un vocabulario excesivo y acusador así como una dialéctica y una retórica
utilizadas por los comunistas, busca crear miedo: la circular Thouvenot hace de
estos 3 sacerdotes peligrosos revolucionarios con intenciones malas, pérfidas y
crueles. Sobre todo no hay que escucharlos ni seguir su mal ejemplo.
¿Por qué tal proceder ? A causa de la negación por parte de la autoridad,
de un verdadero debate sobre el fondo.
Sin
embargo, podemos legítimamente preguntarnos el por qué la Casa general utiliza
tales procedimientos. Nos parece que un elemento de respuesta puede ser la
negativa por parte de Monseñor Fellay de un verdadero debate doctrinal sobre el
fondo.
Por un lado,
la Casa general debe ciertamente estar avergonzada por esta Carta de los 37 a la cual no puede
responder con pruebas que le permitan desmentir los hechos y las palabras
reportadas. El apuro de Menzingen es particularmente visible en el penúltimo
párrafo que trata de la famosa declaración doctrinal del 15 de abril del 2012: Como siempre, estos sacerdotes rebeldes
pretenden presentar este documento como una prueba de la traición y de la
“adhesión de Menzingen” al modernismo, a la misa de Paulo VI y a los errores
conciliares… Cada uno sabrá diferenciar entre la información y la intoxicación
organizada de manera anónima. Por lo tanto, que ella aparezca en internet o
en Cor Unum es la misma declaración doctrinal de que se trata. ¿En qué las
explicaciones dadas por la Casa general van a cambiar el tenor, el fondo
doctrinal de la declaración? ¿Y por qué razón hay que explicarle a los
sacerdotes? Monseñor Fellay y sus asistentes ¿tendrían miedo de la, sana,
reacción de los sacerdotes?
Por
otra parte, Monseñor Fellay posee el poder: el ver su política acuerdista
criticada por argumentos doctrinales sólidos e ineludibles que podrían forzarlo
a la dimisión, parece disgustarle soberanamente (igual que a Stalin).
Pero
sobre todo, esta carta caricaturiza al adversario para dañarlo sin responder a
uno solo de los argumentos contenidos en la carta aludida. Las autoridades de
la Fraternidad, rehusándose al debate sobre el fondo, están obligadas a
amordazar cualquier forma de resistencia a su política. Cualquier oposición es
entonces acorralada, condenada y duramente criticada.
¿Será
que le faltan argumentos doctrinales a Menzingen para defender su posición? Es
cierto que si estas autoridades se sintieran fuertes y seguras en su posición
doctrinal, no dudarían en confrontar a sus oponentes a ejemplo de un Cayetano
de cara a Lutero o de un Santo Tomás que organizaba y animaba controversias y
debates.
Un
clima malsano y tenso en el seno de la Fraternidad.
Esta
ausencia de debate doctrinal engendró este clima malsano y tenso que pesa sobre
la Fraternidad en la actualidad. La autoridad, al imponer “una nueva posición respecto a la Iglesia oficial” y trabajando en
buscar “un reconocimiento canónico”
de la Fraternidad por la Iglesia oficial, pero impidiendo paralelamente un
debate sereno y razonable es el responsable de esta atmósfera.
Con
tales superiores, ciegos por su deseo de un reconocimiento canónico, no podemos
mas que sostener estos tres sacerdotes acusados injustamente de subversión por
haber denunciado (revelando los hechos reales y concretos) las maniobras y las
actuaciones de Menzingen. La Casa general no puede valerse de ningún derecho ya
que actúa de manera arbitraria y ya que pretende obligar a sus sacerdotes a
renegar, en parte, del combate de la Fe y de la Tradición, a renegar, de cierta
manera, su juramento antimodernista.
Ahora
nosotros planteamos la pregunta : ¿quién es verdaderamente revolucionario
y subversivo?
También
nosotros podemos plantear estas preguntas: ¿quién informa, quién intoxica? ¿quién
combate a la revolución liberal que se infiltra en los rangos de la Fraternidad
y quién hace trabajo subversivo en una sociedad religiosa anti-liberal para
acordar con una iglesia conciliar liberal? En una palabra: ¿quién es
verdaderamente revolucionario? ¿Quién es contra-revolucionario por amor a la
Verdad?
Nuestra
Señora de Fátima: « Rusia esparcirá sus errores por el mundo entero,
suscitando guerras y persecuciones contra la Iglesia. Los buenos serán
martirizados…”
Ante esta crisis, la más importante que atraviesa la Fraternidad, una pregunta
viene frecuentemente a nuestros espíritus: ¿Por qué una tal crisis que parece
un castigo y que arriesga a hacer desaparecer la Fraternidad?
En
Fátima, Nuestra Señora previno que si la Consagración de Rusia a su Corazón
Inmaculado no se hacía como Ella lo pidió, entonces “Rusia esparcirá sus errores por el mundo entero, suscitando guerras y
persecuciones contra la Iglesia. Los buenos serán martirizados…”
¿No estamos viendo, desgraciadamente, a
Rusia esparcir sus errores en la Fraternidad ? Afectados e infiltrados por
el liberalismo, por el espíritu “políticamente
correcto”, podríamos decir de manera más precisa “religiosamente correcto”, ciertos superiores de la FSSPX ya no
dudan, como lo acabamos de ver, en adoptar, para imponer su nueva línea de
pensamiento (adhesión a la Roma modernista sin su conversión previa), una
dialéctica y una retórica forjada por los comunistas en la URSS.
¿Sería
un atrevimiento el ver, en esta deriva totalitaria y liberal en la cabeza de la
Fraternidad, que se aleja de manera impresionante y asombrosa de la caridad y
de la misericordia evangélicas, un castigo divino? Un justo castigo debido al
abandono, por nuestros pastores, por muchísimos de nuestros sacerdotes y
fieles, del combate doctrinal de Monseñor Lefebvre y por el abandono, por un
hipotético confort canónico, de este principio absoluto, única garantía para no
comprometer la Fe: “NO AL ACUERDO CANÓNICO ANTES DE UN ACUERDO DOCTRINAL”.
Y « Los buenos serán martirizados… »
Por un anónimo
de 21 años.