En sus conferencias de Argentina, Mons. Fellay ha inoculado al clero y a la feligresía de la FSSPX el veneno del deseo de la regularización. Ha dicho que, en caso de ser regularizados, si los enemigos nos atacan, nuestros "nuevos amigos" nos defenderán: es decir, que si los liberales extremos nos atacan, los liberales moderados nos defenderán (!).
Esta aspiración de la regularización nunca fue prioritaria para nosotros, no obstante, parece ser la obsesión de nuestra cabeza. Es peligrosísima y, de hecho, destructiva del espíritu combativo, porque, como el mismo Mons. Fellay dijo a un fiel después de una de las conferencias: "es normal, es natural que cuando hay conversaciones de paz entre dos países en guerra, haya una moderación". ¿Cuantos años más de este ablandamiento se necesitan para acabar con la FSSPX?
Y -¡cuidado!- dijo esto otro: "es posible que el Papa quiera regularizar a la congregación sin un acuerdo, como nos excomulgó sin un acuerdo". De suceder eso, es obvio que en la FSSPX no habrá más críticas al Papa "bienhechor, defensor y salvador". ¿Y entonces? Pues el nombramiento de Sacerdotes "prudentes" y "leales" en los cargos importantes y la relegación de los "furiosos e imprudentes" a lugares remotos... la mordaza gradual... el suicidio...