FUENTE (Hemos omitido la parte introductoria. Traducción de NP)
Declaración del Arzobispo Carlo Maria Viganò con respecto a la Arquidiócesis de San Pablo-Minneápolis
Acusaciones contra mi persona aparecieron en los medios de comunicación -en julio de 2016, cuando ya había dejado mi misión en Washington, D.C.- después de la publicación de un memorándum escrito por el Padre Dan Griffith, el entonces delegado para la protección de menores en la Arquidiócesis.
Estas
acusaciones -alegando que ordené a los dos Obispos Auxiliares de Minneapolis
que cerraran la investigación sobre la vida del Arzobispo John C. Nienstedt-
son falsas.
El
Padre Griffith no estuvo presente durante mi reunión en la Nunciatura con el
Arzobispo y los dos Auxiliares el 12 de abril de 2014, durante la cual se me
entregaron varias declaraciones juradas con acusaciones contra el Arzobispo
Nienstedt.
Estas
declaraciones juradas fueron recogidas por la firma Greene Espel, que fue contratada por el Padre Griffith en nombre de
la Arquidiócesis para investigar al Arzobispo Nienstedt. Este bufete pertenece
al grupo "Lawyers for All Families"
(Abogados para todas las familias), que luchó contra el arzobispo Nienstedt
sobre la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en el estado
de Minnesota.
En
una de estas declaraciones, se afirmaba que Mons. Nienstedt había tenido una
aventura con un guardia suizo durante su servicio en el Vaticano unos veinte
años antes.
Los
investigadores privados de la firma Greene Espel habían llevado a cabo una
investigación en un estilo acusatorio y desequilibrado, y ahora querían
extender inmediatamente su investigación a la Pontificia Guardia Suiza, sin
escuchar primero al Arzobispo Nienstedt.
Yo
le sugerí a los obispos que vinieron a la Nunciatura el 12 de abril de 2014,
que dijeran a los abogados de Greene
Espel que me parecía apropiado que se escuchara al Arzobispo Nienstedt
antes de dar este paso -audiatur et altera pars- que aún no habían dado.
Los obispos aceptaron mi
sugerencia.
Pero
al día siguiente, recibí una carta firmada por los dos auxiliares, afirmando
falsamente que yo había sugerido el cese de la investigación.
Yo
nunca le dije a nadie que Greene Espel debía detener la investigación, y nunca
ordené que se destruyera ningún documento. Cualquier declaración en sentido contrario es falsa.
Sin
embargo, le ordené a uno de los obispos auxiliares, Lee A. Piché, que retirara
de la computadora y de los archivos arquidiocesanos la carta afirmando
falsamente que yo había sugerido que se detuviera la investigación. Insistí en
esto no sólo para proteger mi nombre, sino también el de la Nunciatura y el del
Santo Padre, que se verían perjudicados innecesariamente si se utilizaba una
declaración falsa contra la Iglesia.
El
mismo día en que la noticia apareció en el New
York Times, el 21 de julio de 2016, el Santo Padre pidió al Cardenal
Parolin que llamara al Nuncio en Washington, D.C. (Christophe Pierre),
ordenando que se abriera inmediatamente una investigación sobre mi conducta,
para que yo pudiera ser reportado al tribunal a cargo de juzgar el
encubrimiento de abusos por parte de los obispos.
Yo
informé a la Oficina de Prensa del Vaticano en las personas del Padre Lombardi
y del Sr. Greg Burke. Con la autorización del Sustituto del Secretario de
Estado, el entonces Arzobispo Becciu, el Sr. Jeffrey Lena -un abogado
americano que trabaja para la Santa Sede- fue a la Congregación para los
Obispos donde encontró documentos que probaban que mi conducta había sido
absolutamente correcta.
El
Sr. Lena entregó al Santo Padre un informe escrito exonerándome. A pesar
de ello, la Oficina de Prensa del Vaticano no consideró necesario emitir una
declaración refutando el artículo del New
York Times.
La
Nunciatura también respondió al Cardenal Parolin con un informe detallado, que
restauró la verdad y demostró que mi conducta había sido absolutamente
correcta.
Este
informe se encuentra en la Secretaría de Estado del Vaticano y en la Nunciatura
en Washington, DC.
El
28 de enero de 2017, escribí tanto al Arzobispo Pierre como al Arzobispo Hebda
(que había sucedido a Nienstedt), pidiéndoles que corrigieran públicamente el
memorándum de Griffith. A pesar de los repetidos correos electrónicos y
llamadas telefónicas, nunca recibí respuesta de ellos.