Fuente: fsspx.news (comentarios en rojo de NP)
La crisis doctrinal está más viva que nunca
[Doble lenguaje: cualquiera es capaz de comprender que una cosa es afirmar que algo no ha muerto, y otra muy distinta es decir que algo está más vivo que nunca. La FSSPX habla de un modo a sus fieles hispanoparlantes, que son de línea más dura, y de otro a los angloparlantes, menos firmes. El título del artículo en inglés es "No Death to the Doctrinal Crisis", y
debió ser traducido más o menos así: “La
crisis doctrinal no ha muerto”. Ver acá la versión inglesa)]
A principios de este mes, el 2 de agosto de 2018, se publicó una
enmienda al Catecismo de la Iglesia
Católica (CIC). El texto, que tiene por objeto constituir un "avance"
en la doctrina de la Iglesia sobre la pena de muerte, fue aprobado por el Papa
Francisco el 18 de mayo de 2018.
Aunque varios comentaristas liberales, y algunos católicos
conservadores, así como teólogos y clérigos han aprovechado la oportunidad para
defender esta "aclaración" o "progreso", la cruda verdad es
que este nuevo texto catequético parece [nótese este muy relevante e inaceptable “parece”, típico del nuevo estilo ambiguo, dubitativo, diplomático y débil de la Neo-FSSPX ] representar una división más en la serie de rupturas con
la Tradición, que se han convertido en un sello distintivo del pontificado del
Papa Francisco.
El Nuevo Texto
La traducción al español del CIC No. 2267 ahora dice lo siguiente:
La Pena de Muerte
2267. Durante mucho tiempo el recurso
a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido
proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos
delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común.
Existe una creciente conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde
incluso después de la comisión de crímenes muy graves.
Además, ha surgido una nueva
comprensión del significado de las sanciones penales impuestas por el Estado.
Últimamente, sistemas más efectivos de detención han sido desarrollados, lo que
asegura la debida protección de los ciudadanos, pero, al mismo tiempo, no priva
definitivamente al culpable de la posibilidad de redimirse. La Iglesia enseña,
a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible,
porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se
empeña con determinación por su abolición en todo el mundo.
Un Análisis Más Detenido
Lo primero que llamará la atención a cualquier lector del CIC No. 2267
es su decreto apodíctico que afirma que "la pena de muerte es
inadmisible" y que el único respaldo de esta
declaración proviene de un discurso dado por el mismo Papa Francisco. Esto no
resulta sorprendente, dado que ni Francisco ni los teólogos pertenecientes a la
Congregación para la Doctrina de la Fe podrán encontrar en ninguna otra parte
respaldo magisterial para esta nueva y audaz posición. Ni siquiera Juan Pablo
II, el casi predecesor del Papa Francisco, quien siempre criticó abiertamente
la pena de muerte, se atrevió a alterar el CIC para enseñar que esta forma de
castigo es "inadmisible".
En segundo lugar, la integración del concepto discutible de la
"dignidad de la persona" (dignidad humana) se utiliza una vez más
como un pretexto para cambiar el curso doctrinal. Hace menos de un siglo, Pío
XII declaró que "Incluso cuando se trata de la ejecución de un hombre
condenado, el Estado no dispone del derecho a la vida del individuo. En este
caso, está reservado al poder público privar al condenado del goce de
la vida en expiación de su delito cuando, por su delito, ya se ha privado él
mismo de su derecho a vivir." (Discurso para el Primer Congreso
Internacional de Histopatología del Sistema Nervioso, 12 de septiembre de
1952). Es el individuo que cometió el crimen, y no el Estado, quien ha perdido
su "derecho a la vida"; ahora, bajo el pretexto de la llamada
"dignidad humana", aparentemente ningún hombre puede hacerlo, ni
siquiera por su propia voluntad.
Por último, la siguiente parte del CIC No. 2267 interrumpe la
continuidad del magisterio de la Iglesia, como se puede ver en dos ejemplos sorprendentes.
Tomemos como primer ejemplo el Catecismo Romano del
Concilio de Trento, pt. III, 5, n. 4:
Lejos de ser culpables de quebrantar
este mandamiento [No matarás], esta ejecución de la justicia es precisamente un
acto de obediencia a ella, pues el propósito de la ley es proteger y promover
la vida humana. Este objetivo se cumple cuando se ejerce la autoridad legítima
del Estado al quitar la vida a los culpables que, a su vez, la han quitado a un
inocente.
Ahora vayamos con el Doctor Angélico, Santo Tomás de Aquino, para ver lo
que nos dice su enseñanza bien razonada sobre la admisibilidad de la pena de
muerte en su Summa Theologiae, II, II, q. 64, art.
2:
Cada persona individual se compara a
toda la comunidad como la parte al todo; y, por tanto, si un hombre es
peligroso para la sociedad y la corrompe por algún pecado, laudable y
saludablemente se le quita la vida para la conservación del bien común; pues,
como afirma 1 Cor 5:6, 'un poco de levadura corrompe toda la masa'.
De hecho, la pena de muerte puede ser,
en última instancia, para el bien del alma del criminal (Summa Contra Gentiles, Libro III, cap, 146):
También tienen en el punto crítico de
la muerte la oportunidad de convertirse a Dios a través del arrepentimiento. Y
si son tan tercos que incluso en el momento de la muerte su corazón no se
retira del mal, es posible hacer un juicio altamente probable de que nunca
saldrán de éste.
Implicaciones Más
Allá del Debate de la Pena de Muerte
Sin ignorar el hecho de que existe una gran preocupación en todo el
mundo sobre la forma en que se administra la pena de muerte, y bajo qué
circunstancias, las implicaciones del texto del CIC No. 2267 son mucho más
amplias. Si las autoridades en Roma pueden revertir tan audazmente lo que,
durante casi dos milenios, fue una enseñanza establecida, ¿qué otras cosas
estarán sujetas al "progreso"? ¿Es que existe alguna declaración del
CIC que no pueda ser revisada a "la luz del Evangelio", una luz que
ahora es refractada a través del prisma del Modernismo? [Noten los lectores la actitud acrítica de la Neo-FSSPX respecto del Nuevo Catecismo de la Iglesia, texto repleto de errores liberales y modernistas]
Otro aspecto igualmente importante es el mensaje dado al Pueblo de Dios,
donde se hace patente que prácticamente nada de lo que la Iglesia enseña puede
ser considerado indefectible. En vez de ser "el pilar y fundamento de la
Verdad", la Iglesia parece ser ahora, para muchos, un órgano social cuyas
promulgaciones y posiciones cambian con las modas políticas. Buscando estar en
sintonía con el mundo, el catolicismo se muestra cada vez más mutable y sus
doctrinas parecen tener duraciones limitadas. Antes del siglo pasado, ¿hubo
algún prelado católico que enseñara algo así? ¿Existía acaso alguien, además de
los críticos más virulentos de la Iglesia, que se atreviera a afirmar que la
Iglesia es una institución históricamente contingente que pronuncia
conscientemente doctrinas sujetas a ser revisadas y destruidas tan
descuidadamente?
La crisis doctrinal
en la Iglesia continúa y, una vez más, el Papa Francisco la perpetúa
imprudentemente. [¿Así que el papa Francisco no es más que un imprudente? Usando la palabra “imprudentemente”, la Neo-FSSPX prácticamente exculpa a este gran
demoledor de la fe]