lunes, 31 de octubre de 2016

DON CURZIO NITOGLIA: EL MODERNISMO ES INTRÍNSECAMENTE PERVERSO Y NO ES LÍCITA NINGUNA COOPERACIÓN CON ÉL

El modernismo es intrínsecamente perverso y no es lícita ninguna cooperación con él.

“No se debe atacar frontalmente al enemigo, sino que hay que involucrarlo en compromisos” ~ (Lenin)
Analogía entre el comunismo y modernismo
Pio XI, en su Encíclica Divini Redemptoris Missio del 19 de marzo de 1937, condenó el comunismo como “intrínsecamente perverso” por ser teóricamente materialista y ateo; en consecuencia prohibió toda colaboración incluso solo práctica con éste.
El comunismo es ante todo una práctica, pero no está privado de teoría. Por lo que actuar junto a los comunistas significa aceptar implícitamente su teoría (“cogitare sequitur esse”) cayendo, de esta manera, en la trampa puesta por el marxismo para atrapar a los cristianos ingenuos, que estrechan la mano extendida del comunismo.
Puede aplicarse al comunismo el axioma “lex orandi, lex credendi”, es decir, se cree lo que se reza (y viceversa). De esta manera, si se actúa junto a los comunistas se empieza a pensar como los comunistas, como quien reza junto a los católicos según la liturgia católica empieza a creer la doctrina católica. Y por este motivo la Iglesia prohíbe la communicatio in sacris con los acatólicos y análogamente la acción común con los comunistas (cfr. CIC, 1917, can. 1325, § 3; can. 1258, § 1 y 2; S. Oficio, 8 julio 1927, 5 junio1948 y 20 diciembre 1949).
Hasta los años sesenta/setenta la “mano extendida” al catolicismo era la del comunismo de “rostro humano” (Gramsci, Bloch, Rodano) y muchos católicos se volvieron apóstatas pasando al comunismo materialista afirmando: “¿cómo se ha de rechazar una mano extendida unilateralmente de una entidad que parecía tan temible, pero que se ha mostrado tan caritativa?”
Hoy, con Benedicto XVI y especialmente con Francisco I, es la del neo-modernismo, que parece haber abandonado el odio hacia la Tradición (palpable en tiempos de Paulo VI) y estar dispuesto a concederle derechos o por lo menos una tolerancia práctica. Por desgracia, el mismo estribillo que estaba en la boca de los católicos progresistas de ayer se encuentra en la boca de los tradicionalistas hoy: "Por fin un modernista con rostro humano: Francisco I. ¿Cómo se puede rechazar su mano extendida a la Tradición?".
Francisco I aplica “a-teológicamente” a todas las orientaciones y a toda sensibilidad católica, comprendidos los tradicionalistas, lo que Juan XXIII (Encíclica Pacem in terris, 1963) y Paulo VI (Encíclica Ecclesiam suam, 1964) aplicaron a la nueva práctica del marxismo “de rostro humano” respecto al cristianismo: la posibilidad de actuar juntos por la paz del mundo y la justicia social, dejando a un lado las divergencias doctrinales, tomando en cuenta lo que une y descartando lo que divide.
La táctica del comunismo
La estrategia neo-comunista de la “mano extendida” con Gramsci, Togliatti y Berlinguer – ha pillado a los cristianos ingenuos, que han sido el caballo de Troya introducido en el Santuario y han dado inicio al fenómeno de los “cristianos por el socialismo”. Los cristianos ingenuos han mordido el anzuelo basándose en la presunción falsa según la cual toda doctrina, aunque sea originalmente errónea, puede evolucionar hacia el “bien”, pero no necesariamente hacia lo verdadero, el cual ya no tiene ningún interés tanto para los pragmatistas cristianos o neo-modernistas como para los marxistas.
En breve, del campo de los principios del inmanentismo kantiano modernista (Benedicto XVI, 2005-2013) se ha pasado al marxista de la teología de la liberación y del primado absoluto de la práctica, del encuentro personal (Francisco I, 2013-2016). Pues desde el 2013, ya no se habla tanto de la continuidad con la Tradición del Vaticano II, de la plena ortodoxia de la misa de Paulo VI, sino que se encuentra, se habla, se fraterniza y termina pensando como se actúa, porque ya no se actúa como se piensa (“agere sequitur esse”).
Por desgracia, los más frágiles y vulnerables son los católicos fieles porque a diferencia de los modernistas son honestos, rectos y tal vez incluso un poco ingenuos, mientras que el modernismo y el marxismo no se preocupan del bien y la verdad, de la metafísica y la moral, sino sólo del resultado práctico.
No debemos, por lo tanto, sorprendernos si a los fieles ingenuos les sucede lo que se lee en la fábula de Caperucita Roja, la cual responde ingenuamente al lobo (como Eva responde ingenuamente a la Serpiente), que la invita a entrar a su guarida: “qué ojos tan grandes tienes, -para verte mejor… qué boca tan grande tienes, -para comerte mejor…” Y está en la naturaleza de las cosas que el pez grande se come al más pequeño, que el lobo devora a la oveja, que el perro odia al gato, que el modernismo edulcora y transforma poco a poco, insensiblemente, al cristianismo desde dentro, dejando sólo la apariencia (la bella Liturgia) sin tener más la sustancia (la filosofía, la teología, la ascética, la mística). Sin embargo, en tiempos de Arrio los católicos por una sola iota (homousios / homoiusios) se hicieron excomulgar e incluso martirizar, pero hoy no se ve un San Atanasio en la Jerarquía.
En el 1945 Palmiro Togliatti, (Discurso al Comité Central del PCI, 12 de abril) relanzó con gran estilo la idea leninista/gramsciana del encuentro, en los países de mayoría cristiana, de las masas comunistas y católicas por encima de las disidencias teoréticas y en las acciones sindicales, sociales, pacifistas. Sabiendo bien que el marxismo es la práctica pura, no tenían nada que perder, mientras que como en el cristianismo la primacía corresponde a la teoría, éste perdería la sal y se volvería insípido y "cuando la sal pierde su sabor es buena sólo para ser arrojada al suelo y pisoteada”. (Mt., V, 13).
Togliatti sugirió el encuentro entre comunistas y católicos (como Francisco I lo plantea entre modernistas y tradicionalistas) únicamente en el plano de la acción, sin ninguna referencia a la ideología (como Francisco I no hace referencia alguna sobre la teología). Togliatti dijo claramente, "si se abre un debate filosófico, no quiero entrar." Lo mismo hace Francisco I. Togliatti no cedió nada de la doctrina comunista como Francisco I no cede nada de la teología ultra-modernista. Lo importante es actuar inicialmente juntos para finalmente llegar al liderato del movimiento marxista sobre el cristiano y del modernismo práctico sobre el catolicismo romano. A modo de ejemplo, cuando el río Po desemboca en el mar Adriático, en los primeros metros todavía se distinguen las aguas del Po aunque "diluidas", pero después es el Mar que se anexa el río. Así que si los tradicionalistas entran o se lanzan en los brazos de Mundialismo modernista, al principio podrán mantener su identidad aunque un poco diluida, pero después serán inevitablemente tragados por la Globalización del modernismo mundialista.
La imprudencia, la confianza, el optimismo exagerado, la presunción de sí mismo, la utopía malsana llevó a los cristianos a las mandíbulas del marxismo, como le ocurrió a Caperucita Roja, que terminó en las del lobo. Esperamos que esto sirva de ejemplo para los tradicionalistas.
Antonio Gramsci en 1920 escribió: "En Italia, a Roma, está el Vaticano, está el Papa; el Estado liberal ha tenido que encontrar un sistema de equilibrio con la Iglesia, así el Estado obrero tendrá que también encontrar un sistema de equilibrio con el Vaticano." Bergoglio dice: hoy en el Nuevo Orden Mundial todavía ha quedado una buena rebanada de católicos no modernistas y no globalizados, así que es necesario encontrar un sistema de equilibrio para tragarlos. Para él, como para Hegel, "la astucia de la razón es el único principio que justifica o no la acción" y Bergoglio es astuto y muy autoritario. ¡Atención con infravalorarlo!
En el libro entrevista escrito por Sergio Rubin y Fracesca Ambrogetti titulado Papa Francisco, conversaciones con Jorge Bergolio, leemos: “La obsesión de Bergoglio puede ser resumida en dos palabras: encuentro y unidad” (pág. 7). De hecho Bergoglio se autodefine como el teórico de “la cultura del encuentro” (p. 107). Según él, se le debe dar "prioridad al encuentro entre las personas, para caminar juntos. Al hacer esto, será más fácil abandonar las diferencias” (p. 76). También de acuerdo Bergoglio es bueno "no perderse en reflexiones teológicas vacías" (p. 39).
El programa propuesto por Francisco I es primero desideologizar, encontrarse, construir puentes, romper barreras, evitar estériles diatribas doctrinales, llevando siempre adelante el “diálogo, diálogo, diálogo…” actuar juntos y luego pensar inadvertidamente de la misma manera (“cogitare sequitur esse”). Así el modernismo, que ahora ocupa la cima del ambiente católico y eclesial, pide a los católicos fieles a la Tradición de actuar unidos para vencer el materialismo, el ateísmo y entrar a formar parte de la globalización, del mundialismo y del Nuevo Orden Mundial. Algunos católicos fieles en buena fe se dejan convencer y, a través de un transbordo ideológico inadvertido, actuando junto a los modernistas acaban siendo comidos por ellos, como "el pez más pequeño es devorado por el más grande."
Aún Togliatti en el discurso a la Convención de Bérgamo (20 marzo 1963) dice: “"Ya también la Iglesia [luego de Juan XXIII y con Paolo VI, ndr] está de acuerdo que ha terminado la era costantiniana de los anatemas, de las discriminaciones religiosas."
En la propuesta comunista y modernista del "compromiso histórico" se hacen públicas y concretas garantías para el ejercicio de la fe de los católicos, pero no se piensa intencionalmente en una pregunta que surge espontánea: "¿y después?". Fue justo este la pregunta que San Felipe Neri le dirigió al joven  Vincenzo Zazzera, quien le había dicho que quería ser cura para luego llegar a ser obispo, cardenal y también Papa. Entonces San Felipe le preguntó: “¿y después?” El pobre infeliz no lo escuchó, no dijo como San Felipe Neri: “¡prefiero el Paraíso!”, no pensó en la eternidad sino en la carrera, se convirtió en obispo pero no encontró la paz con el Señor. Se ve la deshonestidad de la promesa marxista/modernista y, como mínimo, la ingenuidad de la aceptación católica al no pensar en el “¿y después?” terreno y ultra-terreno.
La crisis interna en el ambiente católico pos-conciliar de los años sesenta/setenta que era favorable a la colaboración práctica con el marxismo, es similar a la crisis que se está mostrando hoy de manera patente en el mundo católico anti-modernista, cuando se presenta propensa a la compactación con el súper-modernismo.
En resumen, como en los años sesenta se decía que Cristo y Marx no se pueden poner de acuerdo, pero los cristianos y marxistas pueden unirse para colaborar en la conducción de los asuntos públicos; así hoy se dice que el modernismo y catolicismo son irreconciliables, pero los católicos y los modernistas pueden caminar juntos y colaborar en la conducción de la Iglesia, ayudándola a superar este largo período de crisis y sentar las bases del Nuevo Orden Mundial, en el cual sólo habrá un Templo universal en una sola República universal.
Lo importante es, como dijo Lenin, "no ataques frontalmente al enemigo, sino involúcralo en compromisos."
La táctica del modernismo
Ahora bien, el modernismo es “la cloaca de todas las herejías” (San Pio X, Encíclica Pascendi, 8 de septiembre de 1907). Pues éste es más perverso que el comunismo porque no es sólo materialista y por lo tanto ateo, sino que todos los errores contra la recta razón, todas las herejías contra la fe y todas las depravaciones contra la moral (comprendido el ateísmo) lo caracterizan y desembocan en él, como los pequeños canales de aguas residuales desembocan en la cloaca mayor.
A partir de la doctrina expuesta del magisterio de la Iglesia sobre el modernismo, cabe preguntarse si es posible un acuerdo y una colaboración incluso sólo práctica entre el catolicismo y el modernismo. Pues bien, según la enseñanza de Pio X y de Pio XI la respuesta aparece evidente: no es lícita ninguna colaboración y ningún acuerdo entre ellos, incluso al nivel de la sola acción.
Si se analiza la naturaleza del modernismo y el catolicismo se comprende el por qué de esta prohibición. De hecho, el modernismo se basa en la filosofía idealista moderna (Kant / Hegel), según la cual es el pensamiento humano que crea la realidad. La teología del catolicismo se basa sobre el sentido común natural y sobre la filosofía del realismo del conocimiento, Aristóteles/S. Tomás, según la cual la realidad existe independientemente del pensamiento humano y éste tiene que conformarse a la realidad si quiere llegar a la verdad. Además la Revelación confirma lo que la recta razón llega a conocer, o sea que Dios ha creado al mundo y el hombre. Por tanto no es el pensamiento del hombre que crea la realidad, sino que ella sólo es un efecto de la Causa primera incausada, que se llama Dios.
En su Alocución « Accogliamo » (18 de abril de 1907), San Pio X pone bien en evidencia que la Iglesia no teme la persecución abierta como “cuando los edictos del César intimaron a los primeros cristianos a abandonar el culto a Jesucristo o morir”. Por tanto hoy, también nosotros como el papa Sarto debemos temer no tanto la persecución abierta de la Tradición apostólica, sino la mano extendida del modernismo, que al principio quiere que se actúe junto a él para que se vuelvan especulativamente modernizados e inadvertidamente “aggiornados” (Juan XXIII-Francisco I). “Quien no actúa como piensa termina por pensar como actúa”. Si el católico actúa junto a los modernistas terminará tarde o temprano pensando como ellos sin darse cuenta.
Acuerdo actual entre católicos y neo-modernistas
Hoy se plantea el problema candente de una posible cooperación o de un acuerdo entre catolicismo y modernismo, y para sostener esta posibilidad se aducen múltiples razones que no tienen fundamento en la realidad.
Veamos una por una.
1°) Muchos obispos y cardenales conservadores han levantado la voz
Respecto a las novedades contra la moral natural y divina, contenidas en la enseñanza "exhortatoria" de Francesco I, (Exhortación Amoris laetitia, 19 de marzo 2016), parecería que hay una cierta vuelta a la doctrina católica tradicional en el entorno eclesial y en la jerarquía.
Respondo: es verdad que en lo que concierne a los excesos recientes sobre la moral ha habido entre cardenales y obispos una notable y loable reacción, pero el problema que está en el origen de esta desviación es el Concilio Vaticano II, cuyos Decretos están en ruptura objetiva con la Tradición apostólica, la enseñanza del magisterio constante y tradicional de los Papas y la sana teología. Ahora bien, estos obispos y cardenales no ponen absolutamente en cuestión la discrepancia entre la enseñanza pastoral del Vaticano II y la Tradición católica. Por ejemplo el pio Card. Raymond Burke ha declarado muchas veces que toda su formación sacerdotal se ha desarrollado a la luz del Concilio Vaticano II.  Así que los principios del Vaticano II son totalmente aceptable para él (Monde et Vie, n. 899).
Incluso el valiente Card. Sarah ha criticado las desviaciones en materia de moral, pero ha afirmado al mismo tiempo que hace falta seguir fielmente "la enseñanza constante del Beato Paulo VI, de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI" y que hace falta tener confianza en la "fidelidad" de Francisco I, (Monde et vie, n. 905, p. 19).
Por otra parte, el teólogo Mons. Atanasius Schneider afirmó, "es el Concilio Vaticano II que ha dado la comprensión del misterio de la Iglesia en Lumen Gentium" (Présent, 10 de enero de 2015). Además también la exhortación Amoris laetitia de Francesco I, (19 de marzo2016), según Mons. Schneider ha sido distorsionada por una mala interpretación de algunos obispos progresistas y en sí no contiene nada contrario a la doctrina católica, a lo sumo en ella hay solamente algunas ambigüedades, (A. Schneider, Declaración sobre Amoris laetitia, 30 de abril 2016). El Card. Burke ha hablado de leer Amoris laetitia a la luz del magisterio tradicional de la Iglesia. Como se ve su doctrina es la teoría ratzingeriana ("muy predicada, pero nunca probada", como ha demostrado Mons. Brunero Gherardini), de la hermenéutica de la continuidad entre Vaticano II y Tradición apostólica.
Incluso durante el Vaticano II había teólogos más o menos modernistas, se veían las contraposiciones (en cuanto al modo y no a la sustancia) en sus dos revistas Concilium (Rahner, Küng, Schillebeeckhx) y Communio (Daniélou, de Lubac, Ratzinger, von Balthasar). El fenómeno de los prelados más conservadoramente progresistas siempre ha existido, desde Juan XXIII hasta hoy. Pero casi ninguno ha puesto en discusión el principio del Vaticano II como siendo irreconciliable con la doctrina católica. Recientemente lo hizo Mons. Mario Oliveri, obispo de Albenga, pero fue removido de su diócesis. También lo hizo el valioso teólogo Mons. Brunero Gherardini junto a los Franciscanos de la Inmaculada, que fueron disueltos y perseguidos mientras que él fue totalmente marginado. En el pasado reciente, Mons. Antonio de Castro Mayer († 25 abril 1991) y Mons. Marcel Lefebvre († 25 marzo 1991) lo hicieron pero fueron condenados (1976/1988). Evidentemente los tradicionalistas son acogidos y tolerados sólo si aceptan el Vaticano II y la perfecta ortodoxia del Novus Ordo Missae, pero si ellos osan poner la cuestión de si el Vaticano II y la Tradición apostólica son conciliables, son condenados inevitablemente. Así que un acuerdo con los modernistas se podría hacer sólo con la condición de aceptar casi sin darse cuenta, poco a poco, el Concilio Vaticano II y la plena ortodoxia de la nueva misa de Pablo VI.
2°) Si ha habido un verdadero cambio de mentalidad en la jerarquía de la Iglesia
El Papa ha empujado hasta al paroxismo el modernismo del Vaticano II. En cuanto al Motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI del 7 de julio de 2007, declaró que no quería apartarse de él, pero que el antiguo rito no debe convertirse en una barrera ideológica (Monde et vie, n. 849). Además condenó a los Franciscanos de la Inmaculada a causa del riesgo de un retorno al pasado, de un espíritu preconciliar, de una ideologización de la Misa de San Pio V. Luego hace falta "derribar los bastiones" ” (Hans Urs von Balthasar).
Sus más cercanos colaboradores, quienes realmente gobiernan la Iglesia y que no los ha hecho a un lado (como a Burke y Schneider...) también son radicalmente modernistas. Por ejemplo el Card. Müller (Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe) incluso habiendo expresado reservas sobre Amoris laetitia es un alumno y un admirador del P. Gustavo Gutiérrez, uno de los líderes de la escuela de la teología de la liberación. Recientemente ha defendido la universidad católica de Lima (Perú) de la censura del arzobispo de Lima, el Card. Thorne (La Stampa, 18 febrero 2013). Su teología está infestada de graves errores y herejías, por ejemplo, según él la Santísima Virgen es siempre virgen, pero no físicamente, la transubstanciación es reducida a transignificación, hay muchas iglesias dentro del único pueblo de Dios (cfr. Le Sel de la terre, n. 84, primavera 2013, p. 165 ss.).
Respondo: De lo anterior se deduce que Francisco I y sus colaboradores más cercanos que tienen un poder real en la Iglesia no están en absoluto dispuestos a cuestionar el Concilio Vaticano II, de hecho, están llevando el entorno eclesial radicalmente hacia una especie de “Vaticano III”.
3°). Francisco ya no pide la aceptación formal del Vaticano II y la Nueva Misa
El "Papa emérito" Benedicto XVI era un teólogo y estaba muy atado a las cuestiones doctrinales. Luego exigió la aceptación de la teología del Vaticano II, en cambio el papa Bergoglio es un hombre práctico, no se interesa en teología, pone totalmente a un lado las cuestiones especulativas. Lo importante para él es entrar en contacto con la persona (como el lobo con Caperucita roja, tal vez haciendo brillar la promesa de una capa escarlata o un bonete rojo) y caminar juntos, conocerse y luego llegar a entenderse y respetarse. Se desatan poco a poco situaciones de conflicto creadas en el pos-concilio mediante las concesiones prácticas, que (aparentemente e inicialmente) no tocan la doctrina y no exponen al riesgo de ser contaminados por el neo-modernismo.
Respondo: si la actitud externa, la forma de actuar de Francisco I puede dar esa impresión sigue siendo cierto que también hizo algunas declaraciones que van en la dirección opuesta y que son para él "cuestiones no negociables". De hecho el papa Bergoglio en una entrevista al diario “La Croix” (17 de mayo de 2016) declaró que "ante todo es necesario establecer un acuerdo fundamental. El Concilio Vaticano II tiene su valor”. El 24 de mayo el Card. Müller declaró que “si se quiere ser plenamente católico, debe aceptarse el Concilio Vaticano II” (Revista Herder Korrespondenz). En este mismo sentido van las declaraciones de Mons. Guido Pozzo (cfr. Zenit, 25 febrero 2016; La Croix, 7 abril 2016), ciertamente que el Vaticano II debe ser leído “a la luz de la Tradición”, pero para los modernistas hay una plena conciliación entre la Tradición y el Vaticano II, mientras que para los católicos integrales hay una ruptura objetiva. Ahora bien, no se puede hacer un acuerdo (especialmente sobre cuestiones de fe y moral) basándose en el equívoco. Además los que mandan hoy son los modernistas y son ellos que tienen el cuchillo por el mango y dictan las leyes en un eventual acuerdo. Entonces exponerse al riesgo de ser absorbidos por el modernismo o de hacer un acuerdo con el Papa para luego deberlo romper y desmentirse, cubriéndose de ridículo delante del mundo entero, sería un riesgo que no se debe tomar; haría falta esperar sin hacerse tomar por la prisa, que es siempre una mala consejera. Según los modernistas, puede concederse como máximo un derecho a la “crítica constructiva” al Vaticano II, es decir, “según la hermenéutica de la continuidad”, pero nunca de ruptura entre la Tradición apostólica y la teología conciliar.
¿Qué es un acuerdo?
 “Acordar” significa “uniformar ideas, opiniones con el fin de evitar conflictos, tener los mismos principios, los mismos puntos de vista y la misma línea de acción" (N. Zingarelli). Acuerdo quiere decir “unión armónica de sentimientos, opiniones, ideas” (N. Zingarelli). En breve, un acuerdo presupone que dos partes se pongan de acuerdo. Ahora bien, entre el modernismo y el catolicismo no hay ninguna posibilidad de acuerdo, sino que hay una divergencia diametral en todos los campos. En San Pablo es revelado: “¿Qué acuerdo es posible entre Cristo y Belial?” (II Cor., VI, 15).
¿Puede existir un acuerdo “unilateral”?
No porque, por definición, en el acuerdo dos partes se ponen de acuerdo, aun si la manifestación de la voluntad de acordar viene de una sola parte y es por lo tanto "unilateral" en el punto de salida, pero se vuelve bilateral en el punto de llegada. Luego es necesario hablar de un reconocimiento legal o canónico. El reconocimiento canónico es un acto jurídico, que presupone una parte principal y superior, teniendo autoridad y predominio, la cual reconoce a una parte secundaria e inferior, sujeta a la autoridad, que es reconocida. En nuestro caso es la Santa Sede quien reconoce mientras que los tradicionalistas son reconocidos. Podría ser impensable considerar que los tradicionalistas reconocen y aceptan la Primera Sede, la cual por definición es “Primera”, es decir que no hay ninguna autoridad humana por encima de ella. Así que si el “reconocimiento jurídico” es unilateral, esto no significa que la parte reconocida no deba nada a la parte que la reconoce, de hecho, por definición, se ha aceptado un reconocimiento, que se dio unilateralmente o sólo por la Primera Sede a la cual después se debe prestar obediencia. La palabra “unilateral” es un sofisma utilizado por los modernistas para hacer caer en la trampa a los tradicionalistas. Esto no significa que la Santa Sede concede todo a los tradicionalistas y que los tradicionalistas no deban nada, más bien quiere decir todo el contrario: la parte del león la juega la S. Sede y la parte del cordero la juegan los tradicionalistas. Para dar un ejemplo concreto, si un usurero gentilmente y “unilateralmente” me ofrece 100 millones de euros y yo lo acepto, no quiere decir que después no deba restituir al usurero no solo la suma prestada, sino también los intereses, los que, por la naturaleza misma de la oferta "unilateral", se ponen cada vez más exorbitantes hasta “estrangularme" (es por eso que al usurero le llaman “usurero”).
En nuestro caso, la parte reconocida debe a la parte superior que le ha dado el reconocimiento la obediencia, la sumisión práctica, como ocurre entre subordinado y superior. Así que si la concesión fue dada “unilateralmente”, una vez aceptada se encuentra frente a un pacto que se convierte en bilateral ex natura rerum. Por tanto la concesión "unilateral" comporta inevitablemente consecuencias jurídicas de relación entre sujeto subordinado o subalterno y superior. Ahora bien, es el subordinado quien obedece y el superior quien manda. Es una contradictio in terminis hablar de reconocimiento total de los tradicionalistas por parte de la Santa Sede y de independencia absoluta de estas personas hacia su autoridad. Pero un tradicionalista subordinado a un modernista es como un ratón en la boca de un gato.
¿Existe el peligro real de cisma?
El cisma existe cuando se niega la autoridad del Papa, es decir que no se le reconoce como el Vicario de Cristo teniendo el poder supremo, directo e inmediato sobre la Iglesia universal. La desobediencia a las órdenes del Papa si no comporta la negación de su Primacía de jurisdicción, sino que sólo es hecha para no cumplir lo que es mandado no es un pecado de cisma, sino de desobediencia (cfr. L. Billot, De Ecclesia Christi, Roma, Gregoriana, V ed., 1927, vol. I, Thesis XII, p. 310 ss. ; S. Tommaso d’Aquino, S. Th., II-II, q. 39; Cajetanus, In Summ. Th., in IIam-IIae, q. 39).
Ahora bien, la herejía rompe el vínculo de la fe, mientras que el cisma el de la caridad, pero la unidad de la fe precede y presupone el de la caridad (León XIII, Enciclica Satis cognitum, 1896; Pio XI, Enciclica Mortalium animos, 1928). Luego está claro que la unidad de la fe prevalece y predomina sobre el de la caridad. Así que si no se obedece a las órdenes, directivas o exhortaciones que van contra la fe, no sólo no es cisma, sino que es necesario porque obedecer dañaría la fe.
Véase también S. Tomás de Aquino, S. Th., II-II, q. 10, a. 10.  El Doctor Angélico se plantea la cuestión “si se puedan tener superiores infieles" y contesta que "no debe ser permitido de ningún modo" ya que sería peligroso para la fe de los subordinados. Además, enseña (S. Th., II-II, q. 12, a. 1 e 2) que seguir un jefe que se ha desviado de la fe es muy peligroso para el alma de los subordinados. Ahora, si quien manda también tiene una autoridad espiritual que no tiene a ningún superior humano, como es aquel del Papa, a mayor razón la subordinación es peligrosa si su enseñanza no está conforme a la doctrina tradicional de la Iglesia, como ocurre en el entorno eclesial a partir de Juan XXIII y especialmente hoy con Francisco I. Así que tenemos que "hacer lo que la Iglesia siempre ha hecho, si se encuentra en un período de crisis y confusión que ha invadido toda la Iglesia" (San Vicente de Lerins, Commonitorio, III, 15) y esperar hasta que vuelva a la tranquilidad y entonces el acuerdo se llevará a cabo de forma espontánea. Si se camina por la noche en la montaña y se tropieza y cae en un barranco, necesita, por tanto, esperar que amanezca y retomar la marcha. San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales (Reglas del discernimiento de los espíritus n° 318) aconseja no cambiar nunca de propósito durante el tiempo de oscuridad espiritual, sino permanecer fuertes y constantes en la determinación y en los propósitos en que se encontraba antes de la oscuridad, ya que como en la luz nos conduce el espíritu bueno, así en la oscuridad nos conduce el espíritu maligno.
Rechazar hoy por un cierto período de tiempo, hasta que vuelva la luz, un acuerdo con los ultra-modernistas no es, por lo tanto, una actitud cismática porque se basa en graves motivos de fe y moral, que nos obligan a no seguir el curso eclesial actual. Se debe saber esperar todo el tiempo que Dios quiera permitir que la crisis en la Iglesia persista. No hay que desalentarse, ni desviarse a la izquierda: con un acuerdo intempestivo y acelerado, ni a la derecha: declarando herético al Papa reinante y considerándolo depuesto ipso facto. Estos son los dos caminos que algunos tradicionalistas (y en algunos casos son paradójicamente el mismo) están tomando hoy. El grave riesgo que corremos hoy no es el del cisma, que es agitado por el mundialismo masónico y modernista como un espantajo para inducirnos a dar un paso en falso. ¡No! El peligro real es el naufragio de la fe, “sin la cual es imposible agradar a Dios” (Hebr., XI, 6).
Conclusión
Un acuerdo práctico con el neo-modernismo, como mínimo, llevaría inevitablemente, poco a poco al encerramiento de la Tradición en la sacristía con el reconocimiento oficial de parte del modernismo, como les ha ocurrido a los indios de América, encerrados en las reservas de los "wasp" (“white, anglo-saxon, protestant /blanco, anglosajón, protestante) regularmente reconocidos y reducidos a los mínimos términos como un fenómeno folklórico para mostrarles a los turistas. Pero el espíritu católico “no se dejará nunca encerrar en las cuatro paredes del templo. La separación entre la religión y la vida, entre la Iglesia y el mundo es contraria a la idea cristiana y católica (Pio XII, Discurso a los Párrocos y Predicadores cuaresmales de Roma, del 16-03-1946).
D. Curzio Nitoglia
19/10/2016


sábado, 29 de octubre de 2016

COMENTARIO ELEISON Número CDLXXXV (485) - 29 de octubre de 2016

Desintegración
Nosotros los hombres estamos hoy abatidos, es verdad,
Pero eso puede bruñir para muchos una corona celestial.
Las cosas se desmoronan; el centro no se sostiene;
mera anarquía se desata sobre el mundo,
se libera la marea teñida de rojo, y en todas partes
es ahogada la ceremonia de la inocencia.
Los mejores carecen de toda convicción, mientras los peores

están plenos de intensidad apasionada.
Estas famosas líneas de La Segunda Venida, un poema escrito en 1919 a raíz de la Primera Guerra Mundial por el poeta Anglo-Irlandés W.B. Yeats (1865–1939), vienen a la mente como una posible explicación de cómo el movimiento de resistencia a la traición del 2012 de la Fraternidad de San Pío X de Monseñor Lefebvre, puede ser tan fuerte en verdad y sin embargo tan débil en unidad y números. 1919 es casi 100 años atrás y Yeats no era ni Católico ni estaba particularmente preocupado con la condición de la Iglesia Católica que sí parecía en ese entonces ser floreciente. Pero los poetas pueden ser visionarios y Yeats captó en estas líneas una verdad esencial sobre la civilización Occidental tal como ella emergió de esa guerra que estaba “apagando las luces sobre toda Europa” (Earl Grey): las naciones Occidentales estaban desintegrándose espiritualmente en un proceso ininterrumpido desde entonces.
Sin embargo, hoy muchos Católicos que desean que la Fe sobreviva, están molestos por la aparente debilidad de la “Resistencia” por parte de los propios sacerdotes de Monseñor Lefebvre, particularmente a la obvia traición de los principios de Monseñor por sus líderes actuales, y estos Católicos buscan una explicación. Algunos piensan que los sacerdotes de la FSSPX no toman una posición pública contra la falsa conciliación de la Tradición con el Vaticano II porque tienen miedo de ser echados de la Fraternidad y no tener donde dormir y nada que comer. Pero los sacerdotes tienen que saber que hay laicos que estarían felices de apoyarlos. Una explicación más profunda podría ser que los sacerdotes tienen miedo de cortar con la Fraternidad que es a la vez su familia humana y el marco por el cual ellos pertenecen a la Iglesia estructural. Pero, de nuevo, con una fe suficientemente fuerte ellos sabrían que la Providencia puede suplir para ambas necesidades.
Por otro lado, si establecemos la traición del 2012 de la Fraternidad en el contexto de la doble desintegración de las dos Guerras Mundiales seguido por la de lejos más terrible desintegración de la Iglesia Católica en el Vaticano II (1962–1965), entonces debemos admirar la heroica proeza de Monseñor Lefebvre en reunir los fragmentos volantes de esa explosión sin precedentes, pero difícilmente podemos sorprendernos si la Fraternidad de San Pío X debe a su vez explotar desde dentro, o si los refugiados de esa desintegración deben tener dificultad en re-integrarse fuera de ella. Las cosas se han desintegrado y las mentes y corazones con ellas. Pienso que no hay suficiente integridad o integración que quede en corazones y mentes para que podamos pensar en repetir la proeza de Monseñor. El mundo está a casi 50 años cuesta abajo desde 1970 cuando Monseñor fundó la FSSPX.
Esto no significa que no hay nada que hacer, sino que lo que hay que hacer debe ser elaborado más desde el punto de vista de Dios y menos del punto de vista del hombre. En el fin del mundo, Dios permitirá que la Fe casi desaparezca (Luc.XVIII, 8) pero habrá todavía unas pocas almas creyendo, teniendo esperanza y amando. En el 2016, Él nos está dando un preludio de esa desaparición pero las almas deben ser capaces de darse cuenta que todavía tienen considerable libertad para creer, tener esperanza y amar. Y ellas deben poder anticipar que aún el más poderoso de los estados policiales no tendrá el poder para impedirles hacerlo. Más aún, cuanto más duras sean las circunstancias que pesan sobre esa libertad, más gloriosa en el Cielo será la devoción perseverante de toda alma a Dios, a Su Divino Hijo y a la Santísima Virgen María, y mayores serán los méritos de esa alma. Por encima de todo, mayor será su imparable contribución al bienestar de la Iglesia. De ninguna manera está todo perdido y nunca estará perdido. La Iglesia de Dios no es un asunto meramente humano.
Kyrie eleison.


lunes, 24 de octubre de 2016

INSÓLITO: PRESIDENTE KUCZYNSKI CONSAGRA EL PERÚ AL SAGRADO CORAZÓN


El presidente Kuczynski consagra el Perú al Sagrado Corazón de Jesús

El presidente Kuczynski consagra el Perú al Sagrado Corazón de Jesús

En el Desayuno Nacional de Oración celebrado el pasado viernes, 21 de octubre, el presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, consagró el país, su familia y a sí mismo al Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María.
(InfoCatólica) Texto de la Consagración:
Yo, Pedro Pablo Kuczynski, Presidente de la República del Perú, con la autoridad que se me ha otorgado, hago un acto de consagración de mi persona, mi familia, aquí presente mi esposa, y la República del Perú al amor y protección de Dios Todopoderoso a través de la intercesión del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María.
Pongo en sus manos amorosas mi gobierno con todos sus trabajadores y ciudadanos que están bajo mi responsabilidad. Ofrezco a Dios Todopoderoso mis pensamientos y decisiones como Presidente para que los utilice para el bien de nuestro país y siempre estar consciente de los Diez Mandamientos al gobernarlo. Le pido a Dios que, a través de la intercesión del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, escuche y acepte mi acto de consagración y cubra a nuestro país con su especial protección.
Al hacer esta plegaria le pido a Dios perdón por todas las transgresiones que haya cometido en el pasado, todas las que se hayan hecho en el pasado de la República y por todas aquellas decisiones que se hayan tomado estando en contra de sus mandamientos y le pido su ayuda para cambiar todo lo que nos separa de Él. Yo, Pedro Pablo Kuczynski, como Presidente de la República del Perú, declaro este juramento solemne ante Dios y los ciudadanos de nuestro país hoy 21 de octubre de 2016.
LEER MÁS Y VER VIDEO ACÁ (RECOMENDAMOS LEER LAS OPINIONES DE LOS COMENTARISTAS). 

COMENTARIO ELEISON Número CDLXXXIV (484) - 22 de octubre de 2016

Raciones de Combate
Cuando instituciones Católicas caen a pedazos,
Sacerdotes deben ayudar al hogar a soportar machetazos.
En asuntos militares es normal que generales y soldados por igual tengan en mente más bien la última guerra que la que ellos están ahora peleando. ¿Quién imaginó una guerra de trincheras antes de la Primera Guerra Mundial? Sin embargo, para la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo entreguerras de tanques había ya hecho obsoletas las trincheras. Semejantemente en asuntos religiosos. El siglo 21 ya no es más el 20. Los Católicos Resistentes desde el 2012 ciertamente esperan demasiado al estar esperando cualquier cosa parecida al establecimiento y expansión de la Fraternidad de San Pío X en el siglo pasado. Por ejemplo, de dos admirables Resistentes de hoy viene un lamento general y uno particular, ninguno tal vez totalmente sabio . . .
El lamento general es que la “Resistencia” se está desmoronando más que avanzando. Estos “Comentarios” a menudo ponen entre comillas la palabra “Resistencia” precisamente para sugerir que la resistencia Católica a la Conciliarización de la FSSPX no es todavía ningún tipo de organización sino más bien un movimiento vago con un objetivo preciso, salvar la Fe Católica, pero hasta ahora con poca estructura que le ayude a hacerlo. Sin embargo, que los Resistentes cobren ánimo porque mientras el hombre propone, Dios dispone, de manera que lo que puede parecer un fracaso humano puede no ser un fracaso desde la perspectiva de Dios Todopoderoso.
Así, en la década de los 1970, Monseñor Lefebvre propuso movilizar media docena de obispos Católicos con el fin de arrojar una verdadera barricada en el camino de los Conciliaristas destruyendo en ese entonces la Iglesia, pero Dios dispuso otra cosa. En este su propósito Monseñor fracasaría pero, al intentarlo, él tuvo éxito en construir una tesorería mundial para salvaguardar los tesoros de la doctrina de la Iglesia, Misa y sacerdocio para mejores tiempos. Semejantemente, hay ahora Resistent es proponiendo construir un reemplazo para la amenazada FSSPX, y su aparente debilidad (al menos hasta ahora) puede sugerir que este reemplazo no está en los planes o disposiciones de Dios Todopoderoso. Sin embargo, intentándolo, los Resistentes están ayudando a asegurar (al menos por ahora) la supervivencia de la Fe Católica, lo cual es ciertamente una disposición de la Providencia.
El lamento particular es que si solamente la “Resistencia” tuviera escuelas, muchos padres de la FSSPX engrosarían los rangos de la “Resistencia”, como no pueden hacerlo ahora porque sus niños serían inmediatamente echados de las escuelas de la FSSPX para las cuales no hay actualmente alternativa decente. Pero, de nuevo, estamos luchando por la Fe en el siglo 21, no en el 20. Antes, en la década de los 1980, había todavía suficientes padres, maestros y sacerdotes Católicos con ideas afines como para formar ese marco triangular dentro del cual los niños casi tienen que crec er derechos. ¿Pero hoy? Hoy uno se entera de una escuela de la SSPX para varones que ha sido en serias dificultades debido a un estallido dentro de sus paredes de ese pecado contra natura que clama al Cielo por venganza. Pero, ¿qué paredes pueden hoy detener a los adolescentes para llegar a conocer sobre esa glorificación del pecado entre la masa de los hombres adultos de su país y de una nueva palabra inventada para condenar la condenación del nuevo vicio –”homofobia”? Y, ¿desde cuándo los adolescentes no deben imitar a sus adultos? De hecho, ¿cómo puede cualquiera hacer funcionar una escuela de varones desde la invención del Internet, con acceso de bolsillo a él? ¿Son todavía posibles las instituciones Católicas?
En la guerra religiosa de hoy, el orden del día es seguramente el de raciones de combate, significando lo estrictamente necesario para la supervivencia del soldado, aquí para mantener la Fe. Esta guerra debe ser ganada en el hogar o será perdida. Dios da a los padres un poder natural para formar a sus niños, poder que sobrepasa por, digamos, cinco a dos, el poder de cualquier institución para deformarlos, pero solo mientras los padres se aferren a su poder. Un pequeño timón puede dirigir un gran barco, pero no si el timon el lo suelta. Si los padres sueltan a sus niños, ellos no pueden culpar al mundo por conducirlos al Infierno. Y, si algunos padres han querido que las escuelas de la FSSPX capaciten a sus niños para el mundo más que para el Cielo, ¿no podría estar aquí una razón importante del por qué la FSPX ha resbalado?
Kyrie eleison.


viernes, 21 de octubre de 2016

ROBERTO DE MATTEI - PERO ¿A QUÉ IGLESIA PERTENECE EL PAPA BERGOGLIO?

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Pero ¿a qué iglesia pertenece el papa Bergoglio?
[Y ¿cómo el "líder de los tradicionalistas", el sucesor de Mons. Lefebvre; puede estar conversando de reconocimientos canónicos con el gran demoledor de la fe que es el papa Bergoglio?]
En 2017 coinciden dos efemérides: se conmemoran cien años de las apariciones de Fátima, que tuvieron lugar entre el 13 de mayo de mayo y el 13 de octubre de 1917, y también se cumplen 500 años de la rebelión de Lutero, que se inició en Wittenberg (Alemania) el 31 de octubre de 1517. Ahora bien, el año que viene concurren también otros dos aniversarios de los que se habla menos: trescientos años de la fundación oficial de la Masonería (Londres, 24 de junio de 1717) y cien de la revolución rusa del 26 de octubre de 1917 (según el calendario juliano en uso en el imperio ruso; 8 de noviembre según el calendario gregoriano).
Y no obstante, entre la revolución protestante y la comunista, pasando por la Revolución francesa, hija de la Masonería, corre un indisoluble hilo conductor que Pío XII, en su célebre discurso Nel contemplare del 12 de octubre de 1952, resumió en tres fases históricas, que se corresponden con el protestantismo, el iluminismo y el ateísmo marxista: «Cristo sí, Iglesia no. Más tarde fue: Dios sí, Cristo no. Para terminar con el impío grito: Dios ha muerto; mejor dicho: Dios no ha existido jamás». Plinio Corrêa de Oliveira señaló que en las primeras negaciones del protestantismo ya estaban implícitos los primeros vagidos anárquicos del comunismo: «Si, desde el punto de vista de la formulación explícita, Lutero no era más que Lutero, todas las tendencias, todo el estado de alma, todos los imponderables de la explosión luterana ya traían consigo, de modo auténtico y pleno, aunque implícito, el espíritu de Voltaire y de Robespierre, de Marx y de Lenin» (Revolución y contrarrevolución, Editorial Fernando III el Santo, Bilbao 1978, pág. 52).
Desde esta perspectiva, los errores que difundió la Rusia soviética a partir de 1917 fueron una cadena de aberraciones ideológicas que antes de Marx y Lenin se remontaban a los primeros heresiarcas protestantes. La revolución luterana de 1517 puede considerarse por tanto uno de los hechos más nefastos de la historia de la humanidad, equiparable a la masónica de 1789 y la comunista de 1917. Y el mensaje de Fátima, que previó la difusión por el mundo de los errores comunistas, contiene implícitamente el rechazo de los errores del protestantismo y de la Revolución Francesa.
El comienzo del centenario de las apariciones Fátima, el 13 de octubre de 2016, ha quedado sepultado bajo un manto de silencio. Ese mismo día, el papa Francisco recibió en el aula Pablo VI a un millar de peregrinos luteranos y se entronizó en una estatua a Lutero en el Vaticano, como se puede observar en las imágenes que Antonio Socci se apresuró a difundir en su página de Facebook.
Es más, el próximo 31 de octubre, Francisco viajará a Lund (Suecia) donde participará en una ceremonia conjunta entre luteranos y católicos para conmemorar el quincuagésimo aniversario del protestantismo. Como se puede leer en el comunicado redactado por la Federación Luterana Mundial y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, el mencionado acto tiene por objetivo «mostrar los dones de la Reforma y pedir perdón por la división perpetuada por los cristianos de ambas tradiciones».
El teólogo y pastor valdense Paolo Ricca, que desde hace decenios está empeñado en el diálogo ecuménico, ha expresado su satisfacción con estas palabras: «Es la primera vez que un papa conmemora la Reforma. A mi juicio, ello constituye un paso adelante con relación a las significativas aspiraciones vinculadas al Concilio Vaticano II, el cual –incluyendo en sus textos y valorizando por tanto algunos principios y temas fundamentales de la Reforma– marcó un antes y un después en las relaciones entre católicos y protestantes. Participar en la conmemoración, como se dispone a hacer el sumo representante de la Iglesia Católica, significa desde mi punto de vista considerar la Reforma un hecho positivo en la historia de la Iglesia, algo que fue beneficioso para el catolicismo. Tomar parte den la conmemoración es un gesto de la mayor importancia, porque el Papa va a Lund, en casa de los luteranos; como si fuera uno más de la familia. Tengo la impresión de que, de un modo que no sabría definir, él se siente también parte de esa porción de la cristiandad que nació de la Reforma».
Según Ricca, la principal contribución ofrecida por el papa Francisco ha sido «su esfuerzo por reinventar el papado, es decir la búsqueda de una manera nueva y diversa de entender y vivir el ministerio del obispo de Roma. Dicha búsqueda –suponiendo que mi interpretación capte al menos un poco de dicho gesto– podría llegar muy lejos, porque el papado –según se ha entendido y vivido en los últimos mil años– ha sido uno de los grandes obstáculos para la unidad de los cristianos. Me parece que el papa Francisco avanza hacia una modalidad de papado distinta de la tradicional, con respecto a la cual las otras iglesias cristianas podrían asumir nuevas posturas. Si así fuese, este tema se podría repensar totalmente en el ámbito ecuménico». Que esta entrevista fuera publicada el pasado 9 de octubre por Vatican Insider, considerado un sitio web extraoficial del Vaticano, da a entender que esta interpretación del viaje a Lund y de las intenciones pontificias cuenta con la autorización y el beneplácito del papa Francisco.
Durante la audiencia a los luteranos del 13 de octubre, Bergoglio declaró también que el proselitismo es «el veneno más fuerte» para el ecumenismo. «Los mayores reformadores son los santos –añadió–, y la Iglesia está en constante reforma». Estas palabras contienen al mismo tiempo, como sucede con frecuencia en sus discursos, una verdad y un engaño. La verdad es que los santos, desde San Gregorio VII hasta san Pío X, han sido los más grandes reformadores.
El engaño está en insinuar que los pseudorreformadores como Lutero deben considerarse santos. A la afirmación de que el proselitismo, o sea el espíritu misionero, es «el veneno más fuerte para el ecumenismo» es preciso darle la vuelta: el veneno más poderoso para el espíritu misionero de la Iglesia es el ecumenismo tal como hoy se lo entiende. A los santos siempre los impusó ese espíritu, empezando por los jesuitas que en el siglo XVI llegaron al Brasil, el Congo y la India mientras sus hermanos de orden Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Pedro Canisio, reunidos en el Concilio de Trento combatían los errores del luteranismo y el calvinismo. Para el papa Francisco, por el contrario, no se debe convertir a los que están fuera de la Iglesia Católica. En la audiencia del pasado 13 de octubre, respondiendo improvisadamente a las preguntas de unos jóvenes, dijo: «Me gustan mucho los buenos luteranos, los que se guían verdaderamente por la fe de Jesucristo. En cambio, no me gustan los católicos y luteranos tibios». Deformando nuevamente el lenguaje, el papa Bergoglio llamó «luteranos buenos» a los protestantes que no se guían por la fe de Jesucristo, sino por una deformación de ella, y «católicos tibios» a los hijos fervientes de la Iglesia que se oponen a que se equipare la verdad católica al error luterano.
Todo esto nos lleva a preguntarnos qué pasará el 31 de octubre en Lund. Sabemos que la conmemoración consistirá en una celebración común fundada en la guía litúrgica católico-luterana Common Prayer (Oración en común), elaborada conforme al documento Del conflicto a la comunión. Conmemoración conjunta luterano-católica romana de la Reforma en el 2017, redactado por la Comisión luterana-católico romana sobre la unidad. Hay quienes temen con razón una intercomunión entre católicos y luteranos, la cual sería sacrílega, porque los luteranos no creen en la transustanciación. Pero sobre todo se dirá que Lutero no es un heresiarca, sino un reformador injustamente perseguido, y que la Iglesia debe recuperar los «dones de la Reforma». Quienes se obstinan en considerar justa la condena de Lutero y herejes y cismáticos a sus seguidores debe ser objeto de severas reprensiones y excluido de la Iglesia del papa Francisco. Pero, ¿a qué iglesia pertenece Jorge Mario Bergoglio?
Roberto de Mattei
[Traducido por J.E.F]

jueves, 20 de octubre de 2016

BOLETÍN DEL SEMINARIO DE AVRILLÉ - PALABRAS DE MONS. FAURE



Estimados amigos del Seminario:
Durante la reunión de la Unión Sacerdotal Marcel Lefebvre (USML) de febrero de 2016, “Mons. Williamson nos exhortó a una estructura más precisa. Por esta estructura, Mons. Williamson quería tranquilizar a los cofrades que podrían dejar la FSSPX de aquí al final del 2016”.
En ese momento, la organización de una estructura pareció un poco prematura. Sin embargo, en los meses que siguieron, su necesidad se hizo sentir claramente para tranquilizar a los profesores y los seminaristas deseosos de ser incardinados.
La decisión fue entonces tomada con el acuerdo de Mons. Williamson y de Mons. Miguel Ferreira da Costa (Dom Tomás de Aquino). Al anunciarse, Dom Tomás de Aquino y los monjes cantaron un Te Deum en la capilla del Monasterio de la Santa Cruz para festejar el acontecimiento (yo había contemplado esta eventualidad con Dom Tomás a principio de los años 2000…).
El decreto de erección de la Sociedad Sacerdotal de los Apóstoles de Jesús y María fue firmado en el Seminario, el día de reanudación de los cursos de francés para los seminaristas extranjeros (cursos impartidos en parte por sus cofrades franceses): era el 22 de agosto de 2016, después de la misa de la Fiesta del Corazón Inmaculado de María, al cual inmediatamente consagramos la nueva sociedad.
Es porque queremos permanecer en el mismo combate de Mons. Lefebvre por la Fe, sin desviar ni a la derecha ni a la izquierda, que escogimos este nombre, como lo hizo nuestro fundador. Este obispo fue suscitado por Nuestro Señor Jesucristo, cabeza del Cuerpo Místico y Jefe de la Iglesia, para guiarnos en medio del eclipse de la Iglesia, en la “crisis espantosa” anunciada por Nuestra Señora de La Salette en 1846. Parece que nuestro tiempo corresponde a la “gran apostasía” predicha por NSJC y por San Pablo: “…vendrá el tiempo en que no soportarán más la sana doctrina, [esto es, de la Fe y la Moral] apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” [los pretendidos derechos del hombre, “derecho” a la libertad religiosa opuesta al Reinado social de NSJC, traducida bien por la fórmula del papa Francisco “…para mí, no existe un Dios católico!...”]. Ahora bien, fue a Mons. Lefebvre a quien el Papa Paulo VI reprochó, durante una entrevista personal, el ser considerado por los fieles de la Tradición como “el Atanasio del siglo 20”. ¿No fue éste más bien un cumplido involuntario?
Comenzamos el año escolar con los mejores auspicios, con 12 seminaristas. Algunos deben encontrar refugio en los búngalos individuales ubicados en el jardín, a la espera de nuestra instalación en una nueva propiedad que esperamos adquirir. El retiro de entrada será predicado por el Padre Bruno.
Contamos con sus oraciones por la perseverancia y la santificación de los seminaristas y les agradecemos por anticipado su generosidad para responder a las necesidades materiales del seminario. Por nuestra parte, les aseguramos nuestra gratitud y nuestra oración cotidiana por todas sus intenciones.
                                            + Jean Michel Faure
                                                                Avrillé, 22 septiembre 2016

miércoles, 19 de octubre de 2016

SSAJM




Como enseñan los maestros de discernimiento espiritual, y venimos sabiendo mucho en los últimos tiempos por lo padecido desde este lado en la trinchera de la Resistencia católica, el diablo gusta de hacer ruido, de alborotar, de turbar, de enturbiar, de desanimar, de confundir, de alardear, de tergiversar, de acusar y de mentir, muchas veces usando o torciendo la verdad, con el fin de desbaratar toda obra verdaderamente católica.

Escribe San Buenaventura que Nuestro Señor “No comenzó a predicar con estruendo y pompa, sino poco a poco y con humildad”. De igual modo podemos decir que ha empezado su existencia la nueva y única congregación católica antiliberal que queda en el mundo, la Sociedad Sacerdotal de los Apóstoles de Jesús y María (SSAJM), que continúa la línea católica de Mons. Lefebvre que diera inicio a la FSSPX, hoy en pleno y definitivo ralliement con los modernistas y masones romanos. Y como no podía ser de otra manera, algunas bataholas y griterías por modo de artículos y charlas han sido paridas por ejemplares apóstoles del reniego, la teología “a la carta” y la rebelión fomentada por el deseo de propia autonomía. Liberales disfrazados de ultratradicionalistas, fariseos que no trepidan en enmascararse con mentiras, exageraciones y dramatizaciones grotescas. Pero también la astucia serpentina sabe utilizar del silencio para no dejar que se conozca la verdad, en su afán de hundir a los cada vez menos católicos que resisten la apostasía.

Si hay algo destacable que los enemigos de la Tradición no quieren que se destaque es la siguiente declaración incluida en los estatutos de la nueva congregación, dispuesta a no sucumbir bajo seducciones “reconciliadoras” o reduccionismos eclesiavacantistas:

«Desde el concilio Vaticano II, el santo Sacrificio de la Misa, la doctrina católica y toda la vida de la Iglesia son atacados por la Jerarquía liberal y modernista. Porque el sacerdocio católico tiene el deber esencial de combatir el liberalismo y el modernismo en defensa de los derechos divinos violados, la Sociedad descarta toda posibilidad de regularización canónica por vía de acuerdo bilateral, de reconocimiento unilateral, o del modo que sea, en tanto la Jerarquía católica no vuelva a la Tradición de la Iglesia» (Estatutos, II, 5)
Que Dios bendiga a la nueva congregación y la Sma. Virgen vele sobre todos sus integrantes para que sepan ser fieles. El combate continúa.
_________________

Comentario de NP: esa cita de los estatutos de la SAJM cierra de modo absoluto la puerta a un acuerdo práctico con Roma apóstata, no dejando lugar a resquicio alguno ni a eventuales interpretaciones amañadas. Por otra parte, esa cita de los estatutos de la única congregación fundada en la Resistencia por uno de los Obispos de ésta con el acuerdo de los otros dos, desmiente absoluta y categóricamente la siguiente mentira difundida ampliamente por ciertos calumniadores: "Mons. Williamson, Mons. Faure y Mons. Tomás de Aquino nos quieren llevar al mismo punto que Mons. Fellay: al acuerdo con Roma. La única diferencia es que aquéllos van más lentamente que éste." Sobre lo mismo, ver acá.

martes, 18 de octubre de 2016

VISITA DE MONSEÑOR TOMÁS DE AQUINO A MÉXICO


SU EXCELENCIA DOM TOMÁS DE AQUINO O.S.B. SE ENCUENTRA EN MÉXICO. 
EL VIERNES Y EL FIN DE SEMANA PASADO, MONSEÑOR ESTUVO CON LOS FIELES RESISTENTES DE CHIHUAHUA (DONDE CONFIRIÓ LA CONFIRMACIÓN), SALTILLO Y MONTERREY.  

ALGUNAS FOTOS:






  




DEO GRATIAS!

domingo, 16 de octubre de 2016

NUEVA CONFERENCIA ACUERDISTA DE MONS. FELLAY

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“Las conversaciones doctrinales continúan, éstas se vuelven cada vez más interesantes porque las autoridades comienzan a abrir la discusión.”

“Entonces algunos dicen: “¡Atención, atención! Si ustedes van a hacer un acuerdo, después ellos van a cerrarles la boca”. ¡Pero eso ya terminó! ¡Se terminó! Hay otros que hablan, ya no somos los únicos. Ya no tenemos el monopolio de la protesta.”

“¿Habrá o no acuerdo? ¡Yo mismo no sé nada! Ya veremos.”


Conferencia de Mons. Fellay, el 8 de octubre de 2016, en Port-Marly (Francia)


Esta conferencia del Superior General de la FSSPX se podría titular así: “Sobre el difícil pero seguro camino hacia la sumisión de la FSSPX a la Roma apóstata”. Monseñor Fellay nos dice que las tratativas para lograr el acuerdo presentan numerosos obstáculos, pero que pese a eso se avanza; que hay grandes logros gracias a ellas, y que existe una reacción anti modernista imparable por parte de prelados “conservadores”. Éstos dicen a la FSSPX: vengan con nosotros al pantano para sacarnos del pantano.

Según Mons. Fellay, uno de los grandes avances derivados de las negociaciones con Roma, es que ahora hay una libertad que antes no existía para criticar al Vaticano II. Sucede a Mons. Fellay lo que a esos liberales que se alegran ante la perspectiva de que Cuba deje de ser una tiranía comunista sin “libertades” y pase a ser una república democrática llena de “libertades”. Como dijo una vez Dom Jahir en el seminario de La Reja: ¡el concilio debe ser destruido! No basta con que los herejes romanos toleren que se le critique, sino que de él, del más nefasto acontecimiento de toda la historia de la Iglesia, no debe quedar piedra sobre piedra.

Como es habitual, esta nueva conferencia de Mons. Fellay no aporta sino más ilusión, más ambigüedad y más confusión.

Hemos suprimido los subtítulos puestos por los editores.


Conferencia de Mons. Fellay el 8 de octubre de 2016, Port-Marly (Francia)
Durante las Jornadas de la Tradición, Mons. Bernard Fellay, Superior general de la FSSPX dio una conferencia cuya transcripción de la segunda parte encontrarán aquí, consagrada al estado presente de las relaciones con Roma. El texto integral de esta conferencia será publicado en el siguiente número de Nouvelles de Chrétienté (n°161, octubre 2016).
De repente, hace poco más de un año, Roma nos hizo una nueva proposición. Ellos estaban verdaderamente bloqueados porque nosotros decíamos: no. Nosotros no podemos decir que el Concilio es tradicional. No podemos. Y luego esta nueva misa, no podemos decir que es buena. ¡Pues bien! De repente, nos han hecho una nueva proposición, y se puede comprender lo que pasó a través de ciertas entrevistas dadas por Mons. Pozzo. Él explica que, al principio, nos quisieron hacer aceptar todo y no funcionó. Entonces se preguntaron cómo salir de esto pues todo estaba bloqueado, y parece que encontraron el medio. Fue el distinguir en el Concilio ciertas partes más importantes y otras menos importantes. La primera vez que Mons. Pozo habla de esto, es en el mes de febrero de este año 2016, pero vean que fue casi nueve meses después de que nos hicieron su proposición.
Ellos efectivamente dejaron caer cosas bastante importantes. Ya no nos piden pronunciar la “profesión de fe del cardenal Ratzinger”. Allí donde Mons. Lefebvre había tropezado precisamente sobre una palabra del cardenal Ratzinger que había hecho un agregado a la profesión de fe habitual. Y este añadido concierte lo que se llama el magisterio auténtico. El cardenal Ratzinger, en esa época, explicó que con este añadido se pedía una sumisión religiosa a los textos del magisterio auténtico, obligando a los católicos a aceptar el Concilio.
Se puede discutir sobre ello: en sí, es verdad que debemos a los textos, como una encíclica por ejemplo, una sumisión respetuosa. Es normal de recibir este texto respetuosamente, pues es la autoridad suprema quien lo expide. En sí, la frase no es chocante, es incluso católica. Pero por supuesto, cuando se hace el enlace con este Concilio, esto comienza a volverse más molesto [Nótese: el Vaticano II es algo que sólo causa “molestia”]
Y por lo tanto, nosotros estábamos verdaderamente atascados sobre esta profesión de fe. Pues bien, finalmente ¡ya no nos la piden! Nos piden pronunciar la antigua, la que llamamos la profesión de fe tridentina o de Pio IV. Este texto ellos la llaman la “profesión de los padres del Concilio”. Sí, los padres del Concilio, es decir, todos los obispos reunidos en el concilio Vaticano II, hicieron, al principio de la primera sesión, una profesión de fe que es la profesión de fe tradicional. Igualmente la misa celebrada durante el Concilio, era la antigua misa…
En segundo lugar, ellos tacharon todo lo que concierne a la libertad religiosa, al ecumenismo. Ya no nos piden nada. ¡Es interesante! ¿Por qué lo hacen?  En esta entrevista dada a Zenit en el mes de febrero (28 de febrero 2016 NDLR), vemos que de todas formas hay que aceptar todo el Concilio. Pero efectivamente, hay grados. Y este pensamiento será precisado en el mes de abril (La Croix, 7 abril 2016). Y esto se vuelve particularmente interesante, porque de repente nos dirán que lo que ha sido producido por el Concilio pero que no es dogmático, es decir todo lo que son declaraciones, declaraciones al mundo, etc., no son criterios de catolicidad, según Mons. Pozzo. ¿Qué quiere decir esto? “Ustedes no están obligados a estar de acuerdo para ser católicos”. Esto es lo que él empezó a decir hablando de la Fraternidad. Y a nosotros, de una manera explícita, nos dijo: “Sobre la libertad religiosa, sobre el ecumenismo, sobre Nostra ætate, sobre la reforma litúrgica, ustedes pueden mantener su posición”. Cuando yo lo escuché, encontré esto tan fuerte, que yo le dije: “No es imposible que yo deba pedirle que venga a decírnoslo, porque nuestros cofrades no me van a creer”. Y todavía hoy, yo pienso que es legítimo plantear la pregunta: ¿Es serio esto? ¿Es verdad o no?  Mons. Pozzo efectivamente ha dado varias entrevistas. Les cité la del mes de abril, pero están las del mes de julio (Zenit, 4 de julio de 2016, y Christ und Welt, 28 de julio de 2016)… Entre las dos, en el mes de junio, su superior, el Cardenal Müller, dijo lo contrario (Herder Korrespondenz, juin 2016).
Así que por un lado tienen a Mons. Pozzo que es el secretario de la Comisión Ecclesia Dei, que dijo en público (en La Croix del 7 de abril de 2016): “Las afirmaciones de las verdades de fe y de doctrina católica segura contenidas en los documentos del concilio Vaticano II deben ser acogidas según el grado de adhesión requerido”, prosigue el obispo italiano que repite la distinción entre el dogma y ciertos decretos o declaraciones conteniendo las “directivas para la acción pastoral, orientaciones y sugerencias o exhortaciones de carácter práctico-pastoral, como es notablemente el caso de Nostra aetate, abriendo un diálogo con las religiones no cristianas. Éstas constituirán, incluso después del reconocimiento canónico, un tema de discusión y de profundización en vista de una mayor precisión, con el fin de evitar los malentendidos o equívocos que, nosotros lo sabemos, están extendidos en el mundo eclesial actual”. Es muy interesante.
Pero son las palabras que no son siempre muy claras. Sea que uno se sitúe de un lado o del otro, Mons. Pozzo se encuentra un poco arrinconado. A nosotros él nos dice: “Ustedes tienen el derecho de no estar de acuerdo y ser católicos”. Sin embargo, si se dice demasiado fuerte en el mundo de los modernos, es la revolución. ¿Por qué? Porque, y esto nosotros siempre lo hemos dicho: estos famosos gérmenes mortíferos para la Iglesia, introducidos en el Concilio, han estado en estos documentos sobre el ecumenismo, la libertad religiosa, Nostra aetate, la relación con las religiones no cristianas. Es así, también con Gaudium et spes, que es donde se encuentra más fuertemente expresado este acercamiento positivo del mundo. Es por eso que nosotros siempre hemos dicho que estamos en contra. En el Concilio, seguro, se encuentra la repetición de muchos dogmas, allí se dice que existe la Santísima Trinidad, que Nuestro Señor Jesús es Dios, ¡allí se dice todo eso! Se dice también en el Concilio, que para ser salvado es necesario pasar por Nuestro Señor. Esto es dicho en el Concilio. Hay quien incluso se ha divertido al demostrar que nosotros éramos más fieles al Concilio que los jesuitas…
Pero el problema no son las buenas cosas que podemos encontrar en él y que existen realmente. ¡El problema es el mal! Si usted pone en una sopa una gota de cianuro, le pone buenas legumbres, buen caldo, la mejor agua, el potaje es imbebible a causa del veneno. Es lo que pasa en el Concilio. Es por eso que nosotros decimos que el Concilio es imbebible. No a causa de las buenas cosas que podemos encontrar allí, sino a causa del veneno. Y justamente, este veneno se encuentra concentrado no en todas partes, sino en un cierto número de estos documentos de los cuales Mons. Pozzo nos dice ahora: “Ustedes no están obligados a aceptarlos para ser reconocidos como católicos”.
Otra vez, la gran mayoría de la gente que están en la Iglesia hoy, piensan exactamente lo contrario. Es decir que ellos ven en estos documentos el fundamento de su Iglesia, lo que llamamos la Iglesia conciliar. Los modernos viven precisamente de esto. Una parte de nuestra acción consiste en decir lo que yo les digo de manera suficientemente abierta para ver cómo los modernos van a reaccionar, porque -en sí- ellos deben reaccionar. Ellos no pueden dejar pasar esto. Ellos deben reaccionar en Roma y deben decir a las autoridades: “Esto no es posible”. Algunos tendrán un “son ellos o nosotros”. Es inconciliable. Veremos lo que pasará.
El cardenal Müller ha insistido diciendo: “No, la Fraternidad debe aceptar todo el Concilio”. E incluso ha hablado de un compromiso sin restricción sobre el ecumenismo. Pero no solamente… Él habla de la liturgia, de la libertad religiosa. Y luego su subordinado vuelve a decir lo contrario, en julio. ¡Es el desorden! ¿Qué debemos creer? Es imposible pensar que Mons. Pozzo diga estas cosas sin estar apoyado. Y de hecho quien lo apoya es el Papa. Evidentemente son situaciones increíbles. Y yo espero a ver, pues ya ha habido acciones contrarias. Hubo por ejemplo unos laicos alemanes unidos a una asociación judía (domradio.de, 19 mayo 2016) que hicieron una declaración pública diciendo: “Aceptar la Fraternidad sin Nostra aetate, es inadmisible” […] (pone más ejemplos de oposición).
Hubo más publicaciones… Especialmente la de un jesuita suizo (Christian Rutishauser SJ, Tages-Anzeiger, 30 septiembre 2016) que es uno de los miembros pertenecientes a el comité que aconseja al papa en sus relaciones con los judíos. Acaba de declarar en un periódico de su país que va a hablar al papa, pues es absolutamente inaceptable recibir a la Fraternidad sin obligarla a adherirse a Nostra aetate. Así que es razonable pensar que habrá una presión enorme para hacer revisar estos juicios que ahora son públicos, como el de cierto número de documentos del Concilio no obligan para ser católico. Entonces veremos, será muy interesante.
Veremos lo que hace la autoridad. Si la autoridad mantiene el principio, incluso sin decir quién tiene razón y quién está equivocado… Pues el simple hecho de decir que tenemos el derecho a no estar de acuerdo, es un perno que le quitamos al Concilio o un tornillo que le quitamos. Entonces esto se vuelve extremadamente interesante. Esto puede ser el principio del fin del Concilio: que la Iglesia diga que no es obligatorio, lo que en sí es verdad: no es obligatorio. Que la autoridad lo diga, esto podría bien ser un principio muy interesante. No es el fin del combate, sino se restaura un principio muy importante diciendo: “no, estos textos no son obligatorios”.
Esta idea de no obligatoriedad es una nueva manera de pensar, sobre la cual no digo que sea buena, pero que vemos aparecer desde hace algunos años y que es extremadamente importante. Cuando en 2014 discutimos con la Congregación para la Doctrina de la Fe, nosotros tratamos de demostrar que había un gran problema al nivel de la enseñanza en la Iglesia, al nivel del magisterio. Y tomé varios ejemplos.
(…)
Ellos enseñan sin enseñar. Esto establece una confusión en todas partes. Es una nueva actitud… Hasta ahora, estaba claro para todo católico que cuando Roma habla: Roma locuta est, causa finita est. Roma habla, Roma enseña y punto. Y allí nos están diciendo que no, “solamente damos pistas de reflexión”. En muchas de estas encíclicas, Juan Pablo II incluso ha hablado de “meditaciones”. Ya no es una enseñanza, es una “meditación”.
Yo les doy estos elementos para mostrarles dónde estamos. Las conversaciones doctrinales continúan, éstas se vuelven cada vez más interesantes porque las autoridades comienzan a abrir la discusión. Hasta ahora era únicamente “obedezcan”. Se enseña y luego cállense, sométanse. De repente, ellos cambian de actitud. Yo creo que están forzados, es un poco una conclusión de lo que me dijo Mons. Pozzo, ellos están forzados por la situación catastrófica, la confusión absolutamente generalizada, hasta en Roma. Ellos están forzados a hacer concesiones. Ellos ya no pueden sostener sus posiciones, esto ya no sirve de nada. [Absurdo: “ellos”, esto es, el Papa y sus secuaces; “ellos”, los modernistas que ocupan Roma, tienen todo el poder. “Ellos” pueden hacer todos los cambios que quieran. “Ellos” no se encuentran aprisionados y neutralizados entre dos bandos. "Ellos" no son pobrecitas víctimas inocentes. ¡"Ellos" son liberales y modernistas! ¡"Ellos" son el enemigo!]
Esto me hace pensar en estas palabras del cardenal Müller en 2014. Él nos dijo: “¡Ustedes están obligando a la Congregación para la Doctrina de la Fe a consagrarles un tiempo precioso, cuando hay enormes problemas en la Iglesia!” Es interesante, ¡pues es justamente lo que nosotros les mostramos! De repente, se está constatando que hay enormes problemas. Y ellos se dicen: esta Fraternidad no es un problema tan enorme. Pero se molestan porque les decimos: “Ustedes son el problema”. [Si ellos son el problema, ¿para qué pretende hacer un acuerdo o ser reconocido por ellos?] Ellos ya no saben cómo tomarnos, y hacen concesiones. ¿Hasta dónde llegará esto? Ya lo veremos. Pero creo que actualmente, la situación es tan catastrófica que causa una reacción extremadamente interesante. En varios niveles.
Al nivel de las discusiones, todos los obispos enviados por Roma con los cuales hemos tenido conversaciones doctrinales desde hace dos años, nos han dicho que los puntos en discusión -siempre los mismos- son “cuestiones abiertas”. Todos han dicho eso, incluso cardenales. Las “cuestiones abiertas” es decir que se pueden discutir. Entonces ya no son obligatorias. Y estas discusiones traen sus frutos. Todavía no los vemos, pues están al nivel de la reflexión teológica. Y toma mucho tiempo por supuesto. Hay inicios que van en la dirección que he indicado. Ciertos pasajes de Mons. Pozzo pueden ser interpretados como si quisiera utilizar estas discusiones para tratar de corregir la situación en la Iglesia. Pero no se atreve a decirlo demasiado fuerte, pues precisamente hay una mayoría que va en el otro sentido.
Además, con lo que hace el papa, ha habido protestas de Cardenales sobre las cuestiones morales, sobre la cuestión del matrimonio, sobre la cuestión de la comunión dada a los divorciados vueltos a casar. Hay un cierto número de cardenales que han tomado posiciones públicas, y también obispos. Hay algunos de ellos que han expresado claramente, de manera abierta, su rechazo declarando: “No, no haremos esto”. Hay obispos africanos que han dicho claramente que no se debe dar la comunión a los divorciados vueltos a casar. Es una reacción que está diciendo no a la autoridad suprema. Lo que nosotros hacemos desde hace cincuenta años. Esto se vuelve extremadamente interesante. Ya no somos los únicos.
Entonces algunos dicen: “¡Atención, atención! Si ustedes van a hacer un acuerdo, después ellos van a cerrarles la boca”. ¡Pero esto ya terminó! ¡Se terminó! Hay otros que hablan, ya no somos los únicos. Ya no tenemos el monopolio de la protesta. [Como si la protesta fuera gran cosa. Como si la protesta bastara para oponerse a los destructores de la Iglesia…] Ellos no son muy numerosos, pero este número aumenta. Y luego, de cuando en cuando, yo recibo cartas. Como esta, se las leo en inglés porque es una imagen: Stick to your gunsAlways stick to your guns. Esto quiere decir: tengan las manos en sus revólveres. Sosténganlos bien. Dicho de otro modo: “Defiéndanse. Siempre. Y rechazen los compromisos en las cosas que no pertenecen realmente a la sustancia de la fe: la libertad religiosa, el ecumenismo, el diálogo con las religiones no cristianas. Somos numerosos en la jerarquía los que pensamos y creemos lo que ustedes hacen concerniente a estas cuestiones”. Es un obispo quien me escribió. El no escribe “yo”, escribe “nosotros” somos numerosos. Escribe también otras cosas más que no me atrevo a leerles pues son tan aduladoras, pero es de este tipo: “Necesitamos voces que nos digan los límites de nuestra libertad en estos dominios”. Dice que la Iglesia, que enseña la verdad, se ha perdido en lo gris, en lo borroso. Y agrega “pero yo creo en la Iglesia, esto no puede durar, pero este es el estado actual”. Y dice también: “Vengan en nuestro socorro.” Y también: “¡No cedan en nada, continúen así, los necesitamos!” ¡Esto es nuevo! ¡Esto no existía antes! Los obispos nos decían: evidentemente hay problemas, pero en fin… Y ahora nos dicen: “¡Resistan, los necesitamos!”  Efectivamente, ellos no hablan muy fuerte porque saben muy bien que si lo hacen, les cortarán la cabeza. [¡Muy valientes! ¿Y si San Juan Bautista o Santo Tomás Moro hubieran pensado en salvar sus cabezas como estos “heroicos” amigos de Mons. Fellay? Pero estos vacilantes prelados “conservadores”, de los que con gran entusiasmo habla reiteradamente Mons. Fellay, no serán decapitados jamás, sino que, a lo más, perderán algunos cargos, algunos privilegios, algunas de sus comodidades. Entonces, esos prelados “conservadores” que se limitan a protestar con susurros contra el gran destructor Francisco y el resto de la banda de los modernistas extremos, ¿son dignos de alabanza? ¿No será que Dios pide algo más que formular algunas quejas esporádicas y diplomáticas en la más profunda crisis de toda la historia de la Iglesia?]
Pero ellos trabajan en el silencio, trabajan en restablecer la antigua misa, como un arzobispo que me dijo: “Tengo una generación de sacerdotes que está perdida. No se puede hacer nada con ellos. ¿Qué hago entonces? Me ocupo de los jóvenes”. Y los dos criterios que me dio: la formación de los sacerdotes, en teología, es la Suma de Santo Tomás, y en espiritualidad, en liturgia, es la antigua misa. Yo no les digo su nombre, porque no queremos quemar a estos prelados, pero son varios. Yo lo descubro con sorpresa, ¡hay un buen número! ¡Y son obispos jóvenes! ¡Y algunos de entre ellos son nombrados por el papa Francisco! ¡Así que no nombra más que malvados! Todo está mezclado, como toda su actitud, lo que aumenta la confusión generalizada. Pero es extremadamente interesante ver que hay este movimiento, y estoy seguro que ya no se detendrá. ¿Por qué? Porque estos obispos ven dónde está la verdad, no cederán. Ellos serán molestados, serán arrinconados, porque están en el sistema, pero ya no cederán. Igualmente estos sacerdotes que han descubierto la misa antigua, harán todo lo que puedan, serán molestados, arrinconados, pero la conservarán. Son trozos de la batalla ganados.
Ante nosotros todavía hay grandes combates. Pero, en medio del desastre que es para desesperarse verdaderamente, incluso para perder la fe, ¡no hay que desesperar! Esta Iglesia es la del Buen Dios, ella ha sido transformada en un campo de batalla inconcebible, inaudito, pero vemos, y esta es justamente nuestra historia, la de cuarenta años de nuestra Fraternidad, vemos cómo el Buen Dios está con nosotros. Cómo nos sostiene, cómo nos bendice, a través de todas las miserias, las desgracias que podemos tener, que pueden hacernos sufrir. A pesar de todo el Buen Dios está allí; por encima de estas miserias humanas, hay en esta fe y en esta obra de fe que crece. A pesar de todo él se nos impone discretamente, gentilmente, en nuestro trabajo de todos los días. Y nos invita a continuar.
Evidentemente estas son situaciones extremadamente graves. Y ustedes tienen también la obligación de aferrarse a los textos que son sanos y santos. Los dos. Todas estas encíclicas de los Papas hasta el Concilio. Es un alimento que los protege contra todas estas locuras derramadas actualmente por todas partes. ¡Es inconcebible las tonterías que pueden decirse! Y de todos lados. Humanamente, uno puede preguntarse cómo podemos salir de esto. ¡Pero no se trata de un combate humano! ¡Y nuestros medios, son los medios sobrenaturales! Y verdaderamente, si la Fraternidad continúa, es porque ella está fundada sobre estos medios sobrenaturales, y antes que nada, ustedes lo saben, sobre la misa y también sobre la Santísima Virgen. Estos dos elementos son como los tesoros que nos dio Mons. Lefebvre. La misa, el sacerdocio, con esto todo el esplendor de Nuestro Señor, lo que llamamos su Reinado social, y luego la Santísima Virgen. Y todo simplemente, si continuamos así, estamos en la verdad. No es necesario preocuparse, el Buen Dios está allí. Y lo muestra todos los días. Hay que continuar.
No se preocupen todo el tiempo con estas cuestiones: “¿Habrá o no acuerdo?” ¡Yo mismo no sé nada! Ya veremos. No cederemos, esto yo lo sé, con la gracia de Dios. [O miente Mons. Fellay o mintieron los 3 Obispos que dijeron al Superior General, el 2012, lo siguiente: "Por más que se niegue, este deslizamiento es inevitable. ¿No se ven ya en la Fraternidad los síntomas de esta disminución en la confesión de la Fe?". La verdad es que la FSSPX ha cedido y muchísimo, sobre todo desde el 2012. Además de la notoria decadencia del espíritu de lucha en la Fraternidad, la nunca retractada Declaración Doctrinal de Mons. Fellay, en particular, es una cesión gravísima y, por lo mismo, una propia y verdadera traición] ¡Que Él venga en nuestra ayuda! Pero poco a poco vemos el trabajo que se desarrolla con el tiempo, esta crisis despierta al pequeño número. Oremos por esta intención. Y para terminar, ¡gracias a Monseñor Lefebvre! Hay que tenerle una gran gratitud, no olvidarlo. Y gracias también a todos aquellos que mantienen esta obra, a ustedes también, queridos fieles.
Para mantener el carácter propio de la conferencia, se mantuvo el estilo hablado.
(Fuente: FSSPX / MG - Transcripción, título, subtítulos y referencias: DICI Nº 342 de 14/10/16)