jueves, 31 de diciembre de 2015

ADIOS A UN AÑO MARCADO POR LOS ESCÁNDALOS DEL PAPA FRANCISCO




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El papa Francisco se reunió con pareja gay en EE.UU. [VIDEO]

En tanto...
Monseñor Fellay se cuidó, todo este año, de criticar a Francisco.


Sepa por qué Mons. Fellay calla ante los escándalos del demoledor Francisco, acá.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

SIEMPRE APARECE EL LIBERALISMO…


LOS LIBERALES DEFIENDEN A BRAZO PARTIDO LAS BUFONADAS QUE AHORA SE ACOSTUMBRAN EN LA FSSPX... 

LEER ACÁ

martes, 29 de diciembre de 2015

EL RETORNO DE LA ROMA CONCILIAR Parte 4

LE SEL DE LA TERRE N° 93, verano de 2015



EDITORIAL

El retorno de la Roma conciliar (continuación)


Monseñor de Castro Mayer y la nueva Iglesia

Fue en 1976 que apareció por primera vez la expresión “Iglesia conciliar”. Pero la realidad ya había sido percibida mucho antes por Mons. Antonio de Castro Mayer. El texto que reproducimos es un extracto de la carta pastoral “Aggiornamento e Tradiciao” de fecha 11 de abril de 1971[i]. Los títulos de los párrafos son del original.

Característica de la nueva Iglesia: La religión del hombre
Sea por la dificultad de la empresa, sea por una concesión con el espíritu del tiempo, el hecho es que, en la ejecución del plan trazado por el Concilio, en amplios medios católicos, el esfuerzo en la adaptación fue más allá de la simple expresión más ajustada a la mentalidad contemporánea. Tocó la propia sustancia de la Revelación. No se preocupan de una exposición de la verdad revelada en términos tales que los hombres fácilmente la entiendan; se procura más bien, por medio de un lenguaje ambiguo y rebuscado, proponer una nueva Iglesia, al gusto del hombre formado según las máximas del mundo moderno. Con eso, se difunde, más o menos por todas partes, la idea de que la Iglesia debe someterse a un cambio radical, en su Moral, en su Liturgia, e inclusive en su Doctrina. En los escritos, así como en conducta, aparecidos en medios católicos después del Concilio, se difunde la tesis de que la Iglesia tradicional, tal y como existía antes del Vaticano II, ya no está a la altura de los tiempos modernos. De manera que debe transformarse totalmente.
Y una observación radical, sobre lo que pasa en los medios católicos, conduce a la convicción de que, verdaderamente, desde el Concilio existe una nueva Iglesia, esencialmente distinta de aquella conocida antes del concilio, como la única Iglesia de Cristo. En efecto, se exalta como principio absoluto e intangible la dignidad humana a cuyos derechos se someten la Verdad y el Bien. Semejante concepción inaugura la religión del hombre. Hace olvidar la austeridad cristiana y la bienaventuranza del Cielo.
En las costumbres el mismo principio hace olvidar la ascética cristiana, y está lleno de indulgencia para el placer inclusive sensual, pues es en la tierra donde el hombre ha de buscar su realización.
En la vida conyugal y familiar, la religión del hombre enaltece el amor y sobrepone el placer al deber, justificando, a ese título, los métodos anticonceptivos, disminuyendo la oposición al divorcio, y favoreciendo la homosexualidad y a la coeducación, sin temer la consecuencia de desórdenes morales que le son inherentes como consecuencia del pecado original.
En la vida pública, la religión del hombre no comprende la jerarquía, y defiende el igualitarismo propio de la ideología marxista y contrario a la enseñanza natural y revelada, el cual asegura la existencia de un orden social exigido por la misma naturaleza.
En la vida religiosa, el mismo principio preconiza un ecumenismo que, en beneficio del hombre, reconcilia todas las religiones, y desea una Iglesia como una sociedad de asistencia social, volviendo ininteligible lo sagrado, sólo comprensible en una sociedad jerárquica.
De ahí la preocupación excesiva de la promoción del clero, cuyo celibato es considerado absurdo, así como el contenido de una vida sacerdotal singular, íntimamente ligado a su carácter de persona consagrada exclusivamente al servicio del Altar. En liturgia se rebaja al Sacerdote a simple representante del pueblo, y los cambios son tales y tan numerosos, que ella deja de representar adecuadamente, a los ojos de los fieles, la imagen de la Esposa del Cordero, una, santa, inmaculada.
Es evidente que el relajamiento moral y la disolución litúrgica no pueden coexistir con la inmutabilidad del dogma. En realidad, estos cambios indican ya las mudanzas en los conceptos de las verdades reveladas. Una lectura de los nuevos teólogos, tenidos como portavoces del Concilio, evidencia como, de hecho, en ciertos medios canónicos las palabras con que se enuncian los misterios de la Fe implican conceptos totalmente diversos de los que constan en la teología tradicional. […]
Subversión doctrinal
[…] La nueva terminología introduce una nueva religión. Nosotros ya no estamos en el cristianismo auténtico. Las novedades no están solamente en un cambio de palabras. Esto va más lejos. En realidad, se provoca una subversión total en la Iglesia. Como la filosofía moderna sobrestima al hombre, a quien hace juez de todas las cosas, la nueva Iglesia establece, como decíamos, la religión del hombre. […]
A la lista, ya larga, de los que afirman que la iglesia conciliar existe ciertamente [bel et bien], hay que agregar el nombre del ilustre obispo de Campos, el amigo de Mons. Lefebvre y el único obispo que luchó con él en contra de la iglesia conciliar: “Desde el concilio, existe una nueva Iglesia, esencialmente distinta de aquella conocida antes del concilio”.

Podemos notar que, siendo Mons. de Castro Mayer, un obispo diocesano de esta época, esta carta constituye un documento del magisterio auténtico de la Iglesia Católica.

domingo, 27 de diciembre de 2015

R.P. TRINCADO - SERMÓN DEL DOMINGO EN LA INFRAOCTAVA DE NAVIDAD

Simeón con el Niño Jesús, por Jusepe de Ribera

Dijo el profeta Simeón a María, su madre: he aquí que este Niño ha sido puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción.

Nuestro Señor Jesús vino para ruina o condenación de los que no creen en Él y para elevación o salvación de los que sí creen. Por eso, justo antes de su Ascensión, dice Nuestro Señor : Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado se salvará, pero el que no crea se condenará (Mc 16, 15).

Verdaderamente, muchos -y cada vez más- son los que no creen y se condenan. En la tercera misa de Navidad leíamos, en el inicio del Evangelio de San Juan, que Cristo es la Luz verdadera que resplandece en medio de las tinieblas, pero las tinieblas no la recibieron... el mundo no lo conoció. Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron. Cristo será contradicho y rechazado por muchos hasta el fin del mundo, será signo de contradicción¿Por qué hay tantos que no creen y se condenan? Dice también el Evangelio de San Juan: Vino la luz al mundo pero los hombres amaron más la oscuridad que la luz, porque sus acciones eran malas. Pues todo el que hace el mal odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean vistas. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que se vea que sus acciones han sido hechas en Dios (3, 19-21). El que no está conmigo está contra mí, y el que no recoge conmigo desparrama (Lc 11, 23). Ningún hombre queda indiferente ante Cristo y todos terminaremos eternamente unidos a Cristo en el Cielo o eternamente separados de Cristo en el Infierno. Estamos obligados a elegir: con Él o contra Él. 

sábado, 26 de diciembre de 2015

COMENTARIO ELEISON Número CDXLI (441) - 26 de diciembre de 2015


Comparación Familiar

Como dos familias pueden tener un mismo hombre por cabeza
Así también, por un mismo Papa pueden ser lideradas dos iglesias

Mientras que en el mejor de los casos los argumentos prueban, las comparaciones, en el mejor de los casos, ilustran. Luego, las comparaciones no prueban, pero pueden echar mucha luz desde lo conocido hacia lo desconocido. Ahora bien, concerniente a la presente crisis de la Iglesia, de medio siglo de edad, necesitamos toda la luz que podamos obtener, porque con cada día que pasa deviene menos y no más comprensible. Entonces, sigue aquí una comparación fecunda que me envió hace poco un recientemente convertido a la Tradición. Él compara la Iglesia Católica y la Iglesia Conciliar, o la Neo-Iglesia, con las familias legítima e ilegítima del mismo hombre. Apliquemos la comparación a su matrimonio, a su autoridad y a sus hijos.

martes, 22 de diciembre de 2015

IMPRESENTABLE: AFICHE DE LA NEO FSSPX PARA CONFESIÓN JUBILAR, CON FOTO DE FRANCISCO Y TEXTO ALUSIVO A ÉSTE


Este afiche fue pegado por órdenes del P. Schmidberger a la entrada del seminario de la FSSPX en Alemania. (En su entrevista a ACI  Prensa, el Padre dijo que afiches como este fueron publicados en los periódicos y pegados en varios lugares).



Traducción:

Año jubilar de la misericordia
El Papa Francisco lo invita a realizar su confesión jubilar en Zaitzkofen
Evento único: sábado 19 de Diciembre de 14:00 a 17:00 horas
Adoración y confesión personal
Cada una hora, preparación común para la confesión.

EL RETORNO DE LA ROMA CONCILIAR Parte 3

LE SEL DE LA TERRE N° 93, verano de 2015



EDITORIAL

El retorno de la Roma conciliar (continuación)


ROMA Y EL VATICANO

Analizando las dificultades que encontraron las dominicas de Fanjeaux durante su peregrinación a Roma en el mes de febrero de este año, el P. Simoulin se vio obligado a reconocer: “Está Roma… y luego está el Vaticano y sus funcionarios, ¡los guardianes de la ley y del Templo! Esto no es siempre la misma cosa, desgraciadamente”. “Debemos distinguir, desgraciadamente, entre Roma y el Vaticano, entre lo que viene de Roma y lo que viene del Vaticano”.

Es a Roma que las religiosas llevaron a sus alumnas, pero ellas se toparon con el Vaticano. Ellas pidieron autorización de tener la Misa en una iglesia, pero les fue negada por intervención del secretario de la comisión pontifical Ecclesia Dei (Mons. Pozzo).

Ellas habían escrito al papa, al obispo de Roma: “¿Cómo decirle a nuestras alumnas que las iglesias de Roma están cerradas para ellas y que no sabemos en dónde tendrán la misa? […] Usted es el único, Santísimo Padre, que puede resolver esta dificultad de la celebración de las misas y así permitir a nuestras alumnas y a los miembros de nuestra congregación el buen desarrollo de esta peregrinación. Para nosotros será entonces una ocasión providencial de crecer en el amor de la Iglesia y el deseo de servirla. Seguras de vuestra comprensión, Santísimo Padre, le pedimos humildemente su bendición”.

Pero, señala el P. Simoulin: “el papa, que parece no interesarse más que por la “periferia”, no da ni respuesta, ni comprensión, ni bendición”. En breve, el papa parece haberse comportado en este asunto más como el jefe del Vaticano que como el obispo de Roma.

¿No encontramos en este análisis, la distinción de las dos Iglesias: Roma (la Iglesia Católica) y el Vaticano (la iglesia conciliar)? Y, hasta prueba en contrario, el Vaticano, con el papa a la cabeza, es también la jerarquía de la Iglesia Católica. ¿No reencontramos la idea que hay una jerarquía para dos iglesias?

ENTRAR EN LA IGLESIA

En un artículo aparecido en el Courrier de Rome de abril de 2015 (n° 386), el P. Jean Michel Gleize se interroga sobre el significado de la frase enunciada por Mons. Pozzo el 20 de marzo de este año: “El papa espera que la Fraternidad San Pio X decida entrar en la Iglesia[i]”. Él se plantea principalmente esta pregunta:
En el espíritu de las autoridades romanas actuales, ¿qué significa “entrar en la Iglesia?Y ¿qué es la Iglesia? Subrayemos de paso: Mons. Pozzo no dice que la Fraternidad debe decidirse a “entrar de nuevo”, a “re-entrar”, o a “regresar” a la Iglesia; él dice precisamente: “entrar”, lo que supone, en buena lógica, que la Fraternidad jamás fue parte de la Iglesia. Tal conclusión es evidentemente contraria a los hechos históricos comprobados, pues la Fraternidad obtuvo de Su Excelencia Mons. Charriere un reconocimiento canónico en buena y debida forma, precisamente el 1º de noviembre de 1970, fecha de su nacimiento en el seno de la santa Iglesia. Sin embargo, allí hay una pista que debe ponernos en la vía de lo que estamos obligados a llamar una “nueva” eclesiología. Eclesiología nueva, tal vez, pero ciertamente todo menos católica. La nueva definición de la Iglesia, aparece sobre todo en los textos donde, en el Vaticano II y desde entonces, los papas justifican la práctica del ecumenismo. Pues esta práctica presupone una concepción nueva de la Iglesia”.

El P. Gleize desarrolla entonces una extensa argumentación para explicar que la “nueva” eclesiología del Vaticano II es inadmisible y que la proposición de Mons. Pozzo “se inscribe en una eclesiología extraña al dogma católico”.

Pero, de hecho, él no responde a la pregunta que él mismo planteó: “En el espíritu de las autoridades romanas actuales, ¿qué significa “entrar en la Iglesia”?

Sin embargo, hay una respuesta simple: puesto que -al decir del mismo P. Gleize- hay desde el Vaticano II una nueva eclesiología, una nueva definición de Iglesia, es porque hay una nueva iglesia que llamamos justamente: iglesia conciliar. Lo que Mons, Pozzo pide a la FSSPX, es simplemente entrar en la iglesia conciliar.

De nuevo, el concepto de iglesia conciliar responde a la realidad y resuelve los problemas planteados.



[i] La Croix.com (20 de marzo de 2015). El texto completo se encuentra en Le Sel de la terre 92, pág. 152-153.

(CONTINÚA EN UNA PRÓXIMA ENTRADA)

lunes, 21 de diciembre de 2015

EL REGRESO DE UNA HEREJÍA

Los “misericordiosos”: el regreso de una herejía



En sus tiempos, San Agustín, tuvo que combatir, entre otras, una herejía difundida en el seno de la Iglesia por algunos autores, que para nosotros son anónimos, llamados los misericordiosos por sus opiniones (V. Bartman, Manuale di teologia dogmatica, Vol. I, pág. 230 y Vol. III, págs. 403 y ss).
Fundándose en las Sagradas Escrituras, que exaltan la misericordia de Dios inmensa y universal, los misericordiosos llegaron a negar la existencia del infierno.

A San Agustín no le fue difícil hacer notar que los puntos de las Escrituras alegados por aquellos heréticos, se refieren todos a la vida presente y ninguno al más allá; y que, por consiguiente, no son absolutos al excluir el juicio final, personal y universal, a partir de las diferentes suertes de salvación y de perdición que, en la Eternidad, les aguardan a los buenos y a los reprobados.

Es indudable que Moisés, los profetas y los salmos proclaman, continuamente, la misericordia de Dios; y que nuestro señor Jesucristo, Verbo Encarnado, la ha ilustrado con conmovedoras parábolas (el hijo prodigo, la oveja perdida, etc.); y la ha practicado personalmente con los pecadores (Mateo, la Magdalena, Zaqueo, el buen ladrón, etc.). Sin embargo, la misericordia de la que hablan el Antiguo y el Nuevo Testamento, no es una misericordia incondicional: presupone siempre la conversión del pecador (“se hace más fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente…”). Por tanto, Dios no es un Deus dimidiatus: su misericordia no excluye su justicia.

«¿Dios es amigo de los hombres? ,– escribe san Juan Crisóstomo-, Sí, pero es también un juez justo. ¿Perdona los pecados? Sí, pero da a cada uno según sus obras. ¿Olvida la iniquidad? Sí, pero también la castiga. ¿No hay en estas cosas una contradicción? No, si distanciamos estos hechos en el tiempo».

«Aquí abajo Él borra las culpas por el bautismo y la penitencia, pero las castiga en el otro mundo con el fuego y los tormentos» (Homilía en la Epístola a los efesios, 4, 10). Por eso, San Agustín, puede oponerse a las tesis escriturales citadas por los misericordiosos; aquellas tesis que amenazan con castigos eternos a los pecadores que no se arrepientan. Y Santo Tomas explica (S. TH., Suppl. Q. 99 a. 2, ad 1) que: «Dios, por cuanto está en Él, tiene misericordia para todo, [pero], su misericordia, porqué esta ordenada de su sabiduría, no se extiende a aquellos que se han hecho indignos de misericordia».

¿Qué dirían los padres y los doctores de la Iglesia, de la actual e insípida “misericordia” que se quiere extender, también, a los impenitentes?

Hirpinus

El gran beneficio del alma no consiste en pensar mucho en Dios, sino amarlo mucho.
San Francisco de Sales

[Traducción H.A. Artículo original]

sábado, 19 de diciembre de 2015

LAS FORMAS ARTÍSTICAS Y EL ARTE SACRO

LAS FORMAS ARTÍSTICAS Y EL ARTE SACRO

Cova in Deserto


Detalle del portal de la Catedral de Reims, en Francia

Las verdaderas  formas artísticas se adecúan a la idea de la obra naturalmente.

La obra en sí, el fin de la obra, exige unas formas determinadas por los requerimientos intrínsecos de la obra misma. “La obra pide los medios requeridos.

Cuando esta unión, entre la idea de la obra y los medios para plasmarla, se produce de un modo maravillosamente perfecto, podremos calificarla entonces  de “obra maestra”. Con esta denominación la estaremos elevando por sobre otras obras - menos logradas o fallidas - a modo de un ejemplo, o modelo a imitar. A imitarlo, pero no en sus apariencias exteriores, de un modo servil y mecánico, sino, a imitarlo en el trabajo y en la búsqueda paciente, para  hallar la adecuación  de los medios con la idea  a fin de lograr, de ese modo, su más perfecta realización.

Una obra puede fallar por dos razones: o porque los medios artísticos no se adecúan a la idea; o porque la idea no  es buena, o es  mediocre, y no hay medios por los que pueda ser salvada.

La idea misma dicta los medios a emplear, es decir, no solo los medios, sino también el “cómo”, la manera de aplicarlos. Es el artista mismo quien debe descubrir esto. Tal vez, los medios de algún modo ya estén exigidos de antemano al artista. Por ejemplo: Un arquitecto ha sido escogido para realizar un templo de piedras. He aquí impuesta ya  una condición con la elección de un material: la piedra. Éste es el material exigido como fundamental para la realización de la obra encargada. El templo contará también con imágenes esculpidas en madera, (otro medio condicionante) para lo cual ya se ha elegido a determinado escultor. El arquitecto tendrá que considerar, al diseñar el proyecto, la participación de éste escultor, el material ya determinado en que trabajará (la madera) y su posible armonización con la piedra. Además del “estilo” que se exigirá a la obra total. La obra total estará regida aquí por la arquitectura, la cual mandará sobre todas las demás artes menores  que completarán la obra en un todo armónico y coherente.


Desde la Santa Síndone: Un icono griego, un mosaico de Santa Sofía y un Cristo “naturalista” de Rafael Sanzio, ya en el Renacimiento. Declinación del arte sagrado. Desde el acento puesto en el misterio teológico, a la preocupación de la representación solo “naturalista” de la imagen sacra.

La idea - que estará sobre todo el conjunto de la obra - es el uso, o el fin para la cual la obra se destinará.  Si la construcción arquitectónica estará destinada  - como en este caso - a un uso sagrado, todo deberá llevar a alcanzar este fin hasta en los mínimos detalles. Todo debe conducir a lograr este fin sagrado que persigue la obra. Si se desvía de su idea primordial, llevará al fracaso de la idea. Por ejemplo, que el templo no evoque, o no manifieste, este propósito sacro, su función de templo, desde el primer momento, deberá ser manifiesto. Confundir el templo con una fábrica,  o con un edificio destinado a oficinas, o con un club deportivo; no habremos logrado el propósito específico de la obra. El fin principal de un templo es el culto debido a Dios. Es la casa de Dios. Es casa de oración. Lo cual quiere decir que, TODO en ella, “diga” esto mismo, señale esto mismo, nos lleve a esto mismo. Nos ayude a esto mismo. Desde su conformación simbólica - como edificio sagrado, hasta hacer posible la acción sagrada litúrgica, en su orientación, en la disposición del ámbito, en la iluminación, en la acústica, que facilite el recogimiento para la meditación y la oración, etc.

En la mentalidad actual, y en los fundamentos de la llamada arquitectura moderna, se insiste en la idea de la “funcionalidad” - entendiendo por tal cosa las necesidades físicas y materiales del hombre en primer lugar, como su única y principal necesidad. No se tienen en cuenta las necesidades psicológicas y espirituales de los concurrentes. Hay una concepción igualitaria de la arquitectura. No deben existir diferencias ni jerárquicas, ni de  a función que cumplen. Son todas sus realizaciones comparables a máquinas - cuya función desconocemos hasta verlas funcionar. En algún sentido podríamos llamarlas construcciones abstractas. Pero esta concepción errada constituye un obstáculo grave en el ámbito sagrado para su uso religioso. Y son una consecuencia de sus principios “filosóficos” (ateos y materialistas) en la concepción modernista de la arquitectura. Concepción que llama a una casa: una “máquina” para vivir y nombra a una silla: “máquina” para sentarse (Le Corbusier).  En realidad esta es la filosofía que prima e informa la mentalidad de la sociedad moderna y de su arquitectura.  No considera al hombre más que como otra máquina, carente de alma y espíritu.


Composición “A”, 1920, por el holandés Piet Mondrian. El arte para el nuevo hombre tecnológico. Para modelar su mente a modo de máquinas. Modelo también para la arquitectura moderna, esencialmente geométrica.

La Catedral gótica de Chartres. La ciudad de Dios. El empuje del alma hacia lo alto. La luz transfigurada por los vitrales, como las almas por la luz divina.

Convento de La Tourette, por Le Corbusier, 1957-1960. ¿Una fábrica de monjas? ¿Un club deportivo? ¿Un centro comercial?

Por eso esta mentalidad es estéril para crear unas formas artísticas capaces de manifestar, de algún modo, el mundo religioso y metafísico que creó las catedrales del medioevo, por citar un ejemplo. El mundo de hoy - dominado por la máquina y la técnica - solo es capaz de “abrir” su mente a una falsa trascendencia (el hombre no puede vivir sin trascendencia). Acude entonces a una “trascendencia” negativa, hacia abajo, oscuramente subterránea.  El cielo está vedado, cerrado,  negado a la contemplación por principio. “Debemos expulsar a las catedrales del centro de las ciudades” clamaba Le Corbusier, tal vez el principal artífice de la arquitectura contemporánea. Todo está clausurado y aprisionado en este solo mundo inmanentista, abierto solo a las profundidades tenebrosas e infernales. (Surrealismo).

Con esto afirmamos que las formas artísticas producidas por esta mentalidad atea y anti-tea, no solo son estériles para representar lo sagrado - que está por encima del hombre - sino que aún es incapaz de producir un verdadero arte. Porque el verdadero arte está ligado - por esencia - a lo que los antiguos llamaron los “trascendentales”: el Bien, la Verdad y la Belleza. Intentar crear algo religioso utilizando las formas estériles del arte moderno solo produce el efecto contrario a lo que se pretendía alcanzar: un arte religioso y sacro como soporte y ayuda para la acción sacra. Existen esas formas sacras, ya creadas en otras épocas,  las cuales siguen siendo válidas aún hoy en casi todos sus aspectos. Lograr una posible “traducción” válida de ellas al tiempo actual no parece ser del todo posible. La época actual debería convertirse a la Fe para poder llegar a crear un arte auténticamente religioso y trascendente. 

No es imitando las formas del arte moderno como se conseguirá llegar a crear un arte sagrado. El efecto contrario es lo que realmente se logra, es un verdadero efecto de desacralización. De destrucción de lo sagrado. Para ganar al mundo ateo y descreído, no es posible hacerlo con los mismos medios creados precisamente para negarlos.  Los sacerdotes deben instruirse seriamente en estas cuestiones sobre el arte, y sobre el arte sacro especialmente. Para  ser verdaderos  guías teológicos de los artistas. No puede quedar sobre los artistas la responsabilidad y la ciencia teológica. Esto no depende de su gusto y sensibilidad personal. El arte sacro no es una expresión personal del artista sino la manifestación de la Iglesia de Cristo. No depende de una individualidad sino de lo que siempre ha tomado la Iglesia como la manifestación más digna de lo sacro y doctrinalmente ortodoxo. La destrucción de la Liturgia tuvo bien en cuenta estas cosas para lograr sus fines de destrucción de ella y su efectividad como guía y soporte teológico y doctrinal en la espiritualidad de los fieles.




Del artista barroco Caravaggio: naturalimo y teatralidad. ¿En dónde está el misterio sacro de la Redención?

Graham Shutherland, 1946. Figuras grotescas. Nada sagrado. Una burla perversa de los sufrimientos de Nuestro Señor.

Un “descendimiento” armado con mis compañeros de oficina. Fue muy divertido - podría decir el autor de esta obra Steve Hawley. 1988-90. No saben lo que hacen.

Esto último no merece siquiera un comentario. Anthony Caro. 1989.

Incorporar formas modernas en las iglesias es el resultado de varios factores, todos ellos negativos. Convertirse al arte moderno es convertirse a la mentalidad moderna. Convertirse al mundo moderno que se aleja más y más de Dios. Sus formas artísticas están adecuadas a su mentalidad. El efecto que producen es aquél para lo cual que fueron conformadas. Están pensadas para crear al hombre nuevo tecnológico y sin Dios (Piet  Mondrian). 

Comenzar creyendo que las formas artísticas modernas son indiferentes,  inofensivas, o neutras  para el culto, es desconocer la naturaleza profunda del hombre. Es no haber aprendido nada sobre el  mal que religiosamente han  producido - y que salta a la vista - desde hace muchos años. El mundo es quien debe convertirse a Dios, no los creyentes convertirse al mundo. Eso es apostasía. Si la jerarquía eclesiástica, hasta en sus más altas puestos, ha consentido con esto,  es porque ha pactado con el mundo y apostatado de Dios,  para su propia destrucción. Y, quienes le sigan, perecerán también con ellos.
                                                                
La Neo-Capilla modernista de  la Neo-Fraternidad.
Imagen ¿de Nuestra Señora?
                    
 
 


La Neo-Fraternidad ¿Quiere demostrar su afinidad y buena voluntad
para con Roma? La Roma modernista se ha convertido en el mejor propagador de la mentalidad modernista.
La mentalidad modernista prepara el camino del Anticristo.
La Neo-Fraternidad traiciona los propósitos por las que fue creada:
Resistir a Roma siendo fieles al Depósito de la Fe.

     
                 
         P1010750          
¿Quién de estos religiosos será el asesor teológico del “artista”? ¿O no lo hay?  

¿Es esto una capilla o una “disco”?

El arte moderno, creado por la mentalidad modernista, no solo está conformado por esta mentalidad, sino que también  lleva indefectiblemente a conformarnos también con ella.

El camino para haber arribado a esta situación nefasta, lleva recorrido ya varios siglos de decadencia religiosa que no podemos describir ahora. A grandes rasgos solo indicaremos algunos sucesos históricos que le han ido conformando progresivamente.  A veces de un modo sutil, a veces violentamente, con algunos tímidos retrocesos aparentes, pero siempre ganando el terreno conquistado. Comenzó casi violentamente en el llamado “Renacimiento” - el cual significó el ingreso del arte religioso y sagrado - en el naturalismo.


Se fue consolidando con los efectos psicológicos, dramáticos y teatrales del Barroco. 

Luego en el romanticismo con una piedad sensiblera y blandengue comenzó a disolver paulatinamente el verdadero espíritu religioso; para culminar, luego, en una reacción explosiva disgregando a todas las artes entre sí y creando un caos en todas las manifestaciones artísticas.  

El esteticismo puro - o “el arte por el arte” (verdadera herejía artística, porque destruye su misma naturaleza).

Y el mal  llamado surrealismo (El nombre de “Surrealismo” viene del francés y significa = “por encima de la realidad” cuando es todo lo contrario de ello) El surrealismo no intenta elevarse sobre la realidad. Todo lo contrario escava un túnel hacia abajo, hacia un mundo de pesadilla, un mundo oscuro, infernal. Son los efectos producidos por el caos y el desequilibrio interior del hombre. Un hecho sintomático del estado espiritual a que ha llegado la humanidad - calificado muy acertadamente por el filósofo del arte Hans Sedlmayr como “la pérdida del centro”, en su famoso y “misteriosamente” desaparecido libro: “El arte descentrado”.

Mosaico medieval oriental
de Nuestra Señora con el Niño


Pintura de La Madonna con el Niño.
 Rafael Sanzio renacentista.
El naturalismo más crudo
desplaza el gran abismo existente de María
entre todas las demás mujeres y
al Niño de todos los niños. 

Podrían ser la vecina de Rafael con su hijito.

Escultura modernista de
la Santísima Virgen María.

Imagen que nos dejó de sí misma 
milagrosamente
 Nuestra Señora de Guadalupe.  


En la sala Paulo VI, en el Vaticano. La enorme escultura en bronce que la domina representa – o pretende representar-- La Resurrección de Cristo. Parece más bien un Cristo que no logró salir de los Infiernos. Satánica representación de la Resurrección. Ésta es otra muestra de quienes están gobernando en el Vaticano: los anticristos.
                                                
Consentir en las formas modernas para representar lo sagrado es un síntoma de ceguera espiritual y religiosa. 


“¿Qué unión puede haber entre la luz y las tinieblas?” dice San Pablo. Los que proceden según este modo están colaborando con la venida del Anticristo. Allanando su camino como sus profetas propios. Esta ceguera es un castigo por la falta de fe en Jesucristo y en su Iglesia. Es la ceguera anunciada como castigo para creer en las mentiras y  en la seducción del Anticristo.

--“Mirad que os lo anuncié antes”. “Porque vendrán muchos diciendo “yo soy el Cristo”. “Porque aparecerán muchos falsos Cristos” y, “Si os dijeren: Cristo está aquí o allá, no vayáis” y: “El que perseverare hasta el fin, ése se salvará”. Éstas son las advertencias de Nuestro Señor.

“Conserva lo que tienes” - le dice el Ángel a una de las iglesias de los últimos tiempos. Es tiempo de guardar, sostener y defender  aquello recibido a través de los siglos como un gran tesoro. Es hora de resistir a los ataques del enemigo. Santo Tomás de Aquino nos dice en su Summa Teológica que se necesita mucha más fortaleza para resistir que para atacar.

Resistamos en la fe en todo aquello que hemos recibido por la Tradición, guardado como un tesoro. “Tesoro conservado en vasos de barro” – que eso es lo que somos..

Cristo nos ha prometido:

“Yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación del siglo”.

Alberto M. Borromeo