martes, 21 de agosto de 2018

22 DE AGOSTO: FIESTA DEL CORAZÓN INMACULADO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


"Entonces nosotros debemos mantenernos firmes en nuestras posiciones. Por nuestra fe debemos aceptar todas las afrentas: que nos desprecien, que nos excomulguen, que nos golpeen, que nos persigan. Quizá mañana los poderes civiles nos perseguirán. No se excluye. ¿Por qué? Porque aquellos que destruyen la Iglesia hoy, hacen la obra de la masonería. Es la masonería quien manda en todas partes.

Entonces si la masonería se da cuenta que somos una fuerza que puede poner en peligro sus proyectos, en ese momento los gobiernos nos perseguirán. Entonces iremos a las catacumbas, iremos no importa donde, pero continuaremos creyendo. No abandonaremos nuestra fe. No seremos los primeros. Pero por lo menos sabremos darle a Nuestro Señor el honor, el honor de ser sus fieles, de no abandonarlo, de no traicionarlo.

Esto es lo que debemos hacer. No pedimos más que ser firmes. Y pedirle a la Santísima Virgen en este día el no tener otro amor en nuestro corazón que Nuestro Señor Jesucristo. Él es Dios. Él es Salvador. Él es el Sacerdote eterno. Él es el Rey de todo y lo es en el Cielo. No hay otro Rey que Nuestro Señor Jesucristo en el Cielo. Él es quien hace la felicidad de todos los elegidos, de todos los Ángeles, de su Santa Madre, de San José. ¡Pues bien! Nosotros queremos participar también en este honor, en esta gloria, en este amor de Nuestro Señor Jesucristo".

Monseñor Marcel Lefebvre, Ecône, el 22 agosto 1976, Fiesta del Corazón Inmaculado de María.