Monseñor,
¿cómo está?
Gracias a Dios muy bien, con gran
serenidad y paz de conciencia: es la recompensa de la verdad. La luz siempre
vence a las tinieblas, no puede ser reprimida, especialmente para aquellos que
tienen fe. Por eso tengo mucha confianza y esperanza en la Iglesia.
¿Cómo
valora las reacciones a la publicación de su memorándum?
Como
sabe hay reacciones opuestas.
Hay
quienes ya no saben de donde sacar el veneno para destruir mi credibilidad. Hay
hasta quién ha escrito escribió que he sido hospitalizado dos veces para
tratamiento obligatorio por consumo de drogas; hay quienes imaginan conspiraciones,
complots políticos, complots de todo tipo, etc…
Pero
también hay muchos artículos de agradecimiento, y he visto mensajes de
sacerdotes y fieles agradeciéndome este testimonio; que ha sido para ellos un destello
de nueva esperanza para la Iglesia.
¿Qué
responde a quién en estas horas objetan que tendría razones de rencor
personal contra el Papa y por esta razón habría decidido escribir y difundir el
memorándum?
Tal
vez sea ingenuo, y piense siempre lo mejor de la gente, pero confieso que
es un regalo que me hizo el Señor, y que nunca he tenido sentimientos de
venganza durante todos estos años en que he sido puesto a prueba de tanta
calumnia y falsedad contra mí.
Como
escribí al comienzo de mi testimonio, siempre creí que la jerarquía de la
Iglesia encontraría en sí misma los recursos para sanar tanta corrupción.
También lo escribí en mi carta a los tres cardenales enviados por el Papa
Benedicto para que investigaran el caso Vatileaks. En una carta que acompañaba
el informe que les entregué, les dije: “Ustedes lo sabían, pero guardaron
silencio. Al menos ahora que tienen esta orden del Papa Benedicto, tengan el
coraje de informar fielmente sobre lo que han descubierto relativo a tantas
situaciones de corrupción.
¿Por
qué decide publicar y difundir su testimonio?
Hablé
porque la corrupción ha llegado a lo alto de la jerarquía de la Iglesia. Y
apelo a los periodistas: ¿por qué no preguntan qué pasó con el caso de los
documentos que, como todos sabemos, fueron entregados en Castelgandolfo por el
Papa Benedicto XVI al Papa Francisco? ¿Todo fue inútil? Hubiera sido suficiente
seguir mi informe y el informe que fue puesto a mi disposición antes del de los
tres cardenal a cargo de la investigación del caso Vatileaks (Julián Herranz,
Jozef Tomko y Salvatore De Giorgi) para empezar a hacer algo de “limpieza” en
la curia.
¿Pero
saben lo que el Cardenal Herranz me respondió cuando le llamé desde Washington,
dado que había pasado mucho tiempo desde que el Papa Benedicto nombró a esta
Comisión, sin haber sido informado de nada por ellos? Le dije: “¿No crees que
tengo algo que decir sobre la cuestión de mis cartas, publicadas sin mi
consentimiento?” Él respondió: “Ah, si realmente quieres”.
¿Qué
responde a quién afirma que usted sería el “cuervo”, o uno de los “cuervos”, en
el origen del caso Vatileaks?
¿Yo
el cuervo? Como has visto con mi testimonio, ¡suelo hacer cosas a la luz del
día! Estuve en Washington un tiempo y ciertamente tenía otras cosas en qué
pensar. Por otro lado, siempre he tenido la costumbre de sumergirme por
completo en mi nueva misión. Así lo hice cuando fui enviado a Nigeria: ya no
leí las noticias italianas. Tanto es así que cuando, después de seis años, fui
llamado a la Secretaría de Estado por San Juan Pablo II me tomó unos meses
darme cuenta de dónde estaba metido antes, a pesar de que ya estuve en la
Secretaría de Estado once años entre 1978 y 1989.
¿Qué
responde a los que dicen que habrían sido expulsado de la Gobernación y que
esto también provoca sentimientos de rencor y deseo de venganza en usted?
Como
ya dije, el rencor y la venganza son sentimientos que no me pertenecen. Mi
resistencia a dejar mi trabajo en la Gobernación fue motivada por un profundo
sentimiento de injusticia por una decisión que sabía que no correspondía a la
voluntad que el Papa Benedicto XVI me había manifestado.
El
cardenal Bertone sólo para alejarme había cometido una serie de graves abusos
de autoridad; en relación a la comisión inicial de tres cardenales que el Papa
Benedicto había designado para investigar las graves acusaciones hechas por mí
como Secretario General y por el Secretario General Adjunto, monseñor Giorgio
Corbellini, por los abusos cometidos por Monseñor Paolo Nicolini. En lugar de
esta comisión, el cardenal había creado una comisión disciplinaria alterando en
su composición la institucional de la Gobernación; y antes incluso de crear
esta comisión, me había convocado para decirme que el Santo Padre me había
nombrado nuncio en Washington; y a pesar de que dicho comité disciplinario
había decidido el 16 de julio de 2011 el despido de Monseñor Paolo Nicolini,
Bertone había manipulado abusivamente dicha decisión para evitar su
publicación.
Al
hacerlo, me había impedido continuar el trabajo de lucha contra la corrupción en
la administración de la Gobernación.
¿Qué
responde a quién habla de su fijación por convertirse en cardenal y
afirma que ahora ataca al Papa también porque no ha recibido el cardenalato?
Puedo
decir con toda sinceridad ante Dios que en realidad he renunciado a ser
cardenal.
Después
de mi primera carta al cardenal Bertone, que le envió al papa porque hizo lo
que él pensaba que era más apropiado, el Papa Benedicto me llamó y me recibió
en audiencia el 4 de abril de 2011, e inmediatamente me dijo estas palabras:
“Creo que sé que nombramiento podría servir mejor a la Santa Sede como
presidente de la Prefectura para asuntos económicos, en lugar del cardenal
Velasio De Paolis”.
Le
agradecí al Papa la confianza que me mostró y agregué: “Santo Padre, ¿por qué
no espera seis meses o un año? Porque si ahora me promociona, el equipo que ha
confiado en mí para sanar la situación en la Gobernación será inmediatamente
dispersado y perseguido (como de hecho sucedió).
También
agregué algo más: Al final de la audiencia, el Papa me dijo nuevamente:
“Sin embargo, sigo opinando que el lugar donde mejor puedes servir a la Santa
Sede es como presidente de la Prefectura para asuntos económicos”. El Cardenal
Re puede confirmar esta noticia. Entonces renuncié al cardenalato por el bien
de la Iglesia.
¿Qué
responde a quienes involucran a su familia hablando de “saga” bajo la bandera
de grandes intereses económicos?
El
20 de marzo de 2013 mis hermanos prepararon un comunicado de prensa, y yo me
opuse a la publicación para evitar involucrar a toda la familia. Puesto que
ahora se sigue repitiendo la acusación a mi hermano Lorenzo, a saber, que le
habría mentido al Papa Benedicto escribiendo sobre mi necesidad de irme porque
tenía que cuidar a mi hermano enfermo, he decidido hacer pública ahora la
declaración. De su lectura se hace evidente que sentí la grave responsabilidad
moral de cuidar y proteger a mi hermano.