"Antes [de 1988] las discusiones eran más bien informales, salvo raras ocasiones, como a
principio del pontificado de Juan Pablo II. Mons. Lefebvre al presentar las
principales objeciones a las novedades -y protestando enérgicamente contra los
escándalos que sacudían la Iglesia- buscaba entonces un acuerdo más bien
práctico. Pensaba que Roma podría dejarlo hacer “la experiencia de la
Tradición” acordando a la FSSPX una regularización canónica antes de todo
debate de fondo. Después de 1988
claramente indicó el camino a seguir: llevar la discusión al terreno doctrinal,
a la esencia misma de la crisis que causa tantos estragos." (Mons. Fellay, 9-3-2010).