La revista española Vida Nueva publicó ayer 2 de febrero dos entrevistas: una a Mons. Pozzo y otra a Mons. Fellay.
La primera aclara que, respecto del Vaticano II, la FSSPX finalmente aceptará la trampa de la "hermenéutica de la continuidad". Conforme a esta triquiñuela falaz, el concilio se vuelve aceptable si se lo interpreta (loca y/o deshonesta contorsión intelectual mediante) según la Tradición de la Iglesia, lo que equivale a reconocer que el Vaticano II en sí mismo no es malo, sino que lo malo es la incorrecta interpretación de sus textos (!!!).
En esta entrada publicamos la entrevista a Mons. Pozzo, y en la siguiente, la entrevista a Mons. Fellay.
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“Tengo
confianza. Estamos yendo en la dirección justa con los lefebvrianos". El
arzobispo Guido Pozzo es el secretario de la Pontificia Comisión
Ecclesia Dei, encargada de negociar la vuelta a la comunión de la FSSPX. Un
diálogo que ve como una oportunidad para todos los católicos: "Puede
ayudar a precisar y aclarar la correcta interpretación, para evitar equívocos,
errores o ambigüedades, de algunas enseñanzas conciliares".
La
FSSPX ha abierto un nuevo seminario en Virginia y muestra una gran vitalidad.
¿Lo ve Roma como algo positivo?
El
incremento de las vocaciones al sacerdocio en este y los otros seminarios de la
FSSPX es el signo de una vitalidad consolidada.
También
en los institutos de Ecclesia Dei, que siguen las tradiciones disciplinarias y
litúrgicas antiguas, se registra cada año un constante aumento de las
vocaciones. Es una bendición para toda la Iglesia, aunque, en el caso de la
FSSPX, el no haber alcanzado todavía la plena comunión es una herida que espera
ser sanada. El reconocimiento canónico de un instituto clerical no es un acto
notarial ni puramente formal, sino un elemento constitutivo intrínseco de su
eclesialidad.
Fellay
dice que el acuerdo para una prelatura personal está "casi
preparado".
Hay
un profundo examen de algunos aspectos del texto de la figura jurídica de la
prelatura personal. Terminado este, se presentará al Santo Padre un borrador de
las constituciones.
No
obstante, la condición necesaria para el reconocimiento canónico es la adhesión
a los contenidos de la Declaración Doctrinal que la Santa Sede ha presentado a
la FSSPX.
¿Qué
se les puede pedir sobre la interpretación del Concilio?
Los
encuentros de estos años han llevado a una clarificación decisiva: el Vaticano
II debe ser comprendido y leído en el contexto de la tradición de la Iglesia y
de su constante magisterio.
No
es un "metaconcilio" ni un "superdogma", sino un momento
dentro de la historia de la fe. La autoridad magisterial de la Iglesia no puede
detenerse en 1962. Tampoco el magisterio está por encima de la Palabra, escrita
o transmitida, ni el progreso, en la mejor comprensión de los misterios de la
fe, debe tener lugar siempre "en la misma doctrina, en el mismo sentido y
en la misma interpretación" de las enseñanzas de la Iglesia y transmitidas
de la tradición perenne, según lo definido por el Vaticano I y retomado en la Dei
Verbum, del Vaticano II. Aceptado por la FSSPX, este es el punto central de
la discusión. Las enseñanzas del
Concilio tienen un diverso grado de autoridad, al que corresponde un diverso
grado de adhesión. Podrían ser objeto de examen, después de la reconciliación
plena, las reservas sobre cuestiones que no son propias de la materia de la fe,
sino de temas que se refieren a la aplicación pastoral de orientaciones y
enseñanzas conciliares como la relación entre la Iglesia y el Estado, el
ecumenismo, el diálogo interreligioso o algunos aspectos de la reforma
litúrgica y su aplicación. Debe regir el criterio de Benedicto XVI en su
discurso a la Curia de 2005, según el cual hay que distinguir los principios
doctrinales enseñados en el magisterio constante de la Iglesia (permanentes e
irrevocables) de sus aplicaciones históricas, que dependen en gran parte de las
contingencias de los tiempos.
Una
discusión más profunda de estos temas podría ser útil para una mayor precisión
y clarificación, para evitar malentendidos o ambigüedades que, por desgracia,
están bastante difundidas. Apunto esto de Bernard Fellay: "Para la
FSSPX, hay algunos puntos ambiguos en ciertos documentos conciliares. Podemos
solo exponer los problemas, pero no somos quienes debemos aclararlos. Es Roma
la que tiene la autoridad". Es importante evitar ser rígidos o mantener
posturas de máximos, por un lado, y conservar la apertura y la disponibilidad a
la discusión, por otro.
¿La
aceptación del Concilio es una condición esencial?
Es
un falso problema preguntarse si un católico puede aceptar o no el Concilio. Un
buen católico no puede rechazarlo, por ser una asamblea universal de obispos
reunidos en torno al Papa. El verdadero problema es la interpretación de los
documentos conciliares. Como dijo Benedicto XVI, hay dos hermenéuticas en el
Vaticano II, una en la línea de la renovación en la continuidad con la
tradición y otra en la línea de la ruptura con la tradición. La interpretación
correcta es la primera, pero existe un problema en la interpretación de ciertas
formulaciones.
Un
diálogo con la FSSPX puede ayudar a precisar cada vez mejor la correcta
interpretación, para evitar equívocos, errores o ambigüedades que están
presentes en un cierto modo de comprender e interpretar algunas enseñanzas
conciliares. Esto Benedicto XVI lo definió como el "Concilio
virtual", creado por el poder mediático y por la teología neomodernista.
La distinción entre "Concilio real" y "Concilio virtual" es
fundamental.
Magisterio
constante
¿Qué
requisitos son, en definitiva, los fundamentales?
Como
para cualquier otro católico, la adhesión a la profesión de fe, el vínculo de
los sacramentos y la comunión jerárquica con el Papa. Un punto específico
tendría que ver, como digo, con la correcta relación entre la tradición y el
magisterio de la Iglesia y el hecho de que el Concilio debe ser leído a la luz
de la tradición perenne y del magisterio constante de la Iglesia.
¿Existe
una hoja de ruta?
No
hay plazos. Como en una vuelta ciclista, hay etapas antes de la meta. También
aquí hay etapas y no se deben anticipar las últimas. Ya hemos realizado pasos
notables, contribuyendo a crear un clima favorable en las relaciones humanas y
eclesiales. Estamos procediendo con paciencia y gradualidad en la buena
dirección.
¿Qué
influjo tuvo el encuentro entre Fellay y el Papa en abril?
Fue
provechoso para crear un clima más familiar y superar actitudes de desconfianza
que tal vez prevalecieron en el pasado, sin esconder las posiciones diferentes
respecto a ciertas cuestiones. La acogida al otro tiene su influencia a la hora
de afrontar con serenidad problemas de orden doctrinal.
¿Ayuda
la decisión del Papa de que los fieles puedan confesarse con sus sacerdotes?
Así
es. La decisión de prolongar esta facultad más allá del Jubileo es un gesto de
benevolencia, un estímulo a la FSSPX para que reconozca que solo en la plena
comunión podrá encontrar su colocación eclesial.
¿Cómo
son estos encuentros?
Muy
serenos y cordiales. Ahora son, además, en un tono menos formal. En la primera
parte de los diálogos, entre 2009 y 2011, los coloquios eran en Doctrina de la
Fe y resultaban más formales. Había un orden del día preciso sobre temas de
carácter doctrinal. Ahora, se intenta ampliar la discusión y comunicarnos las
impresiones que cada uno tiene sobre la vida de la Iglesia.
¿Es
optimista?
Tengo
confianza. No soy optimista ni pesimista, sino realista. Por lo recorrido,
tengo confianza, estamos yendo en la dirección justa. Siempre he sido un
tomista, y creo en la capacidad de la razón iluminada por la fe para llegar a
la verdad objetiva de las cosas. No soy un subjetivista. Para mí, lo más
importante es lo objetivo.
¿Dificulta
el diálogo con la FSSPX la postura de Francisco sobre el ecumenismo y el
diálogo interreligioso?
Cuanto
mayor sea la claridad entre el verdadero ecumenismo y diálogo interreligioso,
separado del confuso y ambiguo ecumenismo y diálogo interreligioso, menores
serán las reservas de la FSSPX.