martes, 14 de febrero de 2017

MONS. TOMÁS DE AQUINO OSB - LA VOZ DE FÁTIMA N° 1 Y N° 2

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PAX
LA VOZ DE FÁTIMA

Vox túrturis audita est in terra nostra”
(Cant. II, 12)

FEBRERO– 2017
Nº 1

Comenzamos el primer número de esta modesta publicación realizada en honor del Inmaculado Corazón de María, del cual esperamos la salvación de nuestro país, de nuestras almas y del mundo entero. Lo que Nuestra Señora realizó en Portugal en el siglo XX, preservándolo durante medio siglo del comunismo, de la masonería y del modernismo; lo realizará también en nuestra patria y en el mundo entero si nos consagramos a su Inmaculado Corazón y si obedecemos a sus pedidos de no ofender más a Dios Nuestro Señor ya tan ofendido y hacemos reparación por las ofensas que Él es objeto así como Su Madre Santísima.

Que cada uno de nosotros responda con amor a los pedidos de Nuestra Señora de Fátima, conscientes de que el Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María son los últimos recursos dados al mundo para su salvación.

Portugal, en 1917, estaba en el más profundo caos político y económico y, además, los seminarios estaban casi vacíos, muchos obispos exiliados, la masonería mantenía al país bajo su dominio.

El gobierno había roto la unión entre el Estado portugués y la Iglesia en 1911. San Pío X reaccionó fuertemente, declarando nula y sin valor esta inicua decisión gubernamental.

Algunos años antes, en 1908, el rey D. Carlos y su hijo habían sido asesinados y la responsabilidad del gobierno recayó sobre D. Manuel, de 18 años, el cual no pudo impedir la proclamación de la república en 1910, debiendo huir del país.

¿Quién podría salvar Portugal? ¡Nuestra Señora! Apareciendo a tres pastorcitos en Cova da Iría, Ella cambió el rumbo de Portugal y hará lo mismo con el mundo si la escuchamos.

Pocos años después, un gobierno católico restituyó a Portugal su alma y Nuestra Señora protegió la nación portuguesa del comunismo, así como de la II Guerra Mundial, como lo afirmó Pío XII en 1946.

Seamos entonces cruzados de Fátima en este centenario de sus apariciones en Cova da Iría. Estudiemos, propaguemos y vivamos su mensaje que se resume en amar a Dios Nuestro Señor y en impedir por todos los medios los pecados con los cuales los hombres hieren Su Divino Corazón y el de Su Madre Santísima, por cuya intercesión nosotros esperamos la salvación de nuestra patria, de nuestras almas, del mundo entero y de la Iglesia, ocupada por sus más crueles enemigos que, sin embargo, serán vencidos por aquella de la cual la Santa Liturgia dice que venció todas las herejías.


LA VOZ DE FÁTIMA

Nº 2
11 de
febrero de 2017

El Tercer Secreto y el Concilio
    
Los que estudian seriamente Fátima, saben que la llamada “revelación del Tercer Secreto” es una falacia.

Entre varios argumentos en apoyo de lo que digo, hay uno al cual me gustaría referirme y del cual, desgraciadamente, se habla poco: la causa por la que los Papas desde Juan XXIII hasta Francisco se negaron a revelarlo.

Indaguemos con toda simplicidad cuál sería el contenido allí existente que los haría callar tan obstinadamente.

¿Cuál es la “niña de los ojos” de estos Papas? Acaso no es, evidentemente, el concilio Vaticano II? Sí, estimado lector, y eso es lo que quiero decir: estoy personalmente convencido de que en el Tercer Secreto está la “palabra mágica” “concilio”. Y ciertamente esta palabra figura allí en términos no elogiosos, sino como siendo la causa de la “desorientación diabólica (1)” en la cual vivimos; ese concilio, sin embargo, es considerado por los Papas mencionados como la “primavera de la Iglesia” (y ¡ay de aquel que lo cuestione! ¡Aunque sea la Madre de Dios!!!).
        
Sepa también el lector que esta convicción personal mía no es gratuita ni sin fundamento. Aduzco a su favor dos testimonios de dos personas de gran peso: el cardenal Oddi y Sor Lucía.

El Cardenal Oddi dijo: “Conforme a lo que conozco, está escrito que aproximadamente en 1960 el Papa convocaría un concilio del cual, contrariamente a lo que se esperaba, se derivarían muchas dificultades para la Iglesia” (2). A las palabras “conforme a lo que conozco”, con toda seguridad podríamos añadirles: “por lo que escuché de los que leyeron el Secreto”.
      
La Hermana Lucía, respondiendo a las preguntas que le hicieron, acerca de si el Secreto tenía que ver con el concilio y sus consecuencias, ella respondió: “No puedo decirlo, no puedo hablar” “Leí algunos documentos del concilio, pero no todos.” “Leí sobre algunos problemas, pero no leí todo” (3). Respuestas evasivas de quien no quiere responder a lo preguntado. ¿Por qué no lo haría? Si la respuesta fuese “no” sería muy simple de hacerlo. Pero si la respuesta fuese “sí” ella estaría ante dos problemas: 1) Ella no podía desobedecer a quienes tenían autoridad sobre ella, los cuales con toda certeza eran defensores acérrimos del Vaticano II y le tenían prohibido decirlo; 2) ella no podía mentir. De allí sus respuestas típicamente evasivas.

¡Qué bueno sería si todos los católicos estuviesen convencidos de la realidad de la tesis que defiendo! Por respeto y obediencia a las palabras de Nuestra Señora rechazarían el Vaticano II y las reformas posconciliares y volverían a lo que la Iglesia siempre enseñó antes del concilio y se adherirían a la Tradición bimilenaria.

Quiera Dios que así sea con la contribución de este modesto artículo.


U.I.O.G.D.
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1- Palabras de la Hermana Lucía, citadas en “Fátima joie intime événement mondial”, pág. 409.
2- 30 Giorni,
noviembre de 1990.
3- Cf. Controverses, abril de 1995.