¿Cómo estás entre pajas, Sol
hechicero?
Menos pobre es la cama de mis
corderos.
Tu, que tienes los astros a tu
albedrío
Y a la oveja das lana, ¿tiemblas
de frío?
Tú, que rizas el lago con leda
brisa,
Y eres del campo verde dulce
sonrisa;
Tú, que eres regocijo de las
pastoras
Y hechizo del ganado, ¿de frío
lloras?
Tú, que crías las venas del oro
fino,
y conviertes en auras el
torbellino;
Tú que a la mar opones mansas
arenas,
Y sus rencores calmas y las
refrenas;
Tú, que en las ondas cuajas rojos
corales,
¿Cómo estás reclinado entre
animales?
Tú, que vienes a darme, Sol de
los Cielos,
Dicha en las desventuras, paz en
los duelos;
Tú, manantial precioso de tantos
bienes,
Por darnos tu riqueza desnudo
vienes,
Y viertes por tus ojos graciosas
perlas
¡Quién tuviera la dicha de
recogerlas!
Pero tu hermosa Madre te coge en
brazos
Y rica te regala con sus abrazos
Sólo sus besos calman tu triste
lloro
Y a su arrullo te duermes, Niño
de oro.
¡Cómo los ojos cierras a su
albedrío!
¡Sólo en sus castos brazos no
tienes frío!
¡Ay, que lecho tan dulce, Sol
hechicero!
¡Qué ruin es la cama de mis
corderos!