AYER
El entonces P. Rifán acompañando a Mons. Lefebvre y Mons. De Castro Mayer.
PALABRAS DE UN TRAIDOR:
“Existen graves razones
de Fe para no aceptar la Misa Nueva.
La Iglesia condenó los
errores protestantes. Definió, con infalibilidad, dogmas de Fe sobre la
PRESENCIA REAL de Jesucristo en la Santísima Eucaristía, sobre el SACERDOCIO
JERÁRQUICO distinto del de los simples fieles, sobre el SANTO SACRIFICIO DE LA
MISA.
La Iglesia condenó a
aquellos que dicen que la Misa debe ser celebrada solamente en lengua vernácula
(en español en nuestro caso) (Conc. de Trento).
La Iglesia reprobó a
los que quieren que la Consagración sea en voz alta (Conc. de Trento y Pío VI).
La Iglesia reprobó el
altar en forma de mesa (Pío XII).
Ahora, en la Misa
Nueva, los errores que la Iglesia me enseñó a reprobar hoy en día son tenidos
como ciertos y aprobados. Aún más. Los dogmas de fe arriba citados no son más
tan explícitos como lo eran en la Misa Tradicional y eso es tan evidente que
los protestantes, que jamás toleraron la Misa Tradicional (Lutero la llama
abominable), afirmaron que, con la Misa Nueva, teológicamente es posible que
ellos celebren su cena con las mismas oraciones de la liturgia reformada de la
Iglesia Católica (cf. Max Thurian, La Croix, 30-05-1969). ¿No es sintomático?
¿Será que podemos
conservar la fe y agradar a Dios ofreciéndole un culto tan ambiguo que agrada
también a sus enemigos y hacer de este culto el centro de nuestra vida, como
debe ser la Santa Misa?
¿Puede una autoridad,
por suprema que sea, imponernos algo que es contra la Fe nuestra y que es
ofensivo a Dios, Nuestro Señor?
He aquí el dilema para
todo buen católico: o sacrificar la Fe y la Tradición en nombre de la
obediencia, o mantenerse firme en la Fe y en la Tradición, obedeciendo a lo que
fue siempre enseñado por la Santa Iglesia y por eso ser acusado de rebelde y de
desobediente!
San Pablo ya nos
advirtió: "Pero, aunque nosotros mismos o un ángel del Cielo os anuncie un
Evangelio diferente de aquél que os hemos anunciado, sea anatema" (Gál. 1,
8).
No se trata de
desobediencia o de rebeldía. Trátase de fidelidad y lealtad a la Fe de nuestro
Bautismo y, por tanto, a la cátedra de Pedro y a la Santa Iglesia.
Se puede caer en
herejía o favorecerla, por palabras o por hechos, y los herejes siempre
procuraron manifestar en la liturgia sus errores. Así por ejemplo en el tiempo
de la herejía monofisita que negaba las dos naturalezas en Jesucristo, los
herejes, cuando celebraban la Misa, no colocaban la gotita de agua en el vino,
en el ofertorio, porque esto significa también la naturaleza humana de Cristo
unida a la naturaleza divina. Si un sacerdote, en aquella época, hubiese
celebrado la Misa así, habría estado haciendo, por este simple gesto, una
profesión de fe herética terriblemente ofensiva a Dios y ninguna autoridad
podría obligarlo a eso porque era una cuestión de fe.
El Papa León XIII
afirmó en la encíclica "Satis Cognitum": "Nada podría ser más
peligroso que estos herejes que conservando en todo lo demás la integridad de
la doctrina, por una sola palabra, como por una sola gota de veneno, corrompen
la pureza y la simplicidad de la Fe que nosotros recibimos de la Tradición de
Nuestro Señor y, después, de los Apóstoles".
La obediencia es una
virtud moral, inferior a la Fe, que es una virtud teologal. La obediencia está
condicionada a la Fe. La Fe no tiene límites. La obediencia los tiene. Obedecer
es hacer la voluntad de Dios expresada por la voluntad de los superiores,
representantes de Dios. Pero si la orden de los superiores se manifiesta en
contradicción con la voluntad de Dios, entonces vale aplicar la frase de San
Pedro: "Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos,
5, 29).
P. FERNANDO AREAS RIFAN
HOY
El hoy Obispo Rifán, concelebrando con “el hombre del año” según la revista Time.
Cuando Campos firmó su
acuerdo de tipo práctico con Roma, en una entrevista al Avvenire el
19 de enero de 2002 (al día siguiente del acuerdo), el “teólogo de la Casa
Pontificia”, el dominico Cottier declaró:
“Hay mucho más en la
resistencia de los denominados lefebvrianos, que la Misa de San Pio
V: está el rechazo del concilio… De allí que la primera condición
impuesta a todos los lefebvrianos arrepentidos, haya sido
siempre el pleno reconocimiento de la autoridad del Vaticano II”… “será de
desear que; poco a poco, den otros pasos, como por ejemplo, que participen
en concelebraciones del rito reformado. Pero no tengamos prisa”.
Así que el acuerdo
(llamado por Rifán “reconocimiento”) fue práctico nada más en
apariencia, pues implicó una aceptación del Vaticano II (con todo lo que
conlleva). Además, implicó graduales cesiones doctrinales ulteriores, como la
aceptación del “rito reformado”, es decir, protestantizado de Paulo VI, pasando
por la “concelebración”, la cual tiene en su contra toda la Tradición de la
Iglesia.
Y recordemos cómo la
Fraternidad, con las condiciones del capítulo del 2012 y con la Declaración por
el 25 aniversario de las Consagraciones Episcopales, deja la puerta abierta al
acuerdo práctico.
Y ahora en su última
entrevista a DICI Mons. Fellay pone a la Misa tradicional como medio para
restaurar la Iglesia, sin mencionar que se debe rechazar el Vaticano II. Es que
él antes dijo que lo acepta en un 95%, es decir, prácticamente en su
totalidad. Lo cierto es que necesitamos pastores resueltos a acabar con el
venenoso y diabólico concilio, a cortar de raíz ese pésimo árbol lleno de
espinas y de frutos amargos que destruye la Iglesia. Sin esto, la Misa
tridentina por sí sola y -para colmo- coexistiendo pacíficamente con el
"rito bastardo" (cosa que aceptó la Neo-FSSPX), no revertirá el
actual desastroso estado de cosas... y la Neo-FSSPX seguirá siendo arrastrada
por Mons. Fellay hacia el camino del Judas Rifán.
Algo más sobre Mons.
Areas Rifán, por Dom Tomás de Aquino: